ARDER EN LIBERTAD

By ElizabethBermudez156

219K 9.7K 475

"Besar su piel me sabía a vida, en sus manos alcanzar el cielo y encontrar libertad." Jessica Giovanna Blosso... More

DEDICATORIA.
UNO.
DOS.
TRES.
CUATRO.
CINCO.
SEIS.
SIETE.
OCHO.
NUEVE.
DIEZ.
ONCE.
DOCE.
TRECE.
CATORCE.
QUINCE.
DIECISEÍS.
DIECISIETE.
DIECIOCHO.
DIECINUEVE
VEINTE.
VEINTIUNO.
VEINTIDOS.
VEINTITRES.
VEINTICUATRO.
VEINTICINCO.
VEINTISEIS.
VEINTISIETE.
VEINTIOCHO.
VEINTINUEVE.
TREINTA.
TREINTA Y UNO.
TREINTA Y DOS.
TREINTA Y TRES.
TREINTA Y CUATRO.
TREINTA Y CINCO.
TREINTA Y SEIS.
TREINTA Y SIETE.
TREINTA Y OCHO.
TREINTA Y NUEVE.
CUARENTA.
CUARENTA Y UNO.
CUARENTA Y DOS
CUARENTA Y TRES.
CUARENTA Y CUATRO.
CUARENTA Y CINCO.
CUARENTA Y SEIS.
CUARENTA Y SIETE.
CUARENTA Y OCHO.
CUARENTA Y NUEVE.
CINCUENTA
CINCUENTA Y UNO.
CINCUENTA Y DOS.
CINCUENTA Y TRES.
CINCUENTA Y CUATRO.
CINCUENTA Y CINCO
CINCUENTA Y SEIS.
CINCUENTA Y SIETE.
CINCUENTA Y OCHO.
CINCUENTA Y NUEVE.
SESENTA.
SESENTA Y DOS.
SESENTA Y TRES.
SESENTA Y CUATRO.
SESENTA Y CINCO.
SESENTA Y SEIS.
SESENTA Y SIETE.
SESENTA Y OCHO.
SESENTA Y NUEVE.
SETENTA.
SETENTA Y UNO.
SETENTA Y DOS.
SETENTA Y TRES.
SETENTA Y CUATRO.
SETENTA Y CINCO.
SETENTA Y SEIS.
SETENTA Y SIETE.
SETENTA Y OCHO.
SETENTA Y NUEVE.
OCHENTA.
OCHENTA Y UNO.
OCHENTA Y DOS.
OCHENTA Y TRES.
OCHENTA Y CUATRO.
PENÚLTIMO CAPÍTULO.
ULTIMO CAPÍTULO.
EPILOGO.
Agradecimientos y Nueva temporada!

SESENTA Y UNO.

2.2K 100 2
By ElizabethBermudez156

—Eso es difícil... —Musité jugando con mis manos. —¿Cuándo crees que sucederá? —

—Cuando estés lista. —Al mirarlo él volvió su mirada también a mí y sonrió.

—¿Estás esperándome Harry? —Hizo una pausa y sin más, asintió, seguro de esto.

—Amor, entendí y comprendí que amarte me hace sentir querer gritarlo con todas mis fuerzas y sí, aunque no lo hagamos por motivos claros e importantes, siempre terminamos lastimándonos de esta forma. —Mirándolo exhalé aire. —Entendí que estoy dispuesto a enfrentar esto y mucho más con quien sea en cuanto sentí tantas ansias de preguntarte por fin si querías ser mi novia. —Acarició mi mano con calma. —Te esperaré, hasta que tu creas suficiente.

Me recargué en su hombro y él rodeó mi cintura con su brazo, besando mi frente.

Estaba cansada de sentirme de ese modo, llena de dudas y de contenerme a decir, hacer o cómo actuar con él cuando hay otras personas en una sala junto a nosotros, ahora era su novia, sentirlo se sentía maravilloso, ¿por qué debía ocultarlo? Por qué continuar con la relación de este modo, hiriéndonos sin querer, prohibiéndonos de sentir en público cuanto nos amamos.

—¿Cuándo sabré que es el momento correcto? —

—Te darás cuenta. —Y como si fuera un clic en mi mente me puse de pie abruptamente, captando su atención. Tomé aire extendiéndole mis manos.

—Entonces ese momento será aquí, ahora mismo. —Solté nerviosa, pero completamente decidida. Sonreí al mirar el brillo en sus ojos. —¿Quieres terminar con esto justo ahora de una vez por todas? —Sonrió mucho, soltando una risa. Las tomó con calma y con mi ayuda se puso de pie, entonces jaló de mis manos suavemente y me abrazó.

No me arrepentiría, estaba segura de eso, pero sí sentía nervios. Por supuesto que sentía nervios, uno no confiesa todos los días algo que la gente no quiere oír.

—¿Estas segura? —Susurró a mi oído.

—Segurísima, no hay vuelta atrás. Vamos. —Solté una risa. Él enlazó nuestras manos y nos guio de vuelta al lugar.

De nuevo la música las luces y el ruido. Mi estómago comenzó a doler, y me sentí algo mareada. Quizás, quizás no estaba lista. Pero teníamos que hacerlo porque era lo mejor para nuestra relación.

—Te sientes completamente nerviosa. —Lo oí decirme, detuvo su andar para voltearse y mirarme. —¿Estas segura que de verdad quieres hacer esto? Amor, no estoy obligándote. —

—Sí. —Asentí segura. —Quiero hacerlo. —Porque de verdad quería, y lo necesitaba. Él me observó de esa manera tan suya que terminó por hacerme sonreír. Humedeció sus labios con su lengua y sonrió también.

Entonces nos obligué a caminar los siguientes pasos hasta que las miradas de todas esas personas que le ocultamos nuestra relación se encontraron instantáneamente en nosotros, y consecuente nuestras manos enlazadas exponiéndonos. Aquellas personas tan importantes para mi estaban mirándome de esa manera que siempre temí que tuvieran, pero ahora ya presintiendo lo que en realidad muy en el fondo todos sabíamos.

Que no me apoyaran o no apoyaran lo que para mí hoy era mi vida entera me destruiría, eran mis amigos, quizás significaba mucho que los amigos te suelten la mano y que no respeten tus sentimientos, pero ellos durante mi vida entera fueron mi familia, protegiéndome, amándome.

Nos detuvimos frente a ellos. Tomé aire junto a mucha valentía.

No quise pensarlo demasiado.

—No vamos a seguir ocultando algo que sé que ustedes saben, pero no quieren ver. Lo único que conseguimos mientras...

—¿Jessica que...? ¡Qué estás diciendo! ¡Juraste que no había nada entre ustedes!... —Me interrumpió Nick, su mirada me mostraba tanta decepción y enojo a la vez que estuve a punto de arrepentirme, pero todo dentro mío me advertía que no lo hiciera.

—Lo único que conseguimos mientras fingimos que nada sucede entre nosotros es lastimarnos... Por ustedes. —Continué. Harry daba suaves caricias en mi brazo. Cerca de él me sentí segura y con más confianza de la que alguna vez pude tener. Y la verdad es que... por mi amor a él estaba haciendo esto, arriesgándome a que quizás ellos se alejen de mí.

—Jessica por el amor de dios, no puedo creer que hayas aceptado esto. Tú no tienes idea de...

—Ocultamos esto por el miedo a la reacción de las personas, de nuestra familia, de ustedes. Pero la verdad es que amo a Harry más de lo que alguna vez pude amar a alguien y no vamos a seguir lastimándonos para complacer a nuestro alrededor. —Lo interrumpí, mirándolo con firmeza. Los recorrí a todos con la mirada. —Nosotros somos felices juntos, esto es real y después de tanto seguimos de pie, seguros de esto, amándonos cada vez más. Y sentir esto es suficiente para mí.

Dylan permanecía serio, sin ni una expresión, la mirada de Mati estaba en la mesa y por otro lado Nick negaba, sosteniéndome la mirada, furioso.

—¿Cómo sabes que es Real? ¿Cómo sabes que no solo juega contigo? —Jadeó de la impotencia.

Cuando quise responder Harry me detuvo, su postura había cambiado y sabía que eso le había molestado.

—Nick, entiendo lo que sientes, entiendo que temas, pero puedes confiar en mí. Jamás en mi vida haría algo para lastimarla. —Inspiró aire. —Al principio quería estar cada segundo a su lado solo disfrutándola, sin saber realmente qué sentía, pero entonces me enamoré y ahora lo sé, la amo, completamente. Y pasó el tiempo suficiente para estar seguro de ello. No tengo que pedirles poder amarla, pero si me gustaría que lo entendieran, porque es lo que ella desea. —Me miró un segundo antes de devolver la mirada a ellos. —No soy su enemigo. Siempre intenté protegerla, como ustedes.

—¡Es diferente! ¡Nosotros somos quienes la protegemos! ¡No tú! No puedes tener intenciones buenas reales, solo apareciste de pronto, no puedes amarla. —Respondió borde Nick.

—¿Por qué no? —Pierce soltó una risa irónica.

—En qué estás pensando. —Irrumpió Dylan mirándome, interviniendo, pero solo en una discusión conmigo. Tan solo me miraba, intentando descifrarme realmente. No traía expresión alguna. —Él es mayor a ti, ¿Qué te hace creer que te quiere de verdad? ¿Qué te hace creer que habrá amor real ahí? —Nos señaló. —Estas siendo muy ilusa, realmente muy ingenua en creer un cuento de hadas con este tipo. Te lastimará y sé que lo sabes.

—¡¿Qué diablos les sucede? ¿por qué se rehúsan a entenderlo?!

—¡Un tipo así puede endulzar tus oídos de mil maneras para tenerte, Jessica! ¡Tú sabes! ¡Sabes cómo funcionan estos tipos a tu alrededor! ¡¿Por qué le crees a él?!

—¡Mierda Nick! —Exclamé horrorizada. —¿Por qué diablos hablas de esa forma? ¡Pierce jamás les demostró que era esa clase de tipo! —Lo defendí furiosa. —¿Qué te hace creer a ti que él no puede quererme de verdad? ¿Solo porque es más grande que ustedes? ¿porque no piensa ni es igual a ustedes? —Los miré molesta, y algo angustiada. ¿Por qué no podían entenderme?

—¡Jessica es una locura! ¿Por qué no puedes entenderlo tú? —Exclamó.

—¡Entiende tú que Harry no es mala persona, Pierce es mi vida, y si, es una locura, quizás es demasiado, pero lo es maldita sea, porque elijo que lo sea! Tengo mil razones y motivos y sentimientos de por qué lo es.

—¡Mencióname algo coherente entonces! ¡Y no me digas que te promete una vida maravillosa juntos!

—Harry no me promete una vida maravillosa juntos, Nick. Harry me da cada maldito día una vida maravillosa juntos desde que entró hace meses atrás a mi vida, y que ustedes no lo entiendan es lo que está mal. —Toqué mi frente, cansada. —No quiero que estén en contra de mí, no quiero hacer esto, no quiero discutir y enfrentarlos ni que sientan que lo estoy eligiendo por sobre ustedes, pero... necesito que de verdad respeten esto.

Ellos negaron a la vez, rehusados.

—Estas equivocándote.

—No es cierto, Dylan.

—Tendrás que elegir, Jessica, y si tú lo elijes...

—¿Cuántos malditos años tienes Nick? —Escupí furiosa. —No voy a renunciar a él. No lo haré. —Negué, mirándolo con fuerza. —No voy a renunciar a quien me hace feliz cada segundo de mi vida, no voy a renunciar a este sentimiento, ni al amor que él me da cada instante, no lo haré, así que tú decide qué diablos terminarás de decir. —

Él permaneció en silencio, observándome. Podía ver cuán molesto estaba, cuan incluso decepcionado.

Bajé la mirada un segundo.

—¿Saben lo que me lastima más? —Les pregunté, lanzándole una mirada a cada uno. —Sus miradas sobre mí están cargadas de desprecio, pero ¿por qué? ¿por lo que ven? O ¿Desprecio a lo que no quieren realmente ver? —Les pregunté, lastimada. —Nadie elige a quien amar, porque el amor es o no es. Sin forzarlo, mientras no dañe será sano y precioso. Pero... si pudiera elegirlo, elegiría amarlo también, no hay nada en él ni lo que encontré en él que quisiera que fuera diferente. Estoy completamente enamorada y me siento feliz por estarlo, aún más al sentir todo el amor que me da él también. —

Volteé para mirar a la persona a mi lado, él me sonrió sin miedo, con fuerza en sus ojos verdes intensos, con seguridad, trasmitiéndome paz a su vez.

—Bruno... —Nick miró a mi hermano con impaciencia. —¿No harás nada? —

—¿Qué puedo hacer yo contra la felicidad de mi hermana? —Preguntó incrédulo. —Yo la amo, ¿por qué querría ir en contra de su felicidad? Chicos, no hay persona que le haya costado aceptar esta relación más que a mí, pero no porque Harry tenga algo que me moleste, mucho menos algo malo, sino porque temo de cada paso que da, y en realidad mi problema siempre fue que conozco a este tipo de toda la vida y me es difícil para mí verlo junto a mi bebé. —Soltó una risa. —Pero sé que Harry es un gran hombre, posiblemente sea lo mejor para ella, porque mientras yo encuentro peligro en su alrededor y temo por ella, él encontró mil riesgos más, pero tiene mil formas de protegerla de cada uno de ellos. Harry ve un paraíso en el caos que es Jessica, confía y se arriesga y la protege, y pone sus manos en el fuego por ella. —Sonreí mucho. —Si debo desear a un gran hombre a su lado lo volvería a elegir mil veces para mi hermana, no por lo enamorada que está, sino por todo lo que vi en ellos este último tiempo. —Escupió con molestia hacia mis amigos. Y a pesar de todo, lo que sentíamos nos hizo sonreír. Harry me miró con dulzura, sonriendo tanto que terminó soltando una risita. Mi hermano nos miró. —Yo más que nadie sé cuánto lucharon por estar juntos, ustedes no serán, ni tienen que ser quienes los separen o intenten hacerlo. — Ellos aguardaron silencio, sin más argumentos, sin más reproches. —¿Se dicen ustedes mismos sus amigos? Bien, cuídenla, protéjanla, pero no actuando de esta manera en contra de ella cuando les está diciendo que él es el amor de su vida. —

—Lo mismo dijo de William. Le creímos a él y a su "amor" —Discutió Dylan. Di un respingo, apartando la mirada lejos de ellos. Estaban comparando a Harry con William, eso era horrible e hiriente.

Sentí la cálida mano de Harry en mi cintura. Cerré mis ojos un momento.

—¡Esa es una puta mentira, ella jamás lo hizo! —Explotó Sami completamente molesta. —¡Jamás vino a decirnos que estaba enamorada de él, jamás habló enamorada de él, ni siquiera habló embobada con nosotras de él, y ahora, cuando lo está haciendo por primera vez por alguien quien de verdad parece amarla en serio y que cuidó de ella más que nadie, ustedes actúan como imbéciles dándole la espalda!

—¡No lo conoces Sam! No puedes defenderlo. —Gruñó Nick desesperado.

—¡¿Qué les pasa?! Es de Jessica de quien hablamos. ¡Maldición son unos putos egoístas! ¡Ni siquiera tienen motivos! Este hombre de aquí nunca hizo nada para desagradarles. Y Jessica es feliz. —Les gritó Vivi furiosa. —Es suficiente.

—Chicos... —Actuó Tati, antes de tomar aire para continuar. Habló bajo y con calma, porque podía haber una gran discusión o disturbio, pero cuando ella comenzaba a hablar todos silenciaban para oírla. Era ley. —No pueden vivir con miedo por cada persona que esté al lado de Jessica. No todos querrán lastimarla. Y lo sé, yo también tuve miedo, lo entiendo, tuve miedo hasta de quien se acerca a ella para platicar, pero ¿Harry? A Harry le confío su vida sabiendo que la atesorará como lo más valioso del universo. Harry es una persona maravillosa, él la protegió como jamás nadie lo hizo y sin querer, y sin planearlo, terminaron enamorándose.

Jessica es feliz y es lo único que importa. Ayer terminé entregándosela como lo más precioso que tengo en mis manos, pero con calma y alivio, segura de que es él. Le rogué por favor que no la lastimará, aún sabiendo que no podría por todo el amor que siente por ella, Y él, a solas, me respondió que jamás lo hará, ni permitirá que alguien más lo haga otra vez. Sí, son solo palabras, una promesa que podría hacerla cualquiera, pero lo importante es lo que había en su corazón, en su alma, reflejada en sus ojos al decirlas. —Mi mejor amiga les hablaba con una sonrisa, feliz y radiante. Siendo abrazada por mi hermano quien asentía. —Él es el indicado. No habrá nadie mejor para Jessica que él. —Señaló a Harry junto a una mirada sabia y correcta. —Estoy segura. —Miré a Pierce quien con una sonrisita preciosa me miró también. Yo también estaba completamente segura que él es el indicado. —Tienen que oírla, entenderlo, y aceptarlo.

