cuarenta y dos.

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Azotó contra la puerta de su habitación cual huracán, llevándose todo con su ira inmensa, destruyendo el mundo que conocía y la poca paz que le había acompañado. Jimin salto en su lugar ante la presencia tan abrupta de Jungkook, aún así le sonrío queriendo mostrarle la pequeña ropita que tejía para su bebé; sonreía aunque la cara de Jungkook sea la de un mismo demonio el cual buscaba con terminar con todo.

"¿¡Cómo pudiste!?" Tomo al omega con toda su fuerza de los hombros, levantandolo de su asiento para encargarle toda la miseria que le había concedido.

"¿Qué pasa Jungkook?" Se preocupo, hace mucho que no había visto a su esposo convertirse en un perro rabioso, ignoraba el por qué, no quería pensar que una vez más era por su culpa.

Solo quería paz.

Pero no la tendría al haber pecado tanto.

"¿¡Cómo pudiste traer a tu amante aquí!?" La mirada en Jungkook era roja, rojo ardiente perdido.

La acusación hizo que el mundo de Jimin se volteara una vez más, cayó a sus pies, todo se derrumbó y una vez más la palomita de paz volaba muy lejos de él, solo había el humo causado por el incendio que consumía parte de su piel y vida.

"¿Q-qué?" Tartamudeo, sosteniendo fuertemente entre sus manos el pantalón que había hecho para su bebé.

"¡Cha Eunwoo!" El nombre del amor, el nombre de su perdición. "¡Tu amante estaba aquí! ¿¡Cómo pudiste!? ¡Metiste a ese perro a mi casa, comió de mi mano y estrecho mi mano!"

"J-jungkook, y-yo-" No podría hablar, Jungkook no dejaría que se explicará porque lo único que quería era destruir, no quería oír solo arruinar.

Todo lo que construyeron se caía, es que las lágrimas no son un buen sostén, tampoco las mentiras y mucho menos los acuerdos unilaterales.

Estaban perdidos desde el primer momento, ¿por qué les sorprendía tanto el arruinarse con cada palabra?

"Te juro que yo no quería que se quede, le rogué para que se fuera." No había caso de seguir negando algo que Jungkook ya se enteró, solo quedaba explicar todo y tratar de arreglar todo lo roto; aunque las piezas estén esparcidas entre el pastizal.

"Eso es mentira." Dijo empujando a Jimin, soltandolo y haciendo que tambalee.

Jungkook le dio la espalda y trato de mantener su compostura, pero no podía cuando se lo llevaba el demonio, tiró todo lo que tenía cerca; una mesa, un florero y unas cuantas sillas. Jimin se mantenía a su lado sosteniendo la pieza de lana entre sus manos mientras lloraba tratando de calmar a su esposo, pero no pasaba nada.

"Nunca había conocido a un omega tan vil, tan mentiroso y poca cosa como tú." Dijo fuerte y alto mientras tiraba un florero, desrrozaria cada lugar que Jimin marco con sus manos; si pudiese también se sacaría el corazón y lo pisotearia.

"¡Te juro por nuestro hijo que Eunwoo llego por su cuenta!" Las lágrimas corrían por sus mejillas y los gritos de explicaciones vacías le hicieron creer que salvaría todo. Pero no era así.

"¿Mi hijo?" Soltó una carcajada, volteandose para tomar de la barbilla a Jimin, mirándole a los ojos le dijo: "¡El hijo de ese perro!" Y le soltó el rostro alejándose.

El alfa se alejó y el omega le persiguió, no podía quedarse así, tenían que arreglar todo; no podían renunciar tan fácil a la felicidad que tanto les había costado conseguir.

"¡Es tu hijo, Jungkook!" La desesperación en su grito era notable, incluso tan fuerte que era probable que toda la hacienda le haya escuchado rogando compasión.

Llorando se fue ; km omegaverseWhere stories live. Discover now