Me sentí bien en este lugar desde el primer día. Los amigos de Edmund se han comportado de la mejor forma conmigo de lo que otros jamás lo llegaron a hacer antes, y eso me hace sentir muy a gusto.
Técnicamente ahora paso casi las 24 horas del día junto a Edd; y si él pudiese dormir conmigo en mi habitación, estoy segura de que lo haría sin dudar ni un segundo. Él insiste en acompañarme hasta mi habitación nuevamente luego de cenar con la excusa de que Alberto debe creer que yo aún no soy capaz de manejarme totalmente sola, y al llegar aprovecha para quedarse un par de horas más. Lo curioso es que, a pesar de que estamos casi todo el día hablando, jamás se nos acaban los temas de conversación. Él se esfuerza bastante por distraerme de pensar sobre Zack y demás cosas, porque no puedo evitar sentirme terriblemente mal de solo recordarlo. Creo que si no nos conocieran, muchos dirían que somos pareja y estamos saliendo por el trato que hemos llegado a tener entre nosotros; a veces, Leyla, Louis, James y Austin se burlan de nosotros durante el almuerzo o la cena, debido a que él conoce las cosas que no me gustan y come todo lo que yo no quiero, al igual que yo saco de su plato lo que él no desea comer... ¿Eso es demasiado extraño? No lo sé. Me siento tan cómoda que ni siquiera me doy cuenta de eso.
Aún no he podido tener el placer de cruzarme o conocer a la hermana mayor de Edmund, Gemma, quien, al parecer, se encuentra en un breve viaje de 10 días.
De ves en cuando me he podido cruzar con T.J. en los pasillos, y algunas veces insisto para que se quede a almorzar con nosotros. Es bastante amigo de todos, pero evidentemente no posee demasiado tiempo para él mismo. A veces me gustaría saber qué es todo lo que hace en realidad, pero casa ves que tengo la oportunidad lo olvido por otorgarle mi atención a las estupideces de Austin o a lo que fuere que Edmund pudiese decirme en ese instante.
Al octavo día de que me permitieran ser "libre", Alberto llamó por la tarde a Edmund para hablar con él sobre un asunto en particular que llegó a estropear por completo su buen humor. El imbécil no pudo escoger mejor momento para estropearlo que la hora de el almuerzo, por lo que tuve que soportar la mala cara de Edd durante toda la tarde hasta la noche. Obviamente mi paciencia llegó al límite durante la cena, por lo que decidí que antes de que pudiese probar el Muffin de chocolate me acompañara hasta mí habitación para que pudiésemos hablar al respecto; y allí fue cuando me lo dijo...
- Debo partir en un viaje muy importante esta noche. No volveré hasta que acabe el mes, por lo que tú deberás manejarte sola por aquí.
En el preciso instante que él me reveló esa noticia me llegué a sentir terriblemente inquieta e insegura. ¿Manejarme yo sola?
- ¿Con Alberto persiguiéndome por detrás? ¿Quién me confirma de que no intentará volver a encerrarme? O peor aún, podría llegar a aprovechar el momento para inculparme de algo... no lo sé. ¿No puedo ir contigo? -dije, y él sonrió levemente tomando mi rostro entre sus manos con mucho cuidado; igual que siempre...
- Damien se encargará de que él no se atreva a meterse contigo, y pienso hablar con Louis para advertirle al respecto para que él y el resto de los chicos se mantengan al tanto de ti. No pienso dejarte sin cuidado, porque soy consciente de que en mi ausencia nadie se preocupará de permanecer junto a ti la mayor cantidad de horas que él día posee.
- Estarás fuera durante más de 15 días, Edmund. Zack podría llegar a enterarse de que tú ya no estás conmigo, lo cual podría llegar a ser la oportunidad perfecta para que él se atreva a venir por mí y...
- Zack no se atreverá a hacer tal cosas; y además ¿Tú no te crees capaz de enfrentarlo?
- Yo... yo no...
No sé cómo voy a actuar. Si llegara a verlo una ves más, no sabría qué hacer.
- Dos semanas serán un martirio, pero cuando menos lo esperes yo volveré a estar contigo nuevamente. -me aseguró con total seguridad, y luego me rodeó con sus brazos de tal manera que ni siquiera yo podía negarme a él. ¿Por qué? Porque no quiero que se aleje de mí. He llegado a tenerle suficiente cariño como para sentirme terriblemente mal cada ves que no puedo estar con él.
Lo admito: él me gusta, y es totalmente consciente de eso, así como yo sé que él siente algo mucho más intenso por mí...
