Capítulo 16 ✔️

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POV KIARA WALTON

Entré a mi nueva habitación, barrí el lugar con mis ojos buscando mis maletas sin encontrarla por ningún lado, le pedí a James que nadie tocará mis cosas hasta que yo llegará al departamento de Bastián, pero al parecer el personal había organizado mis cosas, lo sabía porque sobre la cómoda descansaba algunos de los portarretratos con fotos mías y de mi familia que empaqué.

En otra circunstancia me hubiese quejado, pero qué culpa tenía el personal de lo que le ordenara hacer su verdugo.

Mi móvil sonó en mi bolso, lo abrí tomándolo, era mi madre.

—Mamá.

—Kiara, cariño ¿Cómo va todo? — indagó Hilda.

—Mamá, apenas nos vimos hace tres horas, estoy bien— expresé exasperada.

—Perdón, solo quiero asegurarme de que estes bien.

—Bueno, mi esposo se acaba de ir a follar con alguna puta, así que, si eso es estar bien, pues estoy excelente mamá— expuse sincera.

—Ay cariño cuanto lo siento, de verdad, yo...

—No importa— interrumpí.

—Kiara...

—Tomaré una ducha y me iré a la cama— volví a interrumpir —quizás mañana las cosas estén mejor.

—Un baño con sales aromáticas suena bastante bien— manifestó con falsa alegría.

Me dirigí al clóset con intención de buscar una de mi pijama antes de entrar al baño, pero lo que vi me dejó boquiabierta, ningunas de mis ropas se encontraban allí, en cambio, un clóset de ropas nuevas estaba en frente de mí.

—¡Mierda! — gruñí.

—Kiara— habló mamá en la línea.

—Mamá, te llamo luego— indiqué colgando, arrojé el móvil sobre la cama.

<<¿Qué diablos hizo Bastián con mis cosas?>>

Salí de mi habitación hecha una furia, alguien debía explicarme que había hecho esa bestia con mis cosas.

Fui a la cocina solicitando que el personal de limpieza conmigo se reuniera conmigo.

—¿Sucede algo, señora Davis? — preguntó el ama de llaves tiernamente.

Miré a la señora, no podía gritarle a ella o a las demás, sabía que seguían órdenes de él, no podía simplemente desquitar mi furia con ellas.

—¿Quién ordenó mis cosas? — indagué tratando de sonar lo más serena posible.

—Nosotras, señora Davis— respondió el ama de llaves refriéndose a ella y a dos jóvenes más.

—¿Por qué no están mis antiguas cosas en mi habitación? ¿Dónde están mis maletas?

El ama de llaves miró a las chicas.

—El señor Davis dio la orden de enviarlas a un centro de acogida— explicó una de las chicas.

— ¿¡Donó mis cosas!? — chillé sin poder creerlo.

—Pero no se preocupe señora Davis, solo fueron las ropas, sus zapatos, bolsos y demás cosas están en su habitación— aseguró rápidamente el ama de llaves algo preocupada.

No podía articular palabra alguna.

—¿Y cómo se lo pidió el imbécil? ¿Con cara de satisfacción? — pregunté como loca.

La MenorWhere stories live. Discover now