cincuenta y dos.

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Le parecía gracioso el volver a encerrarse en su habitación, le parecía nostálgico vivir en su habitación mientras su esposo existía en un plano lejano al suyo. Volvían al principio. Es que así era la vida, un bucle sin fin, no termina a menos que sepas diferenciar las rutas que está vez tomas. Jimin y Jungkook se habían encerrado en los mismos caminos en donde se cayeron e hirieron.

Que gracioso el amor, porque a pesar del rencor de sus corazones aún esa chispa se mantenía en su pecho, pero no les daba la gana hacer algo al respecto. Seguirían miserables viéndose de lejos y suspirando el nombre del contrario como si se hubiese marchado a la guerra.

"¿Quieres tomar un poco de sol, mi amor?" Hablo con un tono meloso a su bebé, le dio un beso en las mejillas y salió de su habitación cargandolo. "Tu papá no está así que tenemos que aprovechar."

Tomo una de las dos mantitas que su bebé tenía y lo envolvio para salir al jardín. Su rutina era aquella, encerrarse con su bebé y esperar a que Jungkook se fuera para salir al jardín. Era tan deprimente pero era lo que había, tenía que aguantar hasta que encuentre otro lugar para quedarse.

"¿Y que nombre te pondremos, bebé?" Susurró meciéndose mientras acariciaba las manitos de su cachorro.  "Debe ser uno tan lindo como tú." Rió respondiéndose.

Era pacifico estar de esa forma con su hijo, viendo las flores y sintiendo el viento en sus mechones. Solo ellos dos. Pero siempre faltaba alguien, el vínculo estaba incompleto.

Lo peor era la incertidumbre, Jimin no sabía si Jungkook también sentía aquel vacío. Y Jimin era masoquista, siempre se decía que a su esposo no le importaba, que no sentía el vacío. Pero era mentira pues el alfa tenía que recurrir a escapar para no reducirse a sus instintos.

Porque Jungkook quería ir con Jimin, abrazarlo y rogarle que le perdone, sus instintos le ordenaban hacerlo, pero su orgullo era más fuerte y no cedía. Por eso se perdía por horas en la calle, se sentaba en plazas a pensar o simplemente a existir, hacia todo para no reducirse a Jimin.

¿Y cuanto tiempo podría estar así? Ambos se sentían morir al estar tan cerca y tan lejos. Ya era hora de sanar.

Ya sufrieron mucho, ya cayeron las mismas veces. Fue suficiente.

Pero cuando el mar se volvía pacifico a lo lejos se asomaban nubes de lluvia.

Su tormento arribo en la tarde a Busan, con un toquido y soltando órdenes a diestra y siniestra se metió al hogar temporal de Jimin. Desde su habitación escucho mucho alboroto por lo que se asomó desde el balcón, encontrándose con los ojos de Minhee; la nueva pareja de Jungkook.

El pensamiento de sanar fue aplastado, su rencor y tristeza se pusieron encima. No era posible que Jungkook metiera a su amante a la misma casa en donde vive su hijo.

"Pero él no lo considera como su hijo." Se susurró al cerrar el balcón.

"¿Qué hago aquí?" Llevo su mano a su frente con frustración. "No hay nada para mí aquí, esta casa no es mía y ese hombre tampoco. Estoy rogando por un poco de piedad."

Era suficiente, prefería vivir con su madre y soportar su cantaleta diaria, a seguir siendo humillado por Jungkook. Que amor más doloroso.

No quería luchar más, se cansó de rogar por un poco de compasión, tomo sus maletas y comenzó a empacar.

Jungkook también se sorprendió al ver a Minhee en su casa, con un ceño muy fruncido veía todas sus maletas.

"¿Qué haces aquí?" Le pregunto al entrar a la sala de estar, ella y su prima le esperaban ahí.

"¡Jungkook!" Se le abalanzó para abrazarle, el abrazo no fue correspondido. "Te extrañe mucho."

"No respondes mi pregunta." La alejó de su cuerpo. "Hola Soojin." Saludo a su prima.

Llorando se fue ; km omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora