- Coraline... -advirtió Gemma mientras yo preparaba la dosis que planeaba utilizar.
- Tranquila, no pienso utilizarla. Aún no está lista. -advertí mientras la colocaba el suero dentro de un tubo de vidrio, y luego lo puse dentro de una cámara especial.
- Ve a dormir. -colocó una mano sobre mi hombro, obligándome a que la mirara a los ojos para prestar atención a sus palabras.
- ¡Lo haré pronto! Pero debo esperar dos horas exactamente para poder utilizarlo. -chequeé la pulsera con reloj que Damien me obsequió como un agradable gesto cariñoso.
- Estás demente. -negó con la cabeza. Sí planeo descansar un poco mientras espero, pero no voy a irme. Me senté en un silla frente a una mesa despejada que yo mantengo muy bien ordenada con mis anotaciones, y comencé a leerlas paso por paso detenidamente para asegurarme de que no me haya olvidado de algo en particular...
- ¿Sabes? Iré en busca de café. A estas horas la cocina está cerrada porque ya todos están durmiendo, pero tengo las llaves de la máquina de expresos que hay en la sala de juntas de El Cuerpo. ¿Cómo quieres el tuyo?
- Doble, con crema y bastante azúcar. Si hay Muffins o cualquier otra cosa, tráeme. No he comido nada a la tarde y la ansiedad me está tentando a beber este extraño líquido con aroma peculiar que encontré en el otro laboratorio. -dije mostrándole un Beaker que tenía allí.- Huele a almendras...
- Ese es el sudor de Jason. ¿Recuerdas al chico de cabello negro de piel azul con el poder de dormir a los demás? Se refirió la semana pasada y sudaba tanto debido a la fiebre que estrujó una de sus camisetas y salió eso. Nos lo trajo para que lo estudiáramos un poco ya que los demás piensan que ese sudor de alguna forma podría ser utilizado como un somnífero especial lo suficientemente intenso como para provocar un sueño de mínimo unas 70 horas.
Luego de que dijera eso sentí que estaba a punto de tener arcadas, y alejé ese maldito Beaker de mí. ¡¿Cómo es posible que su sudor huela a almendras?! Creo que es demasiado sudor como para una sola parte de su cuerpo... que desagradable. En fin; cuando Gemma se retiró para ir en busca de el café, inmediatamente yo me puse de pie y fui en busca de uno de los tubos de vidrio que tenía preparado para colocar el suero dentro de una jeringa especial. Pienso probarlo ahora mismo sin la presión o la incomodidad de oírla advertirme al respecto. Limpié mi brazo con algo de alcohol, y coloqué la gruesa aguja sobre mí piel para tomarme un par de segundos antes de atravesar mí piel y llegar hasta mis venas. Me costaba bastante desactivar mí estado Transire, debido a que el miedo me obligaba a mantenerme firmemente invulnerable; pero una ves que lo logré, sin dudar ni un segundo, atravesé mi piel con aquella aguja y adentré a mí sistema todo el líquido sin perder ni una gota.
Mis pulmones se cerraron y no pude respirar por un instante, y un terrible dolor comenzó a extenderse por mi cuerpo desde el brazo. Era el suero mezclándose inmediatamente con mi sangre. Intenté agarrarme de la mesa pero perdía el equilibro, y torpemente dejé caer muchos elementos de cristal. En un momento sentí un gran pesar sobre mis piernas y estas fallaron inmediatamente, por lo que yo caí al suelo sobre los fragmentos de cristales rotos que no podían dañarme y otra ves me comencé a retorcer de dolor sobre el suelo. Observé mis manos y pude ver que mis venas se oscurecían intensamente, como si la sangre en su interior coagulara de repente, dejando de circular. Imágenes fugaces aparecieron frente a mis ojos, imágenes horribles que nunca antes había visto y me causaban un terrible dolor físico y emocional. Quise alcanzar el botón táctil de alarma que se encontraba sobre el escritorio para llamar a Gemma. Los dolores no cesaban, y poco a poco podía sentir que mis latidos disminuían de forma aterradora.
- ¡Coraline! -llegué a oír el grito de Gemma al descubrirme allí tirada en el suelo; pero para ese entonces ya era muy tarde. Mi vista se oscureció y perdí la total conciencia de la realidad...
Una alarma de advertencia sonaba en mis oídos y ya no sentía ningún dolor, pero todo me aterraba. Intenté moverme y no podía hacerlo. ¿En donde estoy?
Un largo pasillo se encendió y yo vestía un largo camisón claro como sí fuese una paciente de hospital. Oí que muchas personas venían detrás de mí, y sin saber qué estaba haciendo comencé a correr a toda velocidad. Ladridos de perros detrás de mí me alarmaron aún más, y tropecé; luego, al volver a incorporarme del suelo para continuar huyendo la escena cambió totalmente...
