Capítulo 12

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Título: Respuestas

POV Christian

Al llegar al Escala, bajo del auto y ayudo a Ana, quien se aferra a mi brazo como si su fuerza estuviera en mí. Eso me gusta, porque sé que ella sabe que puede apoyarse a mí siempre. Subimos al ascensor y me encanta sentir esa tensión que se forma cuando estoy cerca de ella en un lugar cerrado. Es una de las cosas que me fascina de tener cerca a esta mujer, lo diferente que me siento junto a ella. Lo feliz que me hace tocarla. Y lo mejor de todo, es que ella siente lo mismo.

Nunca hemos hablado al respecto, pero sé que ella se siente igual que yo. Lo sé por la manera en cómo me mira, cuando me abraza y me besa con la misma pasión y ansias que yo a ella.

Ana, en ningún momento me suelta y yo estoy fascinado con la idea de tener en mi cama esta noche. No hay otro lugar para ella.

Al llegar a mi piso la guío al salón y voy inmediatamente a la cocina por un vaso de agua, eso la ayudará a tranquilizarse un poco para que pueda descansar esta noche.

—Buenas, Gail —saludo al entrar a la cocina.

—Buenas tardes, señor. ¿Cómo estuvo su vuelo?

—Igual que siempre.

Tomo un vaso y sirvo el agua.

—¿En qué le puedo ayudar?

—¿A qué horas estará el almuerzo?

—Dentro de quince minutos, señor.

—Que sea para dos —me limito a decir y asiente rápidamente sonriendo.

Sabe que Ana está aquí y le agradezco que no pregunte por lo que ha sucedido con la niña. Muere por conocer a Ava desde que sabe de mi relación con Anastasia.

—Sí, señor.

Salgo de la cocina con el vaso de agua en la mano y me encuentro con Ana en el ventanal del salón. Le rodeo la cintura por la espalda con la mano libre y hago que se tome el vaso con agua rápidamente.

—Ya nos van a servir el almuerzo. Vamos.

Asiente con parsimonia, pero aun así la llevo de la mano al desayunador de la cocina. Necesito que esté fuerte para que enfrentemos juntos los días que se nos vienen encima.

Gail saluda a Ana mientras nos sirve y almorzamos en un silencio, que es para nada incómodo, pero no puedo evitar sentir molestia por la situación de mi chica. ¿Será que aceptará quedarse aquí unos días?

No quiero que esté sola. Aunque esté su compañera de piso, sé que si se va, se encerrará y llorará.

La obligo a comer lo más que pueda ignorando sus miradas de reproche por darle la comida en la boca. Ya estoy acostumbrado a esto y no me molesta hacerlo, me gusta atenderla como se lo merece. Sé que se siente mal, pero no quiero que se llegue a enfermar.

—¿Quieres descansar?

Sólo asiente con una media sonrisa que no muestra ni un ápice de alegría. No puedo llevarla a la habitación de las sumisas, convencido de que el único lugar en el que la deseo es mi habitación y en mi cama.

Al entrar le entrego una de mis remeras blancas y le enseño el baño para que se cambie y se ponga cómoda. No está pendiente de nada a su alrededor. Está perdida en su propio mundo, sólo actuando de manera mecánica como si no quisiera dejarse llevar por la tristeza al no tener a su lado a su hija, a lo único que le queda de su mejor amiga. La culpa debe estar carcomiéndola.

Por Mi DiosaWhere stories live. Discover now