Capítulo 54

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Título: En Un Año Quizás

POV Christian

Cuando Taylor me dijo que Ana estaba en un hotel, sentí tanta rabia hacia ella. ¿Cómo era capaz de irse de esa manera? Pensé muchas veces en dejarle el camino libre, pero ese sólo pensamiento me dolía. No puedo vivir sin esa mujer, sería sólo un desecho de hombre si ella no está conmigo.

¿Cómo puede una persona llegar a significar tanto en tu vida y cambiarla de una manera tan drástica?

He podido experimentar lo que es la felicidad gracias a ella. Mi mente permanece con ella todo el tiempo, pero la poca tranquilidad que me quedaba, se fue a la mierda cuando Welch me avisó que había comprado un boleto de avión hacia Savannah y que lo había hecho a nombre de Anastasia Steele. No podía creer que realmente estuviera huyendo de mí. No estaba dispuesto a dejarla ir, por lo menos no se lo iba a dejar tan fácil. Me dio tiempo para dejar a Ava en casa de mi hermano e ir por ropa para los dos mientras Sawyer compraba los dos boletos y la vigilaba a lo lejos. Cuando por fin me llamó, sentí un poco de alivio, pero al mismo tiempo temía que me dijera que se iba y que quería que la dejara en paz. Incluso pensé que tendría que mudarme allá y hacer que regresara conmigo, definitivamente lo hubiera hecho. Sentí que la sangre abandonaba mi cuerpo cuando me dijo del por qué se alejaba de mí. No puedo creer que Zaida hiciera eso, después de haberla ayudado y asegurarme que no le faltara nada. Estoy más que seguro que fue la puta de Elena. La voy a dejar en la maldita calle, donde pertenece una basura como ella.

Me he propuesto sacar todo rastro de miedo o duda que quede en el dulce corazón de mi esposa y convencerla de que su lugar es conmigo.



POV Anastasia

Llegamos a Savannah bien entrada la noche y nos ha venido a recibir Bob. Llamamos a casa para avisar donde estamos, ya que salimos de la ciudad casi a escondidas, por lo menos de mi parte. Por obvias razones, Ross se volvió loca cuando Christian la llamó para avisarle que habíamos viajado de urgencia, pero al final, él es el jefe y le importa muy poco lo que le digan.

—¿Dónde diablos estabas, Bob? Te necesitaba y... —escucho los gritos de mi madre desde su habitación y asomo mi cabeza. Mi madre se queda sin palabras y sonríe—. Hija.

Veo lágrimas en sus ojos y corro a abrazarla.

—¿Cómo estas, mamá? —Acaricio su cabello.

—Bien. Me parece una tontería esto de estar en cama toda una semana, pero estoy mejor contigo a mi lado.

Besa mi cabeza y sonrío.

—Pues, he venido a cuidarte.

—Oh, hija. Claro que no. Tú tienes una familia que atender.

—Mamá.

—¿Cómo vas a dejar a tu esposo solo? A los hombres no les gusta que los dejen solos por mucho tiempo.

—Dígamelo a mí. —Mamá abre los ojos como platos.

—También viniste. Ustedes son geniales. —Si mi madre supiera la razón, no estaría tan emocionada—. Ven aquí, hijo.

Palmea la cama y Christian se acerca a paso lento. Parece indeciso. Lo comprendo, la energía de mi madre asusta.

—¿Cómo se siente?

—Genial —contesta ella. Se acomoda de lado para mirarlo a los ojos—. Cuéntame querido, ¿cómo te trata mi hija?

—¡Mamá! —me quejo.

Por Mi DiosaWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu