veintiséis.

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Se mentalizo que este sería el último evento en el que se presentaría como el señor de Jeon, se dijo una y otra vez que era lo último, pero en lugar de traer paz a su corazón se afligio porque el futuro incierto y desolador le hacía replantearse muchas cosas.

Hace un par de horas había terminado la carta que le enviaría a su hermana para que venga por él, le había rogado como por tres párrafos que no le dijera nada a su madre hasta que lleguen a Busan, no quería tener más dolores de cabeza por flaquear a la mano dura de su señora madre. Había sellado y firmado la carta, incluso apartó los centavos para la correspondencia, pero hasta ahora no le había dado el encargo a ninguno de sus empleados.

Se dijo 'esperare a que este baile termine, así tengo tranquilidad' era una excusa vaga, porque tenía miedo, mucho miedo de lo que vendría en el futuro. Después de Jungkook tendría ese vacío y ese señalamiento de ser visto como el omega a quien un millonario dejo. Era fatal.

Jimin suspiro, se sentó frente a su peinador para arreglar su maquillaje y colocarse un collar, Jungkook le había comprado ese collar para que se lo ponga con el conjunto que le mando a hacer, era de plata y con dije sencillo que contenía un pequeño rubí, era lindo. Llevo la joya a su delgado cuello y su mente le traicionó, al tocar la piel recordó aquella tarde calurosa que tuvo a su esposo encima suyo besando su cuerpo y marcando su cuello, rápidamente se abrochó el collar y se sonrojo hasta las orejas.

Aún no podía creer que había dejado que aquello pasará, no podía creer que se había entregado en cuerpo al hombre que se suponía odiaba con todas sus fuerzas y no podía creer, que aún recordara aquel instante con mejillas rojas, y, con ansias en su estómago.

Unos dos golpes se hicieron en su puerta, dio permiso para que entrara y al instante se encontró con los ojos redondos del hombre que rondaba sus recuerdos.

"Ya es hora, ¿estás listo?" Preguntó Jungkook, estaba trajeado y con el cabello bien peinado, se veía como un conde, e incluso, como un príncipe.

"Sí." Asintió, mirándose en el espejo para arreglar el dije en su pecho. Sus prendas eran sencillas como su ropa usual, solo que tenían algunas lentejuelas que combinaban con su dije, un escote en V y unas mangas con encaje. Se veía como un querubín.

Jungkook le sonrío con cariño, con amor, sin poder ocultar el gusto que tenía de ser el primero en ver a su esposo en las prendas que mandó a que hicieran exclusivamente para él.

Ambos salieron de la habitación sin decir nada más, ni siquiera se tomaron del brazo para siquiera alargar el acto de ser esposos, aquello era gracias al nerviosismo, al miedo y al rechazo, mucha combinación amarga que ni siquiera dejaba que sus dedos se rozaran.

"Toma mi brazo, así luciremos como los anfitriones." Dijo Jungkook, ofreciéndose de apoyo.

Jimin asintió, tomo el brazo y sonrío, era hora de su última actuación como el dueño de hacienda, tenía que hacerlo bien así sería recordado como el gran señor.

Su ego necesitaba aquello, su omega también.

La pareja bajo por las escaleras con una sonrisa, todos les miraban y susurraban con cada paso dado, la seguridad de Jimin se esfumó cuando miro los cuchicheos, haber vivido tanto tiempo encerrado en la jaula del '¿que dirán?' le daba la factura ahora mismo, el alfa se dio cuenta de aquello y se acercó a la oreja de Jimin para susurrarle.

"No hagas caso, solo dicen cosas buenas, halagan lo lindo que te ves."

Jimin tenía que aceptar que su esposo era todo un galán, con unas cuantas palabras lo tenía sonrojado y con el corazón como loco.

"Gracias." Susurró de vuelta.

"¿Y por qué? Es la verdad." Sonrío.

También tiene una sonrisa linda. Pensó Jimin.

Llorando se fue ; km omegaverseWhere stories live. Discover now