Capítulo 93 ✔️

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POV KIARA WALTON

Escuché el timbre de la puerta sonar, quizás era Kate, tal vez olvidó algo, me coloqué mi pijama rápidamente para salir a la sala; corrí por la sala aproximándome a la puerta, giré el pomo, abriéndola.

—Kate, se te olvi...

Mi mente falló, mi cuerpo falló, yo fallé, todo en mí lo hizo...

No sé en qué momento dejé de respirar, pero sé que lo hice, abrí mi boca sintiendo como empezaba a asfixiarme, algo dentro de mí comenzaba a aprisionarme.

—Hola, mocosa— saludó Bastián, afuera del departamento.

Abrí mi boca sin saber qué decir.

—¿Qué haces aquí? —me atreví a preguntar.

Él estaba vestido formal, es obvio que iba a la cena benéfica, pero ¿Por qué diablos vino hasta aquí? Mataría a Kate.

—Se considera de mala educación no hacer pasar a las visitas a dentro — anunció Bastián, recorriéndome con sus ojos desde mis pies hasta a mi cabeza, sentía como su mirada empezaba a derribar cada muro dentro de mí.
—Bastián— susurré nerviosa; odié que mi voz haya salido algo rota de mi boca.

Bastián dio algunos pasos cruzando por mi lado, entró al departamento dejándome en la puerta, yo continuaba con mi mano sobre el pomo, no había sido capaz de soltarlo.

Giré mi cabeza siguiéndolo con la mirada, lucía realmente guapo, aunque todo en él lo era, ver su espalda cubierta por su saco, me recordó todas las veces que lo había visto desnudo, las veces que deslicé mis manos por ella, las veces que dormí con mis pechos descubiertos pegados a ella, las veces que pasé mi boca por ella...

Cerré la puerta pegando mi espalda a la madera, me quedaría cerca de la puerta por si necesitaba salir huyendo de aquí.

Bastián se detuvo en medio de la sala clavando sus ojos en mí. No sabía qué decir, ¿qué se suponía que debo hacer?

— Debo estar loco para venir aquí luego de seis largos meses, donde te empeñaste en alejarte de mí— expresó, mis ojos se cristalizaron de golpe, —pero no puedo concebir la idea de una vida sin ti, y me odio cada día por eso— confesó Bastián.

—¿Qué haces aquí, Bastián? — logré decir.

Mi corazón latía frenético dentro de mí.

—¿Qué hago aquí? — declaró caminando lenta y amenazadoramente hacia mí, —vine por una repuesta Kiara, te di tiempo, te di tu espacio, y estoy seguro de que todo dentro de ti sigue igual, sigues sintiendo lo mismo que yo siento por ti— manifestó deteniéndose delante de mí.

Bajé mi cabeza negando con ella.

—Quise mutilar muchas veces esa parte dentro de mí, que me gritaba que te esperara, pero hacerlo sería mi propio suicidio— verbalizó provocando que una lágrima saliera de mi ojo —¿Por qué te empeñas en hacernos esto, cuando es claro que tú no deseas dejarme? ¡Cuando es claro que tú mueres por mí, así como yo muero por ti! — gruñó.

—¡No! — chillé con mis ojos llorosos.

—¿No?, ¿Sabes lo difícil que es olvidar a alguien que no solo la llevas por dentro, sino que también en los tuétanos? ¿¡A alguien con quien te ves compartir tu futuro, que deseas que sea la madre de tus hijos!?, ¿¡Tienes alguna idea de cómo puedo sacarte de dentro de mí!? ¡Porque es la única manera de yo dejarte ir! — sentenció Bastián.

Mi respiración se hizo pesada.

—Necesito que te marches— pedí.

—¿Tienes idea de cómo hacer que este dolor desaparezca? ¿De cómo lograr que yo deje de sufrir por ti? ¡Maldita sea, mujer! — gritó enojado.

