doce.

2.6K 396 201
                                    

Era el gran día, una pareja de palomas blancas posaban cerca de su ventana a lo que creyó que era una señal de la dicha que tendría este matrimonio. Jungkook se veía al espejo mientras ataba su corbata, una sonrisa siempre presente en su rostro, la ilusión impregnada en sus pupilas y el amor latiendo en su corazón.

Estaba ansioso, quería que los minutos volarán y para así poder comenzar aquel nuevo capítulo al lado de Jimin, el capítulo de los recién y felices casados, aquel que se pintaria de amarillo y colores vibrantes, aquel que colocaría la marca que los uniría por el resto de sus existencias. Sus almas serían una en unas cuantas horas, sus hilos se entrelazaran y formarán su corazón.

"Esa felicidad es deslumbrante, ¿eh?" Rió Mingyu mientras también ataba su corbata.

"La felicidad no se puede ocultar, mucho menos cuando palpita en mi alma."

"Pronto tendrás un esposo y aún siento como ayer creías haberte enamorado de Hani la hija de tu profesor."

"Esos eran amores pasajeros, iban y venían, con Jimin es tan distinto que..
" Suspiro. "No podía dejar pasar la oportunidad de convertirme en su esposo."

"¿Tu crees que Jimin haya tenido algún otro novio?"

"No lo sé, es probable por lo bello y encantador que es, pero eso no importa ahora, nuestros pasados son eso; pasado."

"Además que ese o esos exs, nunca llegaron a esta etapa con Jimin, ¿no?" Rió.

"Claro." Sonrío presumido, arreglando su cabello frente al espejo, sintiéndose un triunfador porque si había algún otro amor pasado en la vida de Jimin, él no había llegado a donde Jungkook. "Solo yo lo haré mi esposo, el padre de mis hijos y el dueño de mi vida."

"Todo un campeón." Dijo Mingyu sacudiendo los hombros de Jungkook.

Ambos alfas eran dichosos, uno por la felicidad de su mejor amigo y el otro por su felicidad propia, hacían bromas y brindaban por el innovidable momento que estaba por suceder. La felicidad de ellos era muy contrastante con las emociones que estaban en la casa de los Park.

La tristeza era lo único que se sentía en el aura de Jimin, se miraba al espejo con penuria mientras su mamá colocaba su velo sobre sus cabellos castaños. Las lágrimas caían haciendo surcos de pena en sus mejillas rosadas, no creyó que el día de su boda llegará tan rápido, fue en un parpadeo en el cual solo despertó con su velo al lado.

El balde de agua fría que se derramó en su cabeza le puso en su lugar, aunque de haya mentido por un largo y se haya dado ánimos, todo era una fachada que esté día se desmoronaba.

No quería esto, no quería casarse, no quería aprender a amar a Jungkook, prefería ser la vergüenza de su familia, prefería que su familia cayera en la deshonra.

"Por favor..." Susurro dandose la vuelta. Desesperado. "Por favor, no me dejen hacer esto."

Vio a sus familiares, a su madre, a su tía y a su hermana, les suplico con la mirada que lo salvarán. Pero nadie lo haría, Jimin estaba tan vendido que si hacían caso a su grito de auxilio serían aún más pobres por la deuda que cargarian.

Los deseos de Jimin no valían tanto como el honor familiar.

"Rosé, haz algo, por favor, habla con Jungkook y dile que no puedo casarme." Su desesperación era tanta que su voz se entrecortaba, su dolor era tanto que sus ojos eran rojos por las lágrimas.

"Lo siento, Minnie, pero no puedo hacer eso." Tomó el rostro de su hermano y limpio sus lágrimas, le dolía ver la desesperación en sus ojos, dolor hipócrita porque ella fue la causante de todos esto. "Deja de llorar, tendrás un buen esposo."

Llorando se fue ; km omegaverseWo Geschichten leben. Entdecke jetzt