—La felicidad es mutua. —Nos apoyó Brian, mirando serio a mis amigos. —Harry ama a Jessica como no tienen idea, ni siquiera podría explicárselo correctamente para que lo entendieran, y Jessica, toda alborotada, increíble y loca, es quien hace feliz a Harry. Se complementan y lo hacen de una forma impresionante. Nadie más puede decidir si ellos pueden estar juntos o no, solo ellos mismos. Nosotros somos solo quienes disfrutamos de este amor como espectadores, tomando nota también, y a quien no les guste, deberá aceptarlo y respetarlo igual si es que aman lo suficiente, en su caso, a Jessica.

Sonreí, afligida. Miré nuestras manos enlazadas. La acaricié con mi pulgar.

Harry se inclinó a mi oído inspirando profundo, causándome cosquillas.

—¿Desea huir conmigo, Blosson? —Emitió, con un tono que me hizo sonreír.

—Por supuesto. —Murmuré.

—Bruno... —Harry lo llamó con una sonrisa, captando su atención. —Me la llevaré. —Le dijo simplemente, refiriéndose a mí, mirándome sonreír, y sonriendo aún más. Sujetó mis mejillas y besó mi frente con suavidad, luego miró mis labios y me besó, frente al mundo.

—Es increíble que no puedan ver lo que realmente hay ahí. —Se quejó Ian haciéndonos reír. Cuando miramos a Bruno él nos guiñó un ojo, aceptando su solicitud.

Harry tomó mi mano y me llevó hacia la salida. Reconocí al instante la canción que de pronto hicieron sonar en los parlantes. Me encantaba. Atiné a comenzar a bailar, quise detenerme, pero él no me dejó, y entre carcajadas de ambos me sacó de allí.

El viento madruguero de San Francisco nos golpeó en cuanto salimos de allí. Sonreímos y sin detenernos avanzamos hacia donde estaba su auto.

Una vez adentro bajamos las ventanillas en cuanto comenzó a conducir. Subí el volumen de la radio comenzando a cantar.

—¡Nos salió pésimo, pero somos libres! —Exclamé haciéndolo reír. Había sido horrible, pero me sentía más que bien.

—Tienes amigos muy críticos para tus relaciones. —Me dijo, riendo un poco.

—Lo son. —Asentí, de acuerdo. —En realidad nunca fueron así, están...

—Susceptibles.

—E intensificados. —Negué. —Lo entiendo, pero a la vez... no. No cuando no es la forma de hacerme sentir que me cuidan. No cuando hieren. No cuando te hieren a ti. —El me dio una mirada tranquila. —Pero también tenemos amigos increíbles que pudieron verlo y notar que en serio nos amamos, antes de rehusarse a verlo. —Él sonrió, asintiendo.

El alivio por no sentir ese peso al estar ocultando algo tan grande me desbordaba.

—Thiago no dice "tu chico" o "tu novio" dice "tu hombre" —Le comenté. Él comenzó a reír dándome una miradita mientras conducía. —Y se siente impresionante.

—¿Si? —Sonrió mucho haciéndome reír nerviosa, asintiendo.

Al llegar a su departamento él dejó nuestros abrigos sobre el sofá y luego sobre la mesa un juego de llaves pintadas con esmalte de diferentes colores, un labial rojo, delineador y pañuelos descartables. Él se rió al mirarme.

—¿Eso es mío? —Señalé todo eso riendo.

—Pues... yo no uso esas cosas. —Me sonrió. —Tati me dio todo esto antes de irme contigo afuera. Era suficiente, creí que lo mejor era volver a casa, Tati lo notó y se percató en dármelo. —

Suspire.

—Qué haría sin ella... —

—También aprendí a quererla. —Susurró, con voz afligida. —Me recuerda a mi hermana, con esa alegría y defendiendo a quienes quiere. —Había tanta nostalgia en su voz.

—Jamás me hablaste de ella. —Le dije con cautela. Él negó, me indicó que lo siguiera hasta la habitación.

—No volvimos a hablar muy bien, de hecho, cuando lo hacemos discutimos porque "abandoné a la familia" —Se sentó en el borde de la cama y luego se arrojó con cuidado hacia atrás. Lo imité.

—¿No pensaste que te necesita y extraña? Está molesta, también lo estaría si Bruno de pronto no vive jamás aquí. De hecho, lo estuve antes de volver a verlo, Tati lo mencionaba y yo ni siquiera soportaba que me hablara de él. Quizás esa sea su manera de reprochártelo y admitir que te necesita. —Él sonrió débilmente. —De hecho, si te lo reprocha es porque aún le duele, y si aún le duele es porque le importas y te ama. Tienes que volver. —Solté de pronto, él me miró frunciendo el ceño. —Un tiempo. Por supuesto que tampoco dejaré que me dejes aquí sin más. —Resoplé, haciendo un ademán con mi mano. Él soltó una risa para así acercarse y darme un beso.

—Quiero visitarlos, pero a la vez sé que tendré que dejarte. No quiero ni puedo hacerlo.

—Puedo estar sola y sin ti Harry. —En realidad, no estaba segura, pero jamás se lo diría. —No voy a privarte del amor que puede darte tu familia y la alegría que sentirás tú al verla de nuevo. Me dijiste que no estabas muy bien allí, pero... podrías sentir alivio volver a verlos y luego al despedirte hacerlo más tranquilo. ¡Creí que ya lo habíamos hablado! —Me quejé, regañándolo.

—Y lo hicimos, así que no quiero repetirte que no estoy listo para separarme de ti. —Se puso de pie y caminó hasta el armario. —Iré a bañarme ¿está bien? —

—Solo si yo puedo hacerlo también. —Me crucé de brazos, y luego mis piernas al sentarme y analizarlo.

—¿Insinúas ducharnos juntos? —Enarcó una ceja, mirándome con gusto. Solté una risa, negando. Resopló exageradamente, haciéndome reír. —Dios sabe que lo intenté.

Liberé una carcajada.

—¿Sabes una cosa? —Se detuvo en el marco de la entrada para así voltear y mirarme. —Creo que hubiese sido más eficaz si lo hubiéramos confesado con Ethan y Sol presentes. Dos en uno. Así nos hubieran atacado todos juntos y podríamos defendernos de una sola vez. —Pensó.

Esbocé una mueca.

—Cierto. —Me reí. —Aunque en realidad, ellos requieren de palabras diferentes, quizás un "Lo siento, pero amo a Jessica y no a ti Solange". —

—"Lo siento, pero amo a Harry y no a ti, Ethan" —Jugó Harry.

—Yo no le diré eso, no lo dañaré. —Fruncí el ceño. Él me señaló.

—Exacto. Yo tampoco lo haré con tu prima.

—¡Ay! ¡No puede ser! —Exclamé mirándolo atónita. Él soltó una risa divertido. —¿Qué tan fuerte es tu relación con ella?

—¿Qué tan fuerte es la tuya con Ethan?

—¡Basta Harry! —Exclamé, haciéndolo reír más. —Es diferente, lo sabes. Ethan es mi amigo, lo aprecio.

—Lo sé, solo estoy molestándote. ¿Podemos hablar con ellos mañana? —

—¿Mañana? —Ellos sí me daban pánico. Harry asintió, esperando mi respuesta que tardó un poco en salir de mi... —Uhm... Está bien. —Con una sonrisa satisfecha cerró la puerta tras él dentro del baño.

Mi celular me decía que era tardísimo. Y no tenía nada de sueño.

Miré donde estaba sentada y me di cuenta que la cama era diferente a la de la última vez.

Abrí las sabanas para acomodar todo y asentí de acuerdo con mis pensamientos. La había cambiado.

Mi celular sonó.

"Mañana te quiero temprano en casa. Descansa." —Bruno.

¿Temprano? Resoplé.

—¿Cambiaste la cama? —Le pregunté a Harry cuando salió del baño. Se paseó por la habitación buscando la camiseta que se había olvidado en la cama al marcharse. Su torso desnudo me hizo carraspear suavemente. Jamás me acostumbraría, era impresionante. El pantalón de gamuza presionado y sosteniéndose de su cadera me hizo perder la mente. Al encontrar su camiseta se la puso. Humedecí mis labios.

—Exacto. —

—¿Por qué? —Curioseé. Él me miró.

—Ya no quería seguir teniendo esa cama, amor. —Me explicó. Asentí sin más. —También quiero cambiarme de departamento. ¿Me quieres ayudar con la mudanza? —Esta vez negué sin pensarlo mucho. —¿Por qué no? —

—Porque no quiero que te mudes, me gusta este lugar Harry. —

—A mí también. —Murmuró, acomodando mi cabello hacia atrás cuando se acercó.

