uno.

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La mayor parte de su vida había sido gris, tiene muchos recuerdos agrios de su solitaria niñez, siempre había estado solo desde el día de su nacimiento; su madre había muerto el mismo día en el que le había dado a luz, siendo la primera quien se fue de su lado, su padre lo desprecio por ser fruto de sus aventuras con doncellas, desconociendolo como suyo y enviandolo lejos para que no manchara su perfecta reputación.

La vida había sido muy dura para Jungkook, casi toda su vida había sido pobre, había vivido en la miseria a pesar de tener un padre podrido en dinero, tan solo y tan desafortunado; creyó que de esa forma sería su vida para la eternidad, hasta que la suerte se asomó a su puerta. Un día recibió una carta donde le avisaban que su padre había enfermado gravemente y que quería verlo por una última vez, ante el llamado del padre que jamás lo quiso fue a sostener su arrugada mano en su lecho de muerte, siendo de compañía al hombre que lo dejo solo en su corta vida. Al parecer las manos calidad y callosas de su único hijo había ablandado su corazón, de esta forma el hombre viejo a punto de morir decidió dejarle a su hijo toda su fortuna, cambiando para siempre el rumbo de su destino.

De un día para otro, Jungkook paso de un pobre diablo que apenas tenía para sobrevivir a final del mes a ser el hacendado más rico del país, toda su vida cambio en un solo instante.

Era irreal.

Pero todo ese dinero no le había hecho feliz o menos solitario, siempre le faltaría la calidez de una persona especial.

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Entre los asuntos de un hombre recién heredado estaba ponerse al día con todas sus cuentas, tras heredar una gran fortuna también heredó grandes responsabilidades.

Jungkook era un hombre de campo, siempre lo fue, había vivido ahí y también trabajo en pueblos como su médico de confianza, así que convertirse en un hacendado no le iba mal pues ya sabía cómo era aquella vida. Como hombre de campo eran pocas las veces en las que iba a la ciudad, pero la situación lo ameritaba, necesitaba reunirse con su contador para estar al día con todas sus cuentas y deudas.

Se sentía agobiado, estresado y ansioso por todos los cambios repentinos que había tenido su vida, el viaje a la ciudad logró cambiar aquel manojo de emociones en su estómago. Desde su asiento se distraía mientras veía a la aristocracia pasar por su lado, mujeres con vestidos preciosos y extravagantes, hombres con el traje más costoso y el sombrero más alto caminando con el mentón en alto, todos iguales; de cierta forma.

La aristocracia tenía aquella mirada que los distinguía, siempre miraban a todos por debajo de sus hombros, eran presumidos, eran narcisistas, creían que el mundo era suyo y que solo ellos importaban, su padre era así y mucha de la gente con la que se topó también. Era malo generalizar, pero eran suficientes como para hacerlo.

Su pensamiento sobre la aristocracia se desvaneció en cuanto sus redondos ojos se posaron en alguien en particular, alguien que brilló más que la costosa joyería de las mujeres que pasaban por su lado. Su atención había sido robada por un hombre castaño, de ojos alargados, nariz pequeña y labios rechonchos, su atención a aquel ser tan hermoso fue tanta que no pudo evitar asomarse por su ventana, siguiendo con su mirada y cabeza a aquel hombre precioso de cabellos cafés; el hombre a quien observaba no le había prestado atención, no sintió la pesada mirada de él. Pero no importó, Jungkook solo quería verlo.

Era tan sencillo y tan precioso, deseo volver a verlo una vez más. Deseo siquiera toparse con él en alguna plaza, solo para observarle y tal vez para preguntarle por la dirección de alguna calle.

Como un adolescente se mantuvo pensando en aquel hombre, sonriendo de vez en cuando al recordar sus cachetes tan redondos, hasta sonrojandose al pensar que podrían encontrarse en la pequeña gran Busan.

Llorando se fue ; km omegaverseWhere stories live. Discover now