- ¿Debes irte ahora mismo? -me alejé de él solamente para poder mirarlo a los ojos al oír su respuesta.
- Debo partir en 2 horas, y aún debo preparar mis cosas; pero no te preocupes, puedo quedarme contigo el mayor tiempo posible. No es que tenga demasiado que empacar...
- Entonces... Ven.
Hice que entrara a la habitación y cerré la puerta tras de mí. Tomé su mano y lo conduje hasta mi cama para que se pusiera cómodo; igual que siempre.
- ¿Continúas pensando que soy un maldito idiota? -preguntó divertido con su mirada sobre mí mientras me quitaba la camisa y los zapatos para acostarme.
- Sí, aún eres un idiota. -respondí divertida y salté sobre mi cama para acomodarme en el pequeño rincón a la cabecera de la cama, apoyándome contra la pared, y él se acercó más a mí para pegarse a mi lado.- Pero un idiota agradable.-aclaré.- De esos que no puedes soportar, pero de todas formas sabes que lo quieres.
- ¡Oh! Me quieres. -observó divertido con una amplia sonrisa de felicidad dibujada en su duro rostro europeo.
- Puede ser; talvez sí, talvez no... -titubee durante un instante, intentando darme tiempo para meditar mis palabras.- Aún no lo he comprobado.
- Yo podría ayudarte a eliminar por completo esa duda de tu mente. Claro; solamente si tú me lo permites...
- Creo que no existe nada que no hayas hecho ya que me pueda servir de ayuda para darme cuenta de la realidad. Este paso me pertenece a mí, por lo que nada más yo puedo darlo. -dije, y él me observó detenidamente durante un instante sin decir nada. Estoy segura de que ya debe de tener una idea.
- Te refieres a...
- Así es. -sonreí acercándome levemente a él y le arranqué una ceja que quedaba despareja en su frente.
- ¡Hija de... -exclamó haciendo una mueca extraña y luego rascó el extremo de su ceja donde se encontraba aquella ceja. Su piel se puso roja y yo no pude evitar reír por eso.
- Comprobado, ahora sí tu rostro es lo suficientemente perfecto como para decir que estás a mí nivel. Puedo quererte sin sentir remordimiento alguno. -volví a reírme descaradamente de él, mientras él me lanzaba una mala mirada.- Te has agarrado a los golpes con T.J. sin problemas en más de una ocasión sin queja alguna ¿Y ahora me dirás que el que te haya arrancado una ceja fue doloroso para ti?
- Es diferente -hizo una mueca.- T.J. golpea como niña, y tú acabas de arrancarme una parte de mí. -chilló, pero estoy segura de que no le duele tanto como parece. Es un payaso dramático.
- La niña eres tú, Hudson. No soportas ni siquiera un ligero pellizco. -con la punta de mis uñas pellizqué la piel de su cuello, porque adoro verlo retorcerse. Él acabó molestándose por eso, y sostuvo firmemente mis manos.
- Quédate quieta. -gruñó intentando mantenerse lo más serio posible conmigo, pues yo me reía en su rostros esforzándome por poner a prueba su resistencia.- Te he dicho antes que detesto que me pellizques el cuello.
- ¿Enserio? No recuerdo que me hayas dicho tal cosa. -luché por liberar mis manos de su agarre para volver a pellizcarlo, pero él imbécil es bastante fuerte para mí. Yo no me agotaba y continuaba insistiendo en pellizcarlo. Lo empujé, logrando así que él callera de espaldas sobre el acolchado y aproveché para colocarme sobre su cuerpo sin parar de forcejear.- Eres una niña. -me burlé de él nuevamente.
- ¡Y tú eres una loca obsesiva! -exclamó sin poder soportar la tentación de reír. Era divertido, hasta que, de alguna forma, él se las ingenió para lograr que yo quedara debajo suyo. Edmund sujetó muy bien mis manos contra el acolchado y allí fue cuando la gracia se perdió por completo.
Yo lo miré a los ojos durante un instante y dije: " Al diablo". Aprovechando la cercanía de nuestros rostros, me tomé el atrevimiento de robarle un pequeño beso fugaz de sus labios. Y, al alejarme de él, recién me volví consciente de la locura que acabo de cometer. Él estaba totalmente sorprendido, y yo me quedé completamente helada sin saber cómo iba a reaccionar ante tal locura. Afortunadamente y de una manera un tanto inesperada, él sonrió levemente y luego se abalanzó sobre mí para besarme como es debido. Finalmente, después de tanto tiempo, pude sentir el dulce y fuerte sabor de sus labios; y debo admitir que es delicioso. Sus movimientos suaves fueron totalmente correspondidos por mí a la perfección, hasta que de repente un insoportable dolor comenzó a atacar mi cuerpo.
Me separé bruscamente de él y no pude evitar comenzar a retorcerme y gemir de dolor. Nunca antes, ni siquiera mis secuelas, habían sido tan potentes e insoportables como el dolor que rápidamente se apoderó de cada parte de mí, desde los pies hasta la cabeza. Edmund se puso de pie rápidamente alarmado sin saber qué hacer. Era un dolor similar al de gruesos y oxidados tornillos perforando cada uno de mis huesos, tornillos que atravesaban mis órganos y taladraban mi cráneo para llegar hasta mi cerebro. Ya no era capaz de gritar, pues apenas tenía fuerzas como para recordar cómo demonios debía respirar.
Inesperadamente el dolor se detuvo y yo solté un fuerte gemido ahogado de dolor. Me agarré con fuerzas de las sabanas de la cama e intenté recuperar la respiración, pero no era nada fácil. Mi cabeza daba vueltas, el imágenes horribles volvieron a mi mente; una ves más, las realidad que Zack creó para mí volvió para atormentarme de igual manera que antes.
- Coraline. -Hudson cayó de rodillas frente a mí. Parecía tener sus ojos medio brillantes, a punto de derramar un par de lágrimas de desesperación, mientras yo ya me había convertido en un mar de llantos. No podía evitar temblar y sollozar muy dolida por lo que acaba de suceder, porque acabo de darme cuenta de que Zack aún está dominando mi mente. No sé cómo, pero estoy segura de que es él.- Reina... Debo llevarte a la enfermería ahora mismo.
-¡No! -logré exclamar, y uní las fuerzas suficientes para poder tomar su mano.- Vete. -formulé, sintiendo nuevamente un dolor terrible, pero muy diferente al anterior.
- Yo... yo no... -balbuceó sintiéndose totalmente confundido.- ¡No voy a irme así como sí nada luego de lo que te acaba de suceder! ¿Estás loca? Voy a llevarte a la enfermería, y luego hablaré con Damien y Alberto para decirles que yo no pienso ir a ningún lado mientras tú estés débil.
Rápidamente quiso ponerse de pie, ignorando completamente mis palabras, pero yo tomé su brazo con más fuerza y enterré mis uñas en la muñeca de su brazo izquierdo.
- No le digas a nadie de esto. -supliqué.- Tú... sólo vete de aquí lo antes posible. Hazme caso, Edmund. -le supliqué aún derramando lágrimas que caían de mis ojos y humedecían el colchón.
- Coraline ¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo? Yo no voy a permitir que...
- Sí no te vas ahora mismo, esto se repetirá. -chillé con voz aguda al sentir levemente un dolor punzante en mi cuello. Debía esforzarme por soportarlo lo mejor posible y disimular ante él.- Vete. -supliqué ya desesperada y me alejé lo más posible de él.
A pesar de que me costaba horrores mantener la cordura y una vista nítida, podía distinguir a la perfección cuanto dolor le causaban a él mis palabras. Parece asustado y cada ves más nervioso; podría estar pensando que lo sucedido pudo llegar a ser a causa de él.
- Cuando vuelvas, estaré bien. -tuve que decir para consolarlo y evitar que esto llegue a mortificarlo demasiado. Si él llegara a partir en un mal estado, podría correr un riesgo bastante grave del cual nadie más que yo será responsable.- Lo juro...
Sin dar más vueltas ni decir una palabra más, él salió rápidamente de mí habitación, y los dolores se transformaron en nada más que una desagradable jaqueca común. Cubrí mi rostro con ambas manos y comencé a llorar una ves más, solamente que esta ves se debía a la impotencia de haber comprobado que mi suposición fue correcta y ese maldito bastardo aún desea torturándome; se está burlando de mí.
¿Cómo estoy tan segura de que realmente es él? ¡Es más que obvio! Nadie más podría ser capaz de causarme tanto daño. No sé cómo con exactitud, pero estoy segura de que él es capaz de muchas cosas y sabe donde y con quién estoy; eso me basta.
Me está vigilando constantemente.
¡No estoy enloqueciendo! No pienso otorgarle la maldita satisfacción de saber que existe una posibilidad de que pueda obtener lo que desea con tanta facilidad. Mañana mismo pienso comenzar una investigación al respecto, y Damien Hudson estará dispuesto a ayudarme...