—¿Entonces? —

—Entonces, quiero cambiar de vida a lugares nuevos que estén junto a ti. Solo momentos contigo. —

Lo observé tanto que apartó la mirada, sorpresivamente nervioso. —No traje a otras chicas aquí, es decir, sin más opciones sí a quienes hoy son ex, nadie más, no traje a nadie más por "diversión" o "pasatiempo" nena. Y con esto no quiero que pienses que la casa está plagada de ellas, o recuerdos, no hay ni hubo nada, yo... —Suspiró. —Solo quiero comenzar contigo de nuevo.

Terminé besando su mejilla. Exhaló.

—Tú cambias de vida. No importa donde estemos, no me importa cuántas chicas hayan sido lo suficientemente afortunadas de conocerte antes que yo, mientras de aquí en adelante solo... continúes eligiéndome a mí.

Sonrió mucho, asintiendo suavemente.

—Te amo, Blosson. —

—Te amo más Pierce. —Sonreí.

Miré su camiseta, molestándome su existencia, pensando en que necesitaba realmente que se la quitara.

—¿Sabes con quien estaba Ethan? —Preguntó riendo de pronto. Negué indicándole que prosiguiera, ya parecía a Tati con los chismes. —Una "Fresita" —Continuó, para luego reír junto a mí. —Pasé junto a ellos, y parece que ella te conoce, dudo que a ti te caiga muy bien. —

—¿Cómo lo sabes? ¿Oíste su nombre?

—Porque la oí nombrarte. Era rubia y él la nombró ¿Li, Lis...a? —Él intentaba recordar, pero ya había sido suficiente para mí. Lo detuve, con una mano en el pecho.

—¿Liz? —Pregunté. —Rubia, de seguro vestía escandalosamente desnuda, tiene un tatuaje en el cuello y las puntas del cabello violeta... ¿es ella? —Él asintió al instante. Cubrí mi boca con mis manos poniéndome de pie.

—¿Que te inquieta? —Me preguntó. —Siento que ya la había visto antes.

—¡Claro que la viste! En la fiesta, casi desnuda. Tú y Ethan las echaron a ella y a la otra tonta de allí. —Exclamé. Él me miró desconcertando, pescando el recuerdo en el aire.

—Desnudas. —Me corrigió. —Luego de que tú ya no estabas, ellas continuaron con su show. —Explicó. Lo miré horrorizada.

—Mira con quien se fue a meter, Harry. Él se merece más. —Murmuré sentándome de nuevo a su lado.

—No creo que debas advertirle, talvez sabe quién es. —

—Ella es mala. Muy mala. —Esbocé un pucherito con mi labio inferior logrando que él sonriera y se acercara a mí para besarme y morder levemente mi labio. —Hizo que me expulsaran. —Dije luego. Él resopló, apartándose cuando continué con el tema. Pero al percatarse de lo que había dicho, su rostro cambió rotundamente. Estaba desconcertado. —Es peor de lo que crees.

—¿A ella golpeaste? —Soltó una risa. Fruncí el ceño y me crucé de brazos. Continuó riendo.

—Iré a bañarme. —Le dije. Poniéndome de pie.

—¿Nena? —

—¿Uhm? —Quité mi mirada de su cuerpo para llevarla a sus ojos.

—¿Quieres pedirme algo? —Me preguntó. Mordí mi labio, negando. ¿Había sido muy obvia? Por el amor de dios. —Solo tienes que pedírmelo. —Me dijo. Comencé a reír, estúpidamente nerviosa. —¿Me la quito? — Me señaló su camiseta. Asentí, retrocediendo. Él con una sonrisa cargada de burla y diversión se la quitó, dejándola a un lado, dejándome ver todo lo que quería mirar.

Sentí cosquillas.

—Gracias. —Logré decir entre risas a pesar de que estaba avergonzada.

—¿Esto igual? —Tomó la cinturilla de su pantalón. Una risa lo asaltó.

—Que idiota eres. —Me quejé riendo, solo porque decirle que sí iba a ser demasiado para mí y él ya estaba viendo como me tenía a sus pies. Él continuó riendo. —Ayúdame con el agua antes. —Le pedí.

Me dirigí a la puerta blanca que se encontraba entreabierta, él me siguió aún riéndose, claramente de mí. Sentía unas cosquillas en el estómago que solo me hacían querer reír más, pero estaba privándomelas.

Luego de unos minutos, menos que la última vez ante un solo intento, ya me encontraba bajo el agua. Me sentía muy aliviada. Necesitaba dejarme llevar sin miedo de ahora en más, y sobre todo disfrutar.

Recordar esa noche lograba una nueva y radiante sonrisa en mí. El baile con Harry quedaría en mí por siempre, de eso estaba más que segura.

Cuando salí, volví a usar lo que hace minutos me había quitado dejando a un lado mi calzado. Me miré al espejo y sonreí. Por alguna razón me sentía muy contenta por estar allí.

A un lado del espejo había un paquete de cepillos de dientes que hace días habíamos comprado, estaba abierto y uno de ellos, color azul, estaba en un vasito. Tomé uno de los que estaban dentro del paquete y decidí cepillarme los dientes dejándolo, finalmente, junto al de Harry cuando terminé. No quería insinuar ni presionar nada con él, pero por supuesto ya no lo tiraría y tampoco volvería a guardarlo.

Solté una risita saliendo del baño. Él me recibió con una sonrisita divertida.

—¿Te dije que te veías muy, jodidamente, impresionante esta noche? —Me preguntó, observándome. Negué sonriente. —No podía dejar de mirarte, es decir, es normal, pero... ya no podía siquiera disimularlo. —Comenzó a reír. Sonreí mucho, acercándome a besar sus labios. Él me extendió una camisa blanca.

—Voy a cambiarme, cierra los ojos. —Le dije, él se los cubrió con la mano. De igual manera prefería darme la vuelta, por si hacía trampa.

Tomé la camisa y la vestí encima del corset de encaje para así nerviosa desprender el cinto que sujetaba la falda en mi cadera, entonces con calma la dejé caer al suelo. Allí lo tomé y lo dejé sobre la cama, entonces volteé y me aseguré que no viera. Pierce lucía muy obediente y tranquilo, lo que me dio la confianza de volver a desvestir su camisa y quitarme de encima lo que vestía, lo único que realmente me cubría, sin embargo, antes de siquiera alcanzar los broches de detrás de mi espalda unas manos suaves y masculinas se deslizaron por mi abdomen, enlazándose en un abrazo. Su boca se infiltró por mi cuello y me dio un beso.

Sonreí nerviosa, soltando una risita, feliz. —Me asustaste. —Susurré.

—Puedo ser muy sigiloso cuando quiero. —Emitió, dejando un beso en mi cuello, haciéndome cosquillas.

Precipitadamente volteé hacia él, chocando mi piel con la suya. Dejé caer la camisa, él sonrió de una manera hermosa, sin siquiera bajar la mirada, porque estaba concentrado en mis ojos. Y justo ahí no tenía ninguna intensión alguna de alejarme. Jamás había sentido aquella sensación de sentir un hogar en unos brazos.

—Que me hayas elegido por sobre la aprobación de tus amigos es muy importante para mí, amor. —Musitó en mis labios. Sonreí. Llevé mis manos a sus mejillas para acariciarlo.

—Tú también lo haces. Cada día, te expones y arriesgas todo por mí. —Él besó mi nariz haciéndome reír. Quise alejarme para cambiarme.

—¿Quieres que te suelte? Porque no pienso hacerlo. —Allí sentí la cercanía de su cuerpo contra el mío y la escasa tela que nos dividía.

—Cierra los ojos. —Le dije. Él algo dudoso lo hizo. —Dime algo que ames. —Intenté buscar alguna manera de escaparme de él, tan solo para provocarlo. Analicé sus brazos y como me soltaría de ellos.

—Se llama Jessica Giovanna Blosson. —

Lo miré. Sus ojos cerrados, su respiración calma y profunda.

Besé sus labios y escapé, algo desconcertado me siguió, tomo de mí y nos dejó caer sobre la cama, él sobre mi cuerpo. Solté una risa extremadamente nerviosa que lo hizo reír. Respiré profundo, aguantando las ganas desde lo más profundo de mi estómago de chillar.

—Déjame ir. —Murmuré.

Él arqueó una ceja divertido. —¿De verdad? —No.

Asentí.

Sonrió, y entonces bajó su boca a mi piel, deslizándose a mi cuello, sin siquiera tocarme, pero con su respiración causándome escalofríos. Las cosquillas llegaron más rápido de lo que creí. Supliqué que se detuviera, entre risas sin poder más.

