ARDER EN LIBERTAD

By ElizabethBermudez156

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"Besar su piel me sabía a vida, en sus manos alcanzar el cielo y encontrar libertad." Jessica Giovanna Blosso... More

DEDICATORIA.
UNO.
DOS.
TRES.
CUATRO.
CINCO.
SEIS.
SIETE.
OCHO.
NUEVE.
DIEZ.
ONCE.
DOCE.
TRECE.
CATORCE.
QUINCE.
DIECISEÍS.
DIECISIETE.
DIECIOCHO.
DIECINUEVE
VEINTE.
VEINTIUNO.
VEINTIDOS.
VEINTITRES.
VEINTICUATRO.
VEINTICINCO.
VEINTISEIS.
VEINTISIETE.
VEINTIOCHO.
VEINTINUEVE.
TREINTA.
TREINTA Y UNO.
TREINTA Y DOS.
TREINTA Y TRES.
TREINTA Y CUATRO.
TREINTA Y CINCO.
TREINTA Y SEIS.
TREINTA Y SIETE.
TREINTA Y OCHO.
TREINTA Y NUEVE.
CUARENTA.
CUARENTA Y UNO.
CUARENTA Y TRES.
CUARENTA Y CUATRO.
CUARENTA Y CINCO.
CUARENTA Y SEIS.
CUARENTA Y SIETE.
CUARENTA Y OCHO.
CUARENTA Y NUEVE.
CINCUENTA
CINCUENTA Y UNO.
CINCUENTA Y DOS.
CINCUENTA Y TRES.
CINCUENTA Y CUATRO.
CINCUENTA Y CINCO
CINCUENTA Y SEIS.
CINCUENTA Y SIETE.
CINCUENTA Y OCHO.
CINCUENTA Y NUEVE.
SESENTA.
SESENTA Y UNO.
SESENTA Y DOS.
SESENTA Y TRES.
SESENTA Y CUATRO.
SESENTA Y CINCO.
SESENTA Y SEIS.
SESENTA Y SIETE.
SESENTA Y OCHO.
SESENTA Y NUEVE.
SETENTA.
SETENTA Y UNO.
SETENTA Y DOS.
SETENTA Y TRES.
SETENTA Y CUATRO.
SETENTA Y CINCO.
SETENTA Y SEIS.
SETENTA Y SIETE.
SETENTA Y OCHO.
SETENTA Y NUEVE.
OCHENTA.
OCHENTA Y UNO.
OCHENTA Y DOS.
OCHENTA Y TRES.
OCHENTA Y CUATRO.
PENÚLTIMO CAPÍTULO.
ULTIMO CAPÍTULO.
EPILOGO.
Agradecimientos y Nueva temporada!

CUARENTA Y DOS

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By ElizabethBermudez156

A la mañana siguiente mi celular rompió el silencio con una llamada que provocó que ambos despertáramos. No pude evitar sonreír encantada al descubrirlo ahí abrazado a mí, tranquilizando todo tipo de inquietud. Pensar que había pasado la noche entera conmigo era increíble.

Él me soltó para alcanzar mi teléfono detrás de él en la mesita de luz.

—¿Quién es? —Le pregunté cuando lo tomó. Dormido miró la pantalla y terminó encogiéndose de hombros.

—No está agendado. —Me lo extendió.

—Son las ocho de la mañana. —Me quejé. —¿Quién llama a esta hora? —

Insegura atendí la llamada.

—Buen día. ¿Te desperté? —Habló con diversión la voz de Thiago desde el otro lado de la línea antes de que yo pudiera decir algo.

—¿Thiago? ¿Qué haces llamando a esta hora? —Harry abrió completamente sus ojos para mirarme, de pronto completamente despierto.

Reprimí una sonrisita.

—Lo siento, seguro dormías. —Se disculpó el otro.

—Es lo que acostumbro hacer... un domingo, y a esta hora. —Suspiré dramáticamente.

—La exposición de estadística, Jessica. Debemos prepararnos. —

—Oh no. —Me quejé, tenía sueño, no quería levantarme. —¿Y recién ahora te acuerdas? —Él comenzó a reír. —martes, ¿verdad? —Pregunté.

Debido a que Harry discretamente estaba luchando para intentar descifrar u oír algo, fui solidaria con él y puse la llamada en alta voz.

—Sí, y nos quedan solo dos días. —

—Debemos hacerlo cuanto antes.

—Genial. ¿Vienes a casa? —Harry frunció el ceño, pero rápidamente al darse cuenta hizo desaparecer sus expresiones para limitarse a presionar sus labios.

Por dios, era muy gracioso.

—Mejor ven aquí. Mis padres están de viaje, estoy sola. Bueno no sola, y quien me cuida lo encontrará más oportuno. Estaremos más cómodos. —No diría "mi niñero" que vergüenza.

—Perfecto. —

—¿Podemos hacer un trabajo con aviso previo de una semana, lo mismo de excelente en solo dos días? —Pregunté a la vida, riendo brevemente.

—Espero que tu profesor preferido nos apruebe. —Resopló. Comencé a reír.

—No es mi profesor preferido. —Exclamé, entre risas.

—Oh, ¿Acaso ya viste un trasero mejor que el suyo? —Se burló.

—¡Ya no recuerdes eso! —Me quejé riendo. Thiago comenzó a reír a carcajadas.

Miré avergonzada a Harry, él sorprendido me observaba con incredulidad.

Solté una carcajada, intentando besarlo, pero él se alejaba, ofendido.

Finalmente dejó que lo besara, sin embargo, se dispuso a levantarse.

—Iré al baño amor. —Habló entonces Pierce, fuerte y claro. Sonrió victorioso ante mi mirada de estupefacción.

Entonces se dirigió al baño.

La línea se sumió a un silencio profundo.

—¿Thiago? —Murmuré

—Jessica, lo siento, no sabía que estabas con tu novio. —

—No, no es mi novio. —Expliqué negando, pero sonó peor. —¡Agh! No, no creas que soy una zorra, es decir, no hay nada de malo, pero no lo soy. —Me desesperé. Entonces resoplé. No había peligro. —Bien, tómalo como que es mi novio. —Oí la risa de Harry desde el baño.

—Está bien, no te preocupes. —Aseguró Thiago, riendo. —Mándame la dirección de tu casa, cuanto antes estoy allí.

—De acuerdo.

—Okey, Adiós. Nos vemos pronto. —

Cuando finalicé la llamada me puse de pie y me dispuse a alistarme vistiéndome lo más casual posible, pero terminé queriendo verme fascinante para Pierce.

Jamás creí que iba a hacer eso algún día.

Al terminar le mandé la ubicación de casa a mi amigo, él respondió al instante.

Pierce salió del baño dándome una mirada severa, poniéndome en alerta. Solté una risita histérica.

—¿Qué sucede? —

—¿Es que no ves? —Señaló su increíble torso desnudo. Casi me ahogo al ver las marcas en su cuerpo.

—Estas fuertísimo. ¿Eso insinúas? —Pregunté, haciéndome la desentendida.

Él se aproximó a mí, y deslizó sus manos en mi cintura para acercarme a él.

—La próxima vez... —Llevó sus labios peligrosamente a centímetros de los míos, y luego se deslizó a mi cuello. —Te haré lo mismo. —Se alejó y tomó su camisa para vestirse.

—Yo no tengo mucho que perder ahora, Pierce. —Le dije con una risita afectada. —Puedes hacerme lo que quieras.

Él me lanzó una miradita que me sedujo entera.

—¿Tú estás en riesgo? —Señalé la marca en su abdomen bajo. Él la miró con una sonrisa divertida intentando opacarla por la autoridad.

—Soy tuyo, completamente. —

—Pues yo no. —Me volteé, a buscar mis pendientes de argollas en mi cajita de accesorios.

Lo sentí acercarse a mí, sus brazos fuertes se enlazaron alrededor de mi cuerpo envolviéndome con sus brazos, inhaló profundo en mi cuello, produciéndome cosquillas. Presioné mis labios, sonriendo como idiota. Acaricié sus brazos, acurrucándome en él.

—No pido que seas mía, sería muy egoísta de mi parte no compartirte con el mundo, pero te aseguro, preciosa, que yo... —Besó mi cuello. —soy todo tuyo, lo prometo. —

Me volteé hacia él para enfrentarlo, pero terminé abrazándolo fuerte, sintiendo mi corazón latiendo desbocado. Sus brazos me envolvieron.

—A veces creo que no te merezco. —Susurré. Él buscó mis ojos.

—No digas eso, Jessica. —Me regañó. Sonreí. —Si hay alguien que no merece al otro soy yo. Eres demasiado para mí.

—Eso no es cierto. —Solté una risita. —Bueno, quizás seamos perfectos el uno para el otro. — Sonreí observando feliz su sonrisa.

—Lo somos. —Susurró.

Costosamente se apartó.

—¿Te irás? —Le pregunté.

—Si. —Asintió. —Es decir, debo ir a buscar el auto, aparcarlo en la entrada y luego entrar por la puerta principal.

—Suena divertido. —Solté una risita.

—¿Cómo pudiste mirarle el trasero a un profesor? —Soltó sin poder creérselo.

—Es joven, debe tener unos treinta. —Me excusé. Él me miró con espanto, haciéndome reír. —Pero juro que Thiago vio mal. —Entonces fue él quien soltó una risa. —¿Te quedaras toda la tarde? —Le pregunté. Él asintió abriendo la ventana. No podía evitar reír. Era muy gracioso verlo hacer todas estas cosas.

Dificultosamente subió la pierna de la tela de su pantalón hacia arriba que le impedía hacer algún tipo de movimiento más allá de los correctos y elegantes, y finalmente sacó una pierna por la ventana.

—¿Tienes alguna recomendación del día? —Me preguntó, antes de saltar.

—No. —Negué. —Ya no te diré ni te pediré nada con respecto a él. —Suspiré. Él se limitó a asentir. —Ten cuidado, por favor. —Me quejé en un murmuro lleno de miedo, pero terminé soltando una risita, no sé por qué. Pierce me observó con crítica.

Estiró sus labios hacia mí y rápidamente me acerqué para besarlo.

—Buen día, nena. —Sonrió.

—Buen día. —Susurré. Él finalmente salió por la ventana y saltó, todo iba bien hasta que al llegar al suelo sus piernas no resistieron el impacto y cayó de espaldas, impactando su cuerpo contra el césped.

El grito quedó estancado en mi garganta. Él con su peor mueca de dolor llevó su dedo a su boca para indicarme que no hiciera ruido.

Se puso de pie y al hacerlo verifiqué que todo estuviera bien. Tomó su blazer negro del césped que dejó allí anoche antes de subir.

—Eres un pésimo romeo, Pierce. —Le dije, él soltó una risita silenciosa corriendo hacia el sistema de seguridad.

Fui al baño terminé de alistarme y bajé. La casa estaba hecha un caos, no me dio indicios de vidas terrestres despiertas.

Estaba dando vueltas en la cocina cuando el timbre sonó. Corrí con una sonrisa hacia la puerta.

