...
Alice seguía en la cama, sin estar recuperada del todo. Claro, junto a su más cercanos abrazándola. ¿Cuánto tiempo había estado así? ¿A qué era debido todo esto...?
—Me alegro de que por fin estés bien.—Dijo su amiga, secándose las lágrimas—Tengo muchas cosas que contarte.—Sonrió.
—Pues ya me dirás...—Contestó, moviéndose mejor y separándose de ella.
Maica carraspeó la garganta, como si procediera a entablar un gran discurso. Un poco nerviosa, se sentó más cómoda y finalmente, habló.
—Pues ver...
Pero fue interrumpida por unos golpes en la puerta, que seguidamente Ali aceptó. Al entrar, inmediatamente se dejó atisbar a un pelirrojo con piercings. Konan, que siempre se hallaba con él, no estaba presente porque le había mandado ir en busca de un médico que ya por una razón u otra ya no necesitaban, lo cual ya habían avisado.
—Sabía que me habías echado de menos...—Habló con burla y picardía la ojiverde.
—No estoy para bromas.—Gruñó, quedándose en el centro del cuarto—Ya te lo advertí.
—No pensé que sería tan grave...—Dijo ladeando un poco la cabeza, pensativa.
—No me hiciste caso.—Profirió, severo.
A la azabache le estaba molestando la regañina que le estaba apropiando Pain, pero la verdad era, que tenía sus razones para hacerlo.
—En todo caso...—Suspiró y cambió de tema—¿Cómo estás?
—¿Te miento o te digo la verdad?—Preguntó Ali alzando una ceja, mientras se colocaba bien la almohada.
El pelirrojo suspiró con pesadez, y se acercó un poco más a ella.
—Obviamente, la verdad.
—Pues, estoy bie...
—Aún no está recuperada del todo, líder-sama.—Le cortó la palabra Maica—Sigue con dolores y con tos.—Su amiga la interrumpió, la veía venir y sabía que le iba a decir que estaba bien cuando era mentira, y ella no iba a dejar que sucediera de nuevo.
—Ya veo.—Se acercó más a la cama y la miró—Bien, pues tendrás que hacer reposo, y si esta vez no me haces caso...Lo escarmentarás.—Expuso con seriedad.
—Te azotará...—Susurró Maica en el oído de ella, procurando que no las escuchase.
La pálida chica se rió ante el comentario; La verdad es que tenía pinta de hacer ese tipo de cosas. Quitando eso, el pelirrojo no había escuchado lo que le murmuró—Gracias a los dioses—, y frunció el ceño confundido y con molestia.
—¿Me has escuchado?—Interrogó, mirándola con el ceño fruncido.
—Alto y claro, amor.
Él bufó.
—Eso espero.—Habló claro y conciso—Intenta recuperarte.
—Tranquilo, no tienes de qué preocuparte.—Sonrió la azabache con malicia.
El líder la miró y, acto seguido, se fue suspirando. La chica se desperezó lo más que pudo hasta quedarse satisfecha; Tenía sueño y su cuerpo estaba mullido. Cada movimiento que hacía le causaba cierto dolor en sus huesos.
Sin embargo, tampoco se podía quedar allí todo el tiempo. Aunque, bueno...A ella no le importaba demasiado, la verdad. Si estaba tranquila en la cama, tumbada, con su música y su zorro...Ya le daba igual todo.
—¡Ah!—Exclamó su amiga dándose una palmada en su otra mano, recordando algo—Te tienes que seguir tomando la medicación.—Explicó—Iré a por algo de comer.
—Pfff...—Bufó la otra, dejándose tragar por su esponjosa almohada.
—No repliques, es así y así será.—Sonrió victoriosa, saliendo por la puerta del cuarto.
—...Cállate.
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...
Yuki ya se había acabado la pequeña sopa caliente que había traído su salmón andante, y proseguía a tomarse, ahora, la medicina.
Pero cómo odiaba las pastillas...
Mas no le quedaba de otra si lo que quería era recuperarse, y lo necesitaba para lo que estaría por venir.
—Oye.—Habló la ojiverde con su típico tono frío.
—¿Qué pasa?—preguntó entusiasmada su amiga, demostrando demasiado interés en sus palabras—¿Quieres un un beso, un abrazo?
—Más quisieras...—Sonrió con una pizca de arrogancia—¿No dijiste qué me tenías que contar algo?—Preguntó alzando una ceja, curiosa.
Y la de cabello corto volvió a hacer el característico gesto suyo de las manos.
—¡Es verdad!—Dijo, acordándose de la charla de antes.
—¿Pues a qué esperas?
—Ya voy, ya voy...—Habló, poniéndose en posición de contar una increíble historia—¿Atenta, eh? Pues bien...Mientras que iba con Kakuzu e Hidan en la misión, entre una cosa y otra me encontré a un chico muy simpático, y que había tenido una vida difícil...—Hizo una mueca triste, recordándolo—También era guapo, a decir verdad...
La de cabellos negros se extrañó por la historia, pero estaba más que atenta.
—¿Y eso cómo fue?—Interrogó.
—Pues...—Tragó saliva—Fui yo a buscarle.—Manifestó apretando el puño—Él era la recompensa que nos teníamos que cobrar...
Su compañera ya lo había intuido, como también sospechaba lo que le contaría en unos míseros instantes y cómo se habría sentido su amiga.
La ojiazul frunció el ceño.
Maica tragó saliva y apretó el puño, decidida a seguir contando todo el relato y todo lo que había ocurrido en ella.
—Intenté salvarlo, y más cuando escuché de su pasado.—Hizo una mueca de disgusto, mirando a Ali con melancolía—¡Todo fue una jugada! ¡Lo apuñalaron por la espalda!—Gritó—Mataron a su amigo y él lo único que hizo fue vengarse, pero los otros le delataron, alegando que fue él quien empezó.—Explicó aguantándose toda la rabia.
—Ya veo...—Susurró la azabache, con los ojos cerrados y entendiendo a la perfección todo.
—Pero no logré hacer nada.—Volvió a hablar—Cuando ya estábamos un poco lejos para que Eita pudiese huir, Hidan lo encontró y...— Tragó en seco— ...Lo mató.
Su amiga se la quedó mirando, brevemente en silencio.
—Ya sabías lo que pasaría, Mai...—Dijo Alice, colocando su mano es su espalda, reconfortante.
—Sí, pero...—Murmuró—Era injusto, no podía dejar que sucediera si podía evitarlo.
La de hielo bufó y posteriormente, miró hacia arriba.
—Cuando entramos aquí, lo hicimos sabiendo lo que era y sería.—Expresó—Puede que nos gusten, que les tengamos cariño...Pero siguen siendo criminales.—Volvió a mirar hacia el colchón, para después mirar a su amiga—Y algunos, como Hidan, lo hacen por puro placer.—Dijo—Conocías lo que pasaría si te metías en su grupo.
—Lo sé, pero aun así...—Se mordió el labio.
—No fue culpa tuya, Mai.—Volvió a bufar, intentando tranquilizarla—No te atormentes más, hiciste lo que pudiste, nadie puede negarlo.
—Sí...—Sonrió abrazándola con fuerza—Gracias, Ali.
—Pero, oye...—Habló con un tono de voz un tanto tétrico mientras la sujetaba—Que si quieres lo borro del mapa y asunto zanjado...—Sonrió con maldad.
—Mejor que no...—Dijo dando un pequeño respingo, pero sin separarse de su abrazo—Quiero que mantengas tu lado sádico oculto en todo momento.—Rió nerviosa.
—Tsk...—Chasqueó la lengua—Con lo divertido que sería...
Maica apretó más su abrazo y hundió su cara en el pecho de su amiga, extrañándola a ésta; Aún tenía que decir más.
—Y hay otra cosa...—Se soltó para mirarle a la cara.
Mai la observó con una sonrisita falsa y tranquilizadora, sabiendo lo que pasaría al contarle lo siguiente. Ali lo único que hizo fue mirarla confusa y con cara de ¿''Aún hay más''?
—Prométeme que no te enfadarás ni me lo reprocharás.—Profirió.
La ojiverde pensó unos momentos, hasta que habló tranquila.
—Bien, lo prometo.
—Pues verás...—Cogió aire para contárselo, abrazando al muñeco de Sasuke mientras ella abrazaba a su zorro—Cuando Kakuzu me dijo lo que tenías, me salí corriendo de tu cuarto llorando y sin lograr ver nada, fui y me tropecé con Hidan.—La miró, un poco sonrojada—Él al verme así, llorando...Me..Me abrazó.
Ella lo dijo todo de un golpe y con prisas, como no queriendo ver lo que sucedería después o la reacción de su mejor amiga. Empero, para su sorpresa, Alice tenía una cara inexpresiva (Vamos, la de siempre).
—Mmm, ya veo.
—¿Es lo único que dices?—Preguntó incrédula, no se lo podía ni creer. En el fondo quería que le dijera algo más—¿''Ya veo''?
—Eh...¿Sí?—La miró mal Alice—¿Qué quieres que diga?
—Hombre, pues no sé...—Rumió ella, pensando lo que siempre le decía—Quizás un ''Maica, eres idiota'', o algo similar.
—Te prometí que no te lo reprocharía.—Dijo seria, cruzándose de brazos.
—¡Pero dime algo, lo que sea!—Se desesperó. Quería que su amiga le dijera algo, no que se quedase callada, eso le hacía ponerse muy nerviosa.
—Qué pesadilla...—Rodó los ojos—Ya sabes lo que pienso; No me gusta Hidan.—Dijo—Y después de que se cargara al chico, que te abraces con él...Pues hombre, no sé.—Expresó pensativa—Pero lo que hizo fue raro incluso para él, así que no puedo decir nada, es tu vida.
La salmón no sabía cómo tomárselo; No era ni bueno ni malo. Aunque ella pensó que era mejor así, porque si preguntaba más, su querida y tan simpática amiga la mandaría a tomar paseo.
—Pero eso sí...—Habló fría y con unos ojos demasiados afilados—Si te toca o te hace daño, dejaría de ser inmortal.—Comentó de la nada.
—Lo sé...—Sonrió divertida. Posteriormente, la miró con una sonrisita traviesa—Oye, Itachi estuvo la mayoría del tiempo aquí contigo, mientras estaba yo.
—¿En serio?—Preguntó sorprendida.
—Así es, también estaba preocupado.—Explicó.
Alice sonrió levemente.
—Vaya...
—¡Bueno!—Exclamó levantándose de la cama—Tengo que ir a hablar con el líder, luego nos vemos.—Dijo abrazándola.
—Está bien.
—Le preguntaré de tu parte de qué forma serán los látigos.—Le guiñó un ojo divertida y picarona.
—Vale...—Sonrió Alice con malicia—Pero dile que luego me vengaré.
—¡Hecho!—Rió aún traviesa—¡Hasta luego!
Su compañera se fue riendo, dejándola allí decidiendo si hacer una cosa, o no. En su cuarto junto a su tan amado Tomoe, quien estaba contento de verla despierta.
«Tengo que darle las gracias...» Pensó la del zorro «Por mi culpa la misión se vio interrumpida e hice que me cargara todo el trayecto hasta la base. Y si encima ha estado aquí...»
«Está bien, después también tendré que agradecérselo a Madara» Cosa bastante peligrosa, en realidad «Que fue gracias a él que estoy despierta de nuevo».
***** ***** ***** *****
...
Ali llegó hasta su puerta, tal y como se había levantado de su cama; Con una camiseta de medio torso, dejando su estómago al descubierto con un sorprendente piercing rojo en su ombligo, más unos pantalones negros. La puerta sólo estaba a unos pocos metros de la suya y procedió a picar unas cuantas veces.
...No responde.
«¿No estará?» Rumió, extrañada.
Volvió a llamar, pero nada. Parecía ser que Itachi no estaba ahí.
«Mierda».
La azabache pensó que tendría que venir a buscarlo luego, o si se lo encontraba en algún momento, decírselo. Otra cosa ahora no podía hacer...
Sin embargo, cuando ya iba a volver a darse la vuelta para largarse de nuevo a su habitación, la puerta se abrió de golpe y, un brazo sin previo aviso, la estiró hacia sus adentros.
Ahora se encontraba con un Uchiha enfrente suyo, sin la capa y con su camiseta lila un poco desordenada. Observándola con esos ojos negros tan característicos y aún con su mano agarrando su delicado brazo.
—Pensaba que no estabas.—Habló aún un poco aturdida.
—Estaba cambiándome.—Respondió serio y tranquilo, sin apartarse de ella.
La chica entornó los ojos.
—No te hubiera matado haberme respondido con eso...—Comentó un poco molesta.
—No importa, ya he acabado.—La soltó delicadamente y con lentitud—¿Qué ocurre?—Preguntó. Después, se separó de ella para ir a recoger algo a su mesita de noche.
La pelinegra no se había movido, seguía donde estaba; Quieta como una estatua, analizando su cuarto y mirándole.
—Puedes moverte, Yuki.—Dijo éste al verla ahí quieta.
Podría. Pero no le gustaba acomodarse o relajarse en un cuarto que no era el suyo; No era su habitación y tenía que tener cierto respeto.
Aun así, se acercó a él, tan distante y pensativa como siempre. Itachi, en cambio, no dejaba de intentar analizarla y esperaba pacientemente lo que le tuviese que decir de brazos cruzados, apoyado en la mesa que estaba pegada a su cama.
—Gracias.
La sorpresa en el rostro del Uchiha se hizo meramente notoria. O lo poco que se podía expresar debido a cómo era él, parecía representar exactamente eso.
—¿Por qué?—Inquirió, cerrando los párpados con calma.
Ella dio unos pasos más, mirándole directamente a los ojos.
—Por todo.—Formuló—Por preocuparte por mí, por llevarme hasta aquí a cuestas a pesar de tener una misión que finalizar, por quedarte conmigo hasta mi despertar...—Manifestó levemente—Gracias.
Él no respondió, simplemente se quedó callado después de escuchar sus palabras, con una mirada extraña.
—Bueno, eso era todo...—Dijo dándose la vuelta para irse—Sí, nos vemos luego.
Pero el pelinegro no la dejó irse; Inesperadamente la había empujado hacia la cama y Alice por el repentino placaje, gimió al notar sus huesos aún adoloridos chocar contra el colchón. Ahora se encontraban los dos ahí, Itachi encima suyo y ella, debajo de él, atónita.
—Itachi, oye...
—Eres...Imposible.—Musitó.
—Ya me lo habías dicho.—Sonrió con un poco de malicia.
El Uchiha suspiró. Él la tenía acorralada, tenía sus brazos alrededor de su cabeza y Ali pensó que, eso, definitivamente tenía que venir de familia. La ojiverde se empezaba a remover, le habían subido ya los colores e intentaba salir de ahí sin éxito.
Poco a poco, empezó a sentir su cálido aliento aproximándose cada vez más a ella, haciéndole sentir escalofríos. Itachi seguía acercándose, hasta el segundo en que juró sentir el roce de sus labios, a unos escasos milímetros de tocarse.
—¡Itachi-san!—Tocaron a la puerta unos grandes y fuertes puños—Es hora de partir.
El nombrado fue abriendo los ojos pausadamente, molesto. Mirándola por última vez y dejando caer la cabeza en el pecho de ella. Alice logró escuchar un largo suspiro por su parte, pero a ella le costó lo suyo no estallar en risas, además de estar un poco nerviosa por lo que podría haber sucedido.
Al fin, Itachi se incorporó; Cogió la mano de Ali y la ayudó a hacer lo mismo. Para ser sinceros, a él no se le veía con muchas ganas de irse de misión, realmente.
—¿De misión?—Preguntó la pálida chica un tanto confundida y curiosa—¿Adónde tienes que ir?
Itachi apartó el cabello de su cara y, posteriormente, la miró.
—Nada importante.—Cerró los ojos—Sólo por si ocurre algo...—Dijo, levantándose de la cama y colocándose la capa de la organización.
—¿Algo cómo qué?—Inquirió, alzando una ceja.
—Por si no sale bien la misión de Deidara y Sasori—Explicó—Les han dado a ellos la tarea de Suna.
«¿Qué? ¿He oído bien?» Expuso en su interior «No, no puede ser...»
Se acomodó bien la capa y se la abrochó. Acto seguido, se giró hacia ella para contemplarla, y ésta, ya estaba de pie justo a sus espaldas, con una mirada un tanto hostil.
—¿Qué ocurre?—Interrogó extrañado.
Ella suspiró.
—No, nada...—Respondió, dirigiéndose hacia la puerta con pensamientos en mente.
Itachi salió también y cerró la puerta tras de si, asegurándola con llave.
—...Hasta la próxima, Yuki.—Le dedicó una leve sonrisa, provocando que el rostro de la pálida Ali se tornara de un color rojizo.
—Hasta luego...
Pero era hora de actuar.
Ella ya estaba en su puerta, apuntísimo de entrar y tumbarse en la cama para analizar todo lo que estaba por suceder; Tenía que hacer algo inmediatamente e ir a contárselo a su compañera. Y si ella les dice de ir a la misión, lo más seguro es que la ataran con cuerdas para que no intentara escapar o, que Pein, realmente la azotara.
Es más, tiene que ir ya a avisarla.
Rápidamente desvió su ruta y se fue hacia el salón, con la suerte de intentar encontrarla y, bingo; Ahí estaba.
—¡Yuki!—Exclamó meneando su mano al segundo de verla.
Maica se veía feliz, tan feliz como siempre. Eso no podía ser, no tendría que ser así. A no ser que no lo supiera y estuviera ignorando este hecho tan importante y crucial.
«Mierda y mil veces mierda.»
—Misaki, escúchame atentamente...—Le habló severa, intentando que supiera cuanto antes lo que pasaba.
—¡Nos vamos sin ti!—Escuchó a un albino gritar desde fuera.
—¡Esperad!—Dio voces ella también—Lo siento, me tengo que ir ya, Ali.—Le dijo—Todos los demás ya se han marchado.
—No, Maica.—Expuso preocupada y seria—Sasori y Deidara...—Susurró, agarrándola del brazo para contárselo.
—¡Quieres venir de una maldita vez!
Hidan apareció, molesto y metiéndole prisas a su amiga para marcharse. Siempre era tan oportuno el muy cabrón...
—Mai.—Frunció el ceño—¿Y Pain?—Preguntó.
—Detrás de ti.—Dijo señalando con su dedo su espalda.
Efectivamente; Estaba justo detrás de ella, examinando con su rinnegan todo a su alcance y al segundo, posándolos en ella.
—Quiero que se quede aquí conmigo.—Habló, fría.
—Te diré lo mismo que a ella...—Cerró los ojos que, tras unos segundos, los abrió para volver a mirarla—No.
—Entonces iré yo.—Manifestó.
Pain la observó y ella hizo lo mismo, de una forma desafiante y maliciosa.
—Si me quedo—Empezó a hablar—, quién sabe lo que le podría pasar a la base...—Dijo sarcásticamente y con una sonrisa traviesa.
—Por eso Tobi se quedará contigo.—Sonrió el líder, arrogante.
—¿Qué?—Habló, abriendo los ojos al máximo.
—¡Vamos!—El Jashinista a fin de cuentas, acabó por venir él mismo y llevársela a cuestas, para no tardar más y no llevarse más sermones de su compañero, el adorador de dinero.
—¡Hasta pronto, Yu-chan!—Se despidió su amiga, sonriente.
A fin de cuentas, no se lo pudo decir. Y ella sabía, que esta vez, Pain no cedería.
«Mierda, no puede ser verdad...» Caviló.
Estaba llena de rabia. Sin más, Alice cerró el puño con tal fuerza como para provocarse el sangrar de su mano y hacerla caer por sus finos dedos. Pero, alguien por detrás de ella se las agarró y apoyó un brazo en su cabeza.
—Lo siento, pero parece ser que nos quedaremos solos un tiempo.—Sonrió con astucia.
—Madara...
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Aquí el capítulo 24, espero que os guste.
Y bien...¿Qué os ha parecido? ¿Habéis odiado a Kisame en ese momento? Imagino que a unas cuantas sí...(¬‿¬) Vale, comentadme este capítulo.
¿Y ahora que Madara y Alice se van a quedar solos, qué ocurrirá? Es un poco bastante peligroso eso...
Si hay suficientes comentarios y votos, publico el siguiente capítulo mañana, por eso he adelantado este un día antes. Gracias por los +9000 leídos, sin vosotros esto no sucedería, de verdad, gracias.
¡Hasta la próxima!