Gay Panic |Chaesoo| Editando.

By _DamaEscritora_

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El amor es un hito de desastre que te eleva y te suelta haciéndote golpear muy fuerte. Ya estaba cansada de s... More

PRÓLOGO
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 5
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
CAPÍTULO 30
CAPÍTULO 31
CAPÍTULO 32
CAPÍTULO 33
CAPÍTULO 34
CAPÍTULO 35
CAPÍTULO 36
CAPÍTULO 37
CAPÍTULO 38
CAPÍTULO 39
CAPÍTULO 40
CAPÍTULO 41
CAPÍTULO 42
CAPÍTULO 43
CAPÍTULO 44
CAPÍTULO 45
CAPÍTULO 46
CAPÍTULO 47
CAPÍTULO 48
CAPÍTULO 49
CAPÍTULO 50
CAPÍTULO 51
CAPÍTULO 52
CAPÍTULO 53
CAPÍTULO 54
CAPÍTULO 55
CAPÍTULO 56
CAPÍTULO 57
CAPÍTULO 58
CAPÍTULO 59
CAPÍTULO 60
CAPÍTULO 61
CAPÍTULO 62
CAPÍTULO 63
CAPÍTULO 64
CAPÍTULO 65
CAPÍTULO 66
CAPÍTULO 67
CAPÍTULO 68
CAPÍTULO 69
CAPÍTULO 70
CAPÍTULO 71
CAPÍTULO 72
CAPÍTULO 73
CAPÍTULO 74
CAPÍTULO 75
CAPÍTULO 76
CAPÍTULO 77
CAPÍTULO 78
CAPÍTULO 79
CAPÍTULO 80
CAPÍTULO 81
CAPÍTULO 82
CAPÍTULO 83
CAPÍTULO 84
CAPÍTULO 85
CAPÍTULO 86
CAPÍTULO 87
CAPÍTULO 88
CAPÍTULO 89
CAPÍTULO 90
CAPÍTULO 91
CAPÍTULO 93
CAPÍTULO 94
CAPÍTULO 95
CAPÍTULO 96
CAPÍTULO 97
CAPÍTULO 98
CAPÍTULO 99
CAPITULO 100
CAPÍTULO 101
CAPÍTULO 102
CAPÍTULO 103
CAPÍTULO 104
CAPÍTULO 105
CAPÍTULO 106
CAPÍTULO 107
CAPÍTULO 108
CAPÍTULO 109
CAPÍTULO 110
CAPÍTULO 111
CAPÍTULO 112
CAPÍTULO 113
CAPÍTULO 114
CAPÍTULO 115
CAPÍTULO 116
CAPÍTULO 117
CAPÍTULO 118
CAPÍTULO 119
CAPÍTULO 120
EPÍLOGO
NOTA

CAPÍTULO 92

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By _DamaEscritora_

La sensación de irrealidad cubría a todos los amigos y familiares de Jisoo en la sala de espera. El dolor y la tristeza era lo único que sentían en sus corazones. La desesperanza y la impotencia por no haber estado ahí para ayudarla a tiempo les provocaba enojo y frustración a todos. No encontraban el consuelo en nada, por lo que todos se daban golpes de pecho, sin embargo, había alguien que lloraba a flor de piel sintiendo que su cuerpo le quemaba en todas partes; esa era Rosé, quien permanecía sentada ahogada en lamentó en su silla de ruedas viendo hacia la puerta de la sala de operaciones, rememorando en su mente el momento preciso en que su joven esposa la protegió a ella y a su hija hasta la última instancia, sin importarle nada más, las salvo a ella y a su hija. Se culpaba por no haber llegado más rápido junto a ella, tal vez sí hubiese accionado el botón de emergencia más rápido, o sí tal vez hubiera llamado a su familia apresuradamente, hoy su gran amor estaría a salvo, tantas idas y venidas acerca de las posibilidades, pero ninguna válida para Jisoo; ya que nada impidió que la hubieran lastimado de gravedad.

La rubia no sabía que hacer, se le dificultaba respirar a causa de las heridas que aún no sanaban en su cuerpo, pero esa no era la única razón, era la "posibilidad" de perder a su media mitad, a la única persona que la ha amado de verdad y por sobre todas las cosas. Jisoo fue la primera persona que amo las imperfecciones en su alma y en su cuerpo, la única que le dió el valor como ser humano, aquella que la impulsaba a salir adelante, a amarse por si misma, aquella que la apoyaba en todas las circunstancias, aquella que le dió todo lo que siempre quiso, aquella mujer se encargó de reconstruir su corazón, cuidarlo, y llenarlo de amor; la mimaba y la consentía siempre, sin importarle nada. Rosé la adoraba, pues Jisoo era su inspiración, su musa, la voz que la llamaba en la oscuridad, representaba todo para ella, y sin su pareja, sentía que estaba perdiendo la voz; ya había pasado por dos ataques de ansiedad y tuvieron que aplicarle un par de calmantes; primero cuando vio a Jisoo cubierta de sangre agonizando en el suelo, y luego, cuando los médicos dijeron que debían operarla de emergencia. El diagnóstico de la pelinegra era desolador, pues la primera bala que impacto en su cuerpo fue a dar a su hombro derecho, y la segunda fue a parar a su columna; Jisoo no tenía esperanzas de sobrevivir, y según el diagnóstico médico y las palabras de su gran amiga Jeongyeon, si lograba sobrevivir al procedimiento seguramente no podría volver a caminar de nuevo, todas esas palabras consumieron a Rosé, le daba pánico imaginarse una vida que no involucrará a Jisoo, la amaba con todo lo que representaba su espíritu, todo de ella le pertenecía a la más pequeña de las Kim. Un vacío se plasmó en su pecho y se sintió morir al instante, no podía concebir verla lastimada de ninguna manera, le dolía, dolía mucho.

Ya habían pasado más de seis horas desde que la pelinegra había entrado a cirugía de emergencia y aún no tenían ninguna respuesta por parte del equipo médico. Está vez la jefe de cirujanos Jeongyeon no intervino en el proceso, pues no estaba en turno esa noche y cuando sé enteró del suceso fue demasiado tarde para poder involucrarse. La madre de Jisoo, Irene, sufrió un desmayó en cuanto se enteró que le habían disparado dos veces a su hija menor. La mayor de las Kim ya había sufrido mucho en los últimos días por todo lo ocurrido, estaba nerviosa y en vela esperando noticias de su hija. Jennie estaba intranquila y al igual que los demás sus lágrimas eran desbordantes y desconsoladoras. Jihyo quería gritar de enojo, ya no le bastaba caminar de un lado a otro, el dolor de imaginarse una vida sin su mejor amiga, la hacia desesperarse.

Una hora más pasó, y un médico salió a brindar noticias sobre el procedimiento que se le realizó a la pelinegra. En cuanto el grupo visualizó la salida de la cirujana a cargo, corrió hacia ella con afán.

─Soy Emilia Song, la cirujana a cargo del procedimiento de la señorita Kim. ─se presentó haciendo una leve reverencia. Dahyun gruñó de irá, odiaba a esa mujer por pretender a su prometida, y justo ahora, debía agradecerle por atender a una de sus mejores amigas.

─¿C-Cómo está mi hija, doctora? ─preguntó Irene, temblando. Sus ojos rojos y tez pálida, resaltaban demasiado. Jennie le tomaba la mano con fuerza, y Seulgi la abrazaba por la cintura sosteniéndola. Irene estaba muy débil.

─La señorita Kim sufrió un ataque cardíaco y tuvimos que reanimarla durante el procedimiento varias veces. ─suspiró Emilia. Rosé lloró con tristeza y dolor ¿Como podría lidiar con tantas malas noticias? ¿Como lo había hecho Jisoo antes? ─Pudimos extraer la bala del hombro sin problemas, sin embargo, la que estaba incrustada en la columna vertebral supuso un reto, comprometía varios nervios indispensables del movimiento... fue un proceso muy complicado y delicado, pero luego de varias horas logramos retirarla. ─se oyó un suspiró grupal. ─Sin embargo. ─una punzada atravesó el pecho de la rubia ¿Porqué siempre hay peros? ¿Por qué? ─Está muy delicada, y le hemos inducido el coma, aún no sabemos si sobreviva, el golpe que le dieron cerca de la cabeza le género un trauma cerebral, no podemos permitir que se mueva, quedaron fragmentos de bala en su cuerpo que por ahora no podemos retirar, ella debe descansar, y luego reprogramaremos una nueva cirujía para terminar de extraer los fragmentos restantes, su cuerpo debe recuperarse un poco... está muy débil.

Las palabras más dolorosas que cualquier persona podría oír sobre alguien que quiere sinceramente. Sollozos, gemidos y lamentos eran los únicos que se escuchaban en la sala.

─¿P-Puedo verla? ─preguntó Rosé en un hilo de voz. Nerviosa, tiritando y con el cuerpo helado.

─Por ahora no, ella deberá estar bajo supervisión lo que resta de la mañana. ─los ojos de la rubia se llenaron de lágrimas de nuevo y se llevó una mano al pecho, le dolía, le ardía y le quemaba. Necesitaba ver a Jisoo. ─Lo siento mucho, pero es todo por ahora... me retiró. ─hizo una reverencia y se dió la vuelta, sin embargo, Jeongyeon se apresuró a detenerla tomándola del brazo.

─Gracias, Emilia... muchas gracias por ayudar a mi amiga. ─dijo Jeong con un nudo en la garganta, y la otra cirujana se sonrojó. Dahyun veía la escena con una sensación agridulce recorriendole el cuerpo, pues los días que estuvo acompañando a su amiga en el hospital, se dió cuenta de las dobles intenciones de Emilia para con su pareja, pero ahora no era el momento, no podía estallar, pues Jisoo ocupaba la mayor parte de su mente y su corazón. ─¿Podría asistirte en la próxima cirugía, por favor? ─pidió la Jefe de cirujanos con los ojos aguados. Emilia moría por abrazarla y consolarla, era la primera vez que la veía frágil, pero tan solo se limito a decir.

─Claro, jefe Suwon. ─rozó su mano y Jeong asintió con una leve sonrisa que dejó encantada a la pelirroja, su corazón comenzó a latir muy rápido. ─Te veré luego, intenta descansar. ─Emilia le guiño un ojo, y se marchó por donde regresó.

─Mi pequeña... mi pequeña niña ¿Por qué siguen haciéndote tanto daño? ¿Por qué?─musito Irene, y a los pocos segundos perdió la conciencia. Seulgi la atrapó en sus brazos evitando que cayera al suelo y su hija mayor gritó para que alguien viniera a atender a su madre.

Rosé lloraba con brío, le dolía el alma y el corazón. Necesitaba a Jisoo a su lado; hablándole, tocándola o sonriéndole, pues para ella nunca le habia supuesto una tarea fácil alejarse de su pelinegra, ya que la ponía inestable y le generaba mucha ansiedad el no tenerla a su lado; su paz era la más pequeña y justo ahora no podía ni siquiera verla unos instantes. Comenzó a hiperventilar y a desesperarse, ya no podía más con la presión y la incertidumbre; se clavó las uñas en las piernas con fuerza mientras se repetía mentalmente lo mucho que anhelaba volver a ver esos ojos negros perderse en ella. Estaba cayendo en la locura a causa de un corazón roto, y a la ideación de las posibilidades. ¿Jisoo se salvará? ¿Volverán a estar juntas de nuevo? ¿Despertará? ¿Al fin podrían vivir en paz? ¿El odio de otros acabaría alguna vez? ¿Que hacer para ayudarla? ¿Como ayudarla? ¿Que pasaría con su hija? ¿Ambas saldrían victoriosas? ¿La dejarían sola? ¿Se quedaría sola? ¡No! ¡Debían volver! ¡La rubia odia la soledad! Quería dejar de pensar y, aferrarse al cuerpo de su pareja, quería que Jisoo la abrazara con fuerza como solo ella sabía hacerlo, quería ver sus labios en forma de corazón acercarse a su rostro, quería verla sonreír otra vez pues la sonrisa de su esposa era su talón de Aquiles. Anhelaba verla saludable de nuevo.

