Capítulo 29 ✔️

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POV KIARA WALTON

—Buenas noches.

Esa voz....

La conocía perfectamente, era Bastián, y también sospechaba que estaba en problemas.

Sentí su mano fría posarse a mitad de mi espalda recorriéndola lentamente hasta dejarla en mi espalda baja, mi pulso se detuvo. Me preguntó por qué demonios debe hacer estas cosas.

—Buenas noches, Señor Davis— saludó el anciano, con el cual hablaba antes de la bestia interrumpiera.

Desde que llegué a la fiesta ubiqué a los señores Coleman, eran clientes potenciales para la firma.


—Señor Colleman— saludo Bastián —señora Colleman, qué hermosa se encuentra esta noche— dijo dejando un beso en la mano de la anciana.

<< ¿Por qué mierda debe comportarse así?>> tiene que ser siempre asquerosamente educado y encantador.

—Señor David, qué galante es usted— dijo la señora Colleman, risueña.

<<Que alguien le golpeé la cabeza a la anciana, por favor>>


—Creo que ya conocieron a mi esposa— enunció Bastián, giré mi rostro rápidamente encontrándome con sus ojos negros muy cerca de mí.

Tragué duro.


—Sí, la señora Davis se presentó como su esposa, es un encanto, permítame decirle, no pudo elegir mejor compañera de vida que una Walton, nos ha ofrecido ayuda en el caso que estamos enfrentando con algunos empleados en la textilería— informó la anciana.
—Entonces, nos veremos muy pronto en la firma— verbalizó mi esposo.

—Téngalo por seguro— confirmó el señor Colleman.

Le sonreí al anciano.

—Ah... mis disculpas, pero necesito hablar un momento a solas con mi esposa— se excusó Bastián, la sonrisa en mi boca se desvaneció.
—Descuide, fue un placer verlos esta noche, le deseamos éxito en su matrimonio— expreso el señor Colleman antes de marcharse con su esposa.

Me volteé quitando la mano de Bastián en mi espalda, quedando en frente de él.

—¿Me puedes explicar qué mierda haces aquí? — ladró rápidamente.
—Debo explicar lo que es obvio, vine a trabajar— respondí con obviedad.
—No te pedí que vinieras, traje a Duclen conmigo— espetó Bastián.
—Duclen no es tu asistente, yo sí— le recordé.
—Sabes qué mocosa, nos iremos a casa en este preciso instante— sentenció Bastián tomándome del brazo, me zafé de su agarre inmediatamente.
—No me iré a casa, no vine contigo.

—Kiara...

—La cena aún no termina Bastián, y me marcharé de aquí cuando yo lo deseé, no cuando tú quieras— sentencié.
—No quiero que hagamos un escándalo, mocosa, así que te pediré que por tu propio bien salgamos caminando por esa puerta como personas normales— pidió él.
—Si quieres irte a casa puedes hacerlo, pero lo harás con Duclen, ya que fue con la persona con la cual viniste, yo me quedo— escupí.

En ese momento el universo jugó a mi favor...

—Señor Davis, buenas noches— saludó el encargado del departamento penal de la firma— espero que no sea un inconveniente que haya traído a su asistente a la fiesta.

Bastián volteó su cabeza clavando sus ojos en Thomas Cooper.

La idea de venir a la cena con Thomas había sido de Nora luego de contarle que fue él quien me reveló la verdad sobre el caso resuelto que me dio Bastián.

—Dime que no lo hiciste, Kiara— manifestó Bastián con fastidio.

Si la idea era iniciar una guerra con Bastián, pues ya estuvo el primer estallido.

—Vengo como su asistente— expliqué.
—Tú eres mi asistente— gruño él.

<< ¡Perfecto, ahora resulta que era su asistente!>>


—Pero tú trajiste a Duclen— refuté.
—Olvídate de Duclen, nos iremos a casa ¡ahora! — ordenó la bestia.
—¿Sucede algo, señor Davis? — indagó Thomas acercándose a mí.
—Sí, sucede que a la mujer que trajiste a la fiesta fue a la esposa de tu jefe— rabió Bastián.

Dejé mi boca abierta.


—Señor Davis, yo... yo no lo sabía, se presentó con el apellido Walton no con el apellido Davis— se excusó Thomas, sincero.

—Thomas, no te preocupes— indiqué al verlo palidecer de manera nerviosa.

A veces odiaba a los hombres, no entendía por qué debían comportarse así.

—Salgamos al jardín Bastián, debemos hablar— le pedí, algunas miradas ya empezaban a posarse sobre nosotros.

No espere a que me siguiera, caminé pasando por su lado para dirigirme fuera del salón de eventos. Vi por el rabillo de mis ojos a Nora, me sonrió, estaba parada con Duclen al lado de una de las columnas que adornaba el salón.

Sabía que Bastián venía detrás de mí, era imposible ignorar su presencia; nos alejamos por el jardín lo suficiente como para nadie nos escuchara.

—¿Puedes explicarme qué diablos te sucede? — gruñí.

—¿Es en serio, Kiara? — inquirió ofendido. —Te presentas aquí vestida de esa manera, con uno de los empleados de la firma y me preguntas qué me sucede— gritó —¿Crees que quiero que mis empleados y mis clientes vean a mi esposa lucir su espalda desnuda delante de ellos? — me recriminó.

Bastián escupía fuego por su boca, no entendía su furia, si apenas yo comenzaba...

—Dime algo, Bastián ¿Qué es peor, salir con una puta colgada del brazo esta noche hacia un hotel cuando tu esposa está en casa, o que tu esposa luzca su espalda desnuda delante de tus conocidos? — interrogué sería.
—Kiara... — susurró sorprendido por mi inesperada pregunta.

Di un paso al frente acercándome a él.

—Yo no soy la que sale de las fiestas con putas colgadas del brazo para llevárselas a un hotel y follarlas, Bastián. Si lo que te preocupa es que yo salga de aquí con Thomas, a hacer lo que tú estás acostumbrado a hacer, despreocúpate, yo no soy como las zorras con las cuales te acuestas, yo no soy como tú— escupí con veneno.
— Yo no dije...— decía Bastián cuando lo interrumpí.
—¡Si tú no respetas este matrimonio, yo sí lo hago! Por más falso que sea. Tal vez no sea una empresaria como Kate, tal vez no sea un CEO como Will o mi padre, quizás no sea una abogada prestigiosa como lo que están en tu firma o como lo eres tú, pero si algo entiendo y vivo cada día es el sentido del respeto y el deber. La próxima vez que pienses que me comportaré como tú o como una de tus zorras, te recomiendo pensarlo mejor, porque quien es infiel a su pareja en este matrimonio eres tú— solté dejándolo en silencio.

No espere una respuesta por parte de él, crucé por su lado dirigirme nuevamente al salón de evento, no quería seguir mirándole la cara a ese imbécil, y si Bastián creía que me marcharía de este lugar porque él lo deseara estaba equivocado, abandonaría esta fiesta cuando yo quisiera, no cuando él me lo ordenara.

Nota de la autora:

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