veintiocho.

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Creyó que el sentimiento dulce se apoderaria de su cuerpo y de su existencia, creía que viviría suspirando y peinando sus cabellos mientras recordaba los momentos cálidos, creyó que tendría un anhelo de volver a los brazos que fueron los primeros en abrazarle para un beso. Pero no fue así.

Nada era como Jimin lo creía e imaginaba.

Antes de casarse durante los días de su azotador celo pensaba en Eunwoo, imaginaba que eran sus manos las que lo tocaban, imaginaba que era él quien saciaba su necesidad, deseo y lujuria. En el pasado pensó que se volvería adicto al tacto íntimo de Eunwoo, pero la realidad del presente era distinta.

No se había vuelto adicto, no había un sentimiento cálido, no tenía ganas de volver a pecar a su lado.

No había nada.

Y era lo que le angustiaba, porque era muy distinto a lo que sentía por las caricias pesadas de su esposo; caricias que al recordarlas su cara enrojecia y su cuerpo se calentaba queriendo más. Su pecho dolió al aceptar que deseaba más el toque del hombre que le había comprado que del hombre que amaba con todo su corazón.

Toda esta batalla que se lidiaba en su cabeza le hizo considerar sobre su amor a Eunwoo, su corazón se apretó al pensar que los sentimientos tan ardientes estuviesen cesando. El sentimiento de perder aquel brillo fugaz en sus pestañas le aterraba, perder sentimientos era como adentrarse a un abismo, navegar en el infierno y perderse entre la desolación.

"No." Dijo en voz alta, negando con la cabeza, se levantó del sofá y fue a su peinador para buscar la cajita que Eunwoo le había dado, tomo el corazón y lo acerco al propio suyo. "Solo...solo es una confusión, es la culpa."

Culpa o no, deseaba más a Jungkook.

Culpa o no, ni siquiera quería una caricia de Eunwoo.

Su corazón se encontraba dividido, se encontraba en una guerra misma porque todo era muy confuso. El deseo y el amor a veces iban de la mano, para desear a alguien no es necesario amarle, pero para amar a alguien es necesario desearle.

"Bueno, todo esto terminará cuando me vaya, Rosé vendrá por mi y todo terminará." Sonrío aún sosteniendo el corazón en su pecho, volvió a sentarse para abrir la cajita y escuchar la melodía. "Todo acabará."

Sus palabras no le dieron consuelo, sino mucha pena. No quería que todo terminará, al salir de esta hacienda su romance con Eunwoo perecerá y... los tulipanes en su jardín morirían, moriría y renaceria en una persona a la que le despojaron de todo, del amor y las flores.

Pero era como debía de ser, en la hacienda hacía infeliz a Jungkook, a pesar de tener recelo por ese hombre sentía misericordia por él; había movido al mismo mundo por él y solo había querido que le correspondiera en sus sentimientos, merecía que alguien moviera el mundo por él.

Podrías ser tú. Pensó más bien, fue un pensamiento intrusivo, algo que ni le aviso y ni considero.

"No, no podría serlo." Dijo recostado su cabeza en el respaldar del sofá. "No cuando ya he pecado en tus tierras."

Todo era confuso.

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Al igual que Jimin, Eunwoo creía que haber pasado un momento íntimo con el omega le traería dicha y felicidad, pero no lo hizo.

Se sintió aún peor, porque había tocado al esposo de alguien más, había besado y sentido al omega de otro alfa, como un pecador que sería quemado entre las llamas de su propio deseo.

Estaba mal, su amor con Jimin siempre había estado mal y aquello le hacía sentirse en un hoyo de pena. No era justo, su amor no era malo, nunca lo fue, solo desgraciado de los tiempos y las circunstancias. Pero no malo.

"Sangwoo." Escucho a sus espaldas, sintiendo agriedad en su estómago de la rabia, de los celos y la tristeza. Se dio la vuelta para encontrarse al hombre que le había quitado todo.

"Señor." Asintió en saludo.

"Ya te dije, dime Jungkook." Sonrío dándole una palmada en la espalda. "¿Ya estás listo?"

"Claro, será un largo viaje, ¿a qué hora volveremos?"

"Yo creo que en la noche. Pero ya di las órdenes para que cuiden la casa."

"Debe cuidar a su esposo."

"Siempre." En la expresión y en como hablo pudo notar los sentimientos que muy bien conocía, noto el amor que sentía por Jimin. En su mirar y en el suspiro que soltó sintió el huracán de emociones.

Pobre hombre. Pensó.

¿El pobre era Jungkook o él mismo? Porque trataba de sentirse mejor, jactarse de que Jimin lo amaba a él, pero las imágenes de los besos que la pareja de esposos se había dado llenaban su cabeza.

¿Quien había perdido y quien ganaría? Tal vez era dicho, tal vez no.

Pero Eunwoo quería encontrar consuelo y recurrir a lo que fueron, lo que eran y serían. Quería sentirse mejor pero simplemente no podía.

La amargura, la tristeza, la rabia y los celos le nublaba sin más poder. Era azul, era gris, no tenía color, hasta eso le habían quitado.

"Bueno, vamos, quiero llegar lo más antes posible." La voz de Jungkook le alejó de sus pensamientos, se acomodó en el caballo mirando a los otros empleados posicionarse detrás de ellos como escolta.

"¿Por qué?"

"Mañana llega la hermana de mi esposo, quiero recibir a la visita." Respondió Jungkook con melancolía en su rostro.

Eunwoo sabía el porqué de esa mueca, no pudo evitar sonreír de lado. Al fin está pesadilla terminaría y las cosas volverían a su lugar, otra vez serían él y Jimin.

Sin contemplar los planes de sus caminos, sin contemplar el naciente aleteo en el pecho de Jimin, o el estruendo que se escucharía adelante.









































cortito pero YA SE VIENE LO CHIDO :33

Llorando se fue ; km omegaverseWhere stories live. Discover now