Capítulo 77 ✔️

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POV KIARA WALTON



Bastián se puso como loco cuando le dije que deseaba el divorcio, no pudimos continuar hablando, sus gritos se escuchaban por toda la casa, mi madre tuvo que pedirle que se fuera.

No podíamos continuar así.

Salí de mi habitación, después de que la bestia se fue quise dormir, estaba tan estresada que se me hizo imposible no sangrar por la nariz, me dolía todo, esto comenzaba a afectarme físicamente.

Caminé por la casa encontrando las luces apagadas, solo se podía ver el árbol de navidad brillando en la oscuridad, al parecer las chicas del servicio ayudaron a mi madre esta tarde con la decoración, lamentablemente yo no tenía cabeza para eso; me conduje a la habitación de mi madre abriendo la puerta suavemente, no quería que se despertara, me introduje en su cama sigilosa, pero los brazos de mi madre rodeándome se hicieron presente.

—Lo siento, mamá— susurré.

—No hay problemas, cariño.

Sonreí recordando que siempre hacía esto cuando estaba más pequeña, me escabullía en su cama de noche, solo para que me abrazara.


—Aún eres una niña para mí— indicó dejando un beso en mi cabeza.
— Tengo frío— confesé, —tengo frío en un lugar donde nadie puede abrazarme— sollocé.

—Duele dejarlo ir Kiara, pero más duele tratar de aferrarse a un amor tan difícil— comentó mamá, —pero que sea difícil no quiere decir que es imposible— concluyó.

—No es que sea imposible, mamá; es que no puede ser y nunca debió ser— corregí.
—Los mejores matrimonios son aquellos que son capaces de superar las pruebas que la vida le presentan— contrarrestó mi madre.
—¡No éramos un matrimonio real, mamá! — grité saliendo de sus brazos, sentándome en la cama, —no era real— lloré, —nunca lo fue.

—No sé por qué Bastián lo hizo, pero estoy segura de que un motivo tendrá, conozco a tu padre, se ha ganado tantos enemigos que...— se detuvo.

—¿Qué mamá?, ¿Qué? — demandé saber.
—Vi cómo te miraba Bastián el día que se casaron, cariño...

—Mamá...— la interrumpí.

—No sabía si sentirme mal por no ser capaz de defenderte delante de tu padre, con toda esta locura del matrimonio con un Davis, pero por alguna razón me sentí segura de que estaría bien cuando Bastián tomó tus manos, a pesar de que claramente tú no lo harías, sabía que él te cuidaría, la manera de cómo se preocupó por ti cuando tuviste el esguince en tu tobillo, como amenazó a Will delante de todos, ese día supe que no solo era consideración lo que sentía por ti, había algo más, algo que yo hubiera deseado tener con tu padre, pero no fue así— manifestó mamá con sus ojos rotos.

—No quiero sentirme como si esperara algo, que sé que jamás va a suceder— confesé.

Mi madre tomó mi barbilla para que la mirara.

—Kiara, no deseches la oportunidad de ser feliz, no te condenes a esto; aunque, creas que hay miles de razones para dejarlo, encontraras una que será más que suficiente para perdonarlo— comentó, —quizás puedes engañarnos a todo, a Bastián, a ti, pero nunca podrás engañar a tu propio corazón— verbalizó ella, haciéndome sentir peor.

Abracé a mi madre fuerte.

—Duele mucho, mamá.

—Duele porque lo amas, cariño.

—Es como una enfermedad, y no sé si vale la pena sentirme así— me lamenté.
—Te aseguró que Bastián debe estar sintiéndose peor— expresó ella.
—¡Pues me alegró por eso! — espeté con odio.
—¡Kiara! — gritó mi madre rompiendo el abrazo —¿Cómo puedes hablar así? — reprochó ella.
—De la misma forma que él pudo engañarme de todas las maneras posibles— escupí.
—Todos tenemos derecho a equivocarnos.
—No cuando se trata del corazón— enfaticé.
—Somos personas— lo defendió ella.
—Y algunas se creen superior por el simple hecho de llevar un apellido de gran familia y poseer algunos dólares en una cuenta— recriminé.

Mi madre suspiró derrotada.

—Le he pedido el divorcio— confesé.
—¿Qué?
—Necesito hacerlo, y necesito que me apoyes en esto.

—¿Apoyarte? Esto no se trata de un bando, hablamos de un matrimonio.

—Quiero que actúes como mi madre en este momento— supliqué sintiendo como algo dentro de mí se rompía.

Mi madre negó con la cabeza.

—¿Por qué? — sollocé, poniéndome en pie, molesta.

—¡Porque cometes un error! — indicó ella.
—Ya he cometido suficiente, otro más solo sería agregarlo a lista.
—Hay errores que cuando se comenten son imposibles de remediar, hay errores que...— se detuvo, —deberías pesarlo antes de tomar una decisión a la ligera, por qué mejor dejas que pasen las festividades, necesitas dispersar tu mente, tus ideas, tus sentimientos— aconsejó mamá.

Me quedé en silencio.

—Deja que el sentimiento de decepción se vaya de tu vida junto con esta nieve, que aparezca el sol, y cuando tus lágrimas ya no te duelan, cuando pensar en Bastián no te provoqué llorar, entonces, ahí puedes elegir si quieres estar sin él— pronunció Hilda.

Suspiré.

—Tu padre regresa mañana de Vancouver— informó.

<< ¡Puta, mierda!>> 

La MenorWhere stories live. Discover now