—¡Por favor! —Reí a carcajadas. Harry se detuvo, sonrió, observándome con dulzura.

—No. —Me dijo él. —Ámame.

—¡Pero te amo! —Exclamé riendo.

—Entonces no me digas que te deje ir. —Adoptó la mirada llena de recelo como un niño. Me derritió al instante, esa genuinidad y vulnerabilidad me hizo reaccionar. Su amor lo era todo.

Respiré profundo intentando calmar los calambres en mi estómago.

Él soltó mis manos, aferrándose en la cama para continuar sobre mí, pero no caer sobre mí. Las llevé a sus mejillas.

—No me sueltes entonces, no lo hagas nunca. —Emití suavemente —Pero no vuelvas a hacerme cosquillas. —Resolví finalmente. Él soltó una risita.

—De acuerdo, podemos llegar a un acuerdo.

Mis manos se deslizaron hacia su cabello. Su mirada se suavizó y sus ojos se cerraron un instante. Al abrirlos un segundo luego me sonrió, y sus pupilas se dilataron tanto que me hicieron reír con nervios.

Realmente me amaba y eso me abrumaba tanto.

—¿Qué sucede? —Me sonrió, riéndose de mí.

—Nada. Es un secreto.

—¿Un secreto?

—Un secreto entre tú inconsciencia y yo. —Sonreí. Él confundido comenzó a reír. Me incliné hacia él para besarlo, me respondió al instante, tomó mi boca y la hizo suya, invadiéndola y llenándome el alma con cada segundo.

La forma tan sublime de entregar todo de él en sus besos. La manera de tocar mi piel como si valiera más que el propio oro, la forma de besarme y convertir cada segundo en lo más valioso de mi vida. La manera en la que hacía mi cuerpo delirar con solo un minuto en sus manos. Harry era mucho. Harry es amor y admiración, Harry es cuidado y diversión, es protección, vida, libertad, sueños. Harry se había convertido en mi vida. Y no abandonaría ese sentimiento por nadie.

Aunque lo más difícil no lo habíamos enfrentado aún, tenernos allí, de esa forma solo para nosotros era ganar el cielo entero.

Recordaba nuestros primeros segundos, aquellos que habían despertado tanto amor real de golpe, aquellas miradas llenas de preguntas, tantas sensaciones y emociones que no eran liberadas por miedo a la reacción de otro, aquellos labios con el deseo de probar del otro, aquellos roses accidentalmente intencionales que causaban tanto, en secreto. Tanto, pidiendo a gritos, sentir más.

Tan solo él es el dueño del amor más profundo que tuve en toda mi vida.

Sus labios estaban besándome con cariño una vez más, y como la primera vez sentía como el mundo se detenía y todo nuestro alrededor desaparecía.

Sentí un verdadero miedo de que alguien me arrebatara todo eso.

—Harry...—Jadee, rompiendo el beso de golpe, sonoramente. Su miraba buscó mis ojos para oírme. Intenté recuperar un poco el aire al tomar una bocanada de aliento. Él acarició mi mejilla. —Por favor jamás me dejes. —Supliqué, agitada. Y en cuanto mis palabras salieron sus ojos chocaron con los míos, suavizando el fuego que había en ellos.

—Jamás. —Susurró, tragando saliva. —Jamás voy a dejarte. Te lo prometo. —Sus ojos se achicaron al sonreír de forma radiante, diría que feliz. —Eres lo más precioso que tengo en la vida. Además, ¿Crees que te dejaré ir sabiendo que me haces tan feliz? —

Aquella felicidad, aquel amor inconmensurable que me daba no me cabía en el pecho. Quise reír de la felicidad, quise abrazarlo tanto para jamás soltarlo.

—Te amo tanto. —Susurré. —Cambiaste con tu amor mi vida entera, Pierce.

Su sonrisa disparó destellos de alegría en sus ojos. Brillaron tanto que me hicieron sonreír más.

—Tu amor me salvó, mi amor. No tienes idea lo que hiciste en mí. —Me besó y creí que mi corazón se saldría de mi pecho.

Al separarme tuve la necesidad de deslizar mi boca a su cuello, su respiración se revolvió profunda, al instante me deslicé a sus hombros rozando su piel ondulada a causa de sus músculos. Mi respiración causó que pequeños vellitos de su piel se erizaran en respuesta y en cuanto mis labios tuvieron contacto con su piel, inhaló con dificultad. Aquella magia la sentí como un poder. Y aquel poder me provocó tanto placer a mí misma que me sentí afortunada, en el mismo paraíso. Mis labios húmedos se deslizaron con más dedicación, sabiendo lo que provocaban. Pude notar como su respiración cambiaba, se volvía más inestable. Sus latidos replicaron contra los míos.

—Déjame hacerte el amor. —Susurró a mi oído. Cerré mis ojos sintiéndome desbordada. Sentí calor, sentí mi abdomen contraerse, sentí que mi mente se ponía en negro. Mi corazón latió con fuerzas. Sentí miedo nervios y ansias.

—Soy completamente tuya, Harry. —Susurré, tragando saliva con dificultad. Su mirada me hizo sentirme aún más segura. —Puedes destrozarme herirme o amarme de la misma manera que yo lo hago, puedes hasta romper mi corazón o cuidarlo. Mi cuerpo es tuyo. Y mi corazón también. —

Porque Amar es darle la posibilidad a alguien de destruirte y confiar en que jamás lo hará.

Sus ojos penetraban intensamente los míos, como si pudiera verme a través de ellos. Como si estuviera viendo algo inigualable, algo increíble. Su mano viajó a mi rostro y acarició mi mejilla como si fuera lo más valioso que haya estado en sus manos.

—Te amo tanto. —Susurró, concentrado en mí, como si no pudiera creerlo.

Busqué sus labios para besarlo, para perder mi mente en él y en todo lo que esto significaba para mí. Deslicé mis manos por sus brazos, subiéndolas suavemente hasta sus hombros y así deslizarlas con calma a las hebras su cabello hasta enredar mis dedos en él, disfrutando la humedad de él.

Su mano derecha se deslizó hacia abajo rosando mi cuerpo, provocándome instantáneamente un espasmo muscular, él tomó mi cintura y subió con calma, haciéndome perder la cordura, aquella seguridad en su mano me volvía loca, subió hasta encontrarse con la curva de mis pechos y al solo rosarme mi respiración se entrecortó. Al instante su boca se deslizó a mi piel. Su lengua tocó mi cuello y recorrió suavemente mi hombro, bajando hasta llegar a mi clavícula. Lo miré con fascinación, notando como de pronto el aire me faltaba tanto.

Sus ojos llenos de fuego en su mirada, llena de seguridad, de anhelo, de fascinación se conectaron con los míos y ante todo eso abrí mi boca para buscar aire. Él bajó suavemente entre mis pechos y aquellos nervios se volvieron ansiedad. En cuanto me besó, Jadeé.

De pronto me sentí presa, por su tacto, sus labios y su cuerpo. Sentí una sincera devoción por su boca y sus movimientos, aquella fascinante manera de mantenerme en mi lugar, disfrutando de lo que hacía conmigo. No quería dejar de sentir sus manos grandes dando caricias en todo mi cuerpo ni aquellos labios que divagaban en mí como si fuera única y amara sentirme. ¿De verdad ama sentirme?

Al encontrarse con los breteles de mis bragas sus dedos se introdujeron dentro, su boca se abrió tomando aire y su cabeza bajó, mirando entonces mi cuerpo bajo el suyo. Di un respingo. Cuando creí que podría apoderarse de ella se reincorporó y me dio una mirada que me dejó a sus pies. Tragué saliva.

De rodillas frente a mi sentí tanto calor que podría encenderme. Era la mejor imagen que había visto en mi vida entera. Harry poseía todo aquello que podría considerarse como un dios. Su cabello, las facciones fuertes, su boca entreabierta buscando aire, sus ojos llenos de fuego contemplándome con adoración, La piel de su torso fuerte, suave, impresionante. Los músculos de su abdomen notándose, bajando en una V por su cadera, perdiéndose más allá de lo que podía ver. Aquella presión en mi abdomen bajo me hizo presionar mis piernas. Al verme una sonrisita llena de malicia lo invadió. Me removí impaciente, presionando los ojos, pero solo un instante porque no podía pasar un segundo más sin mirarlo.