Cerré mis ojos tratando de controlarme, no quería que esto se saliera de control.

—Vete, por favor— supliqué con un hilillo de voz.

—Ningún adiós me había dolido tanto como el que dijiste tú— susurró con sus ojos cristalizados, —quisiera dejar de sentir esto que siento por ti, pero sería obligar a mi vida a perder el sentido. Todo esto es mi culpa, lo sé, pero no me arrepiento de amarte, y sé que tú me amas, Kiara— aseguró.

—Te equivocas Bastián, te dejé muy claro que yo no deseo esto— expliqué; me dolía el corazón, sentía que en cualquier momento caería desmayada al suelo.

—¿Yo me equivoco? ¿No deseas esto? — indagó Bastián.

No dije nada, el silencio era mi aliado.

—Mírame— ordenó, sin embargo, no lo hice, —mírame— volvió a decir tomando mi barbilla, levantando mi cara.

Miré a Bastián a los ojos un segundo y fue suficiente para mí, detoné, me rompí, lloré.

—Dime de nuevo que no deseas esto, pero ten el valor de decírmelo a la cara, mirándome a los ojos—declaró Bastián, apretando mi mandíbula, evitando que yo dejara de mirarlo.

Cerré mis ojos intentando que mi cuerpo me ayudara a soportar esto, ¿Qué demonios estaba pasando?

—¿No puedes hablar? Entonces, tengo una forma de hacer que me respondas a mis preguntas— indicó Bastián pegando sus labios a los míos.

Sentir sus labios fuertes arrasando conmigo era como volver a mi fantasía, quería dejar de llorar, pero no sabía lo que hacía; Bastián quitó su mano de mi mandíbula, tomó mis manos llevándolas a su cuello, pegándome contra la puerta del departamento.

Volví a recordar cómo me hacen sentir sus labios, su lengua introduciéndose en mi boca hacía eco dentro de mí; abrí mi boca brindándole más accesibilidad, su lengua acarició la mía conectándome de nuevo con mi verdadera realidad, él.

—Bastián, debemos hablar— susurré entre jadeos, sintiendo sus manos acariciar mis pechos por encima de mi pijama.

—Estamos hablando Kiara, solo deja que tu cuerpo hable conmigo, es la única respuesta que deseo escuchar de ti— musitó encima de mis labios embriagándome de él.

Cerré mis ojos, no sé si hago lo correcto, pero necesitaba de él, lo necesitaba a él.

Existían muchas formas de comunicación, sin embargo, esta era la manera en la cual mejor sabíamos comunicarnos.

Mordí mi labio inferior cuando una de sus manos viajo por debajo de mi polera.

—Perdóname— rogué levantando mis manos para quitarle su saco mientras continuábamos besándonos. La boca de Bastián se movió por mi cuello con maestría, él sabía cómo hacer que perdiera el control con él, su lengua delineó mi barbilla entre besos, sacándome gemidos.

Empecé a desabotonar su camisa aspirando su perfume. Llevé mis manos a su pecho una vez que se encontraba descubierto para luego pegar mi boca a su piel, deseaba todo de él.

Sentí la otra mano de Bastián detrás de mi cabeza, sujetando mi cabello mientras yo dejaba besos en su pecho.

—¡Maldición! — gruñó Bastián tomándome de las piernas por sorpresa, obligándome a enredarlas en su cintura; volvió a pegarme a la puerta con brusquedad.

Mordisqueó uno de mis pezones por encima de polera, haciéndome gritar de placer.

—Necesito llevarte a la cama, necesito hacerte mía, Kiara— suplicó mirándome a los ojos.

Sé que más que pedir permiso lo que buscaba era que yo lo detuviera si yo no deseaba esto, pero no podía hacerlo, no podía detenerlo, porque no deseo que él lo haga, quería volver a ser suya otra vez.

Asentí con mi cabeza lentamente.

La MenorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora