Capítulo 14

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Título: Fotos

 POV Anastasia

Despierto un poco desubicada gracias a la luz del sol que se filtra a través de la pared de cristal de la habitación de Christian Grey. Imágenes del día anterior llegan a mi mente e inevitablemente me estremezco. Tengo que ser fuerte y paciente, por mi bebé. Sé que Christian encontrará una solución a todo esto.

Oh, Christian.

Ahora si me llamaran su amante con razón.

Deseaba tanto eso... deseaba tanto ser suya.

No me arrepiento de nada. Fue tan dulce conmigo y tan paciente que casi me siento enloquecer. No sé cómo se me pudo pasar el decirle que era virgen. De verdad lo olvidé, siempre olvido todo cuando estoy en sus brazos y consumida por sus exigentes labios. Pero no me lamento de nada, fue la mejor noche de mi vida, hasta ahora.

Doy media vuelta en la cama y el frío previo me confirma que estoy sola en su gigantesca cama, rodeada de su aroma. Se me es inevitable gemir al abrazar su almohada. Quizás se fue a trabajar, ya que hoy apenas es miércoles, espero que todavía me siga queriendo a su lado a pesar de no decirle la verdad. Aunque anoche no se veía molesto por ello.

Mejor dejo de pensaren eso y que pase lo que tenga que pasar, igual ya somos adultos. Me levanto para ir al baño y hago un leve gesto de dolor cuando siento un ardor en la entrepierna, pero es soportable. Eso me hace sonreír como una tonta de solo recordar la maravillosa noche que pasé entre sus brazos.

Entro directamente a la ducha y me demoro un poco agradeciendo el alivio, realmente lo necesitaba.

¿Será que me permitirán visitar a mi bebé? Necesito conseguir el teléfono de donde sea que la hayan llevado, para preguntar si la puedo visitar. Extraño mucho a mi princesa.

Al salir noto algo de sangre en su cama y rápidamente quito las sábanas sintiéndome avergonzada. Busco mi ropa y me doy cuenta de que no tengo nada para colocarme, no está mi ropa de ayer tampoco. Me coloco nuevamente la remera de Christian y tomo unos de sus boxers Calvin Klane de su cómoda mientras admiro su armario tan bien arreglado. Salgo encontrándome con Gail en la cocina, por suerte la remera me queda grande y me llega hasta la mitad de mis piernas.

—Buenos días, Gail. ¿Me puedes decir dónde puedo poner a lavar esto?

Le muestro las sábanas ocultando la mancha.

—Señorita Steele —saluda feliz y sonrío—. Démelo y yo me encargo.

Me niego aferrándome a ellas, pero insiste y al final cedo mordiendo mi labio rogando porque no lo vea. Cosa que creo imposible. ¿Cómo la veré a la cara nuevamente?

—¿Va a desayunar, señorita? —pregunta a su regreso con las manos vacías y niego al ver que ya son las once del día.

No hay caso comer a esta hora. He dormido demasiado.

—Mejor espero al almuerzo, gracias. Y por favor, llámeme Ana.

Sonríe y continúa con su trabajo. Tomo una banana, lo que creo es suficiente para esperar al almuerzo.

—Buenos días, dormilona.

Me asusto cuando siento a Christian envolverme en sus brazos por la espalda y besa mi cuello haciéndome remover en la silla cuando un cosquilleo recorre mi cuerpo.

—Hola. —Apoyo mi cabeza a su pecho y besa mi mejilla—. Creí que te habías ido a tu oficina.

—Iré por la tarde —susurra suavemente.

Por Mi DiosaWhere stories live. Discover now