CIUDAD DE FUEGO© (3)

By Sarah_Mey

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TERCERA PARTE DE LA SAGA CIUDADES David y Verónica están más enamorados que nunca. Tras un sinfín de violento... More

Prólogo
CAPÍTULO 1.1
CAPÍTULO 1.2
CAPÍTULO 2.1
Capítulo 2.2
Capítulo 3.1
Capítulo 3.2
Capítulo 4.1
Capítulo 4.2
Capítulo 5.1
Capítulo 5.2
Capítulo 6.1
Capítulo 6.2
Capítulo 7
Capítulo 8.1
Capítulo 8.2
Capítulo 9.1
Capítulo 9.2
Capítulo 10
Capítulo 11.1
Capítulo 11.2
Capítulo 12.1
Capítulo 12.2
Capítulo 13.1
Capítulo 13.2
Capítulo 14.1
Capítulo 14.2
Capítulo 15.1
Capítulo 15.2
Capítulo 16.1
Capítulo 16.2
Capítulo 17.1
Capítulo 17.2
Capítulo 18.1
Capítulo 18.2
Capítulo 19.1
Capítulo 19.2
Capítulo 20.1
Capítulo 20.2
Capítulo 21.1
Capítulo 21.2
Capítulo 22.1
Capítulo 22.2
Capítulo 23.1
Capítulo 24.1
Capítulo 24.2
SORPRESA
Capítulo 25
Capítulo 26.1
Capítulo 26.2
Capítulo 27.1
Capítulo 27.2
Capítulo 28.1
Capítulo 28.2
Capítulo 28.3
Capítulo 29.1
Capítulo 29.2
Capítulo 30.1
Capítulo 30.2
Capítulo 30.3
Capítulo 30.4
Capítulo 31.1
Capítulo 31.2
Capítulo 32.1
Capítulo 32.2
Capítulo 33.1
Capítulo 33.2
Capítulo 33.3
Capítulo 34
Capítulo 35.1
Capítulo 35.2
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38.1
Capítulo 38.2
Capitulo 39.1
Capítulo 39.2
Capítulo 40
Capítulo 41.1
Capítulo 41.2
Capítulo 42
Capítulo 43.1
Capítulo 43.2
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57.1
Capítulo 57.2
Capítulo 58.1
Capítulo 58.2
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo FINAL
SORPRESA <3

Capítulo 23.2

458 151 10
By Sarah_Mey

Paloma odiaba aquel lugar casi tanto como Verónica.

—No te preocupes, estoy segura de que Silvia ya no tiene nada más que decirme sobre sexo o mi vida sexual. —respondió Verónica ante la atónita mirada de la profesora, roja de rabia.

Si esa mujer quería jugar y amenazaba con llamar a sus padres para hablarle de David y sumar más tensión al asunto, ella iba a jugar el doble de mejor para que el chico quedase al margen. Al fin y al cabo, su madre aún ignoraba que ayer estuvo con él a solas.

—¡Qué tontería! Esta mujer no ha de follar ni pagando. Si necesitas saber algo de eso te lo enseño yo. Vamos. — la instó Paloma haciendo que Verónica no supiese donde meterse y aguantase la risa a la par que la sacaba de clase y dejaba a Silvia con cara de enfado y turbación dentro de ella.

—Vas a arrepentirte de esto. La directora sabrá esta situación y...eh, ¡detente! —la escucharon decir, pero ambas la ignoraron mientras corrían por el pasillo.

Unos tres minutos más tarde, en la entrada del centro, Verónica y Paloma aún se reían por la situación que habían vivido y por la cara que se le había quedado a Silvia. Verónica ya tenía muy claro que iba a suspender su asignatura, pero también sabía que iba a recuperarla en cuanto que tuviese ocasión. Todas las personas se merecían respeto, pero en ese momento pensó que realmente casi nada era lo suficientemente importante como para no reírse de ello. Aún no se creía lo que acababan de hacer. ¡Dejar a una profesora con la palabra en la boca! ¡Correr! ¡Encararse con ella! Aquello era casi impensable para ella, y sin embargo, lo había hecho. Y en ese momento, tragando saliva, se dio cuenta de todas las posibles consecuencias.

—Esta tarde te veo y vamos a hablar con tu vecino. —le dijo Paloma sacándola de sus pensamientos.

Silvia no le caía bien, y si se ponía a pensarlo, puede que no viviese lo suficiente como para conocer las consecuencias. Verónica asintió con la cabeza y se despidió de Paloma con una sonrisa. La adrenalina aún le invadía las venas con alevosía. La conversación con Silvia iba a traerle muchos problemas, pero de todas formas, ya estaba en problemas con ella desde que puso un pie en aquel centro, y había valido la pena tan sólo con verle la cara que se le había quedado con lo que le había dicho Paloma.

Verónica avanzó por las calles y volvió a ver el mercadillo donde se compró los calcetines de la serpiente. Saludó a la mujer con una sonrisa y siguió avanzando hasta que la mujer la llamó.

Verónica se volvió hacia ella y le mujer le señaló algo.

—Mira lo que vendo hoy por seis euros, un conjunto monísimo que te tiene que quedar muy bien. Tu novio se alegrará de que lo compres.

Verónica se fijó en que la mujer le estaba ofreciendo un conjunto de lencería en color rosa pastel. Si Eva estuviese ahí seguro que tendría muchas cosas que decirle a aquella mujer, como que una chica como Verónica podía ponerse sexy para ella, porque sí, y no para nadie más. Esos pensamientos hicieron que la joven esbozase una tímida sonrisa.

—Oh, si compro eso mis padres me mataran.

La vendedora hizo un mohín.

—Bueno nena, por seis euros no pasa nada, además esto no es para tus padres, es para ti.

Verónica puso los ojos en blanco y suspiró. Estaba segurísima de que a David le iba a encantar ese conjunto íntimo. Y encima era de su talla. Y por si fuese poco, a seis euros...

—No creo que sea buena que...

Empezó a hablar pero la sonrisa de David se le vino a la mente y todos sus pensamientos cambiaron de golpe. Él también se merecía alguna sorpresa de ese tipo, y siempre que lo habían hecho, su ropa interior había dejado mucho pero que mucho que desear. Verónica se mordió los labios y la vendedora se dio cuenta. Además, siguiendo con la corriente de pensamientos que tuvo hace unos segundos sobre Eva, pensó que le vendría bien tener algún conjunto así simplemente por si en algún momento decidía sentirse más sexy. Aunque también era consciente de que la sensualidad era un estado de mente y la seguridad era otro transmitido a la carne.

—Aprovecha que te lo he guardado pensando en ti.

Verónica suspiró y asintió con la cabeza. Le quedarían seis euros de su propio dinero después de eso, pero aún podía invitar a David a un helado. Era extraño como en medio de todo el caos que la envolvía con ese plan tan peligroso que tenía entre manos, era capaz de pensar en invitar a su pareja a un plan tan normal como comer helado. Aunque para variar tendrían que hacerlo con mucho cuidado de no ser vistos por personas peligrosas.

—Está bien, me lo llevo. —le sonrió mirando las braguitas de corte brasileño con una lencería casi transparente.

La mujer parecía complacida.

—Sabia decisión niña.

Ig: itssarahmey

Fb: sarah mey libros

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