20.1 Cuatro alas más.

12.3K 703 23
                                    

Me agaché rápido para evitar que el puño de Lisa se topara con mi mentón. Suspiré visiblemente aliviada, pero fue un gran error. Dio un gran salto, al estilo ninja, dándome una fuerte patada en el costado, lo que hizo que me topara contra el suelo antes de lo que tenía pensado. Grité indignada, aquello era un entrenamiento, no una lucha real, no tenía por qué darme con tanta fuerza. Sin duda, estaba resentida porque hubiésemos llegado tan tarde. Sonrió con maldad contenida. Sarah giró sobre alrededor de sí para darle una fuerte patada en una pierna a Devian, que salió propulsado hacia atrás. Estábamos fracasando, pero todavía no perdíamos la esperanza de ganarles.

Se me ocurrió una idea y a Sarah pareció ocurrírsele lo mismo al mismo tiempo, por lo que no hizo falta explicárselo.

Nos agarramos por el antebrazo, para no hacernos daño. Empezó a girar sobre sí misma, mientras yo corría a su alrededor agarrada a ella, hasta que cogí impulso, manteniéndome unos segundos que parecieron casi interminables en el aire. Mis piernas toparon con nuestros adversarios que cayeron al suelo como fichas de dominó. Ambos nos miraban como si los hubiésemos traicionado. Chocamos nuestros puños, imitando el ruido de una explosión con nuestras bocas, a modo de celebración de aquel pequeño asalto.

Nuestros contrincantes se susurraron algo al oído a la vez que asentían con la cabeza. Antes de que pudiésemos reaccionar se abalanzaron contra nosotras. Pero por suerte, fui lo suficientemente rápida para para agarrar el brazo de Devian y tirarlo al suelo casi sin pestañear. Lo inmovilicé, mientras Sarah hacía lo propio con Lisa.

Se quejaba de que le dolía la llave que estaba haciendo. En verdad, debía ser bastante dolorosa. Estaba con la cara pegada a la colchoneta, los brazos sobre la espalda agarrados por mis manos, una pierna estirada que yo estaba pisando y otra retorcida de una manera que aparentaba ser muy incómoda.

—Por favor. Para. Para. Para —suplicaba con la voz distorsionada debido a la proximidad de la colchoneta y su boca.

Pisé con más fuerza su pierna, mientras las chicas se enzarzaban en una nueva pelea tras Lisa haberse liberado de Sarah. Gimió de nuevo.

—Roxy, por favor…

Pero antes de terminar la frase se dio la vuelta. Me sonrió con maldad. Ahora era yo la que estaba inmovilizada. Falso.

—Siempre cometes los mismos estúpidos errores, princesa —me susurró con altanería, acercándose gradualmente a mí oído.

Como odiaba que me nombraran con esos apodos tan femeninos. No sabría explicarlo bien, pero el decir princesa, para mí era sinónimo de debilidad. Y de cosas rosas y pomposas.

—Oh, ¿de verdad crees que has ganado? —pregunté sacando la daga que tenía en la parte trasera de mi muslo sin que pudiese percibirlo.

—Claro que sí.

—Tú también sigues cometiendo los mismos estúpidos errores. Siempre te crees superior a tu contrincante, cuando no lo eres. Pecas de arrogante. Crees que la partida ya ha terminado cuando acabas con la reina, porque el rey sin la reina no es nada o cuando el rey del adversario solamente está en jaque —dije apoyando la punta de la daga en su pescuezo, notando como sus venas se hinchaban bajo la presión de esta—. Pero lo que no sabes es que sólo puedes decir jaque maque cuando el rey no tiene escapatoria posible.

—¿Qué tal si dejáis las clases de ajedrez para otro día? —preguntó Lisa sonriendo, mientras colocaba en su sitio el cinturón que portaba todas las armas que había utilizado—. Creo que por hoy es suficiente, ya es muy tarde.

Devian se rió, negando con la cabeza. Se levantó apartando mi daga de su cuello con algo de brusquedad. Me tendió una mano, que acepté, para ayudar a levantarme.

Ángeles de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora