Capítulo 51 ✔️

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POV BASTIAN DAVIS

Me introduje en Kiara lentamente sintiendo como su coño recibía gustosamente mi verga, estar dentro de ella era el paraíso....

—Quiero ser dulce— confesé; llevaba demasiado tiempo deseando hacer esto, así que no sé si pueda controlarme, sé que no era virgen, pero estaba tan apretada que me dolía la verga, lo cual me enloquece.

—No quiero que lo sea— indicó mirándome con seguridad, y era lo que necesitaba escuchar.

Comencé a moverme lentamente dentro de ella, sus uñas acabarían con mis hombros, quité sus manos de mis hombros llevándolas por encima de su cabeza, sosteniéndola como unas de las mías.

—Lo siento— expresó gimiendo.

— Relájate— le ordené, podía sentir algo de tensión en ella y no quería lastimarla.

Me adueñé de sus labios mientras seguía embistiéndola, aumentando la velocidad y la profundidad de mis estocadas. Sus labios se sentían tan suaves que me preguntaba cómo sería tener mi polla en medio de ellos. Intentaba tener todo bajo control, pero eso terminó cuando Kiara movió su lengua en contra de la mía.

<<La mocosa aprendía rápido, o quizás era yo el que aprendía con ella>>. Su lengua se movía jodidamente bien jugando con la mía. Al paso que iba me correría antes de hacerla llegar.

Aumente la velocidad de mis estocadas, sus gemidos eran viagras para mis oídos, esta escuincla me estaba volviendo loco.

— Más, por favor, más— suplicó jadeando.

—No me pidas eso, te haré daño— gruñí dando estocadas más profundas escuchándola gritar.

Sentía como la mocosa empezaba a temblar debajo de mí, pero no la dejaría llegar, no aún.

Detuve mi embestida repentinamente sorprendiéndola.

—¿Qué diablo haces? — refutó.

—Daté la vuelta— mandé separándome de ella.

—¿Qué?

—Me has sacado demasiadas canas verdes para hacerte correr tan rápido— le recordé.

Kiara me miró sorprendida, la tomé por la cintura sin esperar respuesta de ella, girándola para dejarla boca abajo, me posé encima de su espalda hablándole al oído.

—Escúchame bien, cariño, necesito ver ese trasero haciendo música para mis odios— susurré tomando su cintura, poniéndola en cuatro.

Me introduje dentro de ella de una sola estocada escuchándola gemir.

Nunca imaginé que la mejor vista de toda mi vida sería el trasero de una mujer; sostuve su cintura con mis manos, firme, martillando su coño sin descanso.

Cerré mis ojos disfrutando de la música que generaba su trasero al chocar con polla, no aguantaría mucho en esta posición, pronto me correría.

Kiara parecía ser mi droga, su coño, mi adicción, escucharla gritar mi nombre, mi perdición, el sonido de su respiración entrecortada, un premio, y verla en cuatro mi infierno. Sentir como su coño apretaba mi verga no tenía precio, ella pronto llegaría, lo sabía por la manera que flaqueaban sus piernas sobre el colchón, aumente la velocidad de mis estocadas con profundidad para que alcanzar su orgasmo, necesitaba que llegara antes que yo.

Clavé mis dedos su cintura cuando sus piernas temblaron mientras continuaba martillándole el coño, pero todo se descontroló cuando la escuché gritar fuerte, convulsionando.

Me moví rápido alargando su liberación, sentirla temblar a cada segundo me volvía loco; mi verga se preparaba, lista para correrse, pero no podía hacerlo dentro de ella, no sabía si Kiara usaba algún método de planificación, y justo en el momento que mi cuerpo se estremeció salí de ella corriéndome en su espalda.

<<Desconocía esta nueva sensación>>

Me tumbé al lado de Kiara, ella seguía boca abajo, volteó su cabeza mirándome a los ojos.

—¿Esto fue sexo o hacer el amor? — susurró sacándome una sonrisa.

—Creo que fue quitarnos las ganas— confesé sin dejar de mirarla.

—¿Que  pasará ahora, Bastián? ¿Qué haremos?— inquirió algo preocupada.

—Yo hacerte el amor, y tu disfrutar de que yo te lo haga— le dije acercándome, besándola.

—Te llevaré a la ducha— anuncié parándome de la cama.

—Sabes que debemos hablar— expresó Kiara, sentándose.

Fui al baño en busca de una toalla para limpiarla, ella se salió de la cama caminando detrás de mí.

—Bastián— me llamó.

—No arruinemos esto Kiara, no lo hagas, esperé demasiado por ti— confesé sin miedo.

—Pero...— refutó; no quería seguir escuchándola, camine a ella callando su boca con mis labios.

—Mañana tendremos tiempo de hablar todo lo que quieras, pero ahora solo quiero hacerte el amor otra vez— supliqué mirándola.

La mocosa asintió no muy convencida, la cargué metiéndola a la ducha, iba hacerla mía una y otra vez hasta que su cuerpo reconozca quién es su dueño; esto era el verdadero cielo.

No me importaría tenerla en mi cama todos los días, es algo que quería, hacerle el amor una vez no me bastaba, si la ya deseaba antes de hacer la mía, ahora que es mía la deseo mucho más.

No sé qué pasaría al regresar a Minnesota, pero claramente Kiara y yo debíamos reconsiderar los términos de nuestro matrimonio, sería imposible no intentar tenerla en mi cama si estaba en mi departamento, no después de esto.

Nota de la autora:

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