Allí recibí a Pierce que me lanzó una de sus miraditas profundas e hizo que mi cuerpo temblara bajo sus ojos. Lucía más descontracturado al lucir la camisa con mangas remangadas sin su saco.

—¿Desayunamos? —Preguntó, con una sonrisa. Lo hice pasar. —¿Ya te dije que luces preciosa esta mañana?

Mi estómago me hizo cosquillas.

—Luzco igual que cada mañana. —Sonreí, negando. Él deslizó su mano en mi espalda baja.

—Porque cada mañana luces hermosa. —

Mordí mi labio, sin saber que decir, aun cuando aquellas cosquillas en mi abdomen me recordaban que estaba enamorada.

—No podré desayunar, esto es un caos, no alcanzaré a limpiar para cuando Thiago venga. —Señalé nuestro alrededor, él sonrió divertido. —Jamás vi la casa así.

—Solo me fui tres días. ¿Cómo hicieron esto?

—Mamá no está, no hay restricciones. Ahora se puede jugar dentro de casa. —Sonreí, ordenando la isla.

—Eso no le gustará a Lourdes. —Sonrió, con diversión. —Te ayudaré, no hay problema. Pero, mientras tú comienzas déjame preparar algo. Necesitas desayunar. —Resoplé. —Y yo también. Soy médico, ¿Qué clase de médico sería si no lo hago y dejo que su novia no desayune?

Me volteé hacia él con una sonrisita.

—¿Novia?

Él esbozó una mueca de incomodidad. Me fascinó burlarme de él como siempre él lo hacía conmigo.

—La mujer que amo. —Se corrigió, con una mueca que me indicó que se defendía de mi risa. —Lo que somos es...

—Si ponemos etiquetas solo nos enredaremos más. —Sonreí, intentando junto a él ser coherente. Asintió. —¿Le diste de desayunar a todas las mujeres con las que te acostaste? —Pregunté, pero sonó súper mal. —Me refiero a que... —

Su mirada se volvió fría y profunda justo directo hacia mí, esperando a que me corrigiera o cambiara mis palabras.

—Sé que sonó mal, pero en realidad esa era mi pregunta. —Incliné la cabeza hacia un lado. —Sin ánimos de peleas, celos o reproches.

—No, Jessica, nunca tuve la intención de hacerlas desayunar cuando ni siquiera estaban cuando abría los ojos. Y si te refieres a ex's, no, yo debía trabajar, y tampoco ellas se quedaban.

Humedecí mis labios, volteando nuevamente.

—¿Sabes qué? —Lo oí decir. Arrojé a la basura todos los residuos que no servían. —Tienes una molesta persistencia de compararte con ellas.

Me detuve. Respiré profundo.

—¿Te crees que no lo noté? —Lo enfrenté. Su mirada de severidad, a la par de la mía, me hizo enojar. —Lamento no ser perfecta como ellas al no creerme perfecta.

Él me mantuvo la mirada y se acercó.

—Hazte a un lado, haré el desayuno. —Me pidió. Lo miré incrédula. Su mano se ubicó en mi cintura y me corrió, tomando el lugar que yo antes tuve.

—¿No dirás nada? —Me crucé de brazos, mirándolo.

—¿Quieres que te diga algo en particular? —Sugirió.

—No. Quiero que termines la discusión.

—Ya lo hice, nena. —Su control me hizo enfurecer. Me volteé y continué limpiando.

Luego de un largo rato di un respingo.

—Tú limpiarás todo eso. —Le advertí, al notar todo lo que había ensuciado mientras yo dejaba todo impecable.

—Por supuesto. —

Le di una miradita.

Salí de la cocina y continué por la sala. Doblé mantas, acomodé almohadones, junté juguetes accesorios y Barbies y las dejé a un lado, acomodé la alfombra y procuré sacudir cada sofá. Abrí las cortinas enormes para dejar la luz natural entrar y quemar ácaros del encierro.

Tomé todas las mantas y los juguetes y los llevé a sus respectivos cuartos.

La basura la devolví al tacho de residuos de la cocina. Allí me encontré a Pierce en una llamada. Sobre la mesa estaban los desayunos.

—Claro, por supuesto. Mañana a primera hora estarán listos. —Aseguró, hablando en la línea. —De acuerdo, hasta luego. —Alejó su celular y al cortar me indicó que me sentara.

Lo hice con recelo. Tomé la taza de café entre mis manos y no pude evitar sentirme complacida, pero no le dije nada al respecto. Desayunamos en silencio, su mirada estaba puesta en mí, para mi desgracia, intenté no devolvérsela, pero no pude. Terminé mirándolo y para no sentirme menos débil le sostuve la mirada con fuerza. Al terminar me puse de pie, recogí mi taza y lo que había ensuciado.

—Gracias. —Me limité a decirle, con educación, antes de ir al lavabo. Noté que todo el desastre que había hecho estaba limpio. Limpié mi taza. Al finalizar la guardé y me dirigí de nuevo al comedor, pero Harry me detuvo, tomando mi mano.

Di un respingo antes de voltear completamente hacia él.

—No continuaré tu discusión de si eres perfecta para mí o no, yo sé que lo eres, pero no importa lo que yo crea cuando lo importante es que seas tú quién lo haga, Jessica. No quiero que vuelvas a compararte con ellas, ¿de acuerdo? Ni con nadie más. —Intenté decir algo, pero nada salió de mis labios. —Llama a tu niñero y que también ayude a limpiar, son un equipo.

Asentí, y callada me dirigí a su habitación temporaria.

Sus palabras me habían dado un bofetón de realidad. Suspiré.

Golpeé brevemente la puerta y al no tener respuesta pasé.

—¡Arriba! —Exclamé acercándome, él al verme sonrió. —Hay que limpiar. —Añadí, y como resultado soltó un resoplido, cubriéndose con las sábanas. —Harry esta abajo, también nos ayudará. Y en cualquier momento vendrá un compañero de clases. Debemos hacer un trabajo importante.

—¿Por qué rayos dejas tarea importante para el último día de la semana? —Me regañó. Se puso de pie, así como así, mostrándose en bóxer sin problemas. Cubrí mis ojos soltando un suspiro, y retrocediendo hacia la puerta.

—Debemos entregarlo el martes. Tengo dos días. —Respondí a regañadientes.

—En realidad no, solo tienes uno. El lunes debes ir a las sesiones de fotos y te tomas casi toda la tarde allí. —

—¡Uff! —

—Son notas finales, recuerda. —Ahora quité mis manos para mirarlo molesta, pero de nuevo me cubrí los ojos, —Si necesitas ayuda pídemelo. —Su voz sonó más dulce. Tantee con mi mano el picaporte.

—Está bien, solo lo olvidamos. —Lo oí entrar al cuarto del baño. Descubrí mis ojos y cuando quise irme lo oí hablarme desde adentro, tenía la puerta entreabierta, cepillaba sus dientes y ya tenía el rostro mojado.

—¿Por qué está Harry aquí tan temprano? —Me preguntó.

—Uhm... no lo sé. —Me encogí de hombros. —Te espero abajo.

—De acuerdo. —

Al bajar procuré limpiar la mesa de la sala del comedor, ordenar las sillas y juntar más juguetes. Me parecía increíble tanto desastre. Harry apareció y comenzó a ayudarme.

—¿Despertó? —

—Sí, enseguida viene. —Asentí.

—¿Estás enojada? —Inquirió.

—No, ¿por qué lo estaría? —Pregunté, sosteniendo todos los residuos y dejándolos dentro de la bolsa que él había traído. —No está mal que si te canso me lo hagas saber. —Bromeé. Él intentó decir algo, pero lo detuve. —Harry, es una broma.

Ethan apareció mirándonos divertido.

—¿Ya se cansaron de ti, Jessica? —Se burló.

Me crucé de brazos, ofendida.

—Claro que no. —Emití. Harry sonrió con diversión.

—Desayunemos rápido y luego limpiemos entre todos, tardaremos poco. —Propuso entonces el moreno.

—¿Poco? ¿Ya viste la suciedad que hay? —Le dije incrédula.

—¡¿Que?! —Exclamó Lou detrás de él. —¡¿Me sacaron de la cama para limpiar la casa?!

—Ajá. Es lo más justo. —Asintió él con simpleza. —Si dejo que crees este caos debo hacer que también ayudes a ordenarlo ¿no crees? ¿O prefieres que volvamos a la tradición de no juegos ni diversión dentro de casa? —

Reprimí una risita, procurando no entrometerme.

—Bueno sí. —Susurró Lou, juntando sus muñecas que yo había dejado a un lado y devolviéndolas a su habitación.

—Bueno, desayunemos. —Dijo Ethan, sujetando su estómago. Miré a Harry esbozando una mueca. —¿Ya desayunaron solos? —Preguntó entonces, observándonos.

Ambos negamos a la vez al instante

—No... —

—Bueno, prepararé café, dejen eso ahí, apenas terminemos dejaremos la casa impecable. — Ambos asentimos repetidas veces, y lo seguimos a la cocina.

Me senté en la isla, presionando mis labios. No me entraría otro desayuno. Noté a Ethan, mientras ponía hervir agua, mirar a Harry divertido.

—Qué noche tuviste. —Comentó, sonriendo con diversión, Pierce, serio lo miró inseguro. Ethan señaló su cuello. Una pequeña zona levemente enrojecida.

Presentí que iba a comenzar a transformar lo de las mujeres misteriosas a su favor en vez de contra él.

Pierce extrajo dulces queso y mermeladas de la nevera, mientras se limitaba a simplemente asentir.

Ayudé a Lou a sentarse en la isla más alta donde desayunaríamos.

—Quizás por eso traes la misma ropa que ayer. —Añadió el moreno. No pude evitar esta vez sonreír divertida. Él había elaborado un increíble plan, pero no había tenido en cuenta ese significativo detalle.

—Qué mala influencia eres para mí, Pierce. Eres increíble. —Demostré una falsa indignación, pero terminé soltando una risita, Pierce sonrió.

—No tuve tiempo para cambiarme. —Él castaño se encogió de hombros con una sonrisa pícara.

—¿Dónde estuviste anoche? —Interrogó Lou. —Dijiste que querías descansar. ¡¿Lo hiciste?!

—Claro que lo hice. —Aseguró, asintiendo mientras se acercaba a ella. —Hoy estaré contigo. —Repuso. Ella asintió bufando.

—Tienes...—

—¿Qué sucede Lou? —Le pregunté.

—Hueles a perfume de mujer. —Le dijo ella. —Siento que ya lo olí antes. —

Ethan, prestándole atención comenzó a servir tazas y preparar café, posteriormente dejándolas sobre la mesa frente a nosotros.

Harry me miró y supe que quería inmediatamente alejarse de ella.

—Toma tu té Lou. —Le ordenó Ethan, al dejarle una taza frente a ella. —Nunca te lo terminas.

—¡Sí! Ya lo sentí en Jessica. —Exclamó ella de golpe, produciendo que mi estómago se revolviera. Recibí la mirada de todos en el instante que mi corazón se aceleró.

Tomé un trago de café con calma.

—A ver, acércate. —Repuse rápidamente, ocultando todo mi miedo. Pierce sentado a mi lado inseguro lo hizo. Me incliné a su cuello y lo olí. Asentí, no olía mi perfume, olía el suyo, pero era entendible porque al mío lo tenía naturalizado. —Es un perfume exquisito, cualquier mujer con un buen gusto lo usa. —Sonreí, volviendo a mi asiento. —Que buen gusto tiene tu chica, Pierce. —Sonreí, divertida.

—Pero no será tan genial como tú. —Me defendió mi hermana, ofendida, haciéndome sonreír.

—Por supuesto que no. —Negué. Harry soltó una risita.

—¿Cuál es tu mejor cualidad? —Me pregunto de pronto Ethan, interesado. Lo miré un instante —Vamos, dime.

—Uhm... —Sonreí negando. —No lo sé, Ethan.

—Es muy... loca. —Concluyó mi hermana. —Hace las cosas sin pensarlas, aun cuando tienen consecuencias.

—Hey tú qué sabes. —Solté una risita.

—¿Arriesgada entonces? —Sonrió divertido. —¿No temes?

Negué, con una sonrisa.

—Es un don. —Sacudí polvo imaginario de mi blusa. Harry riendo negó.

—No te creo. —Negó Ethan.

—¿Disculpa?

—No alcancé a conocer a esa Jessica, lo siento.

—¿Estás desafiándome? Tú no tienes idea de con quien estás hablando. —Ethan soltó una carcajada.

—¿Cuan arriesgada ha sido tu vida hasta ahora, pequeña Jessica? —

Su insulto me ofendió. Le sostuve la mirada.

—Bueno, —Hice mi cabello a un lado. —Más diversión que tú seguro he tenido. —Harry soltó una carcajada, mirándome con incredulidad. Ethan, sonriendo divertido negó.

—Dudo que hagas cualquier cosa que te reten. —

—Pruébame. —Sonreí. —Lo que me digas lo haré. Si de exponer mi valentía sobre la mesa se trata, me encanta hacerlo.

Ethan sonriendo lo pensó un poco.

—Veamos... Algo que te saque de tu rutina, de tu vida.

—Arrójalo. —Asentí, de acuerdo.

Él pensó unos minutos, y luego de un rato asintió.

—Te quejas de que tu trabajo no es trabajo, ¿cierto? —Asentí. —Bueno, para que veas las diferencias de realidades, te propongo que trabajes una semana de doméstica en una casa de la alta sociedad, cualquiera de aquí a la vuelta, —Sonrió con diversión. —Un par de horas al día. Trabajo honesto.

Lo miré sin una sola palabra que quisiera salir de mi boca. Presioné mis labios.

No me lo esperaba, en lo absoluto.

—De acuerdo. —Asentí.

—Ya mismo pongo un anuncio. —Soltó una risa Ethan, divertido, tomando su teléfono.

—No tienes que hacerlo. —Me dijo Harry. —Ethan, Jessica no tiene por qué salir de su rutina. Si ella es una... reina no tiene por qué fingir no ser una. —Ethan lo miró con diversión.

—Jessica no es una reina. —Negó.

—No es tan mala idea, Harry. —Procuré decir.

—Son experiencias nuevas, todo le viene bien. —Añadió el moreno.

—Es cierto, no voy a negártelo, pero... no puedes meterla en una casa que no conocemos.

—Procuraremos dejarla con una familia buena, Harry, y lo digo en plural por qué sé que querrás tener también el control y verificar que todo esté bien. Ven, mira. Son buitres buscando una doméstica.

Harry se puso de pie y lanzándome una miradita se acercó a Ethan.

Se pusieron a hablar con una persona, intercambiar diálogos y opiniones.

Harry hablaba cuando de pronto Ethan lo miró, deteniéndolo.

—No puede venir con bases y condiciones la persona que limpiará tu casa, Harry, es una doméstica, no la reina de Inglaterra. —

Solté una carcajada. De pronto esto me pareció súper divertido.

—A mi reina no se le ocurrirían estas cosas. —Contestó el otro. Con Ethan soltamos otra carcajada. Él nos miró con recelo.

—Lo siento, a veces olvido que eres inglés. ¿Te gusta tomar mucho té, Harry? —Le preguntó seriamente, pero traía más burla que otra cosa. Reprimí una risa que pronto terminé escupiendo con mi café. Mi hermana y el moreno estallaron en risas.

—De hecho, prefiero el café, pero gracias por el interés. —Respondió Harry.

Tomé mi estómago, afectada por las risas. Él a la defensiva nos miraba como si hubiera sido insultado, pero al verme reír tanto, maravillada en realidad con él me sonrió, bajando la mirada.

—Cariño, ¿Tienes una foto que no demuestre lo adinerada que eres? —Me preguntó Ethan. Abrí mi boca e intenté interpretar eso sin molestarme. Harry tomó su teléfono.

Ambos comenzaron a buscar en mi Instagram. Riendo divertida los vi esbozar sonrisitas y negar con incredulidad, terminé sintiéndome avergonzada.

—Todas las veces que saliste lo subiste públicamente a las redes. ¿Cómo tus padres no lo descubrieron antes?

—¿Crees que mis padres manejan otras redes sociales que no sean Facebook? —Sonreí. Harry soltó una risita.

—No hay nada aquí. —Negó el moreno. Harry negó.

—A ver, quítate los pendientes brillosos y...

—El fondo, Ethan, todo su alrededor es lujo. Mira lo que trae puesto. —Señaló Harry, negando.

—¡¿Podrían dejar de insultarme por favor?

—No saben apreciar lo bueno. —Negó mi hermana, negando con indignación.

—Puede ser imitación. —Le contestó Ethan. Miré mi blusa. ¿Imitación de qué? —O alguna de esas prendas que compran por un dólar y se ven geniales.

Harry negó, observándome.

—Yo tengo una, pero, —él comenzó a rebuscar dentro de su teléfono. —La borras en cuando la envíes. Es mía. —Amenazó.

—¿Por qué tienes fotos de Jessica, Harry? —El teléfono de Ethan sonó y supuse que allí estaba la foto. Ethan la observó.

—Que parte de somos amigos, no entra en...

—Con mis amigos tengo fotos, Harry, no de mis amigos. —Sonrió con incredulidad.

—¿Las de la playa? —Pregunté. Ambos asintieron... —Allí me dijo que trabajaría para Tiffany's, yo estaba negada y estuvimos allí ensayando, me ayudó. —Procuré decir, divertida.

Ethan oyéndome, pero sin mirarme, pareció enviarla.

Luego de intercambiarse unas palabras asintió.

—Bueno, te llamas Anastasia...

—¿De verdad? —Lo miré incrédula.

—Sí, como la princesa. —Soltó una risita. Fruncí el ceño. —Tu apellido es Gonzales. Eres latina.

—Hay un error ahí. ¡¿Dónde están mis curvas latinas?

Ehtan me miró sin comprender.

—¿Acaso no viste a Tati? —Le pregunté. —No, no la viste. —Susurré. —Bueno, como sea. ¿Qué más?

—Vives en la Baja San Francisco. Tienes un amigo que te recogerá cada día. —Señaló a Harry —Trabajaste para él y se volvieron amigos, eres de confianza, no robarás nada y... —Miró el celular, buscando algo relevante. —Viven a tres cuadras de aquí. Es un matrimonio, hay una hija de doce y una de veinte, y una sirvienta. Tú solo irás un par de horas a limpiar, en realidad, estarás allí todo lo que tú tardes así que es depende de ti. Te pagarán por hora. Te dan una semana de prueba, y allí ven si te contratan o no. Para ese entonces te inventamos una excusa y listo.

—Que te ganaste la lotería. —Propuso mi hermana, riendo junto a mí.

Asentí.

—Comienzas mañana. —Sonrió Harry.

Más tarde, al terminar de desayunar comenzamos a limpiar y desgraciadamente para ellos debieron aguantar mi música a todo volumen.

Lou desapareció y cuando Harry comenzó a buscarla la encontró en su cama durmiendo de vuelta. Él la dejó que durmiera, injustamente. En mi lugar la habría despertado con almohadazos.

Arrojé agua y aromatizantes y jabones líquidos para limpiar todo el piso. Tomé el limpiador y comencé a fregar. Terminé recogiendo mi cabello y quitándome los tacones porque me mataría.

Harry apareció cuando ya estaba terminando de limpiar el comedor. Pronto apareció Ethan y se detuvo para observarme desde la entrada. Negué riendo, pero lo ignoré.

—¡Mira, ya comenzó a practicar! —Le dijo a Harry. Éste soltó una risita. —Te falta ahí.

—¡Sal de aquí! —Le grité. —No me darás órdenes, quien te crees. —

Harry sonrió ahora esperando una respuesta de Ethan quien reía.

—¿Así le responderás a tus jefes? —Me preguntó.

Presioné mis labios.

Al terminar me quejé del dolor de espalda. Limpié mi sudor con mis manos y le pasé todo a Harry.

—Iré a ducharme, maldita sea. —Me quejé. Él besó mis labios. —¿Puedes dejar esto en el cuarto de lavandería?

—Yo voy. No te preocupes. Alístate rápido.

Thiago mencionó que tuvo un imprevisto así que me dio tiempo a alistarme con calma, luego almorzar finalmente supe que llegó cuando oí el timbre.

—Estaba delicioso Ethan. —Le dije antes de tomar agua y ponerme de pie.

Salí de casa saludé alegre al jardinero y corrí al sistema de seguridad, allí tecleé la clave y lo hice pasar.

—Me imaginé que vivirías en un lugar así. —Miró con incredulidad la fachada de casa. Cerré el sistema de seguridad y le indiqué que me siguiera.

—Entra. —Lo apresuré. —Tenemos cosas que hacer. —Él lo hizo con inseguridad. Miró sus pies procurando no ensuciar. —Thiago por dios —Me quejé. —Llegas a ensuciar mi piso que yo misma acabo de lustrar con todo mi sudor lo limpias tú. —Bromeé, aflojando su tensión. Él sonrió.

Lo hice pasar a la sala de reuniones de papá, donde nadie molestaría. Él traía a casa a todo el comité del directorio del hospital, pero luego mamá lo prohibió y no supe por qué.

—¿Por qué no eres como las demás? —Preguntó de pronto, dejando con cuidado su mochila en una silla. Lo miré. —Como las que tienen dinero desbordando de los bolsillos. —

Tanteé los bolsillos de mi pantalón e intenté meter las manos.

—Están vacíos. —Le mostré. Él soltó una risita. —Tener padres con todo esto no quiere decir que yo lo tenga, Thiago, no tengo nada aún.

—Pero vives aquí adentro y tu cabeza no es... cruel.

—Bueno... —Sonreí. —Gracias. Comencemos. —Me senté a su lado. —¿Qué tienes en mente?

—Creí que estaría bien increíble si hacemos una presentación con diapositivas, podemos pedir el proyector a la sala de informática, —Sugirió. Asentí de acuerdo. —Y por supuesto el informe completo. Quizás sea más trabajo, pero es la nota final. —

—Estoy de acuerdo. —Aseguré. —Espérame un momento, iré por mi laptop y algunos papeles. —Le dije. —¿Quieres algo de tomar o comer? ¿Ya comiste?

—No te preocupes, vine hidratado y alimentado. Mamá dice que no debo comer la comida de otras personas.

—Tonterías. —Me puse de pie, riendo.

—Aunque no me molestaría comer aquí. —Sonrió.

—Ayer hice las compras. Hay galletas, dulces, hay yogurt, cereales, hay un postre... creo que quedó algo —Pensé, —También hay...

—Jessica, gracias, pero solo bromeaba.

—Oh, bueno, si quieres me dices. —Fui hasta arriba y busqué lo necesario. Al volver me acomodé lista para comenzar.

Cuando Thiago miró detrás de mí con incomodidad solté un resoplido, sabiendo muy bien que había tras mis espaldas.

Volteé. Pierce y Ethan estaban recargados en el marco de la entrada, uno en cada lateral.

—¿Necesitan algo? —Les pregunté, mostrando mis claras intenciones de que se fueran. Ethan me miró enarcando ambas cejas, Harry, en cambio, se limitó a no emitir ni manifestar nada. Mi comentario no le había causado ninguna sorpresa.

—¿No nos presentarás? —La voz de Ethan había sido autoritaria. Miré nuevamente a Thiago.

—Mis padres debieron viajar así que estoy bajo el cuidado de estas dos personas. —Expliqué, —Él es Ethan, mi... niñero. —Me dificultaba demasiado decirlo. Thiago me miró divertido, pero rápidamente asintió borrando todo rastro de diversión por puro respeto. —Y él es Harry... Un amigo, y amigo de la familia. —Tragué saliva. Costaba aún más. —Y bueno, él es Thiago. Así que... ya pueden irse. —

—Estoy bien aquí. —Se limitó a decirme Pierce.

—Tampoco me molesta estar aquí. —Añadió Ethan. —Mira te faltó fregar ahí. —Señaló una mancha de algo en el suelo. Harry sonrió divertido.

—Hablabas en serio. —Se rió Thiago.

—Claro que sí. —Asentí, riendo. —Pero ignóralos, son condenadamente molestos a veces.

El sonrió, mirándolos curioso.

—Comencemos. —Le dije, él abrió su laptop y buscó en google lo mismo que yo.

—Por lo que dice aquí, lo principal es la agresión física y psicológica. —Comenzó Thiago. Entré a una página llena de imágenes que me causaron escalofríos, la saqué y e intenté encontrar otra que solo tuviera información.

—¿Sobre qué tema tratarán? —Preguntaron al unísono Harry y Ethan, deteniendo mis dedos en el teclado. Suspiré, continuando y dando a entender que yo no respondería.

—Violencia de género... —Thiago miró a ambos con ánimo. —Es un tema interesante. —Añadió esta vez mirándome, buscando que lo apoyara así que comencé a asentir, de acuerdo.

Comencé a sentir unos pasos detrás de mi acercándose y cuando antes lo esperé Harry dejó sus manos en mis hombros.

—¿Quién eligió el tema? —Preguntó, con su cuerpo pegado a mi espalda.

—Yo, yo lo hice ¿Por qué? —Preguntó Thiago mirándolo confundido.

—Curiosidad. —Contestó Harry.

Busqué la mirada de Pierce, aquella selva verde que me encantaba para trasmitirle que todo estaba bien.

—Oh, Jessica. —Emitió Thiago de repente. —No sabía que era un tema delicado para ti o tu familia. Si quieres podemos cambiarlo, solo debes decirme. No quise incomodarte, mucho menos hacerte sentir mal... Solo había elegido esto porque...

—Detente. —Exclamé deteniéndolo. —No pasa nada Thiago, lo juro. Es un tema delicado porque lo es, no porque sea algo personal —Le sonreí. —Descuida.

Las mentiras se me estaban dando mal últimamente, esperaba que realmente me creyera. Su inseguridad lo hizo dudar.

—¿Segura?

—Claro, yo también quiero hacer sobre esto. —Asentí.

—Si necesitan ayuda puedo ayudar. —Propuso Ethan.

—Uhm... seguro. —Asintió Thiago.

—Él es policía, trabaja en la comisaría de la mujer, por violencia de género. —Le expliqué, señalando a mis espaldas. Thiago lo miró sorprendido.

—Eso será de mucha ayuda —Aseguró. —Aquí pide fuentes de autoridad centros de ayuda y... creo que puedes ser útil. —

Sonreí.

—Para algo debe ser útil. —Me reí.

—Hey. —Me regañó Ethan. El estómago de Harry detrás de mí se agitó y supe que reía, causándome gracia. —Cuando me necesiten llámenme...

—De acuerdo. —Dijimos los dos. Me volteé para mirarlo y darle una sonrisita inocente.

—Bueno, ya pueden irse. Vamos, saquen esos traseros de aquí. —Los apresuré. —Tenemos mucho que hacer.

—¿Estaremos hasta muy tarde? —Me preguntó Thiago, mirando su teléfono. —Mamá es muy molesta.

—Debemos terminarlo hoy. —Esbocé una mueca. —Mañana es imposible que pueda, debo hacer algunas cosas, no me dejará ni un minuto del día. —

—¿Cosas más importantes que tu última nota? —Preguntó divertido.

