dos.

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Los rumores sobre la llegada de Jungkook no se hicieron de esperar, las voces corrieron por todas las calles acarreando su nombre y su fortuna, a este punto ya todos sabían que era el heredero de Jeon Dongyul caminaba por las calles de su ciudad, resolviendo algunas cuentas y descansando de la ajetreada vida del campo.

Jungkook era un nuevo rico, todo esto era extraño para él; toda la responsabilidad que el dinero le había traído le sorprendió, le hubiera gustado tener algún guía más allá de su fiel amigo Mingyu en esta nueva travesía en su nueva vida, hubiera querido tener los conocimientos de su padre; de aquel brusco, mal hombre que lo había echado a patadas de sus tierras porque era solamente el bastardo que había tenido de una de sus aventuras en la cama de una mujer del paso y ahora aquel bastardo producto de una aventura se había quedado con la fortuna de aquel hombre que ni una sola vez se había preocupado por él, tal vez era su suerte; la vida le había pagado por todas las lágrimas que le había hecho derramar a su joven edad.

Algo cruel y cierto era que ser millonario le facilitará toda la vida, ahora que pertenecía a los pudientes y no tenía que preocuparse por lo que sea que tuviera que comer al día siguiente podía preocuparse por el omega que acompañaría su vida, podía pensar y preocuparse por encontrar al compañero de su eternidad.

Se sentía algo tonto al pensar en aquello, pero había sido un deseo desde que era un pobre diablo que apenas podía pagar la renta de su hogar, siempre había deseado tener una familia y a alguien que le amara con todo su corazón. Al crecer con nadie a tu lado anhelas más que nada tener la calidez y el amor de una familia, deseas amor, cariño y comprensión, ese había sido su más gran sueño que ahora al tener su vida acomodado y sin preocupaciones podía cumplir. Al pensar en su futuro compañero no podía evitar pensar en aquel castaño de ojos lindos, aquel hombre que le había robado el corazón y se había incrustado en sus pensamientos.

Desde aquella vez que choco con aquel castaño no ha dejado de pensar en él, pensaba en él incluso en sus sueños pues aquellos bellos y rasgados ojos eran inolvidables, aquel aroma y aquella voz eran inolvidable, pensaba en él más aún cuando parecía que se lo encontraba en cada esquina. Fueron tantas las veces en las que se había encontrado con su perfil que le fue difícil no preguntar sobre su identidad, descubriendo el nombre del dueño de sus pensamientos, Park Jimin un precioso omega que no dejaba su cabeza.

Fueron muchas las veces en las que Jungkook se encontraba deseando volver a verlo de cerca, así podría hablarle y escuchar su voz una vez más, pero no había sido posible volver a topárselo en alguna plaza de Busan, siempre que lo veía estaba con una alfa que resultó ser su hermana mayor o con una de sus familiares, nunca encontró el instante perfecto para hablarle, deseaba que en algún momento pudiera volver a hablarle.

Parecía que las recompensas de la vida y la buena suerte aún permanecían a su lado, o tal vez solo era el diablo tentandolo con el camino más fácil el cual llevaba a las llamas del sufrimiento, pero jamás podría saberlo.Ya que tenía algo específico que arreglar en la ciudad y eran las cuentas del administrador de su difunto padre, había faltado una buena cantidad de dinero y aquello le había llevado a una disputa muy elevada con el hombre que manejaba su dinero.

"Si no repones todo el dinero que falta te irás a la cárcel, no voy a perdonar a un ladrón que se ha servido del dinero de mi padre todos estos años." Dijo con tranquilidad, veía en el rostro de aquel hombre puro miedo.

"Por favor, señor, tengo una familia, por favor." El temor le llevó al punto de arrodillarse frente a Jungkook para pedir su compasión.

"Debió pensarlo antes de usar el dinero de mi padre a su antojo."

"Por favor, le pagaré hasta el último centavo, pero ahora en serio que no tengo nada, acabo de prestar una cantidad considerable a la señorita Park Roseanne." Se levantó del piso, aun suplicando la compasión de Jungkook. "La cantidad es grande, tanto que la señorita tuvo que dejar la escritura de la casa de su padre como garantía, cuando ella me devuelva el dinero yo-" Fue interrumpido.

Llorando se fue ; km omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora