Final.

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Los telegramas llegaron más antes de lo que pensó pues al día siguiente de haberlos mandado su hogar tuvo pulcritud, su hacienda les recibió con el aroma de lavanda impregnado en los pisos y en las cortinas.

Cuando ambos dieron el primer paso dentro de su mansión sintieron como es que una nueva página se escribía en el pesado libro de su romance. Las sonrisas no faltaron al sentir aquella nueva ola que les anunciaba que todo estaba bien.

Jungkook tenía en sus brazos a Seungmin mientras cubría su pequeño rostro con una parte de la mantita, no quería que los rayos de sol le molesten cuando den su paseo de reconocimiento. Ah, que vida. Teniendo a su hijo en sus brazos y al amor de su vida a su lado, caminaban en el jardín para ambientarse al hogar que dejaron en pausa hace tiempo atrás. Que buena vida.

"¿Tu crees que a él le guste el jardín?" Pregunto Jungkook, aunque se habían apurado a llenar de flores el jardín que quemó, eran unos capullos que aún no reventaban.

"Le gustará mucho, algo me dice que amara vivir en esta hacienda." Sonrío Jimin recostando su cabeza en el hombro de su pareja. "Amara tanto estas tierras como yo."

Jungkook sonrío, su minuto de silencio fue roto ante los balbuceos de Seungmin. Le quitó la manta de la cara y le sonrío al ver sus ojos redondos que le miraban. Sintió una punzada en su corazón por el pasado que atormentaba su conciencia pues ¿cómo había podido creer que este niño que tenía en sus manos no era suyo? Si en cada peca de su nariz se asomaba el amor de su matrimonio. Pero la punzada fue olvidad en cuanto escucho la risilla de Jimin.

Vaya que le hipnotizada, le envolvía en una nube de amor profundo en donde solo podía pensar en Jimin.

"Hola mi amor." Hablo Jimin en un tono meloso mientras tocaba las mejillas de su bebé. "¿Cómo durmió mi príncipe?'

"Bien." Respondió Jungkook fingiendo una voz chillona solo para hacer reír a Jimin y vaya que lo logro.

Su omega era tan risueño que siempre andaba riendo con las mejillas rojas.

"¿Papá te está cargando bien?" Pregunto Jimin.

"Sí."

"¿Y que te parece la hacienda?"

"Me encanta mucho, pero me encantaría más tener una hermanita." Dijo. "Ah, Seungmin no sabía que querías compañía." Hablo haciendo su voz normal, ganándose carcajadas de Jimin.

El omega estaba sonrojado riendo, cuando creyó que su alegría había cesado le obsequió un beso en la mejilla a su alfa.

"Buen intento." Susurró en su oreja, luego se recostó una vez más en el hombro de Jungkook.

Disfrutando la compañía de su familia mientras miraba a las flores que apenas florecían en su jardín, no tardarían en mostrar sus pétalos y en atraer a colibríes. Jimin lo sabía.

Lo bueno tarda en llegar pero siempre llega.

Jimin soltó un suspiro cerrando los ojos, sentía paz y una seguridad enorme al estar cerca de su esposo, así debía ser y así siempre sería. Porque después de naufragar pidieron encontrar tierra firme en donde pasar su eternidad tomados de la mano.

Había pasado mucho, demasiado, fue una subida y una bajada por la colina. Recuerdos amargos, recuerdos sin sabor y recuerdos tan dulces como la miel. Ah, todo lo que les definía.

Una combinación de sentimientos fuertes que los dejaban en la fría marea o en el cálido césped. Un desastre total que era pintado con tonos amarillos.

Jimin sonrío con los ojos cerrados, los abrió y miro desde su lugar a Jungkook, sus pestañas, sus pupilas y sus lunares; amaba cada porción de su ser y estaba agradecido con poder admirar cada parte de su rostro. Estaba tan agradecido por amarlo, porque le ame.

Llorando se fue ; km omegaverseWhere stories live. Discover now