─Mi amor... no puedes dejarnos, no ahora. Te amoooo tanto que duele ¡Tienes que volver con nosotras! ─gritó con toda su energía, esperando que su voz llegará hasta los oídos de su joven esposa. Sus manos temblaron en exceso, se aferró al reposa brazos de la silla con fuerza, no respiraba, cayó al suelo apretandose el pecho con fuerza, al instante otro grupo de médicos tuvo que intervenirla. La sedaron y la llevaron a su habitación con rapidez. Rosé aún no había sido dada de alta, y luego de que se tirará de la camilla para ir en busca de Jisoo intentando ayudarla, sus heridas volvieron a abrirse a causa del golpe. Debía guardar reposo o no mejoraría.

─¡Maldición! Ésto no puede estar pasando, no puedo seguir viendo a mi hija así. ─gruño Maison Park dándole un manotazo a la pared. ─¿¡Cómo es posible que pasén estás cosas!? La policía no hace lo suficiente por atrapar a esos bastardos ¡No puedo soportarlo más!

Él tenía razón, pues hasta ese momento no había rastro de Lay Zang y mucho menos se sabía sí el había sido el responsable del ataque hacia a la familia Kim Park. Luego de que atendieran a Jisoo, el equipo médico notó que los guardias que custodiaban la puerta no se respiraban, resultó que los guardias que las custodiaban murieron a causa de la inyección de un veneno, es por eso que esa noche Jisoo pensó que se habían dormido y obvió por completo la realidad de la situación. Los hombres de seguridad ni siquiera tuvieron la oportunidad de luchar y hacer su labor, cuando gracias a las cámaras de seguridad, se identificó que los tomaron de espaldas y les inyectaron el líquido letal, es por eso que la menor de las Kim tuvo que defender a su familia sola, herida y con toda la energía que tenía su cuerpo.

─Los hombres que hirieron a Jisoo ya fueron procesados, sin embargo, niegan tener nexos con Zang, pero tampoco han dicho para quien trabajan. El detective que lleva el caso no los dejara en paz hasta que digan algo. ─aclaró Moonbyul mientras abrazaba a una Yeri desconsolada.

─¡Carajo! ¡Qué los torture si es necesario! ¡Tienen que hablar! ─bufó Masón Park.

─Cariño, haz algo por favor. Roseanne y nuestra nieta siguen en peligro, no podemos permitir que algo malo les vuelva a pasar. Solo mirá cómo se puso nuestra niña, está recayendo, y eso no lo podemos permitir cuando ya se estaba recuperando. Haneul la necesita mucho. ─rompió en llanto la señora Park, y Alice la abrazó muy fuerte.

El desconsuelo y la desesperación por tener respuestas alteró a todos los presentes, se miraban unos a otros en busca de ideas que pudieran ayudarles a dar con el paradero del responsable e intentar brindarle seguridad a la familia Kim Park.

─Voy a hablar con el Ministro ahora mismo, y voy a contratar a mil investigadores privados si es necesario... ¡Esté asunto debe aclararse de una buena vez! ¡No más! ¡No lo resisto! ¡Si tengo que hacer justicia por mi mano lo voy a hacer! ¡No voy a tener piedad con nadie! ─explotó el señor Park elevando los brazos con enojo y se retiró a paso veloz.

─Todo esto es demasiado extraño... Lay Zang no hubiera mandado a nadie para hacerle daño a Haneul. No tiene sentido. ─expresó Jihyo con enojo mientras se limpiaba un par de lágrimas. Dahyun entristeció y fue a abrazarla. ─No lo entiendo, Jichu es de las mejores personas que existen, ella no se merecía nada de esto, no puedo, no concibo que esté pasando por ésto. ─Tzuyu veía la escena con tristeza desde atrás, sin embargo, no se atrevió a consolar a su esposa y apartó la mirada con rapidez. ─¡Es tan injusto! ¡Maldición! ¡Pobrecita! ─aprovechó para desahogarse y lloró sintiendo un dolor desgarrador en el pecho. No sólo por Jisoo, sino también por sus problemas personales, necesitaba la compañía, los consejos y el consuelo de su mejor amiga y precisamente ahora, ya no los tendría en mucho tiempo ¿Que haría ahora?

─Vamos a averiguar quién fue el hijo de puta que le hizo a nuestra amiga. ─esa fue Nayeon uniéndose al abrazo junto a sus amigas. ─Pobre Soo, maldición. ─las tres se abrazaron con fuerza. Eda se cubrió la cara con las manos al ver la escena, se sentía muy triste por todo lo ocurrido, y se escondió a llorar en el cuello de Nathan.

─¿Pondrían quedarse aquí un momento? Tenemos que ir a ver cómo está mi madre. ─se pronunció la ojos de gato, y las amigas de su hermana menor asintieron al instante. ─No tardaremos, llámenme muy rápido si algo le ocurre a mi hermanita. ─finalizó, y tomó camino junto a su esposa.

─Nini, estás muy fría, mi amor. ─mencionó Lisa quitándose su abrigo. ─No puedes descuidarte, mi vida. ─le puso el abrigo en medio de un nudo en la garganta; su esposa había tenido algunas recaídas a causa de su enfermedad, y no se las comunicó a tiempo. Lisa se sentía muy conmocionada por toda la situación, pero más allá de eso, la preocupación por la salud de su esposa la mantenía alerta, tanto así que no la habia dejaba dormir bien las últimas noches. Jennie no quería agravar más la situación y preocupar más a su madre, pues Irene ya tenía suficiente con lo que le estaba ocurriendo a su nieta, y su hija menor.

─Gracias, cariño. ─Jennie le dio un piquito a la más alta. ─Con la prisa me olvidé de traer mi abrigo y mi bufanda.

─Mi amor, lo mejor es que te vayas a descansar, estás muy pálida, y luces muy cansada. ─Lisa le acarició el cabello con delicadeza, en medio del dolor de una punzada en el pecho; tenía miedo, mucho miedo al pensar en que algo muy grave le pasará a su esposa, pensar en una vida sin tu media mitad te hace entrar en pánico.

─No me pidas eso, por favor. No puedo abandonar a mi hermana, necesito saber que está bien, y-yo... ─la más baja rompió en llanto y su esposa la envolvió en sus brazos, intentando consolarla.

─Lo sé, amor, lo sé. ─los ojos de la tailandesa se llenaron de lágrimas. ─Estoy igual de preocupada que tú por ella, pero no vas a quedarte aquí, no voy a negociar eso, estás enferma, y debes cuidarte también. Los niños te esperan, y estoy segura de que si tú no te vas a casa, Irene tampoco lo hará y también necesita guardar reposo. ─Jennie negó entre lágrimas y Lisa la abrazó más fuerte. ─Hazme caso, bebé, por favor. Yo me quedaré aquí todo el tiempo que sea necesario y si surge algo te avisaré, te lo prometo. Estaré más tranquila si sé que estás en casa descansando junto a los niños. No quiero que te pase nada malo, mi vida, entiendeme, por favor... no puedo verte mal, me duele mucho.

Jennie no respondió, tomó las mejillas de la más alta, y unió sus labios en busca de consuelo. Necesitaba un poco del calor que solo Manoban podía transmitirle en ese pequeño acto.

─Te amo mucho, princesa. ─mencionó Lisa dejándole un besito en la frente. ─Mucho.

La ojos de gato se aferró al cuerpo de su esposa abrazándola por la cintura, y así ingresaron a la habitación dónde se encontraba Irene. Una madre desconsolada y preocupada, fue lo primero que la pareja visualizo. El corazón de Jennie se quebró, ya no podía soportar ver a su madre consumida en el dolor, y tampoco podía concebir que su hermana menor sufriera tanto innecesariamente, se sentía impotente por absolutamente todo.

─Hijita. ─musito Irene, y la mencionada se acercó a abrazarla. La mayor la abrazaba con fuerza, mientras acariciaba su cabello con delicadeza. ─Debes irte a descansar hijita, sí te llega a pasar algo a ti también no podría soportarlo. Debes guardar reposo, mi amor.

─Vamonos juntas a casa, mamá. ─mencionó Jennie separándose del abrazo.

─No, no, no voy a dejar a mi pequeña. ─Irene se rehusó inmediatamente. ─Quiero estar con ella, quiero ser la primera en verla...

─Mamá, hazme caso, acompáñame. Lisa se va a quedar aquí al pendiente de todo. No quiero irme sola a casa, anda, acompañame. ─dijo en un hilo de voz. ─Sabes que a mi hermana no le gustaría verte así, luces muy agotada. Vámonos, regresaremos cuando estemos más recompuestas.

Irene se mordió el labio inferior, y en contra de los deseos de su corazón, decidió acompañar a su hija mayor a casa. Por otro lado, Lisa tomó asiento junto al grupo de amigos de Jisoo en espera de noticias.

─Hey, Alice. ¿Cómo siguió Rosie? ─preguntó Lisa.

─Sedada, se le subió la presión. ─contestó tomando asiento a su lado. ─Todo ésto es muy difícil, ya estaba siendo lo suficientemente complicado con Haneul y ahora Jisoo esta pasando por ésto. Rosie está desesperada... es muy frustrante, no sabemos que hacer para ayudarla.

─Oh Bae, lo siento tanto. ─dijo Lisa abrazándola, sus lágrimas y las de su amiga no dejaban de salir. En ocasiones un abrazo reconforta incluso a las almas más quebrantadas.

Cuando las palabras dejan de ser consuelo, el silencio retumba como una daga atravesando la piel. Un par de horas más concurrieron y al fin pudieron ver a Jisoo salir, las lágrimas de sus amigos aumentaron al verla así; boca abajo, entubada y con su espalda alta y cuello cubiertos de vendas. Jihyo, Yeri y Lisa fueron de las primeras en acercarsen a ella; el equipo médico dirigía a la pelinegra a una habitación de cuidados intensivos aproximadamente a las cinco de la madrugada, las chicas esperaron pacientemente mientras terminaban de acomodarla, y luego solicitaron el permiso para verla, en este caso Jeongyeon intervino y nadie les negó pasar.

─Jichu, estamos aquí contigo... ─se pronunció Jihyo tomando la mano de su mejor amiga con delicadeza. ─No me iré a ninguna parte, no te voy a dejar sola... no debí dejarte sola ayer, fui tan idiota. ─sus ojos se llenaron de lágrimas.

─No puedes permitirte dejar de luchar, cariño, no puedes... te quiero muchísimo, Jisoo. Te vas a poner bien, lo harás. ─esa fue Yeri, hablando entre lágrimas y con una punzada en el pecho. Aunque nunca se lo dijo a Jisoo, ella la amaba con todo el corazón, era un amor sincero e incondicional que la esperaría por siempre, un amor humilde y respetuoso, el tipo de amor que entendía y aceptaba que la pelinegra solo amaba a Rosé, pero aún así, su corazón siempre latiria por ella. Amaba a Moonbyul, pero nunca como la amaba a ella. Yeri guardaba un "te amo" con mucho dolor en su corazón, como un sentimiento prohibido para con Jisoo que jamás iba a ser correspondido.

─Chicken... ─dijo Lisa en un hilo de voz agachandose para ver el rostro de su menor. ─Tu familia aguarda por ti, no te vamos a dejar sola un instante, ¿de acuerdo? Ahora es el momento de que todos veamos por ti y eso haremos. Lo lamento, de todas las personas, eres la única que no merecía pasar por ésto. Ya has sufrido lo suficiente. Quiero que sepas que tú hija está bien, no le ocurrió nada malo gracias a ti, lo hiciste bien, pequeña. No te preocupes por nada, descansa y vuelve con nosotros lo más rápido que puedas, por favor. Te quiero mucho.

Uno a uno fueron pasando esa madrugada para dedicarle unas palabras de aliento a la menor de las Kim. Sin embargo, una rubia lloraba en sueños pensando en su esposa,  desesperada y con el cuerpo helado, las pesadillas la atormentaban silenciosamente a causa del shock de rememorar el momento preciso en el que le disparaban a su esposa.










































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