Pov Alice
—No puedo perdonar lo que ese desgraciado le hizo a mi hermano, y a todo mi clan.—Habló, con odio en cada palabra que decía—Y lo haré sufrir de la forma más dolorosa que exista.
Cogí aire y toqué mi dedo con mi hombro repetidas veces, como en un tic.
Contrólate, Alice. Respira hondo.
Cuando conté hasta diez, me acerqué un poco hacia él y me agaché, quedándome de cuclillas mientras él me observaba cauteloso. Alcé una ceja en forma de interrogación.
—¿Qué? ¿Me vas a volver a pegar un puñetazo?
Estuve a punto de estallar a carcajadas. En serio que poco me faltó al escucharle decir eso, pero me mantuve serena.
—Hombre, si quieres, yo te lo doy.—Le dije, acomodándome mejor—No pongo ninguna objeción, sólo tienes que pedirlo y, al segundo, tendrás un moratón en la cara.
Él hizo una mueca socarrona.
—No, gracias.
Suspiré.
—Mira, Sasuke...—Él esperó a que empezase, intentando cubrirse más con la sábana—Entiendo lo que estás sintiendo, de verdad que lo hago, pero...Si le hicieras algo a la aldea, irías en contra de los deseos de tu hermano. Él no quiere algo como eso, ni mucho menos.
El menor de los Uchihas arrugó la nariz, fastidiado. Posteriormente al ver que yo le había fruncido el ceño, chasqueó la lengua.
—A Konoha no le haré nada.—Articuló, mirando hacia otro lado. Casi le dolían las palabras—Eso sí que lo haré por él. No los tocaré.—Me miró, fijamente a los ojos—Pero de lo que estoy seguro es de que mataré a Danzo, Yuki... Y nadie me lo puede impedir.
Me lo quedé mirando un breve momento, donde él me mantuvo la mirada como si me estuviera retando. Hice una mueca y me crucé de brazos.
La tentación de matar a Danzo para mí también era demasiado alta. Mucho, a decir verdad. Él era un cabrón que simplemente había convencido a Itachi de masacrar a su clan, y después incrustarse los ojos de ellos en su brazo.
Por no decir que, gracias a él, Itachi tuvo que vivir una vida con ese peso sobre sus hombros, y, claro está...
Que mató a su mejor amigo, Shisui.
Pero aun así...Su hermano estaría en contra. ¿Cómo nos la arreglaríamos para hacerlo?
—Necesito que desaparezca, y lo lograré haciéndome más fuerte.—Articuló, apretando el puño—Estoy seguro de que mi hermano estará en contra, pero tampoco podrá detenerme.
—Sasuke, créeme cuando te digo que a mí también me gustaría que sufriera por lo que hizo.—Le dije. Él me miró concentrado—No obstante, después no habrá vuelta atrás. La venganza es un hilo muy fino que te puede hacer enloquecer.
Volvió a mirar hacia otro lado, y apretó la gasa de la muñeca derecha que tenía enrollada en ésta. Me levanté y me quedé frente a él, todavía.
—Puedo controlarme.
Dejé salir una pequeña risa tosca. En cuanto la escuchó, me miró con odio.
—No creo que sepas hacerlo.—Pronuncié, mirándolo desde arriba con impasibilidad—Lo pondré en duda hasta que vea que surte efecto.
—Tú qué sabrás de mí, Yuki...
—Oh, más de lo que crees.—Murmuré. Ambos nos miramos a la vez con hostilidad—Además, no eres lo suficientemente fuerte como para matarlo tú solo.—Me moví de un lado a otro, y me giré lentamente para mirarlo de reojo—¿O es que acaso quieres la ayuda de Misaki y mía?
—No hará falta.—Habló alguien entrando por la puerta. Me giré rápidamente con los ojos un poco abiertos, para verle ahí, caminando hacia nosotros—Logrará ser lo suficientemente fuerte como para enfrentarse a él.
—¿Cómo?—Preguntó Sasuke, más que interesado.
Pero me adelanté antes de que Obito dijera nada.
—Si vas a querer matarlo, vas a tener que necesitar ayuda.—Entrecorté, sin dejar que él hablase. El mayor, me miró sabiendo lo que había hecho—Nuestra ayuda.
—No será necesario, porque hay otra manera.—Profirió al que se le veía sólo un ojo.
—Lo dudo.—Contraataqué. No iba a dejar que pasara lo que él quería, precisamente.
Miré al enmascarado que tenía al lado, que lo examinaba a él con el sharingan. Fruncí el ceño y me acerqué al de la máscara. Ya que él notó que daba pequeños pasos aproximándome a él, fijó su vista, de reojo, en mí. Analizando qué hacía.
