Capítulo 35

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Título: Primera Palabra

POV Anastasia

Después de una fabulosa semana en cabo verde, finalmente estamos de vuelta en casa. Había momentos en que pensaba que sería delicioso quedarnos allí, sólo nosotros dos, disfrutando del hermoso y tranquilo lugar, y más que todo, de mi dios griego. Algunos días salimos a visitar y recorrer las islas grandes, sus playas son hermosas. Pero como todo lo bueno, debía llegar el fin.

Llegamos al Escala totalmente exhaustos del largo viaje, los Grey saben que hoy regresamos, pero queremos descansar del largo viaje y además de que están tristes porque no van a tener más a Ava en su casa desde esta noche. Christian me ha convencido de venir a descansar y dejar que se despidan de Ava como debe ser.

Los dos primeros días fueron muy difíciles lejos de mi hija, sobre todo por Elliot que orbitaba alrededor de Ava, más bien orbita. Pero al final, terminó siendo muy bueno y paciente con ella. Por eso y más, amo a la familia de mi esposo. Incluso Christian que, aunque no es la persona más cariñosa del mundo con ella, se preocupa, la cuida, la llama su hija, le da su desayuno cada mañana. Se comporta como un verdadero padre con mi Ava.

La puerta del ascensor se abre y nos recibe un radiante Taylor. Parece que le ha servido descansar del intenso de su jefe.

—Bienvenido señor Grey, señora Grey.

—Nunca me dirás Ana, ¿cierto? —pregunto y se encoje de hombros haciéndome sonreír.

—Ana, quiero dormir —se queja Christian con un humor de perros.

Yo tampoco quería regresar, pero tenemos obligaciones. Taylor lo mira extrañado y río. Ya me acostumbré a ver a un Christian consentido en los últimos días. Entramos directo hacia la habitación principal, necesitando de mi cómoda cama. Es tan sólo el mediodía y ha empezado a llover, tan fuerte como sólo en Seattle suele suceder. Dormiremos y por la noche iremos a cenar a casa de mis suegros y traeremos a Ava de vuelta a casa, ya extraño tener a mi bebé entre mis brazos.

Nos colocamos ropa de dormir y nos metemos inmediatamente a la cama. A pesar de haber «dormido» en el vuelo de regreso me siento cansada, ha de ser el cambio de horario y tanta actividad. Lo abrazo y le doy un pequeño beso en el pecho al sentir la tensión en él. Todavía desconfía, pero no es tan doloroso como la primera vez. Lloré viendo lo mucho que le dolía y lo difícil que era para él permitirme hacer esto.

«¿Por qué quieres que te libere?le pregunté.

Estábamos sentados y abrazados en el pequeño muelle viendo el atardecer, jugando con el agua bajo nuestros pies, realmente no había mucho que hacer allí más que bañarnos, hacer el amor, comer, comernos, hablar, follar duro, y sentarnos a disfrutar de cosas tontas como esas, cosas que no podremos disfrutar en casa. Ya habían pasado cuatro días desde que llegamos a ese paradisíaco lugar.

—Porque no quiero restricciones entre nosotros —contestó precavido. Que podamos disfrutar completamente el uno del otro.

Pero ya lo hacemos.

¿Me dices que ya no deseas tocarme? Asentí, pero no quería que sufriera. Y yo deseo que lo hagas. Has espantado mis pesadillas, quizás puedas apartar el dolor también. No perdemos nada con intentarlo. ¿No crees?

Procesé todo lo que me había dicho y supe que tenía toda la razón, deseaba sanarlo y que fuera completamente feliz. Levantó su mano y acarició mi mejilla para soltar mi labio, que tenía apresado entre mis dientes, para besarme. Tenía una manera tan peculiar y sexy para ser tierno. Cuando nos separamos, me hizo sentar a horcajadas sobre él y me pidió que lo hiciera, que quería todo de mí.

Por Mi DiosaWhere stories live. Discover now