veintisiete.

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Una nota fue dejada debajo de su puerta en la primera hora de la mañana, para su suerte fue él quien vio la nota y no alguien más. Aquella había sido escrita por Eunwoo, reconocía mejor que nadie su letra.

'Ven a verme a mí hogar después de medio día, por favor, necesitamos hablar.' La letra fina y entendible de un militar, de su soldado, suspiro cansado y triste.

Había dejado la charla para días después, no quería ver a Eunwoo a los ojos para decirle que todo acababa, no tenía la fuerza suficiente para decirle adiós para siempre. Lo peor es que conocía a Eunwoo, era alguien que no se rendía y que no lo abandonaría tan fácil, aquello era lo más difícil pues cuando Jimin se vaya sabía que su amado le seguiría como una alma condenada.

Guardo la nota en su bolsillo y bajo al comedor, a quien primero vio fue a Jungkook y después a su familia, le esperaban para empezar a desayunar. Jimin tomó asiento al lado del alfa, donde pertenecía, le dio una ligera sonrisa agradeciendo que le haya esperado y así su desayuno empezó.

Todo era muy raro desde un tiempo atrás con Jungkook, se sentía nervioso con su presencia y siempre sentía que sus mejillas ardían cada vez que recordaba los dos eventos más íntimos que habían pasado.

Bebiendo su té recordó el día del baile, recordó como se había sentido desolado porque no podía recostar su cabeza en el pecho del hombre que amaba y como es que se refugió en el aroma hipnotizante de su esposo al punto que pidió que sus labios calentaran los suyos.

"¿Estás bien, Jimin?" Preguntó Minhee.

"¿Oh? Si, estoy bien." Respondió confundido.

"Es que estás muy rojo." Soltó una risita. "Igual, no es un rojo preocupante sino uno...uno raro, te vi así la anterior vez cuando bailabas con el administrador."

Jimin se espanto, ¿cómo que se había puesto rojo cuando estaba con Eunwoo? Como reflejo miro a Jungkook y él tenía el ceño fruncido, claramente con sentimientos encontrados y siendo envuelto en los celos. Porque el sonrojo de Jimin era de alguien enamorado.

"Ah, es que-que yo he tenido un poco de fiebre." Se defendió rápidamente.

"Oh, te enfermas mucho, tienes que ir al médico, ¿no es así, Kook?" Sonrío en dirección del alfa.

"¿En serio te has sentido mal?" Cuestionó el alfa, siempre con una mirada suave y de amor.

Jimin se sintió mal por mentir, sobre todo al ver lo mucho que le importaba al alfa que iba a dejar.

"Sí, pero nada grave, seguro es porque mi celo ya está cerca."

"De todas formas, si te sientes mal más tarde puedes hacerselo saber a Soojin."

"¿Y por qué no a ti?"

"No estaré en la tarde."

"Con Jungkook y Soojin iremos a ver los últimos arreglos que le harán a la casa de beneficencia." Respondió Minhee, siempre con una sonrisa y con las mejillas rosadas.

"Oh..." Se limitó a decir, sentía agriedad en su lengua y un ligero enojo, ¿por qué tenían que ir ellas antes que él? La casa de beneficencia está hecha en su honor pero hasta ahora nadie le ha dado una invitación para que vaya a darle un vistazo.

Aunque, ¿si Jungkook le invitará a verla él aceptaría? Claro que no, por eso que ya ni se molestaba.

Jimin era solo un huésped en su propia mansión, no se ocupaba de la administración de los empleados, tampoco sabía de donde habían venido los nuevos muebles y mucho peor sabía el nombre de todos sus empleados, era un huésped que no pagaba su habitación, igual pronto se iría.

Llorando se fue ; km omegaverseWhere stories live. Discover now