Escuchando por el fondo cómo Sasuke murmuraba algo, le pasé discretamente el brazo un poco más por arriba de la cintura y, al llegar a su otro costado, le pegué un pellizco.
Instantáneamente me mató con la mirada.
Pero yo se la devolví con otra que decía; "ni se te ocurra, Obito". De una forma que claramente, vi que la comprendió.
—¿Y bien?—Volvió a interrogar el menor, quien nos observaba sin saber bien qué ocurría—Oye—Gruñó—¿Os ocurre algo?
Pero Obito y yo seguíamos manteniéndonos aquella silenciosa mirada que nos dedicábamos el uno al otro, sin apartarla ninguno.
—Discúlpanos, Sasuke.—Hablé, severa. Aparté la mirada un breve momento para hacer caso al pequeño del clan—Hablaremos de esto más tarde, tienes que reposar del todo.—Antes de que me replicase, por que le veía la cara de "no me jodas, Yuki", le entrecorté— No me pongas a prueba. Porque sabes que lo haré. Si no, no hay trato.—Expresé.
Después de ver la expresión de desconcierto, irritación (hacia mí, obviamente. Ya sabéis que, vamos, nuestro amor es palpable), y confusión que tenía el vengador, agarré a Obito de la manga y me lo llevé fuera.
Cerré la puerta tras nosotros.
Pero él seguía observándome igual.
—Sé lo que estás pensando, y no.—Le dije frente a él, poniendo mala cara.
Él no me respondió en ese momento, empero, en cambio, sus brazos se cruzaron como contestación.
—También sé lo que estás pensando tú, Alice.
Entrecerré los ojos, bufando.
—Pues deja ir de esa cabeza tan...—Expresé. Él esperó atento a ver con qué finalizaba esa frase, pero no podía pensar muy bien en ese momento—Eso. Que se evaporice cualquier plan o manipulación que tengas en mente.—Murmuré, impasible. Cerré los ojos y me encogí de hombros. Miré hacia otro lado—Ya te dije que iba a ser una molestia en todo lo que quisieras hacer. Culpa tuya.
Sin decir nada más, me crucé de brazos y me apoyé en la pared, tal y como él estaba colocado. Sin mirarle. Pero... al revés, sí. Porque notaba su mirada puesta en mí todo el rato.
Pero me mantuve tranquila.
—Todo lo que has dicho está muy bien, pero...Tú y yo todavía tenemos algo de lo que hablar.—Profirió, con aquella voz profunda que tenía. Siguiendo con mi mirada a la pared, hice un movimiento desinteresado con el hombro.
—No sé de qué me hablas.
—Oh, por supuesto que lo sabes.—Me dijo. Lentamente, se colocó frente a mí. Acercó su máscara y se me quedó mirando por aquél resquicio—Estoy seguro de que sabes lo que me has dicho antes.
Entrecerré los párpados.
—Antes te he dicho muchas cosas.—Contesté sin más.
—...Pues me vas a tener que decir todavía más.—Susurró, sereno—No estaré satisfecho hasta que lo hagas.
—Entonces seguirás sin estarlo, porque no sé de qué me hablas.—Le respondí, también en un susurro y acercándome a él.
Obviamente, sí que sabía a lo que se refería. Pero prefería que rondase eso por más tiempo en su cabeza.
Después de eso, me alejé un poco para caminar por el pasillo y dejar aquella conversación atrás, mas su mano me agarró la muñeca, impidiéndomelo.
—¿Hace falta que te lo recuerde?
—¿El qué? ¿Cuánto me quieres?—Hablé, girándome para encararlo nuevamente—Claro...Dímelo las veces que quieras.
Por un reducido corto de tiempo él, me soltó. Y realmente creí que lo había hecho para dejarme ir. Sin embargo, en cuanto noté mi muñeca liberada, de repente me encontraba arrinconada contra la pared.
Con su brazo izquierdo puesto al lado de mi cabeza, apoyado.
—Como he dicho antes...—Musitó con voz ronca—He aprendido a conocer lo que ronda por tu mente, mi pequeña Alice.
Ladeé la cabeza.
—Oh... ¿Y desde cuándo has a prendido a observarme tan bien?
—Desde antes de lo que crees.—Respondió, agujereándome con su mirada.
—Cierto, casi lo olvidaba...—Sonreí débilmente, con malicia—Que no te ibas a separar de mí, por lo que me dijiste.—Susurré un poco—...Y el que ha estado siempre entre las sombras.
No lo vi, porque estaba tapado con su máscara naranja, pero sí lo escuché. Pude oír a la perfección la mueca y pequeña risa tosca y socarrona que dejó salir de sus labios.
Permanecí callada cuando lo vi. Levemente, me elevó el mentón con su dedo índice.
—Por supuesto, Alice...—Habló—Y puedes estar segura de que seguiré estando.
Sin dejar que contestase, separó su brazo de mi después de mirarme, se adelantó antes que yo por el pasillo.
No me lo dijo con palabras, pero era obvio que él sabía que también tenía que ir en esa dirección. Me toqué un poco la frente por la enredada mente que tenía ahora.
Suspirando y desechando todas mis ideas y pensamientos, caminé detrás de él. Sabiendo que, de vez en cuando, Obito se giraba hacia atrás.
***** ***** ***** *****
...
—¿No deberías descansar, my love? —Me preguntó Maica al verme salir de la habitación de Itachi—Sé que te dije que le dieras la medicina, pero no has dormido gran cosa...Él estará bien.
Asentí.
—Lo sé, pero me siento algo inquiera.—Me sinceré. Era la verdad, y no sabía por qué—Pero desconozco la razón, así que no me interrogues.
Ella rió; Era exactamente lo que tenía pensado hacer.
Coqueta y, curiosa, giró su rostro a la altura de su hombro y vislumbró al hombre que estaba allí apoyado, esperando.
—¿Qué haces tú aquí, Obito?—Dijo con gracia.
—Está haciendo bien su trabajo.—Contesté por él. Ambos me miraron extrañados—Bueno, ya sabéis. Ser mi acosador.
Ante mi mirada burlona, él se cruzó de brazos.
—Te dije que no me llamaras acosador.—Protestó.
Me encogí de hombros, y le sonreí con malicia.
—Yo también te pido muchas cosas y no las haces.—Contesté, dejando la botella del medicamento de Itachi en manos de mi mejor amiga—Si jugamos a ese juego no acabaremos nunca.
Además, tú siempre me estás llamando "pequeña" o "mi pequeña Alice". Sobretodo cuando estamos en sueños o no hay nadie más que nosotros dos.
Y el enmascarado, tan astuto como es, me leyó la mente. Lo sabía porque me observó altivo y alzó la mirada, arrogante; Al parecer sí que ha aprendido a observarme bien.
Pero lo que no sabía era que yo conocía más cosas de él, que al revés.
—Bueno, sé que me queréis por aquí para vosotros solos, pero...—Murmuré, dándome la vuelta. Empecé a caminar un poco hacia las afueras de la cueva, donde había una especie de esqueleto gigante. Siempre me había preguntado qué cojones era eso—Antes de que me acorraléis, necesito un poco de aire.
—¡Pero nooo, qué dices!—Exclamó la salmón, haciéndose la dramática—¡Vamos al cuarto, te arrastro si hace falta! Pero a uno donde podamos estar a solas...Tú ya me entiendes.—Dijo, dejando salir un pequeño ronroneo. Se giró a mirar al Uchiha—Ah, perdona, Obito...Que sé que la quieres para ti solo.—Sonrió con malicia. Me giré a mirarla mal. Lo peor que pude. Pero él sólo la observaba callado—Tranquilo, tranquilo. Puedes tenerla para ti solo... Pero si veo lentitud, me la quedo, ¿eh?
—¡Me voy!—Di voces. Mi amiga se giró con una sonrisa burlona en su cara.
¡Será...! ¡Lo ha hecho a propósito, la muy capulla!
—No hay quien me pare, Ali...—Logré leer sus labios. No había hablado, pero las había formulado con los labios. La miré algo gruñona—Te lo advertí hace un rato. —Ahora sí que pronunció—¡A mordiscos!
Esta tipa es tonta.
Y pervertida, muy pervertida.
Suspiré y me largué de allí, al fin. Imaginé—digo esto porque no lo sabía con certeza—, que Mai se marchó de allí para seguir con las medicinas que le había ayudado a conseguir. Y, Obito...Quizás se había marchado él también a descansar, o a su guarida, donde a veces me llevaba.
Y no tengo ni idea de dónde es, porque esta cueva parece más grande de lo que parece.
Crujiéndome los dedos por el camino, me senté en aquel esqueleto y apoyé mis piernas en un borde, casi abrazándome las rodillas. Haciendo una diminuta mueca, coloqué mis brazos en éstas y apoyé mi mejilla.
Todo esto parece estar marchando bien, aunque en realidad no sepa cómo Obito y yo hemos acabado, pero...
Me pregunto dónde está el otro imbécil.
No hace mucho que lo vi, claro. Pero no entiendo qué hace que está tan desaparecido. Y lo que más rabia me da, por mucho que no me guste admitirlo, es que aparece de la nada para revolver las cosas y después, se esfuma.
Pues no.
Bufé, molesta.
—¿¡Por qué narices tienes que aparecer, agitarlo todo y después largarte!?
—...Porque si no no sería divertido. —Murmuró alguien en mi oído.
De lo rápido que me giré y el respingo que yo misma di por ello, perdí el equilibrio. Mi cuerpo empezaba a deslizarse y casi, iba al suelo.
Su mano rodeó mi cintura y me arrimó a él, evitándolo.
—Cuidado.—Pronunció con una sonrisa pícara—No sabía que te sorprenderías tanto al verme.
—...Gracias.—Respondí, alejándome un poco—Supongo.
Él asintió, algo sarcástico.
—Conque ahora supones, eh...—Habló, reticente—Pues bien que estabas hablando antes de mí, Yuki.
Me giré para no mirarlo, enfurruñada. Así estuve un poco hasta que quise hablarle nuevamente.
—No me refería a ti.—Gruñí. Me giré a encararlo al fin, y fruncí el ceño al ver su mueca cínica—¿Ahora qué haces aquí? ¿Tú...?
—Ha pasado algo de tiempo desde que nos vimos la última vez, si mal no recuerdo.—Profirió, ahora más serio—Creí que ya era hora de volver a hacerlo.
—Eh...Pues por mí como si te vuelves por donde has venido.—Articulé, intentando poner un rostro desinteresado.
—Y naturalmente, te haré caso.—Le dediqué una mala mirada, pero él la ignoró—Y no parecía indicar eso, si no todo lo contrario...
Me crucé de brazos.
Él se levantó, quedándose de brazos cruzados también, mientras me observaba con esa expresión severa que siempre tenía.
¿Cómo podía mantener el equilibrio así? Yo por poco no me mato.
Ah, claro...Olvidaba que era Uchiha Madara.
—¿Qué?—Pregunté malhumorada al ver que no paraba de mirarme.
Él arrugó la nariz.
—¿Me hablas así cuando antes estabas murmurando por mí?
—Oye...—Puse cara de bitch, please—No seas tan arrogante, querido Maddy.
Aunque bueno...Tiene razón.
Pero está claro que no se la voy a dar. Eso me pasa por decir en voz alta lo que pasa por mi cabeza...Aunque no sabía que estaba por aquí.
—Ven.—Dijo, haciendo caso omiso a mi intento de excusa. Mierda, no podía convencerlo. Lo miré con una ceja alzada—Acércate.—Habló, con una voz más profunda e intensa.
—¿Por qué?—Expresé, desconfiada.
Puso mala cara y tras entrecerrar los ojos, sin permiso—como siempre, estaba claro—, se acercó a mí y me levantó de la cintura, como si fuera una mísera pluma. Haciendo que me apoyase en él, pegó un salto.
Bajamos de un golpe.
—Nunca cambiarás.—Replicó.
—¡Lo mismo te digo!—Exclamé—¿Adónde piensas llevarme ahora, eh?
No me respondió, simplemente me ladeó la cabeza, entrando por otra zona de la cueva. Y, por consecuencia, la vena se me hinchó por esto.
—¡Madara!—Volví a decir—¡Te estoy hablando a ti, Uchiha! Tú...¡Maddy!
Él me imitó, mirándome con fastidio.
—Lejos de los demás, maldita sea.—Refunfuñó con mala cara—A estar a solas.
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¡Y se acabó! Aquí tenéis todo el especial. No hay más, eh xdd Han sido tres capítulos (no os podéis quejar). Espero que os guste, como siempre.
Y de vuelta al presente, seguimos con Sasuke y su venganza. Como hemos podido ver, a Ali no le importa matar a Danzo, pero en su mente tiene una balanza, y no está decidida del todo. Por el contrario...Ya sabemos para qué ha ido Obito allí; Manipular a Sasuke para que lo haga.
Sin embargo, Alice se ha metido por medio.
También aparece Madara...¡Al fin! Y como siempre, no hay momento en que esos dos no discutan xdd Pero bueno, ahora se la lleva para que nadie le pueda ver. Aunque con ella al lado.
Espero vueeestros comentarios. Todo lo que se os pase por la cabeza (perversidades, aunque sean), y todo lo que queráis que ocurra. Ya sabéis, lo mismo de siempre.
Hasta la próxima.