Capítulo 50 ✔️

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POV KIARA WALTON

Salí del salón eventos con Bastián detrás, preparaba mis oídos para escuchar todos sus reclamos. La bestia me tomó del brazo dándome vuelta una vez que estuvimos lo suficientemente alejados de las personas.

—¿Qué haces aquí? Te dije que no quería verte fuera de la suite— escupió instantáneamente.

—Tú no eres mi padre para decirme qué debo hacer, no sigo tus malditas órdenes— refuté.

—Kiara— amenazó Bastián.

Lo miré por un segundo, debía decírselo.

—Quiero el divorcio, Bastián— solté sin más.

Él me miró detenidamente, sentía mi corazón consumirse...

—No te daré el maldito divorcio— informó.

—No me importa lo que quieras, esto se acabó— sentencié.

—¿Se acabó?, ¿Ya terminaste con tu jueguito y el de Nora? — preguntó.

Abrí mi boca lentamente.

—¿Pensaste que era estúpido? — indagó Bastián sosteniéndome la mirada.

—Eres increíble— espeté.

Me separé de él. No podía seguir soportando un minuto más junto a él.

<<Ahora yo me sentía estúpida>>

—¿Quieres que regrese a la habitación? De acuerdo, nunca debí salir de ella para empezar, hubiese sido mejor, así no estuviera viéndote la cara como lo hago, ¡justo ahora! — grité emprendiendo el camino.

—¡Kiara! — gruñó Bastián.

Caminé lo más rápido posible intentando alejarme de él.

—¡Kiara, detente, maldita sea! — volvió a gritar, pero en este momento lo que menos deseo es ver a ese imbécil.

Ingresé al lobby dirigiéndome a las escaleras mientras él no dejaba de seguirme.

—¡Eres una mocosa malcriada y por eso nadie te soporta! — soltó de la nada.

Me detuve repentinamente. Giré mi cabeza mirándolo.

—Ni siquiera tus padres son capaces de soportarte, ¡eres la mujer más inmadura y desafiante que conozco, y solo mides un metro cincuenta! ¿¡Por qué no puedes ser como las demás mujeres!? ¡Vivir contigo es tan extenuante que no lo imaginas! — declaró hiriéndome.

Mis ojos se cristalizaron.

—Desearía que nunca te hubieras cruzado en mi camino, mocosa— completó.

Moví mi cabeza asintiendo, intentando alejar las lágrimas de mis ojos.

Me bajé de mis tacones levantándolos del suelo.

—Lamento no ser lo que desea, señor Davis— pronuncié, para luego correr escalera arriba.

***

Visualicé la puerta de la suite, aceleré mis pasos, quería llegar y tirarme en la cama, me sentía cansada y ni siquiera sabía por qué.

Abrí mi bolso sacando la llave electrónica, deslizándola en la cerradura. Entré a la habitación sintiendo mi corazón latir como loco, nunca había estado en una situación similar y no sabía qué hacer o como sentirme.

Solté mis tacones, sentándome en la cama, dejando escapar una lágrima.

—¡Maldición! — sollocé, quitando la lágrima de mi cara con brusquedad.

La MenorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora