ARDER EN LIBERTAD

By ElizabethBermudez156

219K 9.7K 475

"Besar su piel me sabía a vida, en sus manos alcanzar el cielo y encontrar libertad." Jessica Giovanna Blosso... More

DEDICATORIA.
UNO.
DOS.
TRES.
CUATRO.
CINCO.
SEIS.
SIETE.
OCHO.
NUEVE.
DIEZ.
ONCE.
DOCE.
TRECE.
CATORCE.
QUINCE.
DIECISEÍS.
DIECISIETE.
DIECIOCHO.
DIECINUEVE
VEINTE.
VEINTIUNO.
VEINTIDOS.
VEINTITRES.
VEINTICUATRO.
VEINTICINCO.
VEINTISEIS.
VEINTISIETE.
VEINTIOCHO.
VEINTINUEVE.
TREINTA.
TREINTA Y UNO.
TREINTA Y DOS.
TREINTA Y TRES.
TREINTA Y CUATRO.
TREINTA Y CINCO.
TREINTA Y SEIS.
TREINTA Y SIETE.
TREINTA Y OCHO.
TREINTA Y NUEVE.
CUARENTA.
CUARENTA Y UNO.
CUARENTA Y DOS
CUARENTA Y TRES.
CUARENTA Y CUATRO.
CUARENTA Y CINCO.
CUARENTA Y SEIS.
CUARENTA Y SIETE.
CUARENTA Y OCHO.
CUARENTA Y NUEVE.
CINCUENTA
CINCUENTA Y UNO.
CINCUENTA Y DOS.
CINCUENTA Y TRES.
CINCUENTA Y CUATRO.
CINCUENTA Y CINCO
CINCUENTA Y SEIS.
CINCUENTA Y SIETE.
CINCUENTA Y OCHO.
CINCUENTA Y NUEVE.
SESENTA Y UNO.
SESENTA Y DOS.
SESENTA Y TRES.
SESENTA Y CUATRO.
SESENTA Y CINCO.
SESENTA Y SEIS.
SESENTA Y SIETE.
SESENTA Y OCHO.
SESENTA Y NUEVE.
SETENTA.
SETENTA Y UNO.
SETENTA Y DOS.
SETENTA Y TRES.
SETENTA Y CUATRO.
SETENTA Y CINCO.
SETENTA Y SEIS.
SETENTA Y SIETE.
SETENTA Y OCHO.
SETENTA Y NUEVE.
OCHENTA.
OCHENTA Y UNO.
OCHENTA Y DOS.
OCHENTA Y TRES.
OCHENTA Y CUATRO.
PENÚLTIMO CAPÍTULO.
ULTIMO CAPÍTULO.
EPILOGO.
Agradecimientos y Nueva temporada!

SESENTA.

2.3K 91 3
By ElizabethBermudez156

Desperté cuando mi trasero fue golpeado abruptamente por una almohada.

Miré a aquellas siete mujeres que suspiraron como si estuvieran exhaustas.

—¿Sucede algo? —Murmuré. Lou ya no estaba, tampoco Bigotes. Pero Sam y Vivi parecían haber llegado hace rato.

—No podemos vestirlas. —Todas señalaron a More y Luna, quienes me sonrieron con inocencia.

—¿Por qué? —Me reincorporé en la cama.

—¡Haz algo! Nos quieren vestir provocativamente. Eso de usar tan poca ropa es ilegal. —Protestó More.

Miré las prendas sobre la cama. Y sí, tenían razón.

—Por suerte, no es ilegal. Pero sí, es demasiado para ser la primera vez. —Mencioné, sosteniendo un vestido negro ajustado y corto. —Necesitan estar cómodas. —Todas ellas suspiraron sentándose en la cama, rendidas ante su fracaso.

Me puse de pie y me dirigí al closet.

—Veamos, veamos... —Analicé cada prenda.

Saqué un vestido bordó, no muy corto y se lo extendí a Luna. Ella lo consideró, examinándolo, pero lo tomó. Se le escapó una sonrisita nerviosa.

Luego a More, quien es más reservada, tomé un vestido más fresco, menos seductor mangas largas y suelto color blanco. Ella al mirarlo sonrió entusiasmada. Con eso les indiqué que se vistieran.

—No es por discriminar su ropa interior, —Les dije a ambas con una sonrisita. —Pero si quieren tengo unas cajas de Tiffany's sin abrir ni usar. Quizás no seamos del mismo talle, pero podría funcionar.

—Pero no se ve lo que usamos de bajo. —Suspiró More.

—Amor, no sabes lo que puede pasar en una noche. —Reveló Tati, todas asentimos. Ellas nos analizaron un poco y luego asintieron, así que les indiqué a ambas que se alistaran ahora mismo.

Inseguras y dudosas se desvistieron, mirando más de la cuenta lo que esperaba frente a ellas.

—Nena... —Harry. La puerta fue tocada y abierta en un lacónico segundo, dejándolas expuestas, todo al mismo tiempo. Ellas gritaron y yo golpeé mi cara a la vez que él cerraba la puerta atropelladamente con velocidad. Comencé a reír y pude notar la pequeña risa que lo asaltó detrás de la puerta. —Lo siento mucho en verdad. —Lamentó hacia mis amigas, hubo un pequeño golpe en la puerta y supe que fue su cabeza. —Es la costumbre, lo siento. —Hizo una pausa. —Jessica, lo siento, me mandaron a decirte que todos están esperándolas abajo listos. Cuando bajen ya estaremos listos. —

Presioné mis labios.

—Sí, de acuerdo. —Le dije. —Tardaremos. —

—Lo siento. No vi nada, lo juro. —Pero supe que no fue así, porque soltó una risa al alejarse que avergonzó mucho más a mis amigas. Cuando sentimos sus pasos alejarse ellas comenzaron a golpearme con almohadas.

—¡Nos vio en ropa interior Jessica! ¡Ese hombre me vio en bragas! ¡Y es hombre! ¡Nos avergonzará luego!

—Claro que no, chicas, no lo hará. —Le dije, riendo. —Además, ¿Yo que culpa tengo? ¡Debieron poner llave! —Exclamé a Tati que se mataba de la risa. —No se avergüencen, tienen todo eso para presumir. —Ellas me miraron con recelo.

Sami carraspeó. Al mirarla sonrió con malicia.

—¿" lo siento, es la acostumbre"? —Chilló ella riendo, dándome un empujoncito. —¿Qué insinuó con eso?

—Es que... No lo sé. —Comencé a reír a carcajadas.

Pronto les ordené que se terminaran de vestir en el baño y se apresuraran.

—Espero que funcione. —Murmuró Sol a los minutos.

Luego de un tiempo ellas salieron vestidas encantadoras, el negro que vestía esta vez Luna era más fresco, menos oscuro, lucía encantadora. De hecho, era más bien un bordó oscuro. More en cambio con su vestido lucía mucho menos agresiva, su vestido la hacía lucir impresionante. Ellas presionando sus labios esperaron alguna respuesta, pero no me salían las palabas. Se veían muy diferentes a quien eran en realidad. No planeaba cambiarlas, solo quería que ellas mismas se sintieran bien y veía que les gustaba.

—¡Me encanta, por el amor al cielo! —Exclamé llevándolas al espejo. —¡Estoy impresionada, chicas lucen hermosas! —Ellas soltaron un gran suspiro, sonriendo ahora con amplitud.

—Es raro verme así. —Susurró More. —Pero me gusta.

—Si quieren cambiar algo díganme. —Miré detalladamente a ambas. Ellas sonrieron mucho, negando. El espejo reflejaba cuan preciosas se sentían. Y me hacía muy feliz.

—Me encanta. —Le dijo Luna.

—Estoy realmente impresionada. Es decir, realmente se ven preciosas. —Tati se acercó para mirarlas fascinada. —¡Se tenía que despertar para poder solucionar el problema! ¡Maldita Jessi! —Exclamó Tati haciéndome reír.

Entonces recogí el cabello de More de una manera bonita con una cinta blanca. Tati por otro lado hacía lo mismo con Luna. Luego les indicamos donde estaban los calzados.

Finalmente, luego de ver todo ese show de ropa volar por lo aires, cuando mis amigas ya estaban listas decidí empezar a alistarme yo.

Una toalla me cubría ya que me había duchado mientras las demás se vestían.

El problema se creó cuando no supe que vestir. Y mientras más el tiempo pasaba más ganas de continuar durmiendo sentía dentro de mí.

—Calma, respira profundo. —Tati se sentó en el suelo conmigo, ayudándome a respirar.

—No sé qué ponerme. —

—Lo sé. Ahora te ayudaré.

—No tengo nada que ponerme. —Respiré entrecortadamente. Todas me miraron mal. Fruncí el ceño, mirando a mi amiga frente a mí.

—Ahora te ayudaré. —Repitió. —Pero relájate porque o sino la cabeza se nos pondrá en negro. —Concluyó como una autoayuda hablando en plural. —Buscaré algo, luego tú te lo probarás. —

Se puso de pie y comenzó a rebuscar en lo que ya había afuera y dentro del closet.

—Mira. —Tati llegó a mi lado, esta vez yo estaba sobre la cama junto a las demás. Me mostró una falda de charol bastante corta con un pequeño corte de unos cinco centímetros en uno de los lados de mis piernas y un cinto con hebilla rectangular siendo el detalle destacable que acentuaba bastante la prenda. Sonrió mirándome traviesa, entonces desde detrás de su espalda extrajo un corsette top con encaje transparencias y breteles.

—Demasiado.

—Jamás es demasiado. —Musitó, junto a mi vocecita en la cabeza.

Los tomé, riendo.

Cuando me vestí lencería de encaje negra y todo lo que me había propuesto mi amiga salí de nuevo a la habitación. Ellas sonrieron traviesas.

—Maldición, Jessica, esa falda te queda impresionante. —Jadeó Tati. —Mira ese culo. —Todas asintieron, riendo.

Al mirarme al espejo solté una risita. Era muy ajustado, pronunciaba bastante las caderas y las curvas. Mordí mi labio. Verifiqué moviéndome, abriendo mis piernas y acuclillándome si podía moverme con ella y en efecto servía.

—Y no es vulgar, mucho menos muestras más de lo que debes. Es perfecto. Luces increíble. —Sami sonrió.

—Bastante sexi. Cariño, estos dieciocho serán fuego. —Emitió Vivi.

—Mamá se moriría de un infarto. —Susurré.

—Pero no te verá, no te preocupes por ella. —Hizo un ademán con su mano Tati, haciéndome reír. —Tienes unos corsés allí adentro que si te viera con ello si la matarías. —Señaló el closet, asentí, sabiéndolo.

—Me gusta, pero le falta algo. —Mencionó Sol. Ella vestía un vestido negro, se veía muy linda. La chica se dirigió a los calzados y extrajo unos tacones aguja, eran bucaneras.

La tela era gamuza, eran ajustadas y llegaban hasta un poquito más arriba de las rodillas.

Dudosa las tomé. Le pedí aprobación a Tati y ella emocionada asintió, indicándome que las probara.

Al probármelas todas comenzaron a lanzarme piropos haciéndome reír.

Entonces me sentí lista y satisfecha. Ella me maquilló como toda una profesional haciendo un smook eyes en mis ojos y luego me preparó el cabello con ondas llenas de movimiento, no eran pronunciadas. Y por supuesto mis labios rojos. Cuando estuve lista tomé mi celular, mis llaves, los pañuelitos descartables, el labial, delineador y se lo extendí a Tati quien ella llevaba un bolsito. Ella tomó la máscara de pestañas exclamando que no podíamos olvidarla.

—No muestras casi cada de piel y estas encendida. —Sonrió divertida Luna a mi lado.

—El Push up de arriba y de abajo son suficiente. —Mencionó Tati. Mencionando mis curvas. Riendo divertida negué. Desde la parte de arriba si me sentía bastante desnuda, pero no lo hice notar cuando llegué a la planta baja. Mis pechos tenían poca tela y estaban presionados y solamente unos pequeños breteles me cubrían los hombros. Inspiré profundo.

Todas las miradas de los chicos se detuvieron en nosotras de tal manera que me hicieron reír. Negué divertida.

—¿Tardamos mucho? ¿Qué hora es? —Pregunté mirando a Ethan. El sonriendo embobado miró su reloj.

—Las doce y veinte. —

Me aseguré que dentro de mi top todo estuviera en su lugar.

—Y ya que estamos todos juntos... —Les sonreí a todos, no pude evitar soltar una risita. Aquellos hombres se veían guapísimos y las chicas todas unas diosas. —Les agradezco muchísimo por haber hecho de este día, mi cumpleaños, uno tan especial para mí. Todos ustedes son personas increíbles que se volvieron todos imprescindibles en mi vida. No necesito a nadie más que a ustedes. —Sus sonrisas iluminadas y felices me hacían sentir cada vez mejor. —¡Bueno ya! ¡Vamos! ¡Ahora necesito bailar! —Todos ellos rieron, poniéndose de pie y yéndose a la salida.

—Procura que todo eso quede en su lugar. —Murmuró Dylan con burla cuando pasó por mi lado señalando lo que traía puesto. Mis mejillas enrojecieron.

Pronto me voltearon y me encontré con Martin. Lo miré extrañada. No sabía que él estaba aquí.

—Feliz cumpleaños, no pude venir antes. —Me regaló una sonrisa. Me abrazó con cariño.

—Gracias Martin. —Agradecí, sonriendo. —Vamos.

Al darme la vuelta para irnos me choqué con un cuerpo, cuyo proveniente de ese cuerpo me tomó de la cintura para mantenerme en el lugar. Sus ojos me miraron y luego penetraron a los de Martin, intimidándolo y echándolo, para mi sorpresa.

Presioné mis labios para no reír. Harry volvió a mí. Todos se esfumaron a excepción de los amigos de Pierce quienes en silencio amortiguaron risas.

Su mirada intensa profunda e incluso seria me hizo presionar los labios.

¿Acaso debía disculparme por algo? ¿Por mi ropa? ¿por qué sentía que debía disculparme?

Harry les dio una miradita a sus amigos indicándoles que salieran. Ellos entre risas y mirándome de más se fueron.

Pierce observándolos molesto volvió a mí.

—Blosson.

—¿Uhm? —Sonreí con inocencia.

—¿Tú quieres matarme? —Y lo preguntó como si verdaderamente se preguntara ello. Presioné mis labios, evitando reír.

—Uhm, no. En realidad no. —Sonreí, pero no pude evitar reír. —¿Por qué no me miras de pies a cabeza como siempre lo haces? —Me burlé.

Él inspiró profundo.

—No sé qué hacer contigo. —Susurró.

—Pierce, —Me acerqué a su boca. —Soy tuya. Tómame.

[...]

—Documentación. —Habló un hombre alto de unos treinta años o quizás más, con cuerpo realmente trabajado en exceso. Se lo extendí con orgullo.

Él levantó la vista del documento para mirarme. Le sonreí lo más adorable que pude. Me colocó una pulsera flúor.

—Feliz cumpleaños. —Me dijo a continuación. Reí agradeciéndoselo.

A penas entramos fuimos atrapados por un mar de gente, la música a fuertes volúmenes y gritos de alegría, olores de cigarros y alguna que otra droga común de estos lugares.

Harry tomó mi mano y me dirigió hacia una de las mesas que había desocupadas.

—Acabo de encontrarme con mis amigos. —Me dijo Ethan llegando a mi lado. —¿Te molesta si vienen con nosotros?

—Por supuesto que no. —Negué. Bruno indicó que me sentara a su lado y finalmente todos terminamos sentados por pequeños grupos; con Harry y sus amigos frente a mí. Terminamos siendo una gran mesa.

—¿Qué quieren beber? —Preguntó Bruno. Todos respondieron, pero Thiago More y Luna se encogieron de hombros así que le dije a mi hermano que les trajera algo suave.

—¿Y tú? —

—Agua. —Dejé el celular sobre la mesa. Los amigos de Ethan aparecieron y me saludaron alegres.

—¿Qué? —Chilló Bruno, cuando lo miré me encontré con que reía junto a los demás. Enarqué una ceja cruzándome de brazos.

—Agua. —Repetí.

—Okey, okey. No te enfades. —Pero a pesar de decir eso continuaba riendo. Junto a Martin se fueron a buscar lo encargado.

Media hora después nos encontrábamos bailando, reconocía la canción, me encantaba,  y sabía que Pierce junto a sus amigos en la mesa estaba mirándome así que elegí seducirlo solo un poco a la distancia.

Bailé tranquila, sonriendo, deslizando mis manos por mi cuerpo y cantando.

Al voltear, su mirada oscura y brillante estaba sin disimulo sobre mí. Negó, como si fuera yo lo más imposible del mundo.

La canción cambió con un ritmo mucho más divertido y entre risas y bailes, giros y meneos comencé a hacer tweerk, pero morí de risa mientras lo hacía haciéndolo reír también.

Me impresionó que incluso nos divertíamos a la distancia.

Aun riendo me reincorporé bajando la falda y evitando que no subiera más.

—¡Me encanta esto! —Exclamó More.

—¡Es genial! ¡Pero no es bueno venir siempre! —Le recomendó Tati, entre risas.

—¡Tonterías! ¡Esto es bueno para la salud! —Gritó Luna y las demás empezamos a reír.

Junto a ellas el tiempo se me pasaba volando, nos divertimos muchísimo, continuamos bailando como si no hubiera un mañana y de pronto mi canción favorita de Britney comenzó a sonar. Gemí. Comencé a bailarla sintiéndola en la sangre. Mi amiga sabiendo cuanto la amaba la disfrutó junto a mí.

Unas manos se deslizaron por mi abdomen y me atrajeron a su cuerpo, adhiriéndome a él y rompiendo distancias inútiles. Su perfume me invadió, seduciéndome tanto que sin detenerme me moví junto a él. Sus manos en mi piel, la seguridad en sus movimientos, sus tatuajes visibles por su camisa arremangada y sus anillos. Unos extraños nervios me consumieron. Quizás por desearlo tanto.

Cerré mis ojos y sentí con calma esa mezcla de sensaciones fusionada que me inundaba su cuerpo, su presencia junto a mí. Al voltear sin tomar distancia me maravilló tanto el poder de su mirada que me hizo perder el aliento. Subí mis manos por su pecho y las deslicé a su cuello rozando su nuca e introduciendo mis dedos entre su cabello...

—Hola... —Murmuró sonriente.

—Hola... —Me acerqué a sus labios, pero me contuve desviándome a su cuello y dejándole un minúsculo casi invisible beso para el alrededor. Pude sentir como sus ojos se cerraban y su respiración acentuaba su calma, disfrutando de ello. Me reincorporé solo un poco, allí lo vi abrirlos, pero su mirada se deslizó a mis amigas detrás de mi. 

Volvió a mi, inseguro, pero negué.

—Hoy no importa el mundo. —Susurré. Y como si mis palabras fueran mágicas y tuvieran la habilidad de romper los límites que nos habíamos puesto como una responsabilidad y una carga para protegernos frente al exterior, su boca me atacó, invadiéndome con salvajismo, tomando mi alma y dejándome en sus manos en solo un segundo. Su agarre se intensificó y me guio lejos de allí hasta que una pared desocupada lejos de todos nos detuvo. Respiró profundo al mismo tiempo que sus manos viajaban a mi cuello y sus pulgares acariciaban mis mejillas.

Dándole besos repetitivos en sus labios, dulces, acariciando sus mejillas con mis pulgares, no pude tomar distancia. Solté una risita.

—Te amo tanto. —Exclamé riendo. Era consciente de que quienes estaban conmigo habían visto todo, pero realmente no me importó. Ya no era importante para mi ocultarlo, necesitaba hacer de este amor lo más sano posible, y ocultarnos nos lastimaba.

Su sonrisa preciosa hizo vibrar mi corazón.

—Yo más. —Besó mi frente. —Lo lamento, no pude soportar tenerte lejos.

—Nos vieron, pero ya no me importa. —Acaricié sus mejillas, encantada. Noté que cuando lo hice sus ojos brillaron y su sonrisa se amplió, se sentía maravilloso ver que el sentimiento, las sensaciones, y la magia que sentía yo por él, era mutuo.

Pude divisar a lo lejos a mi hermano, tomó la cintura de su novia y la besó. Luego le murmuró algo.

—¿Y tus amigos? —Le pregunté.

—Debieron haberse ido con alguna chica. —

—Me recordaste nuestra primera vez aquí. Tu mirada cuando bailaba me encantaba. —Admití riendo.

—No puedo evitar hacerlo. —Confesó divertido. Deslicé mis manos a su cuello y me acerqué lo suficiente para besarlo. Sus labios, aquellos que amaba con locura, finalmente eran míos. Me hacía sentir tan afortunada.

Cuando la canción que sonaba terminó, comenzó una nueva alegre y divertida que me encantaba desde que la oí por primera vez. Grité emocionada y comencé a bailar arrastrándolo conmigo a la pista.

Él reía, dejándose llevar por mí.

Comenzamos a bailar juntos, se movía impresionante y aquello me fascinó. Bailamos cantamos y reímos. El momento era tan perfecto que no podía dejar de reír. Nuestras manos se unían y se soltaban veces repetidas mientras girábamos y disfrutamos estar juntos sobre la música.

Me volteé con su cuerpo junto al mío, sintiendo su pecho en mi espalda y sus manos en mis caderas. Con una sonrisa me deslicé hacía abajo. Lo oí soltar una risa gustosa. Sus manos subieron por mi abdomen hasta abrazarme y llevar sus labios a mi cuello, me dio un beso que me dio cosquillas y me hizo reír.

Seguí moviéndome, disfrutando bailar sobre su cuerpo, sentir su cercanía y su piel.

Observé como nos miraban y no me molestó, me encantaba que Harry aún bailara conmigo mientras había gente que miraban curiosos. Miró su alrededor y volvió a mí con una sonrisa, tomando mis mejillas y besándome, presumiéndome.

Por el amor de dios, me encantaba contemplar esa sonrisa, era perfecta, simplemente era un destello de luz que emanaba alegría cuando estaba conmigo y eso me encanta cada segundo más.

Unas manos me alejaron de él bruscamente y me voltearon hacia esa persona.

—Paren un poco, noviecitos. —Nos advirtió Bruno, sonriendo preocupado.

—Esta sobria, déjame disfrutarla así. —Protestó Harry. Me crucé de brazos, ahora mirándolo con reproche.

—No soy una alcohólica encubierta.

—Era una broma. —Me dijo riendo, tomando mi mano y acercándome de nuevo a él. —Además, Bruno, como ya dijiste, es mi novia. —

—Solamente temo que alguien conocido los vea y pasen un mal momento, chicos. No lo arruinen. —Nos aconsejó. Fruncí el ceño. Harry besó mi frente. —Iremos al bar. —Nos señaló el puesto de bebidas —Y luego nos uniremos todos de vuelta en la mesa ¿Ustedes se unen? —Ambos negamos, él frunció el ceño en desacuerdo.

—No es una pregunta, irán. —Y dicho esto se volteó y se fue.

—Si era una pregunta. —Concordamos a la vez con Harry, pero igual fuimos detrás de él. Allí nos dimos cuenta que, con las palabras de mi hermano en la cabeza, debíamos seguir ocultándonos y fingir que no habíamos desaparecido por horas juntos.

Estaban todos ahí, pensando qué elegir y luego pagando lo que pedían.

—¿Quieres algo? —La voz de Martin sonó a mis espaldas. Al voltearme él me regaló una sonrisa ladeada. Le dije que no, que gracias, sin embargo, insistió. —Déjame hacerlo.

—No quiere. Déjala. —Advirtió Harry. Martin le lanzó una mirada insinuándole que se no se metiera y se callara, pero Bruno intervino.

—No te metas en un territorio que no es tuyo. —Le advirtió con calma, entonces lo jaló de los hombros. —Ya hablamos de esto, mi hermana lejos de ti. ¿Copiado?

—Copiado. —Repitió él, como si se lo hubiese aprendido de memoria.

—¡Mira nada más! —Exclamó Brent riendo, mirándome. —Es genial verte sobria a estas horas de la noche.

Me crucé de brazos de nuevo, esta vez sí ofendida.

—¿Mi hermana tiene un problema con el alcohol? —Preguntó Bruno riendo y extendiéndole un vaso color rojo a Tati y luego, el mismo, a More. Busqué con la mirada a Luna.

—¿Alguien vio a Luna? —Casi grité para que todos me oyeran. Simplemente negaron. Desvié mi mirada a More que reía como loca.

—¿Estas ebria? —

—No... —Tomó aire. —Ese chico se cayó de trasero al suelo. —Reía a carcajadas señalándome a un chico en el suelo. De pronto su risa se esfumó y me miró sin destellos de alegría. —Luna despareció. —

—No me había dado cuenta. —Solté. —¡Ah! Voy a buscarla. —Suspiré.

—Creo que se sabe cuidar sola, hermana. —Intervino Bruno cuando Harry tomó mi mano para detenerme.

—Por supuesto que no, ella jamás vino a un lugar así. Ustedes no tienen ni idea de lo que eso significa. —Cuando me zafé de ellos me dirigí a otros lugares que no habíamos estado. Una presencia me alcanzó y cuando me volteé me encontré a Thiago.

Ambos la buscamos por todo el club y no estaba.

—Debe estar por algún lugar. —No quería desesperarme.

—¿Y si se la llevaron los extraterrestres? Ella estaba muy provocativa hoy. —

—¿Por qué serían los extraterrestres? —No evité reír. —Además... no estaba provocativa. Yo la vestí. —

—Eso explica todo. —Me examinó con la mirada ganándose una mirada de advertencia de mi parte. Él comenzó a reír. —Es broma, está hermosa. —

—Lo sé. —Musité. —Pero, tú, galán, concéntrate en More. —

—¿Qué? —Me miró confundido, pero con una sonrisita. —¿Qué quieres decir con eso?

Simplemente le sonreí. No olvidaré jamás aquél incidente en el que Thiago estaba inconsciente y More nos había confesado su amor por él.

Cuando llegamos cerca de los baños le indiqué que la buscaría allí.

Me llevé insultos de quienes creían que me había colado en la fila, sin embargo, les grité de vuelta que buscaba a mi amiga, oí las carcajadas de Thiago afuera.

Me acuclillé y me fijé por debajo de las puertas de los cubículos.

—Lo sé horrible decisión. —Le dije a las chicas que me miraban desde el espejo, haciéndolas reír. Planeaba encontrar mis tacones en alguno de los pies de las chicas, pero no los encontré, no era ninguno de ellos.

—No puedo creerlo. —Oí a Thiago al salir. Y entonces, logré verla. Luna estaba con un chico, hombre en realidad. Estaban besándose contra una columna. —Uno estando preocupado y ella disfrutando. Deseo gritarle. —

—Y yo abofetearla por preocuparme. —Me reí. —Pero a la vez felicitarla. Mira ese tipo. Es una delicia. —En cuando esas palabras salieron de mi garganta mi amigo me dio un empujón.

—Le diré a tu hombre. —Me acusó.

—Eres mi amigo. —Me quejé, haciéndolo reír.

Nos acercamos.

—Eh... Hola. —Toqué al fortachón, su estructurada contextura hacía más pequeña a mi amiga de lo que ya era.

Él me miró al dejar de besarla. Mi amiga me miró abrumada. —Luna, cuando termines aquí ven con nosotros a la mesa. Estábamos buscándote. —Ella asintió riendo.

—Lo siento mucho, yo la robé. —Se disculpó él con una sonrisa. Asentí, y aunque quise responder, la mano de Thiago me jaló lejos de ellos.

—¿Qué te pasa? —Le grité riendo.

—¿Querías quedarte a platicar? —Comencé a reír a la vez que asentía. Cuando llegamos a los demás todos inseguros preguntaron por ella. Incluso se pusieron de pie por si todos debíamos buscarla, sin embargo, me apresuré a decir que no.

—Está en buenas manos. —Les expliqué. —En unas MUY buenas manos. —Sonreí evitando la mirada de Harry.

—¿Disculpa? —Me regañó mi hermano. —¿Qué insinúas?

—Que tu problema de audición no afecte tu c...—

—¿Quieres comenzar? —Me desafió.

—No... —Sonreí acercándome para abrazarlo. —Gracias por el regalo. De verdad lo amé. —Besé su mejilla. La música disminuyó y mi hermano me dijo que me sentara. Enseguida la voz del dj se escuchó en todo el lugar. Los gritos de euforia y la alegría emanaban de cada persona que interactuara con él.

—Estaremos premiando a quien se anime a bailar con su novio, novia, amigo o amiga en el centro de la pista una canción al azar. El premio como ya mencioné, consistirá en una ronda de bebidas gratis para todo el grupo de amigos que se encuentren con la pareja participadora. —Las luces disminuyeron y un gran reflector alumbró el centro de la pista cuando hábilmente todos los que estaban allí escaparon de él.

Tomé agua con una sonrisa, eso iba a ser jodidamente divertido.

—¿Quién lo hará? —Bromeó mi hermano. Todos rieron.

—¡Anímense! No tienen que saber hacerlo...—Animó el Dj desde los altavoces. Pero nadie se animaba. Sin embargo, se alentaban los unos con los otros.

Mi corazón se detuvo cuando Harry se puso de pie, y fue aun peor cuando rodeó la mesa y me extendió su mano.

Ya no era jodidamente divertido, ahora era jodidamente vergonzoso.

Sin embargo, su sonrisa divertida me hizo reír.

—¿Estás loco? —Le pregunté, sin poder creerlo, entre risas cargadas de nervios. Su sonrisa espléndida me hizo sonreír mucho. Asintió.

—¿Me concede esta pieza, Blosson? —Me sonrió. En nuestra mesa se desató el descontrol y desgraciadamente toda la gente prestó atención a ello. Y sin más opciones, cargada de nervios y adrenalina la tomé. Las carcajadas de mi hermano resonaron en mis oídos.

Él me llevó hasta el centro de la pista, alumbrados por el reflector esperamos, en mi caso impacientes, hasta que nos asignaron una canción. El dj festejó junto a los demás.

—¿Por qué me haces esto? Estás loco. —Le susurré en cuanto vi cuan expuestos estábamos, su sonrisa se expandió.

—Porque necesito pasar más tiempo contigo. —Musitó.

—¿Públicamente?

—Públicamente. —Comenzó a reír. Y para mi mala suerte comenzó la canción.

Harry largó una carcajada sonora y nada disimulada al ver mi reacción a causa de la canción que nos asignaron, siendo imposible que fuera al azar. Pronto las risas de los espectadores se oyeron haciéndome reír de los puros nervios mientras negaba ¡No podía bailar esa canción! Era muy seductora y no podía bailar de ese modo frente a todas esas personas. Y menos sin prepararme con anticipación. 

—Claro que puedes. —Leyó mi mente antes de que yo formulara alguna palabra. —Dangerous woman. —Murmuró a mi oído la canción.

Respiré profundo. En mi mesa esperaban entusiasmados que ganáramos.

Y entonces, tuve que detener el mundo en mi mente, desaparecer a todas aquellas personas que miraban cada uno de nuestros pasos y cerrar mis oídos para no escuchar nada. Me concentré en él, en sus ojos. 

Bailamos, provocando gritos y silbidos que, aunque quería no podía bloquear. Sus manos danzaban en mi cuerpo con seguridad, teniendo acceso y permiso de tomar de mi en el lugar que fuera, con una familiaridad cargada de deseo con un público tan grande, todos observando lo que hacía conmigo y cuan embelesada y cautivada me tenía. Aquel fuego arrasador que sentíamos muy en las profundidades de nuestro cuerpo siendo ocultos cotidianamente ahora, eran expuestos, pero fingiendo un show disfrutamos con valentía disfrutarnos sin temer

Una persona del staff del club dejó una silla en el centro del lugar, con una rosa en ella. Yo intenté ignorarla, pero Harry no lo hizo. Él me llevó hasta ahí, provocándome sensaciones indescriptibles en mi estómago.

Frente a ella se acercó a mi oído, me inhaló y sentí mi piel erizarse en consecuencia por su respiración. 

—Te amo. —Susurró, y mis piernas reaccionaron como gelatina, sentándome al instante en la silla. Me extendió la rosa y la tomé, sumergida en su mirada.

Y entonces su cuerpo comenzó a bailarme tan caliente que mi corazón se agitó de golpe. Me sentí tan nerviosa de que fuera era él quien estaba haciendo eso conmigo que quise gritar. Su cuerpo, su pelvis cerca de mí. Él no tenía idea cuanto peleaba conmigo misma por no chillar junto a las demás chicas. Él no tenía una mínima idea de qué es lo que estaba haciéndome sentir. Me prohibí moverme, porque sino, besarlo sería el final.

Estaba impactada, lo disfrutaba, pero estaba anonada también. Su sonrisa sabiendo cómo me tenía me hizo reír cargada de nervios, Sabía bien que él, Harry Pierce, podía seducir y enamorar de cualquier manera, pero no sabía que además podría bailarme jodidamente sensual en público. Ahora tenía más que claro que cada mujer en el club querían mi lugar.

Negando incrédula mordí mi labio, sonriendo, disfruté de sus movimientos, de la forma en la que sus ojos brillaban, de sus roses, de su mirada profunda, de su respiración saliendo de su boca, de su pelvis tentándome a lo prohibido, incluso de sus manos que, aunque tan solo era un baile, esto iba más allá para nosotros.

Decidí que era mi turno, ya no me sentía avergonzada y sentía tanto calor y tanta adrenalina que el mundo que nos veía había desaparecido completamente. Me puse de pie y lo obligué a que se sentara, él sonrió descaradamente cuando sus ojos se conectaron con los míos.

Mi elasticidad, mi experiencia bailando me haría justicia hoy.

Mis manos viajaron a sus rodillas cuando me acuclillé, y de ese modo, al recuperar mi postura mi mano comenzó a subir de manera lenta y supe, por sus ojos que escurecieron al instante, que fue torturador. Tragó saliva, y terminó cerrando sus ojos, concentrándose en aquella calma que a veces se le escapaba del cuerpo y lo delataba.

Al correr de unos pocos instantes mi cuerpo danzaba para él, mis movimientos eran captados por su mirada, lujuriosa. Por otro lado, estaban sus manos que querían tocarme y tomarme a su poder, sin embargo, él sabía que no podía hacerlo y eso torturaba tanto como lo fascinaba.

Abrí sus piernas y me ubiqué de espaldas comenzando mientras me movía sensualmente a bajar a su pelvis, en cuando notó que es lo que haría respiro abruptamente y cuando mi culo tocó su cuerpo suspiró. Llevé sus manos a mis piernas, las subí por mis caderas y mi cintura hasta casi llegar a mis pechos. Entonces las aparté, me puse de pie de un movimiento, mi cabello voló por aires. Al conocer la canción sabía todos los tiempos y qué hacer en cada uno de ellos. Estaba tomando mucha ventaja porque me sentía increíblemente segura. Amaba bailar y hacerlo para él me inspiraba a que me deseara.

Mordí mi labio y sonreí al ver su respiración, algo dificultosa. Al acercarme a su boca sus manos viajaron a mi espalda baja y me obligaron a que me sentara en sus piernas, la falda subió, pero se mantuvo fiel a mi. La rosa que antes estaba a su lado la situé dentro del escote en mis pechos. Cuando su boca se acercó a la zona un grito se oyó como único sonido en todo el lugar.

—¡Quita tu sucia boca del cuerpo de mi hermana! —Y eso nos hizo sonreír, aquella exhalación de su boca en mis pechos me produjo escalofríos, él la quitó de ahí.

Él tomó mi mano, me deslizó hacia la pista, recorrió mi cuello con su boca, sin tocarme un segundo, en pasos coordinados y precisos, elegantes y sensuales. Y me hizo girar haciendo mi cabello volar por los aires, fue un movimiento tan preciso y perfecto que me impresionó. Al tenerme, me sostuvo, dejándome con violencia a centímetros de su boca. Respiré afectada, sonriendo. Las luces comenzaron a desvanecerse junto a la música.

Cuando la oscuridad nos cubrió y la música se detuvo él me besó, juntándome contra su cuerpo con sus manos en mi espalda baja, presionándonos. Soltó una exhalación que me hizo reír.

Una ola de aplausos y gritos de aliento reventó en el silencio cuando las luces volvieron, y entonces comenzamos a reír.

Harry le dio la silla al policía y luego hizo una reverencia que hizo reír a más de uno.

—Jamás vi algo tan caliente. Debo admitirlo. Chicos se ganaron los premios con honor. —Se reía el Dj desde el micrófono. —En unos minutos ya pueden reclamar lo que es suyo. —

Al llegar a nuestra mesa debimos actuar como si nada hubiese pasado, como si hubiese sido solo un baile por ganar algo y como, principalmente, si no hubiéramos sentido nada al hacerlo.

—Bueno... ¿Ya eligieron que van a pedir? —Les pregunté. Entre ellos algunos reían entusiasmados, burlones, otros hablaban y otros permanecieron serios y mudos.

Cuando miré a mi hermano él me lanzó una mirada llena de frustración.

—Ganamos. —Chillé riendo. Él apartó la mirada.

—Jamás creí que viviría para ver a mi hermana de ese modo. —Y me miró. —Revolviste mi estómago y ese idiota no ayudo nada. —

—Fue solo un baile inofensivo. —Sonreí.

—La silla era inofensiva. —Negó en falsa desaprobación Brian. Todos empezaron a reír y cuando miré a Harry sonreí maravillada, él reía delineándose el labio inferior con su pulgar e índice. Como suele hacerlo.

Que hermoso era.

Las pequeñas apuestas en escena siguieron por una hora más, esta vez con diferentes personas, algunos hicieron parodias imitándonos buscando las risas de todos. Me dolía muchísimo el estómago de tanto reír.

Luna desde que había llegado no había parado de murmurarme cosas respecto al baile con Harry, estaba impactada, mientras que, por otro lado, mi prima no detuvo un momento su discurso afirmando que Harry era suyo y que no podía arrebatárselo sabiendo que era el amor de su vida.

—Son códigos de primas. —Había dicho.

Finalmente, la pista fue nuevamente pública y todos fuimos a seguir bailando.

Bailé con mi hermano y luego con mis amigas.

Ethan había desaparecido y Azul me dijo que se había ido con una chica, ella estaba algo decaída, fue aun peor cuando Sol mencionó que lo había visto besuqueándose en una de las esquinas oscuras del club.

—¡Hey! —Llamé a More, señalándole en dirección a Thiago, él hablaba muy amistoso con una castaña desconocida. Cuando la mirada de mi amiga los vio, palideció, y cuando creí que se pondría a llorar derramó el vaso que sostenía al suelo y corrió hacia ellos. A continuación, para nuestra sorpresa, empujó a la desconocida hacia un lado, insultándola a punto de agredirla a no ser por Thiago que la detuvo y la volteó a hacia él, pidiendo explicaciones. Es decir, si no iba con un plan en mente para apartarla, hacerlo desconcertaba a todos. Ella comenzó a decir algo que no podía oír, parecía discutir, Thiago la observó.

Chillé, como espectadora. Y entonces, él la besó.

Grité feliz, junto a Luna, riendo a carcajadas.

Y como sus mejores amigas tuvimos que limpiar el desastre en el suelo, los de seguridad nos regañaron al ver el ataque de furia, celos, de mi amiga. Ellos dijeron que la gente podía resbalarse y bla, bla, bla.

—¿Qué pasa en esa cabecita? —Me preguntó de pronto Sami, estábamos de nuevo en el baño.

—Ha-Ha-Harry...—Cantó Vivi logrando nuestras risas. —Digo, Pierce.

—Por supuesto que no. —Negué sonriendo. Pero era cierto. No podía quitármelo de la mente.

—¿Vas a seguir negándolo? No puedo creerlo. Te besó en la pista, lo vimos. No es la primera vez. —Se volteó hacia mí para mirarme. —Y ahora bailan así... como si estuvieran solos. Como si hubiera una barrera de tan solo milímetros separando el apetito sexual entre ustedes, a punto de romperse y crear caos.

—¿Qué? —Solté una risa sin poder creerlo. — No... —No supe que decir. —No diré nada al respecto.

—De verdad te gusta. —Sami me analizó y no evité sonreír. —Estas feliz. ¡Te encanta! ¡Lo veo en tus ojos! ¡Jessica! Lo amas.

—¡Sami! —La regañé riendo. —No me analices. Ya basta.

—¡Admítelo! —

—Me encanta. —Confesé. Ellas chillaron emocionadas. Tati reía a carcajadas.

Cuando intentamos volver a nuestra mesa Azul me detuvo en el camino.

—Ethan todavía no vuelve ¿lo has visto? —

—No... Azu, pero... —

—Me preocupo. Esta con una zorra. —

—Tienes que divertirte. —Le dije de camino al grupo. —Olvídate de él. Recién acabas de rechazar un chico muy apuesto.

—Eso mismo le dije. —Exclamó una de sus amigas. —Pero está tan enamorada del estúpido y ciego de Ethan que no mira a nadie más. —

—¡No le digas así! También es tu amigo. —La regañó azul.

—¡Como soy su amiga tengo el derecho de decirle como quiera! ¡Sabes que lo aprecio, pero con respecto a ti me dan ganas de matarlo! —

—No tiene idea que me gusta. No es su culpa. —Lamentó ella.

—Entonces dile. —le dije, pero la chica me miró horrorizada. —Entonces busca a alguien más.

—Pero eso es como si lo traicionara. Y lo sé, es estúpido, no somos nada, pero eso es lo que siento.

—Entonces si lo tomas así ¿Qué hace él ahora contigo?

—Traicionándome. —Murmuró automáticamente.

—Entonces...

—¡Tengo que vengarme!

—¿Cómo?

—¡Acostándome con alguien!

—¿Qué? —La miramos atónitas y luego comenzamos a reír. —Si te sientes con esa libertad, pues hazlo. Pero mi consejo no iba más allá de un poco de baile y un beso. —Le sonreí divertida.

En la mesa solo estaba Thiago y More. Ellos me sonrieron, al devolverles la sonrisa les dije que hicieran como si no estuviera. No les arruinaría su momento a solas, pero me dolían los pies y deseaba tomar agua.

—¡Tenemos una genial idea! —Gritó Dylan asustándonos al llegar junto a los demás.

—¿Y cuál es? —Curioseé. En el proceso vi a mi hermano ser arrastrado por Tati hasta la mesa.

—Espero que sea buena. —Resopló este.

—Es genial... —Afirmó Dylan. —Verán. —hizo un gesto señalando el papel en sus manos.

Analicé el papel desconfiada.

—Ese no es... —Callé al darme cuenta de su idea "genial", de las arrugas de la hoja, las puntas dobladas, e incluso lo amarillenta y vieja que se había tornado con el paso del tiempo. —No puedes continuar teniendo eso. —Cubrí mi rostro con mis manos.

—¿Piropos malos? —Preguntó Ian confundido, ojeando el papel.

—Exacto. —Asintió Nick sonriente, como si lo que recordara fueran los mejores tiempos. Y en realidad, era divertido. Pero ahora estaba Harry, y eso vuelve todo diferente. Incluso me causaba algo de vergüenza.

—Alguien del grupo debe elegir a una persona cualquiera del lugar para ti, otro elegirá el piropo y lo que tú debes lograr es "conquistar" a esa persona sin que te agreda se vaya y, por supuesto, debes ganarte un beso. —Les expliqué a todos.

Solíamos jugar eso hace años atrás y notaba que aún no le perdían el entusiasmo.

—El fin es lograr que te bese, que no huya y que no te golpeé por culpa del piropo... —Dudó Brian. Nosotros asentimos.

—Tú le dices el piropo, y la otra persona tiene que ceder a besarte. Todo con consentimiento. —Aclaré. Y los hombres asintieron como si ahora sí lo entendieran. Miré a Tati, ella rodeó los ojos. Ambas reímos.

—Se escucha genial. Pero no voy a jugar, mi novia está presente. —Bruno acarició a Tati.

—¿Insinúas que si no estuviera presente lo harías? —Escupió la rubia logrando mis risas silenciosas. Bruno se apresuró a negar.

—No era eso a lo que me refería. —La besó él.

—Empalagosos. —Hizo una mueca de asco Brian. Y con Harry reímos. Eran graciosos y a la vez tristes sus celos.

—¡Empecemos! —Exclamó Dylan. —¿Quién comienza?

—Jessica, ella es la cumpleañera. —Exclamó señalándome un amigo de Ethan, el moreno aún no aparecía.

Negué enseguida.

—Ehh no, gracias. Y ya no es mi cumpleaños. Comiencen ustedes. —

—¡oh vamos! Amabas esto. —

—Hace años Dylan...—Okey, talvez lo había hecho un par de veces cuando aún era novia de William, pero siempre fue inofensivo. Simplemente un juego. —Comienza tú. —Aun no me atrevía a mirar al castaño.

—Si insistes... —Suspiró como si de verdad le costara jugar a esto. Negué sonriendo. Busqué una chica, al encontrarla la señalé. Dylan asintió sonriendo. Una morena con vestido más corto que mi falda y cabello largo hasta la mitad de la espalda. Ella hablaba con sus amigas. Los chicos le eligieron un piropo malísimo.

—Ponle la adorable carita de perrito mojado. —Le grité cuando se dirigía hacia ella. Él solía implementarla cuando estaban a punto de rechazarlo.

Él se acercó a ella y se lo susurró al oído. Ella volteó hecha una furia. Cuando intentó abofetearlo él implementó la carita, pero tampoco funcionó y a unos escasos centímetros de su mejilla él detuvo su mano.

—¡Eso es trampa! —Exclamaron mis amigos. Y sí, si ellos jugaban a esto, estaba permanente y determinadamente prohibido detener la agresión de sus reacciones, porque los piropos eran prácticamente insultos.

Él le susurró algo a su oído, seguro no era parte del piropo asignado y ella como una idiota lo besó.

—Eso es una total falta de respeto hacia el juego. —Exclamó Nick dejándose caer a la silla con los demás riendo.

—Estúpido idiota con rostro sexi. —Gruñó Sami molesta.

Finalmente él volvió como todo un triunfante con una sonrisa más grande que su rostro. Lo más gracioso fue que él afirmaba que no hizo trampa. Decidimos eliminarlo del juego.

—¡No pueden eliminarme de mi propio juego! —Se quejó éste elevando los brazos al aire.

—¡Rompiste tu propia regla! —Lo golpeé levemente

—Calma, seguro decidimos luego reincorporarte.

Cuando fue el turno de Vivi ella aceptó entusiasmada, mis amigos eligieron lo que tenía que decir y los amigos de Ethan al chico.

Y éste no estaba nada mal.

—Lo haré. Lo haré. —Asintió, poniéndose de pie y bebiendo lo que quedaba de su vaso.

Ella se encaminó nerviosa hasta el rubio musculoso y le arrojó las palabras.

Miramos con atención cada gesto, cada movimiento de ellos.

Y entonces, cuando creí que el chico respondería algo malo comenzó a reír y la acercó para besarla. Chillé emocionada.

—Que orgullo, esa es mi amiga. —Emití. Ellos rieron a carcajadas.

Pero los segundos pasaron, el minuto y no la soltaba. Ella comenzó a hacer señas de auxilio con sus manos en su espalda visible para nosotros. Entonces activamos la alarma.

—Necesita ayuda. —Exclamamos con mis amigas. —Código Rojo. —

Al código rojo lo implementamos cuando el beso se sobrepasa, queremos alejarnos o nos están obligando a continuar. Hubo ciertas ocasiones que los chicos debieron salvarnos.

Ellos corrieron hacia Vivi, apartaron al chico de un solo empujón masivo y la trajeron hacia la mesa. Todos reían a carcajadas, ella volvió roja como un tomate.

—Detesto cuando pasa eso. —Murmuró.

—¡¿No puedo creerlo, jugabas a esto?! —Me golpeó mi hermano el brazo. Comencé a reír negando.

—¡Jamás me pasó eso! —Exclamé inocente señalando lo recién ocurrido. —Jamás. —Acentué.

Una ola de risas proveniente de todos mis amigos se hizo presente, cargada de acusación burla y gracia. Les lancé una mirada horrible, e instantáneamente se callaron.

¡Ni mentir sanamente se podía!

Luego fue el turno de Brent y un amigo de Ethan.

—¡Jessica, tu turno! —Apuntó mi prima. Ella reía entretenida sin siquiera haber jugado una sola vez.

—Ya no puedes negarte. —Agregó Nick riendo.

—No estoy segura de querer hacerlo. Estoy bien aquí, de espectadora. En realidad, no tengo ganas de estar con nadie. —

—Sabes que estamos para rescatarte si quieren sobrepasarse, lo hicimos miles de veces y ahora somos más, está tu hermano, tu niñero que no sabemos dónde anda, sus amigos, tu guardaespaldas y los amigos de tu guardaespaldas. —Señalo a todos haciéndolo finalmente con Harry.

Frunciendo inevitablemente el ceño mire a mi novio quien jugaba con el vaso de cerveza, lo giraba con su vista en ello, sin siquiera mirarme.

—No quiero. De verdad.

—Es solo un beso. Hazlo. —Prosiguió Bruno, como si fuera por él quien yo no cedía. Tati lo golpeó levemente y luego le susurró algo al oído.

HARRY, IDIOTA. Harry.

—¡Tu hermano está dándote permiso! ¡Quién lo diría! —Exclamó Sami. —No lo desaproveches.

—Es que... Lo que pasa es que...—No sabía cómo decirles la razón de porque no quería ni debía. Me sentí desesperada y nerviosa. Al mirar a Harry pude ver que su mirada aún no estaba en mí y eso me angustiaba. Sus amigos esperaban mi respuesta, pero con el mínimo gesto de una sonrisita al verme tan jodidamente acorralada. —¡No puedo hacerlo! ¡Y no quiero! —

—¿Por qué no? ¿Qué está deteniéndote y privándote de hacer este tipo de cosa? ¿Acaso tienes novio y no nos dijiste? ¿Quién es, Jessica? —Exclamó Nick con una interrogación que me puso nerviosa. El grupo se silenció e incluso yo. No supe que responder.

—Es solo un beso inofensivo... —Prosiguió sorpresivamente Harry. Su mirada se elevó hacia mí y mi respiración se detuvo. —Si es que tienes novio no le molestará, en realidad, esto no saldrá de aquí. Puedes estar tranquila. —Pero no podía estarlo ¿Qué estaba diciéndome? Mi corazón se partió al ver sus ojos, lucían inseguros, pero intentó darme calma.

Miré a todos, ellos esperaban mi respuesta. Estaba desconcertada. Harry me guiñó un ojo.

—No quiero. —Negué. Y todos me abuchearon, exclamaron, presionaron y me arrojaron pequeñas cosas como basura que hubiera en la mesa. No pude evitar reír.

—¡Jessica por el amor de dios, es un beso! —Exclamó Dylan, riendo con incredulidad. —Amabas esto.

Lo miré mal.

—La vida y el contexto era diferente, Dylan... —Me quejé.

—Vamos bonita, ¿a qué le temes? No pierdes nada con hacerlo.

Bajé la mirada. No quería hacerlo, realmente no quería y no sabía cómo diablos darles un motivo para rechazarles la oferta.

Desesperada los miré, luego miré a Harry quien con una pequeña sonrisa me dijo que lo hiciera.

—No quiero. —Emití, hacia él, asegurándoselo. Esta vez su mirada me transmitió un poco más de calma.

—No nos detendremos hasta que lo hagas. —Se quejó Nick.

—No tenemos toda la noche, Blosson. —Agregó Harry, asintiendo.

Tomé aire y exhalé.

Podía presentir el desastre. Lo sentía.

Felices y conformes me eligieron un chico de la barra de bebidas con un piropo que, sabía con certeza que lo habían elegido porque querían que me besara con alguien, no era nada pésimo, sino gracioso.

Levanté mis manos al aire, con incredulidad. Ellos rieron.

—Ese es tu piropo, ve por ello. —

Le quité el vaso a mi hermano y tomé el resto de la bebida que éste contenía. Cuando me puse de pie inhalé de tal manera que me hizo ahogarme y toser. Ellos reían. No supe porque me sentía nerviosa e insegura, lo había hecho antes, sin embargo, era un juego tonto, poco bonito y usual y... besar a alguien desconocido no lo hacía todos los días. Menos teniendo a la persona que amo como libre espectador.

Obviamente no iba a hacer la fila por lo que decidí adentrarme a su sector de trabajo llamando la atención de los bartenders, el indicado se acercó a mí y sonrió agitando una de las bebidas que preparaba.

—¿Necesitas algo? —Me sonrió de manera bonita. Mordí mis labios y traté de no reír así que solo asentí.

—Adoro tu trasero, lo comería a besos. —Solté junto a una risa que no pude evitar. —Me encantaría que me besaras, solo así tu trasero estaría junto a mí y yo sería feliz. —Hice memoria. Esperaba de verdad que ese chico, aunque sea tuviera un pronunciado trasero. Él comenzó a reír a carcajadas, eso me hizo sonreír. Al voltear para servirle el contenido que preparaba a un cliente el continuó riendo en silencio.

Dejó el pañuelo que sostenía en su hombro sobre la mesada y se acercó a mí, congelándome.

Tomó ambos lados de mi rostro e hizo una caricia con uno de sus pulgares en mi mejilla, acortó distancias restantes y finalmente juntó nuestros labios en un corto pero cálido beso. Él sonrió al separarse.

—Eres preciosa.

—Tengo que irme. —Murmuré tomando sus manos y retirándola de mí lo más suave posible.

—¿Ya? —

—Si... Solo debía decirte eso. —Me reí. —Fue un placer.

Él extrajo algo de su bolsillo y me lo extendió.

—Ignora lo de bartender y eso. —Emitió una risa. —Mi número está ahí por si quieres salir alguna vez. — Sonrió.

Asentí leyendo la tarjeta; era por su servicio de bartender en eventos.

—Está bien. Okey ¡Adiós! —Me volteé y me fui. Lamenté haberlo usado de esa forma. ¿No podía haberme tocado un patán?

Llegué a mi mesa con todas aquellas personas riéndose y molestándome. Deslicé la tarjeta sobre la mesa y la dejé en el medio.

—¿Quieren un bartender horario corrido de siete horas para algún evento? —Esbocé una sonrisita inocente.

—Nosotros no, ¿tú sí? —Se burló Nick. Me crucé de brazos al sentarme. Ellos reían.

—Fue tan dulce. —Mi hermano Imitó voz de niña pequeña.

Rodee los ojos.

—Ya, ya. Continuemos. —Me apresuré a decir —Azul, te tocará a aquel chico que ignoraste. —Ella comenzó a reír negando. —le dirás "Que hermosos ojos tienes, aunque no puedo verlos bien sé que son mi farol de cada día. Dame un beso"—Leí la oración.

—¿Qué? Eso ni siquiera rima. —Exclamó ella riendo. —Y tampoco es malo.

—Eso no importa. —

Y Lo hizo, no la dejé pensar demasiado.

Todo marchaba bien. Pero él comenzó a llevársela a un lugar que ya no veíamos.

ALERTA ROJA.

—¡La quiere llevar a lo oscurito! —Exclamó su amiga haciéndonos reír. —¡Código rojo!

La mayoría se levantó y siguieron los pasos que ellos habían tomado. La otra mayoría reía. Analice la situación desde lejos.

Cuando miré al castaño él me sonreía. Y eso me alivió muchísimo. Respiré por fin. Había sentido cierta angustia y miedo que no me dejaba ni mirarlo.

Instantáneamente me puse de pie y obligué con solo miradas a Brian que me cambiara el lugar. Él no quería, pero sin embargo se fue a mi lugar mientras yo tomaba el suyo distraídamente, al lado de Harry.

Él sonrió mirándome y luego llevó su mirada al frente cuando mi hermano le dijo algo que solo él entendió.

Harry dejo su mano en mi pierna dando pequeños y circulares movimientos como caricias.

—¡Hey! —Una chica alegre se acercó para saludar muy feliz a Harry, abrazándolo. La miré sorprendida, luego desconfiada. Cruzaron un par de palabras y luego ella saludó a todos los amigos de Harry.

Me crucé de brazos, sin siquiera mirarlo, es decir, no estaba en posición de reclamos.

Ella se detuvo al lado de Brian, con más reproche en su mirada que la mía ahora mismo.

—Lo siento, lo siento, es que decidimos salir a último momento, por eso no te dije que vinieras con nosotros. —Le sonrió nervioso.

—Es su hermana. —Me explicó Harry al oído. —Suele salir con nosotros, pero Brian no le dijo que viniera con nosotros por ti. Para que no sientas celos.

—Entonces gusta de ti. —Murmuré. —¿Por qué habría celos sino? —Él no supo que responder, se mantuvo inmóvil un momento y luego simplemente recuperó su postura.

—Está bien, la pasé genial de igual forma. Sin ustedes. —Miró a mi novio. —Olvidé mi chaqueta en tu casa Harry. —

Me ahogué, simplemente con el aire. Tragué saliva con dificultad y llevé mi mano hacia mi cuello, nerviosa. Mordí mis labios.

—Bueno, luego arreglamos. Adiós. —Su hermano la empujó lejos y luego me sonrió. La chica quejándose esperaba una respuesta de Pierce.

—¡Luego se la daré a Brian, Sarah! —Brian la empujó aún más. —¡Que tengas una bonita noche! —Le dijo Harry riendo.

—¡Tú eres bonito! —Le gritó ella antes de irse. Y mi respiración se acortó. Era suficiente.

Mi hermano soltó una sonora carcajada mientras que yo no podía ni siquiera manifestar lo que sentía. Había muchas personas aquí presentes. No podía regañar a mi hermano por burlarse, no podía gritarle a Brian de por qué tenía una hermana tan preciosa y a Harry ser tan Harry.

Unos minutos pasaron y volví a ver entre la gente a rostros conocidos venir hacia nosotros, mis amigos obligaban a Azul a volver. Era comiquísimo, no me lo esperaba.

—¡Yo no quería que me rescataran! No era código rojo, era uno verde. ¡Un delicioso verde! —Exclamaba ella furiosa cuando la dejaron caer en la silla. Y luego comenzó a llorar. —¡ETHAN! ¡Donde estas! —Gritó y como acción siguiente dejó caer su rostro en la mesa.

Mierda.

—Oh-oh alguien sufre por tu niñero. —Me susurró Pierce.

Tati la consoló junto a sus amigas.

—Sigamos con esto. —Dijo entonces Chace riendo por otros motivos junto a los demás.

—¿Harry? —Nick lo miró expectante, pero no lo miró mal y eso me sorprendió, pero luego entendí por qué le hablaba.

Mierda, la sensación era desagradable. Mi corazón latía con fuerzas.

—¿Doctor Pierce? —Se burló Brent riendo con sus amigos como cómplices.

—No puedo, lo siento. —Les dijo él. —Tengo novia.

—Ya dijimos que es algo inofensivo. —Lo alentó un amigo del moreno.

—Y que nadie se enterará de esto. No saldrá de aquí. —Prosiguió Nick repitiendo las palabras de Harry antes.

—No pueden jugar con mis propias palabras. —Se apresuró a decir el castaño presionando sus labios.

Le indiqué a Tati que me pasara mi agua y ella lo hizo mirándome atenta.

—¡Oh, vamos! Todos lo están haciendo. —Exclamó Sol, a penas esas palabras salieron de ella la miré incrédula. No podía creerlo de ella. Justo cuando necesitaba un poco de sus celos lo alentaba a que se besara con alguien más.

Harry me miró de reojo cuando abrí la botella de agua. En su mirada no estaba pidiendo permiso ni nada parecido, solo necesitaba saber qué estaba sintiendo yo.

Aquella gente continuó insistiendo.

No iba a acceder a que bese a otra chica, no y no. No. Aunque sea egoísta e injusto. No quería.

—¡Que lo haga! ¡Que lo haga! —Comenzaron a cantar en grupo. Que idiotas. Tomé agua.

Mi estómago se presionó. Sentí malestar, Pierce se rehusaba, pero toda esa gente seguía insistiendo.

—Chicos, de verdad no es algo que me divierta hacer, aunque mi novia no se entere no quiero hacerle esto.

—Pierce. —Nick le dio una miradita soberbia, pero analizadora. —En el club no hay relaciones formales.

—Ay, cállate. Habla por ti, cuando te enamores pensarás diferente. —Exclamó Tati.

—¡Pero tiene que hacerlo! ¡La chica no se enterará, no es nada de malo, solo un beso! —Exclamó el otro.

—Todos lo hemos hecho incluso estando en relaciones, es algo inofensivo. —Insistió Dylan. Liberé aire, con resignación al ser expuesta. Harry me miró, sorprendido, una miradita que traía tanto que mordí mi labio. —Sí, Pierce, Jessica también lo hizo estando de novia con el imbécil de William.

Miré molesta a Dylan, pero cuando intenté defenderme me encontré con la mirada divertida de Harry en mí.

—Vamos Harry, estaremos contigo aquí toda la noche hasta que participes. —Exclamó un amigo de Ethan riendo. Los demás asintieron.

—Pues deberán abandonar la diversión, porque yo no lo haré y...

El aire se me escapó de los pulmones.

—Hazlo. —Solté, antes de tragar esa inquietud que se había acumulado en mi estómago. Cuando me miró forcé una sonrisa y dolió más de lo que creí.

—No se va a enterar, Harry, es solo un beso. —Insistió Dylan. —No cuenta como traición.

—No me parece justo. —Dijo entonces el castaño a mi lado. —No quiero hacerle esto. Quizás ustedes no lo consideren grave, pero es suficiente para no hacerlo si sé que a ella la lastimará.

Cuando lo miré él llevó una mano a mis piernas cruzadas bajo la mesa. Me acarició con lentitud.

Respiré profundo. Estaba siendo tan egoísta que me molestó. Si él lo hacía estaríamos iguales, no habría recelos ni nada parecido. Además, era solo un beso, experimentándolo sabría que lo mío también fue insignificante.

—Pues yo tampoco quería y sin embargo lo hice y fuiste tú quien que dijo que lo hiciera. Harry, no está mal si lo haces. Es solo un juego insignificante. —Me oí decirle y tuve que sonreír, para convencerme a mí misma que eso pensaba de verdad. Su mirada se mantuvo en mí y no se atrevió a responder ni decir nada, pero estaba negado y en desacuerdo con hacerlo.

—Jessica...

—Harry, es un beso insignificante, Hazlo sin miedo. Además mientras más rápido lo hagas más rápido terminará esto para ti. —Para ambos.

Y todos volvieron a alentarlo.

Entonces tomó aire, no muy feliz. Asintió. Todos divertidos se pusieron de pie para organizar lo que les sería asignado.

Mis amigas eligieron a una chica cuya mujer poseía una belleza impresionante, bailaba con otras más.

Las miré con reproche, ellas rieron inofensivas.

Perras.

—Y la frase será... —Anunció Nick. —Estas sola y esta noche es oscura, podemos besarnos aquí y ahora. —

—¡Eso ni siquiera es malo! —Exclamé poniéndome de pie exasperada. Está bien, me calmaría, pero que no vinieran con tonterías.

Y me importaba un comino si eran evidentes mis celos. Si Harry estaba dotado de belleza no le haría más fácil ese beso. Oí a Harry reír por lo bajo.

Leí cada oración y finalmente señalé la que había elegido.

—Ésta. —Apunté. —Aunque apestes horrible tengo abstinencia de labios rojos. Es una adicción real que no puedo dejar, así que ¿quieres besarme? —Él no se sorprendió, tan solo se lo memorizó en voz alta haciendo que todos rieran. Se puso de pie listo para hacerlo. Tati reía mirándome como si no se lo creyera, me encogí de hombros.

Cuando él se acercó a ellas un escalofrío recorrió mi espalda. No podía ver eso, deseaba que se cortara la luz, que él se cayera antes de llegar a ella, que ella tropezara o que algo o alguien los interrumpiera, pero nada de eso pasó.

Se acercó seguro, seduciendo a quien lo mirara, estaba en sus venas, naturalmente. Tocó su cintura para llamar su atención, murmuró al oído las palabras, ella volteó hecha una furia, dispuesta a golpearlo a insultarlo y agredirlo. Absolutamente indignada. Sin embargo, al mirarlo se derritió por completo, pude verlo, ella se enamoró instantáneamente. Enfurecí.

Ella lo tomó de ambos lados de su rostro y chocó sus labios para besarlo. Pero no duró un segundo como pensé, lo besó salvajemente.

¡Le había dicho que apestaba! Me sentí una estúpida por creer que solo unas palabras impedirían que se enamorara de su presencia o su mirada, o su sonrisa, o sus facciones o simplemente todo él.

Harry tenía bajo la manga más de una opción para enamorarte y la mayoría de ellas eran sin querer.

La chica seguía besándolo y eso comenzó a desesperarme, un malestar terrible me dejó sin respiración. Ella no lo soltaba a pesar de que él parecía querer hacerlo.

«¿Código rojo?» chille en mis adentros.

Tome una bocanada de aire y miré hacia otro lado, una paloma siendo devorada por un gato sería más agradable.

—¿Implementamos código rojo? —Oí que preguntó Sami.

—¡Por supuesto que no, puede salvarse solo! —Exclamó divertido Dylan.

—En realidad no. —Comenté y lo dije muy borde, pero por el amor de dios. Él intentaba soltarse, pero ella lo agarraba con fuerzas tras su cuello. ¡Alguien debía sacarlo de ahí!

—Bueno, aunque lo esté disfrutando si es que lo hace no es justo que él continúe ahí y a mí me hayan sacado sin yo querer de la boca de ese tipo. —Comentó Azul, en oposición a los hombres.

Tomé aire, inhalé y exhalé con calma.

—¡Lo soltó! —Exclamaron todos, cuando me atreví a mirarlos. Harry intentó decirle algo, sin embargo, la chica volvió a callarlo uniendo su boca con la suya nuevamente. Presioné mis ojos.

—Es salvaje. ¿Crees que debamos salvarlo? —Inquirieron luego mis amigos. No lo harían, eran muy machistas como para hacerlo, aunque vieran que sí debían sacarlo de allí porque Harry no quería más.

—Iré al baño... Enseguida vuelvo. —Anuncié, lo suficiente para que solo una persona me oyera.

—¿Quieres que te acompañe? —Me llevé algunas miradas cuando Tati me detuvo. Le sonreí.

—No, no te preocupes. Ya vuelvo. —Y entonces tuve que pasar por al lado de Harry y esa animal.

Sin perder la cordura me escabullí entre la gente para irme hacia la salida. Los baños estaban hacia el otro lado, esperaba que no lo hayan notado. De seguro Tati sí y respetaba que no me haya seguido.

Un golpe de aire me arrebató el aliento apenas salí. El de seguridad me sonrió con gentileza y luego continuó con su trabajo como seguridad, deteniendo unos chicos en la entrada.

A un lado de las puertas me senté en un escalón y luego me recosté sin más en el suelo hacia atrás tomando aire. Llevando mis manos a mis ojos intenté calmar mis emociones, sin siquiera importarme que me vieran como una loca solitaria.

¿Por qué me molestaba tanto? Fui yo quien le dijo que lo hiciera, además, yo había hecho lo mismo, aunque no de ese modo. Y aun así él no tenía la culpa.

Sin embargo, dolía. La situación. El ser novios y continuar sin poder decirlo. Ser novios y que aún continúe todo igual y nada cambie.

—Hay vidrios, linda. —La voz de un chico me hizo abrir los ojos y dirigir la mirada hacia mi lado. Diferentes dimensiones de vidrios yacían sobre el suelo. Me reincorporé y volteé para encontrarme con el chico. Él fumaba. Inhaló y exhaló con lentitud el humo ingerido por su boca.

Le agradecí con una sonrisa. —¿Estas bien? —

—Sí, gracias. —Asentí, aunque no lo estaba. Él tenía aquel semblante de chico malo salido de un libro cliché.

—No lo estás.

—No, no lo estoy. —Él arrojó al suelo el cigarrillo y lo pisó. Luego extrajo uno nuevo y me lo extendió.

—¿Quieres? —

—Gracias, pero no fumo.

—Quizás te quite el estrés, chica Blosson. —Cuando lo miré algo asombrada él esbozó una pequeña sonrisita, luego encendió el cigarro en su boca y volvió a extendérmelo. Lo tomé, sin saber si de verdad hacerlo.

Lo había hecho solo un par de veces hace tiempo.

Cuando lo acerqué a mis labios inhalé lo que me otorgaba el cigarro, todos estos componentes químicos y destructivos, pero por alguna razón me alivió. Lo retuve dentro de mí, mi mente me acribilló con cada segundo que esa chica disfrutó de mi Harry, y todos los otros momentos que fuimos alejados por complacer a otros a lo largo de este tiempo. Liberé ello. Abriendo mis ojos.

Cuando repetí la acción sentí una cálida mano en mi hombro. Harry estaba a mi lado con la vista en la calle.

Me quitó el cigarro de mis labios y lo colocó en los suyos, él se sentó junto a mí.

Comenzó a fumar él.

Me limité tan solo a mirarlo, luego divisé una pequeña hormiga en el suelo que intentaba subir a una botella de cerveza vacía y rota. El chico bueno, que aparenta ser malo, me giño un ojo y se fue.

A los segundos Harry arrojó el cigarro lejos de nosotros, sin siquiera habérselo terminado y luego me miró.

—Eres tan autodestructiva. —Me dijo, con voz firme y clara. Como si intentara regañarme. No lo miré, tampoco respondí. —Tienes asma. —Me recordó.

—No era mi intención dañarme. En realidad, no estaba pensando. —Liberé un suspiro. Se hizo una pausa, un silencio que no podía denominar como incomodo ni cómodo. Solo era un silencio que me incentivó querer volver a casa. Ni siquiera teníamos algo para decir. Ninguno había traicionado al otro ni nada parecido, y de igual forma dolía.

Solo quería estar tranquila fuera del ruido y de aquel ambiente.

Pero a la vez quería solo estar con él.

Lo miré, dolida.

—Harry... —Él se volteó para penetrar mis ojos con los suyos, debilitándome. —¿Por qué nos destruimos tanto?

—No lo sé...—Confesó, descendiendo su mirada a mis manos. —Creo que por complacer a los demás, nena. —Musitó. Puntualicé mi vista en la calle, cada varios minutos uno que otro auto transitaba por allí. —En algún momento nos detendremos. —Lo miré con miedo de que eso nunca pase. —Detendremos la forma en la que nos boicoteamos y nos lastimamos siempre. Cuando estemos listos y ya no nos importe lo que los demás digan piensen o crean de nosotros pasará. — 

Continue Reading

You'll Also Like

3.4K 249 27
Katy es una estudiante de literatura. En su último año de la universidad el destino le une con Ben, un chico irlandés que cambiará su vida para siemp...
399K 53.8K 62
AVISO: Esta historia NO ES APTA PARA TODOS LOS PÚBLICOS. Puede herir la sensibilidad del lector (fuerte y explícita). La autoestima de Ruth roza nive...
360K 19.5K 34
La dulce Ellie no se esperaba que después de salir del trabajo un chico misterioso la tomara por sorpresa y le diera un beso en plena calle. No había...
1.9M 95.1K 50
Ava Collins era una chica ordinaria, con una vida medianamente feliz y extraordinariamente aburrida... Ethan Jones era un chico problemático, mediana...