Capítulo 44 || El Nacimiento de la Qilin

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— Montaña Tianza, Hunan, China. 1932 —

Kate caminaba junto a Rosier, Carrow y otros acólitos siguiendo a Aurelius Dumbledore entre la oscuridad. El objetivo era la qilin que estaba por nacer para ofrecerlo a Grindelwald. Aurelius caminaba a unos metros más adelante de ellos. Su única fuente de iluminación era la luz de la luna. Todos se detuvieron detrás de un matorral. Los Acólitos tenían toda su atención la recién nacida qilin que se encontraba entre los brazos del magizoologista.

Kate miró en dirección a Carrow y Rosier, quienes habían alzado sus varitas haciendo que la menor de los Pullman repitiera la acción. Los tres lanzaron un hechizo hacia la madre qilin, provocando un bramido debido a que la habían despellejado. Newt había lanzado un hechizo para proteger a los tres, pero había sido demasiado tarde para la madre de la pequeña qilin que se encontraba muy herida.

En medio de los Acólitos, apareció Aurelius, quien había madurado y se había convertido en uno de los seguidores más hábiles. Había aprendido magia del propio Grindelwald y mejorado sus hechizos bajo la supervisión de Rosier, Carrow y Pullman. Él cruzó el escudo que había invocado Newt en un intento de proteger a la qilin y la recién nacida.

Accio –gritó Newt para hacer que la maleta llegará a sus brazos y cuidar todas las criaturas que se encontraban acompañándolo en aquel peligroso viaje.

Aurelius Dumbledore cruzó con paso firme el escudo que Scamander había creado, haciendo que se diera cuenta del peligro inminente en el que se encontraban. Newt sabía que era morir en el intento para mantener al qilin a salvo o terminar en los brazos de los seguidores de Grindelwald. Newt dio un salto para tratar de perderlos de vista. Kate lanzó un hechizo haciendo que le diera a un bambú para ser reducido en cenizas, pero al mismo tiempo, hacía que el Huflepuff se desprendiera de su maleta. El rubio alzó su mirada para ver a la pequeña y asustada qilin que no sabía que era lo que estaba pasando a su alrededor. Carrow se lanzó hacia la criatura con intención de atraparla, pero Newt se lo impidió. Kate lanzó otro hechizo, pero fue desviado por el mejor amigo de su hermana haciendo que intentara atrapar a la recién nacida. Otro hechizo fue lanzado, provocando que el magizoologo terminara cayendo del lugar.

— Así será más fácil atrapar a la qilin – anunció Kate en un tono frío.

Zabini apareció con un costal para meter a la criatura en ella, sin importarles si lo lastimaban o no. Todos desaparecieron antes de que Newt pudiera hacer algo para intervenir.

El grupo apareció cerca del castillo de Nuremgard, satisfechos por el resultado de su expedición y de que pudieron quitarle con éxito a la qilin de las manos de Newt Scamander. Kate solo pensaba en lo predecible que podría ser él y su hermana, por lo que había sido fácil llegar a la conclusión de la menor de los Pullman, cosa que se lo dijo a Grindewald. 

Los ojos de su líder se encontraba sobre el costal que llevaba Aurelius en sus manos. Todos estaban igual de satisfechos y Kate se sentía orgullosa de haber herido al mejor amigo de su hermana, pensando que de este modo le quedaría claro el mensaje de no interferir en el camino hacia la grandeza de Grindelwald.

— Retírense – ordenó el peliblanco viendo a sus demás Acólitos.

Kate entró al castillo con satisfacción, aunque tenía curiosidad de lo que estaba por pasar en el patio entre Gellert Grindelwald y Aurelius Dumbledore. Ella se dio cuenta que Quieenie veía hacia el exterior. La menor de las Pullman también podía observar desde su posición.

Gellert ayudaba a la pequeña qilin a ponerse de pie. La criatura parecía no entender lo que estaba ocurriendo a su alrededor. La pequeña alzó su mirada para encontrarse ante la expectativa del mago. La qilin se dio media vuelta haciendo que el enojo de Grindelwald se pudiera sentir en el ambiente. El peliblanco cargó a la recién nacida en sus brazos para acariciarle la cabeza. Él sacó un cuchillo entre sus ropas para matarla, provocando que la sangre del animal se esparciera por la nieve.

Queenie dio un ligero paso hacia atrás horrorizada por lo que acababa de ver. No era exactamente la idea que tenía cuando se unió a Grindelwald hacía cuatro años. La rubia volteó para encontrarse con la castaña. Habían pasado cuatro años desde que la había conocido, pero todo este tiempo siempre parecía fría e intimidante. Nada que ver con los recuerdos que tenía Regina.

— Sé lo que estás pensando, Goldstein. No se necesita ser una legermente para saber lo que pasando por tu cabeza – Kate miró a la mencionada –. Para lo que muchos puede ser cuestionable, para nosotros es un paso hacia el camino correcto. Recuerda que no todos piensan que tenemos razón.

Queenie sintió un escalofrió en la espalda al escuchar el comentario de Kate. La rubia no terminaba de acostumbrarse a la presencia de la joven Pullman. Ella vio como la castaña salió del lugar con paso lento en lo que tarareaba una melodía.


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