- Yo quiero ir contigo. - le supliqué a Edmund por alguna razón. Él se veía muy preocupado y casi desesperado; sus facciones eran más jóvenes y creo que está ves puedo identificar el tiempo en el cual sucedió todo esto.
- No hay tiempo Reina, es necesario que haga esto solo. -me dijo.
- Pero... te atraparán.
- Descuida, no lo harán.
Esa fue la última noche que pude sentir sus labios antes de que lo peor sucediera. ¿Cómo es que lo sé? Porque lo recuerdo perfectamente. Recuerdo todo; recuerdo quien soy en realidad.
Yo soy Coraline Moune, y fui la única chica que estuvo dispuesta a entrar más de una vez la Cueva de Los Cazadores, pero no pudo salir en la ultima ocasión. Fui quien organizó aquel rescate que acabó siendo una emboscada para mí, la tonta que cayó fácilmente en la trampa y alteró el orden de todas las cosas.
✴✴✴
Me sentía mareada e incómoda. Una luz me alumbra a directamente a la cara y eso me impedía seguir durmiendo. Siento la necesidad de vomitar, pero no alimentos [porque no tengo], sino los miles y miles de momentos horribles que desearía poder guardar dentro de un cofre en un rincón de mí memoria para no volver a sentir el mismo dolor emocional que padecí en el momento que los sufrí. Hice todo esto para recordar a mis amigos, a las personas que son realmente importantes en mi vida, y no a todos los que perdieron la vida a causa de mis actos...
- ¡Chicos! Está despertando. -Oí la voz de Leila muy cerca de mí, y finalmente pude abrir mis ojos. Me costaba un poco a causa de la luz, pero poco a poco me fui adaptando y pude ver con total claridad a una de mis mejores amigos de pie frente a mí con su mirada curiosa.- ¡No estás muerta! -exclamó alegremente y yo sonreí lo mejor que pude.
- Soy inmortal, estúpida. ¿Cuántas veces se intentaron deshacer de mí y aún sigo aquí? - dije y rápidamente un par de rostros más se acercaron para mirarme de cerca.
- ¿Sabes quienes somos? ¿Sabes quién eres tú? -preguntó Austin y le dio un fuerte empujón a Leila para que le cediera su lugar a mí lado.
- No. - gruñí de mala gana.
- ¡oh! Entonces me presentaré. -aclaró su garganta el castaño.- Soy Edmund, tu novio. -ronroneó con voz coqueta y yo hice una mueca de asco.
- Vete al diablo, Austin. -Lucky apareció y lo alejó inmediatamente de mí. Luego me dedicó una agradable sonrisa y tomó mi mano.- ¿Sabes quienes somos?
- Perfectamente, Copito. - dije y todos se entusiasmaron. No pude evitar reír de solo ver a Leila, Austin y Neels saltando por la habitación debido a la emoción. Lucky me rodeó con sus brazos en un abrazo y yo le correspondí con la misma fuerza.
- Te extrañamos demasiado. -me dijo al oído y yo sentí la terrible necesidad de llorar.
- Y yo a ustedes. - respondí con voz quebrada.
- ¡Nosotros también queremos formar parte del abrazo!
Él resto de los chicos se unieron a nosotros y me aplastaron. Todos se tiraron encima mío y saltaban sobre la camilla sin poder contener tanta emoción. Mi agotamiento y mareos rápidamente van disminuyendo; evidentemente el suero sí es bastante efectivo y aún está actuando en mi sistema. Mis células alteradas han evolucionado, y ahora me siento muy bien...
- Voy a llorar. -gimió Leila intentando darse un poco de viento con las manos. Sus ojos ya estaban rojos y un par de lagrimas le cayeron, lo cual provocó que yo también quisiera llorar.- Te hemos extrañado demasiado. -alejó a todos los chicos para abrazarme ella sola.- No era lo mismo sin ti.
- Debo admitir que no fue nada divertido ser tranquilos. Extrañábamos revelarnos ante El Cuerpo y formar parte de tus pésimos planes. -opinó Neels quien se sentó sobre la camilla detrás de mí y rodeó mí cuello con mi brazo.
- ¿Tranquilos? ¿Ustedes? Jamás lo fueron. - dije, y él ladeo la cabeza.
- Bueno, en comparación a lo que solíamos ser.
- Y dicen que yo soy el que siempre habla estupideces. -suspiró Austin. Todos lo miramos de reojo y el idiota quiso beber agua de una botella, pero no le salía nada porque la tapa estaba puesta.
