Capítulo 33

6.9K 459 9
                                    

Título: Cabo Verde

POV Anastasia

Este lugar es hermoso, el cielo es de un azul tan intenso que no se puede comparar con el oscuro cielo de Seattle, el mar es de un azul muy hermoso. Hemos llegado a primera hora de la mañana y me siento cansada, pero al ver ese mar, sólo me dan ánimos de nadar.

—Comamos algo primero —murmura guiando donde ya está dispuesto el desayuno. Me pregunto quién lo habrá preparado.

Desayunamos y nos cambiamos para entrar al agua. Luego de un rato voy a tomar el sol en una tumbona sintiéndome muy relajada luego de unos meses bastante intenso, pero que, al final, nos han dejado cosas asombrosas. Este lugar es genial, nadie nos molesta, se respira una paz y una tranquilidad increíbles.

El nivel del mar donde está la casa es bajito y puedo caminar sin problemas.

Christian ha vuelto a la casa y decido volver a entrar al agua un rato más para descansar luego del almuerzo. Siempre me ha gustado nadar, es muy relajante. Mi esposo me alcanza en el agua y me levanta para que enrede mis piernas en su cintura y las manos las enredo alrededor de su cuello.

—Ese vestido de baño te queda muy bien. Pero ¿sabes algo?

—¿Que? —No he terminado de decir esa corta palabra, cuando siento la parte se arriba cae. Su sonrisa es maliciosa.

—Te prefiero así —suelta los cordones que mantiene las bragas del vestido de baño en su lugar. Lo quita y los lanza lejos.

Me aprieta más a él y me besa, es un beso suave que poco a poco se vuelve un beso ansioso y necesitado. Yo lo necesito. Gimo cuando siento sus dedos jugando con mi clítoris y muerde mi cuello enredando su dedo en el hilo de mi Tampax sorprendiéndome un poco. Dos de sus mágicos dedos entran y me besa para atrapar mi excitación.

—Te deseo, Ana. Todo el tiempo te necesito. Sólo a ti.

Termina de hablar y entra en mi lentamente, echo mi cabeza hacia atrás acompañado de un fuerte gemido. Se siente tan profundo.

—Me encanta escucharte —susurra.

Toma mis caderas y empieza a moverme de arriba a abajo, siempre duro y fuerte, mientras me sujeto a su cuello con fuerza. Me encanta como me hace sentir. Muerdo su hombro y se queja, para luego tomarme del cabello y echar mi cabeza hacia atrás para volverme a besar. Sus manos una vez más me ayudan a continuar con el movimiento provocando el sexy y delicioso choque de nuestras caderas. Cuando mi cuerpo no resiste más, sólo deseo mi liberación, la cual obtengo algunas embestidas después y él me sigue gimiendo.

—Oh, Ana. —murmura apoyando su cabeza en mi hombro—. Te amo, preciosa —su voz todavía se escucha agitada.

—Y yo a ti, amor.

Sale de mí y me da un beso.

—Vamos a almorzar.

Salimos del agua, ambos desnudos y corro al baño. He perdido de vista las piezas de mi vestido de baño y al parecer, él también.

—¿Te gusta aquí? —pregunta mientras comemos todavía desnudos y yo sobre sus piernas. Dice que no hay razón para ocultarnos, además de que no ha terminado conmigo.

—Me encanta. —Es simplemente hermoso hacia donde se mire—. ¿Qué horas crees que sean en Seattle?

—Si no estoy mal —dice mirando su teléfono—, son las seis de la mañana.

—Oh. Muy temprano.

—En un par de horas podremos llamar sin molestar. A penas llegamos, le envié un correo a Elliot para avisarle.

Por Mi DiosaWhere stories live. Discover now