Me reincorporé tomándolo del cuello y reclamando sus labios. Riendo, con su voz afectada, me besó. Su mano se deslizó por mi abdomen deslizándose hasta encontrar mis bragas nuevamente. Quise gritar, quise hasta llorar. En cuanto sentí su mano filtrarse en ellas un gemido brotó de mis labios, haciéndolo suspirar. Tomé aire, soltando sus labios. Pierce recargó su frente con la mía, observándome embelesado.

Me removí presionando mis labios. Él me soltó de golpe, y al instante los colores de la habitación parecieron volver. Tragué saliva, ahogada, aturdida también. Mi corazón bombardeaba tanto que temí que pudiera detenerse. Pierce se deslizó por mi cuerpo, y al mirarlo lo vi entre mis piernas. No podría con ello.

Supliqué con mi mirada que no, suplicando a su vez que sí. Respirando agitada lo vi humedecer sus labios antes de mirar mis bragas negras con más deseo de lo que jamás había visto en él.

Sus dedos tomaron los breteles de los lados y antes de que me las quitara sin poder ocultárselo más hablé.

—Pierce. —Logré decir, apenas soné como un sonido, pero él me oyó. Relamió sus labios una vez más antes de buscar mi mirada. —Nunca... —Tragué saliva. Mi cuerpo tembló. Reclamaba por más. —Jamás lo hice. — Busqué aire. —Jamás hice esto. —

Pierce frunció el ceño al instante, se reincorporó. Su mirada me trajo inseguridades. Humedecí mis labios, recargando mis codos en la cama para reincorporarme. Lucía confundido, pero esforzándose en entenderme, lo había tomado muy desprevenido.

Entonces pareció entenderlo, pude hasta notar cuanto lo aturdió.

—Jessica... —Él intentó hablar, pero nada salió de ella. Esbocé una mueca. Quité el cabello de mi cuerpo.

Pierce tomó aire con cuidado, deslizó con cuidado su mirada por mi cuerpo entero, entonces negó. Aquello me entrecortó la respiración nuevamente. Aparté la mirada, sin querer ni poder mirar sus ojos.

Lo oí respirar profundo, por la boca, sin aire. A los segundos se recargó sobre mí, corriendo mi rostro para que lo enfrentara. Allí mordí mi labio. Sus ojos desprendían fuerza.

Su mirada me dijo mucho. Y nada de lo que expresó con ella era miedo rechazo o enojo. Sin embargo, fue severa, me regañó por no decírselo antes y con ello dentro mío todo pareció encenderse. Presioné mis labios intentando no sonreír por el subidón de calor que sentí.

Una sonrisa llena de incredulidad brotó de sus labios, bajó la mirada a mi cuerpo. Mis piernas presionadas. Mi mano presionando la sabana bajo mi puño, la forma que era consciente que lo miraba.

—¿Cómo diablos hiciste todo este tiempo para tener el control entre nosotros? —Murmuró, sin creerlo. —¿Por qué no te amé antes Jessica?

Solté una risita, afectada.

—Ahora mismo, no lo sé. —Logré decir. —¿Me regañarás por no decírtelo antes?

Sus dedos tocaron mis costillas, delineando el contorno de mi cuerpo.

—No... —Susurró. —No ahora. —Corrigió. Sonreí, divertida. —Estoy muy impresionado porque eres muy sensitiva, pero aun así...

Asentí, notando mi cuerpo impaciente. Ahora ni siquiera podía calmarlo, aunque intentara obligarme. Cerré mis ojos unos instantes, respirando profundo.

Su tacto acariciaba mi abdomen.

—¿Pero... nena... —Él respiró profundo. —¿estás segura que...?

—Si. —Asentí. —Quiero que seas tú. Y ahora. —Demandé, mis palabras las tomó con diversión, pero asintió, de acuerdo.

—Tus deseos son órdenes. —Susurró. Buscó mis labios cargando una sonrisa y me besó, tanto que perdí mi mente, perdí la noción de los segundos y los minutos.

Pude ver sus ojos verdes inundados de un brillo y un color oscuro ardiendo al bajar por mi cuerpo. Tomé aire estremeciéndome por sus besos. Una de sus manos fue hasta mi cuello y con dulzura comenzó a darme suaves caricias mientras su boca llegaba a la pequeña tela que separaba mi intimidad de él.

Solté un jadeo arqueando mi espalda al sentir sus labios. La ola de calor me invadió y fue tan intensa que tuve que tomar una bocanada de aire, sofocada.

—Por el amor de dios. —Musité. Lo vi sonreír. Me reincorporé, creyendo que no podría soportarlo. Sus manos tomaron con posesión mi cintura buscando mis labios, pero yo lo esquivé y lo obligué a caer en la cama. La sorpresa en su mirada cambió al instante en cuando me senté en su pelvis. Jadeé oyéndolo emitir un pequeño, pero sonoro gemido.

Con desesperación buscó mis labios y al hacerlo me removió del lugar, causando que rompiera el beso para tomar aire abruptamente. Volvió a besarme tanto que sentí el alma desprenderse de mi cuerpo. Suspendida en el aire llevé mis manos a su cabello, jalándolo de a poco. Suavemente comencé a moverme en mi lugar.

Sus manos acariciaron mi espalda. Al instante sentí escalofríos. Jamás había sentido algo igual y mis movimientos no lo dejaban actuar correctamente. Rompió el beso para mirarme con tortura. Aquella mirada la guardaría toda mi vida. No me detuve y él tuvo que respirar profundo. A mí también me afectaba, gustaba y dolía, más de lo que quería confesar.

Sus manos se deslizaron a la espalda del pequeño corset, deteniéndose ahí. Su mirada brillosa se encontró con la mía como si estuviera pidiéndome permiso. Sonreí demasiado, sin aire. Asentí, aliviada y ansiosa por decirle por fin que si. Y en unos movimientos seguros desprendió los lados de la prenda.

Tragué saliva.

Harry tomó los finos breteles y los bajó, y entonces deshizo la prenda de mí, dejándome expuesta, desnuda ante él. Ante su mirada.

Sentí tantas cosas que no podía si quiera pensar en nada más que en él, en la forma en la que su mirada se deslizaba por mi cuerpo con fuego en sus ojos, la forma en la que su boca entreabierta buscaba aire. Tragó saliva.

Sus manos subieron por mis costillas y siguiendo el camino buscaron mis pechos. Tomé aire entrecortadamente. Bajo su mirada atenta a sus manos los rosó. Agitada sentí acariciarlos y aquel tacto de sus manos en mi piel sensible me dejó sin aliento. Su boca me besó con desesperación.

Los presionó levemente con seguridad, y al instante gemí, increíblemente afectada.

Sin que sus manos abandonaran mi cuerpo su boca se deslizó a mi cuello. Gemí inclinando mi cabeza hacia el cielo, buscando aire. En cuanto su boca húmeda roso mis pechos un escalofrío me agitó más, entonces besó mi piel, completa y totalmente al capturarme me estremecí. Sentí morder mis pechos, lo sentí tomarme entera. La adoración en lo que hacía me volvió loca. Todo a mi alrededor pareció desvanecerse. Harry me hizo delirar. Mi cuerpo en su boca siendo manipulado y a su vez amado, probado.

Mis uñas se clavaron en su espalda. Me removí impaciente y al instante él gimió más fuerte.

Lo recosté en la cama, él me permitió manipularlo. Su mirada había oscurecido tantos tonos que me impresionaba. Me miró atento, fascinado. Me reincorporé un poco para tomar la cinturilla de su pantalón, y consigo el bóxer.

Lo miré antes de hacerlo. Tragó saliva, parpadeó, presionó las sabanas.

Me sentí nerviosa e inexperta, pero estaba tan dominada por lo que sentía dentro de mi que se sentía increíble escucharme.

Al bajar las prendas tomé aire, sintiéndome de pronto indefensa, de pronto incapaz. Escalofríos me recorrieron, inseguridad y calor, mucho calor. Sentí mi boca seca, de sus besos, pero a su vez, hecha agua.

—Mierda, Jessica. —Emitió sin poder respirar. Y todo cayó de forma abrupta. Mis manos, inexpertas, lo tocaron. Aquello lo hizo presionar sus ojos con fuerza. Al deslizarse en él para intentar tomarlo, él gimió. Sentí mi cuerpo traicionarme, me sentía húmeda. Completamente sedada por él, sin siquiera estar tocándome.

Harry se reincorporó y en un solo movimiento me dejó contra la cama. Sus manos tomaron mis bragas y me las arrebató, dejándome expuesta, dejando expuesta cuan excitada estaba frente a él. Respiró profundo, aquella inhalación se entrecortó, buscó mi mirada, cargada de deseo.

Su lengua salió de su boca, humedeciendo sus labios y tragó saliva.