- No solo dices estupideces, sino que también haces estupideces. - agregó Leila.
-Los extrañé mucho. -confesé feliz de oír nuevamente sus estúpidas peleas sin sentido, y mucho más...- ¿Dónde están los demás? ¿Dónde está Gemma, Louis, James y...
- ¡Oh! Gemma está enfrentando a Alberto junto con Damien, y... -Lucky hizo una pausa. Él, Neels, Austin y Leila se miraron de reojo entre todos.- Louis y James están...
- Por favor díganme que hay un avance porque Edmund... -Louis irrumpió en la habitación, y al verme sentada sobre la camilla de muy buen humor y despierta, sonrió ampliamente entusiasmado.- ¡Estás viva! Que alivio. -suspiró colocando una mano sobre su pecho. Estaba muy agitado.- No sabes cuanto me alegro de verte despierta.
- Louis... -Leila llamó su atención con voz bastante severa, y él la miró.- ¿No quieres saludar a Coraline? Después de lo frustrante que fue para ella salvar tu trasero en más de una ocasión...
- Aún te odio por ese maldito viaje a New York. Nunca lo olvidaré. - dije, lo cual lo dejó inmóvil por un instante.
- Me lleva el diablo. -gimió el chico y se acercó a mí para darme un fuerte abrazo.- Los acabas de salvar la vida otra ves. Puede que si te apresuras, ayudes a que Edmund no asesine a todo el mundo en este lugar. - dijo y yo me alejé rápidamente de él para mirarlo a la cara.
- ¿De qué estás hablando? ¿Edmund está aquí?
- No aquí aún, pero me acaban de informar que el avión aterrizó hace unos 20 minutos y vienen en camino, si es que no llegaron ya. Dejé a James junto con Damien y Gemma para que ellos sean quienes deban recibirlo para darle la noticia de tu accidente...
- Debo ir por él.
Me levanté de la camilla rápidamente con la intención de salir corriendo, pero estoy desnuda vestida con una simple y maldita bata de enferma.
- ¡Aquí está tu ropa! - Me dijo Leila y me lanzó un bolso con ropa. Yo lo atrapé en el aire y entré al baño que se encontraba en la habitación para vestirme rápidamente allí. Salí del cuarto de baño ya vestida en un tiempo record, saltando y luchando para ponerme mis malditas botas...
- Apresúrate, Reina. -me dijo Lucky con una sonrisa.- Tú chico necesita verte.- y no pude evitar sonreír ampliamente al oír sus palabras.
Salí corriendo desesperadamente del cuarto de la sala de emergencias directamente al quinto piso para sorprender a Edmund. Después de todo lo que pasó por mí, de los problemas que tuvo que padecer por mi culpa... Quiero verlo ahora mismo. No puedo resistir ni un segundo más la necesidad de verlo y abrazarlo.
Bajé rápidamente las escaleras saltando los escalones de a 3 y 5 para llegar más rápido, y al llegar allí pude ver un gran bulto del cual se podían oír gritos furiosos de su parte.
-¡Edmund! -grité con fuerza y varios se giraron para verme allí de pie sin poder creer lo que estaban viendo. Él se abrió paso entre todos y cuando lo vi, no pude contener las lágrimas. Corrí rápidamente hacía él, ignorando completamente a todos los que se encontraban a nuestro alrededor como sí no existieran, y una ves que lo alcancé di un salto y lo abracé fuertemente; rodee su cuello con mis brazos y su cintura con mis piernas. El pobre tonto se encontraba un poco aturdido y los demás no podían creer que yo estuviese de pie tan prontamente.
Me alejé un poco de él y acaricié su mejilla izquierda con una mano, mientras admiraba su hermoso rostro ante mí.
- Cómo es que...
- Te prometí que lo arreglaría antes de tu regreso. ¿Creíste que me iba a perder la oportunidad de recuperar a mi Claude? - le guiñé un ojo y él quedó completamente paralizado. Para ayudarlo a recuperarse, lo besé intensamente sin importar que todo el mundo nos estuviera viendo.
- Eso sí que es un saludo de llegada. - Oí a Louis decir detrás de nosotros y alguien comenzó a aplaudir; luego más se le unieron, y casi todos los que se encontraban en el gran salón de entrada estaban aplaudiéndonos.
Me alejé de él por un instante para recuperar un poco de oxígeno, y sin la necesidad de abrir los ojos pude sentir que él estaba sonriendo más que nunca.
- Sabía que volverías, Reina. - Murmuró, y yo volví a atrapar sus labios.
- Te quiero, Hudson. -dije, y él fue quién me besó esta ves.
- He delirado durante más de 4 años con oír esas palabras saliendo de tus labios. -gimió.- Te adoro, Reina...