Se ubicó entre mis piernas. Y en cuanto lo hizo sentí nervios y desesperación. Mi abdomen se contraía.

Llevé mis manos a mis ojos, respirando profundo. Lo sentí acercarse en mí, impidiendo espacios entre nosotros.

Su respiración me causó escalofríos.

—No tengas miedo, no sentirás nada diferente a lo que ya sientes, solo se intensificará y te gustará. —Logró decir, con calma.

Lo miré. Besó mi frente. Lo sentí con su cuerpo tocar mi intimidad haciéndome respirar de golpe.

Por el amor de dios. Me sentía en el cielo sin hacerme nada aún.

—Confía en mí, mi amor. —Susurró. Llevé mis manos a su cuello, deslizándolas tras su nuca, respirando profundo, intentando hacerlo a pesar de lo afectada que estaba.

Su mirada cargada de atención me hizo sentir segura. Pronto en un movimiento lento y seguro entró en mí. Un dolor agudo y profundo me invadió. Jadeé escondiendo mi rostro en la curva de su cuello. Permanecí allí, intentando acostumbrarme a la sensación. Harry bajó mis manos a la cama, enlazándolas con las suyas, pero yo las apreté.

Sus ojos me transmitieron tanto que me hicieron tragar saliva.

Unos pequeños movimientos comenzaron a producirse entre nosotros, y al sentirme presionó sus ojos, tragando saliva, sofocado. Y aun así bajó su rostro para dejar mil besos pequeños en mi hombro, intentando aliviarme o esperando paciente que lo hiciera. Aquel rose inigualable me hizo perder la cordura en segundos. Con cada movimiento el calor subía, mi respiración se entrecortaba y mis latidos se convertían en un ritmo inestable que jamás había experimentado. Sentía que mi corazón podría salirse de mi cuerpo realmente, sentía una sensación ardiente, arrasador dentro de mi cuerpo, dejándome vulnerable, sintiéndome a su vez la mujer más poderosa del universo.

Sus movimientos seguros se volvieron rítmicos, estables, y aquella sensación aumentó triplicándose con cada segundo.

Mis gemidos tímidos se abrieron en la habitación, inundándola, aquello parecía seducirlo aún más.

Cada rose parecía ser una tortura y a su vez el paraíso. Su mirada en mí tenía la fuerza de una tormenta y ardía, tan profundo que me quemaba. Su respiración entrecortada, sus gemidos, sintiéndome con tanto placer, disfrutándome. Oírlo gemir pausadamente era el mejor sonido que había oído en toda mi vida. Su voz me volvía loca. Me costaba respirar. Me costaba mantener mi mente en blanco porque todo parecía girar en torno a él. En torno a lo que mi cuerpo sentía y de la forma que lo hacía.

Aquel calor que nuestros cuerpos inundaban. Sentía que, si lo soltaba, el mundo podía acabarse.

Una capa de sudor se deslizó entre nuestras pieles, el calor que desprendíamos creaba un solo oxígeno, y a decir verdad amaba respirar su mismo aire. Era tan aliviador, tan impresionante.

Sus músculos bajo la piel de su espalda se contraían con cada vaivén sobre mí. Su piel ardía. Tocar su cuerpo se sentía el cielo, y el infierno.

Deliré, ardía en libertad. La libertad que siempre esperé para sentir esto. Este amor tan abrumador y esta pasión que dominaba mi mente, como jamás nunca alguien más lo había hecho.

Sabía dónde tocar, sabía dónde besar, sabía cada lugar que me haría perder la mente, cada centímetro que me haría delirar y pedir por más. Llorisquear y suplicar por más.

Pierce tenía el control absoluto de mí, y que precioso se sentía que sea él quien lo tuviera.

No había límites, no había secretos, no había más inhibiciones, éramos solo él yo y nuestro amor.

Una corriente de electricidad recorría cada centímetro de mi cuerpo, sus labios no dejaban de adorar mi piel, amándome, disfrutándome tanto.

Y por primera vez el amor hacía estragos dentro de mí. Sabía no confundir el amor y sentirse excitada, pero allí, más allá del fuego, de su posesión, de su seguridad, de la forma que me tomaba y me hacía rogar por más. Su amor lo reconocía bien, lo sentía dentro de mí, recorrer mi piel, despacio, en cada caricia que sus dedos hacían danzar suavemente en mi piel, en su piel, en sus besos, en su mirada.

Podía entregarle mi vida entera, porque sabía que no me destruiría.

No sé cuantos minutos corrieron en el reloj, ni cuantas veces de mi boca brotó su nombre, tampoco cuantos besos me dio y cuantas respiraciones me hizo dar por minuto. Solo sentí de un momento al otro que no podía más, allí cuando el calor me nubló y la explosión con una corriente inigualable tomaba fuerza en mi abdomen haciéndome remover sin aire.

Lo miré agitada, con la respiración entrecortada y pausada, desesperada, aguantando algo que no sabía ni siquiera explicar. La corriente me envolvía.

Lo vi buscar mis ojos, encontrar mi anhelo, humedecer sus labios y dejar un camino de besos pausados hasta llegar a mi oído. Tragó saliva.  Agitada tomé aire, sentí su mano recorrer suavemente mi abdomen hasta bajar aún más y encontrarme. Mi respiración quedó atascada al sentirlo, mordí su hombro. 

—No te retengas. —Murmuró suavemente. Su voz  y sus palabras fueron magia, sus manos, sus movimientos, y sus caricias también. 

El éxtasis acabó conmigo, con lo que quedaba de mí, pero liberarlo fue la sensación más arrasadora y aliviadora que había sentido en mi vida. Al instante lo hizo Harry. Toda su aura era impresionante, era un dios mágico.

La sensación e incluso el sentimiento era mejor de lo que había deseado, mejor de lo que había esperado que fuera luego de tantos libros romantizando el sexo, no era mariposas, eran huracanadas de tormentas y volcanes en el interior, más fuerte, más sucio, pero tan íntimo como especial, también salvaje pero dulce y cuidadoso, Harry era mi amor, por supuesto me hizo sentir más que amor también.

Su cuerpo colapsado cayó rendido sobre mí suavemente, devastado, destrozado. Mis piernas vibraban, mi abdomen aún sufría el impresionante efecto de las cosquillas que me estremecían entera.

Mi respiración junto a la de él era un descompás que me fascinó oír.

Se reacomodó recostando su cabeza en mi pecho. Mis brazos, exhaustos como cada partícula de mi cuerpo, subieron para abrazarlo. Acaricié su cabello. Su respiración fue profunda. Vi sus ojos cerrarse unos instantes antes de buscar mi mirada.

No pude evitar sonreír y que aún la corriente en mi abdomen subiera a mi pecho, provocándome una risita. Había tanto amor en su mirada que me derritió.

—Jessica, mi amor, Te amo. —Emitió, suavemente. Mi pecho latió con fuerzas siendo evidente para él por estar sobre mí. Sonrió mucho, sintiéndolo.

—También yo. Mucho más. —Aunque no necesitaba decírselo porque me sentía.

Su respiración calmó junto a la mía.

Deslicé mis dedos por las curvas de su espalda, llena de músculos que, ahora, afectados por haber hecho tanta fuerza, tenían espasmos por mi toque.

Jamás había experimentado una sensación tan reconfortante como justo en ese instante, él en mis brazos.

Estaba tan exhausta que solté una risita. Harry me miró, divertidamente.

—Nada. —Le dije, antes de que preguntara. Él riendo besó mi piel sobre uno de mis pechos, provocándome escalofríos. Estaba tan sensible a su toque.

—¿Quieres acomodarte en la cama? —Me preguntó. Sus ojitos habían vuelto a aclararse, ahora lucían exhaustos y dulces.

—En un segundo. —Le dije, cerrando los míos. Respiré profundo.

En cuanto él, sin fuerzas, se levantó, gimió. Sonreí mordiendo mi labio.

—Intento no sexualizar este momento, Jessica. —Me reprochó, riendo junto a una carcajada que brotó de mi desde no sé dónde ni con qué fuerzas.

Sin fuerzas se sentó, mirándome entera, desnuda en su cama.

—Basta, Harry. —Le pedí, riendo nerviosa. Ni siquiera podía levantarme.

—¿No te gusta que te mire?

—Me encanta. Pero justo ahora no puedo con eso. —Confesé, oyendo su preciosa risa suave.

—Eres un sueño. —Me dijo, su sonrisa de desvaneció, como si pensara en ello. Sus ojos se profundizaron. Me reincorporé con esfuerzo, enfrentándolo, sin distancias. —Eras mi sueño, Jessica. Lo eres aún.

Mi corazón se agitó, sin poder creer lo que había oído. Sentí coquillas y me sentí tan amada que podría llorar entre risas.

Llevé mis manos a sus mejillas para besar una de ellas y luego buscar sus labios. Sus ojos se cerraron un instante.

—A veces creo que no te merezco. —Confesó. Negué.

—El sentimiento es mutuo, Harry. Y es que te amo tanto que no creo merecer tanto. —

Me besó, recostándome de nuevo en la cama, pero su falta de fuerza hizo que cayera sobre mí. Solté una carcajada junto a él.

Con verdadera dificultad nos acomodamos en la cama correctamente. Tomé una nueva exhalación, sintiendo que no podía respirar aún del todo con normalidad.

Me recosté a su lado, pero él me hizo recargarme en su pecho. Deslicé mi mano desde su cadera a su abdomen, abrazándolo.

Llevé mi pierna a su cadera y al instante su mano viajó a mi piel para acariciarme suavemente. Nos mantuvimos en silencio, sin miedos, sin nada que pudiera romper esto. Dentro mío sentía tanta felicidad que no me cabía en el pecho.

Su mano acariciaba mi cadera con suavidad. De pronto me acurrucó con fuerzas besando mi cuello, provocándome risitas. Harry dejó muchos besos en mis labios.

—Lo siento, es que no puedo creer que te tengo aquí. —Me dijo, riendo. Respiré. Sonreí tanto que mis mejillas dolieron. Lo besé, suavemente, él cerró sus ojos, tomando un poco de calma.

—Duerme. —Le dije, porque estaba exhausto, pero él negó. El sol comenzaba a brillar tras las cortinas de la ventana dándonos un poco más de luz. Los ojitos de mi hombre se veían brillosos, pero cansados.

—No quiero. —Se rehusó. —Quiero mirarte.

—No aguantarás.

—Si tú puedes yo puedo. Tus ojos están enormes, aunque te veas cansada. —Solté una risita.

—Porque no creo poder dormir hoy. —Confesé. —No lo entenderías. —Presumí. Él me miró sorprendido, riéndose.

—Siento lo mismo. —Me dijo. Al mirarlo me sonrió. —¿Cómo te sientes? —

—Feliz. —Sonreí. —Y también exhausta. —Confesé. Toqué mi abdomen, sintiendo pequeñas vibraciones. —Que hiciste conmigo, por el amor de dios. —Dramaticé, haciéndolo reír.

—Lo mismo que tú hiciste conmigo. —

Se separó un poco más de mí y nos cubrió con las sabanas, luego apagó las luces del lado de su cama. Pero aun así parecía no querer jamás dormir, comencé a ponerme nerviosa ante su mirada en mí, no sabía en que estaba pensando, y quería saberlo.

Mordí mi labio también, intentando descifrarlo.

—Te amo, te amo, te amo. —Soltó, liberando una risa al acurrucarme nuevamente. Reí a carcajadas y negué cerrando mis ojos. —Te amo Jessica. —

—Y yo a ti Harry, quizás mucho más de lo que tú a mí. —Acaricié sus facciones suavemente. Sus ojos se cerraron. Me incliné un poco para besarlo suavemente. Aquel gesto bastó para que no los volviera a abrir y su respiración al paso de los minutos con cada beso se volviera cada instante más profunda.

Mi mente no dejaba de dar vueltas, no podía dejar de pensar tontamente en lo que había sucedido, en cada instante, mi memoria, con Harry en ella me hacía sonreír hasta que una corriente llena de nervios me invadía. Presionaba mis ojos para intentar dormir, pero no había caso.

Mi boca estaba reseca. Consideré ponerme de pie, pero estaba tan cansada que dudaba llegar a la nevera, aún así al haber pensado en ello me hizo necesitar agua. Pensé en simplemente olvidarlo y quedarme allí pero luego de unos minutos supe que no podría dormirme si no me hidrataba.

Maldecí en silencio, liberándome de él cuidadosamente. El frío abrupto me invadió.

Al bajar de la cama busqué mis bragas de algún lado de la habitación y encontrarlas me las puse, tomando también la camisa que antes Harry me había dado.

Cada paso lo di con cuidado. No quería que despertara. Al salir de la habitación la casa me recibió en una completa oscuridad. Fruncí el ceño, pareciéndome extraño, sin embargo, me dirigí dentro de aquella oscuridad a la nevera y extraje una jarra con agua fría. Oí un pequeño ruido a mis espaldas, con miedo continué con mis acciones, tratando de ignorarlo por completo.

—¡Hola! —Oí de pronto tras mis espaldas, tan abruptamente que del susto todo se me cayó al suelo.

Miré la habitación con pánico esperando algo de Harry, pero el completo silencio posterior me hizo suspirar, buscando con reproche el causante. Golpeé mi mano contra la frente de Brian.

Respiré profundo.

Él me miró atónito.

—¡¿Cómo te atreves a darme un susto así?! ¿Quieres matarme? —Chillé silenciosamente.

—¿Qué estabas haciendo... o pensando picarona? —Se sumó la voz de Brent. Presioné mis labios mirando a ambos.

Mierda.

—¿Cuándo llegaron? —Murmuré lamentándolo, al mismo tiempo que cerraba el escote de la camisa.

—Uff Hace muchisim... —Logró decir Chace antes de que Brian lo golpeara.

—Recién. —Señaló éste. Mire a todos. Ellos me sonrieron inocentes. —Vinimos por la costumbre, no pensamos que no era adecuado venir. Lo sentimos, de igual forma Harry nos regañará.

Mis mejillas se encendieron, sentí calor y mucha, demasiada, vergüenza.

—Pequeña Jessi, no oímos nada. —Se apresuró a decir Brian. —En serio. —Pero no les creí en lo absoluto. Con solo imaginar que pudieron oírnos o simplemente oírme quise ocultarme bajo tierra.

Las luces se encendieron de golpe y al instante ahogué un grito intentando bajar y cubrirme más con la camisa.

—¡Apaga eso ahora mismo! —Chillé sin aire.

—Lo siento, lo siento. —Se disculpó Ian, apagándola.

—Pero que las luces estén apagadas no quiere decir que no podamos verte. —Se burló Brian ésta vez. 

—Nunca sé si quieres hacerme sentir mejor o avergonzarme. —Me quejé. 

—Uhm, es cierto, es que te quiero, pero me gusta avergonzarte también. Lo que sienta en el momento. —Comenzó a reír, y no pude evitar hacerlo también. Me serví agua en un nuevo vaso y tomé hasta la última gota. Miré el suelo. Ahora le debía un vaso a Harry.

—Iré a dormir, que descansen. —Saludé, caminando de nuevo a la habitación.

—Sí, está bien. Nosotros limpiaremos tu desastre.

—¡Gracias! —Le susurré.

—Espera. —Me dijo Brent, deteniéndome. —¿Cómo estuvo? ¿Nuestro querido Harry es tan bueno como promete? —Se burló. Lo miré escandalizada, ellos comenzaron a reírse a carcajadas, de mi. 

—Hombres. —Murmuré. Pero me entendieron, porque explotaron en risas que intentaron callar con sus manos. Cerré la puerta al instante, respirando y mirando a Harry al segundo. 

Sonreí. Dormía como un ángel, sus facciones tan duras se tornaban suaves, gentiles.

Corrí a la cama hacia los brazos de Harry, suavemente me escabullí en las sábanas y me acurruque con su cuerpo caliente, dormido me abrazó, inspirando profundo. Sus largas pestañas acariciaban descansando sobre sus mejillas. Sus labios, dulces y rosas lucían hinchados, pero en calma también. El calor de su cuerpo envolvió poco a poco el mío y al instante cerré mis ojos.

Aquella sensación me dejó dentro de un sueño.

Continue Reading

You'll Also Like

2.4K 156 16
Ahora que la vida me a dado otra oportunidad me aseguraré de esta vez no cometer ningún error, gobernaremos este lugar juntos o ninguno de los dos lo...
399K 53.8K 62
AVISO: Esta historia NO ES APTA PARA TODOS LOS PÚBLICOS. Puede herir la sensibilidad del lector (fuerte y explícita). La autoestima de Ruth roza nive...
360K 19.5K 34
La dulce Ellie no se esperaba que después de salir del trabajo un chico misterioso la tomara por sorpresa y le diera un beso en plena calle. No había...
29.3K 1.5K 24
sɪᴇᴍᴘʀᴇ ʜᴀʏ ᴜɴᴀ ᴘʀɪᴍᴇʀᴀ ᴠᴇᴢ ᴘᴀʀᴀ ᴛᴏᴅᴏ...