—En realidad no. —Mordí mi labio. —Pero hay... trabajo para mí. —

Esta vez me miró curioso.

—Deben terminar hoy. —Concluyó Harry, alejándose. —Jessica no puede faltar al trabajo. —

Solté un suspiro. Ethan se marchó, pero Harry no.

Thiago le dio una miradita divertido.

—¿Estarás ahí hasta que terminemos? —Le pregunte, riendo. —Ve con Lou.

—Dijo que se ducharía.

—¡Harry se puede caer! —Exclamé. —Quédate afuera. —Él inseguro asintió, se aproximó a mí y sin entender esperé a que se acercara, pero de pronto tomó mis mejillas y me dio un rápido beso, alejándose de pronto. Desconcertada miré por donde se había ido.

Eso sí era marcar territorio.

Cubrí mi rostro exhalando aire.

Entonces oí a Thiago reír silenciosamente.

—Con que "Amigo de la familia" —Se burló.

—En realidad lo es. —Lo miré. —Por favor no digas nada. Nadie sabe. —Susurré.

—Creí que sería tu niñero.

—Bueno, todos piensan eso. —Esbocé una mueca.

—¿No es mayor que tú, Jessica? —Me preguntó.

—Que importa, Thiago. —Me quejé. Él soltó una risita.

—No estoy juzgándote. —Se apresuró a decir. —No me importa lo que hagas con tu vida, Jesica, de hecho, te ves muy linda a su lado. Es divertido.

Sonreí como una estúpida.

Pasamos la mayor parte de la tarde haciendo el trabajo, avanzamos más de lo que creí, pero aún faltaba demasiado.

Cinco horas más tarde me levanté a buscar algo para tomar. Ambos estábamos sedientos y a mí ya me dolía la cabeza por estar frente a una pantalla tanto tiempo.

Llegué a la cocina estirando mi espalda y dando masajes circulares a mi trasero.

Ethan con una carcajada me hizo sobresaltar.

—¿Qué haces? —Preguntó riendo.

—No te burles, me duele el trasero. —Me quejé, riendo un poco. Lo vi completamente vestido de policía, hace unos minutos acababa de llegar, había salido un par de horas por una emergencia.

Harry entró riendo con Lou a carcajadas, haciéndome sonreír.

Serví agua en dos copas.

—Es tarde Jessica. ¿Se quedará a comer? —Me preguntó entonces Ethan.

Asentí.

—Falta mucho.

—De acuerdo, esto pronto estará. —Señaló el horno. Sonriente asentí mirándolo.

—Posiblemente sea policía. —Llegué a la conclusión. Lo vi sonreír con alegría, pero cuando noté a Harry reprimí mi rostro de espanto ante la indignación y estupefacción que traía Harry en su rostro. Tomé los vasos y hui con mi amigo.

—Se me pasó la hora, no preparé una merienda, soy una pésima anfitriona. —Le dije, él riendo negó. —Pero te lo compensaré con la cena que no preparé yo, pero que sé que estará deliciosa.

Procuramos avanzar más rápido antes de que nos llamaran. Cuando Lou lo hizo cerré la laptop, soltando un suspiro.

—¿Tienes una hermanita? —Me preguntó sonriente.

—Así es. No la mires bonito porque se enamora. —Le advertí. Él soltó una carcajada.

—Vamos. —Me puse de pie. Dejamos todo como estaba y fuimos juntos a la sala del comedor.

Lou me abrazó de golpe y luego lo miró a él con recelo.

—¿Tú quién eres y quien te crees para róbate a mi hermana toda la maldita tarde? —Le dijo, con recelo.

Estuve a punto de regañarla, pero Harry intervino primero.

—¿Qué es esa boca, Louana? —La regañó. Mi hermana lo miró asustada.

—Estoy reclamando lo que es mío. ¿No te parece justo, Harry?

—Déjame eso para mí. —Le dijo él, y ella de pronto gritó. Solté un respingo, dejando mis manos en mis caderas. Harry riendo me miró con inocencia.

—Ahora quiero verte como haces malabares para dejarla callada. —Le dije. Él continuó riendo, siendo abrazado por ella.

Thiago riendo dejó su brazo en mis hombros, con un gesto despreocupado y cómodo mientras mi hermana se dignaba a terminar de poner la mesa completamente.

Una vez listos Ethan llegó con unas pizzas caseras. Mi hermana trajo corriendo Coca cola y la dejó festejando sobre la mesa.

—¿Ven eso? Se ve como el paraíso. —Sonreí, festejando mientras me ubicaba en mi lugar.

—¿No avisarás en tu casa que llegarás tarde? —Le pregunté a Thiago luego de que todos comenzáramos a comer. El soltó una risita.

—A nadie le importa si llego o no a casa, Jessica. No te preocupes. —Me respondió, todos lo miramos. —Gracias, niñero de Jessica. —No recordó su nombre. Ethan sonrió divertido.

—Entonces; si terminamos muy tarde puedes quedarte. —Concluí, llevándome otra porción a la boca.

—¿Cómo? —Harry dejó el vaso de agua que acababa de levantar. —No puede quedarse, Jessica. —Ni una expresión pasó por su rostro.

—Puedes quedarte en la sala, los sofás son comodísimos. —Volví a Thiago.

—¿Me estás echando? —Enarcó ambas cejas con sorpresa. Solté una risita, intentando arreglarlo, pero Ethan intervino.

—¿Te quedarás? Creí que ya no lo harías. —Preguntó con una falsa confusión Ethan, solo para discutirle. —Él puede quedarse, y tú puedes volver con quien pasaste la noche ayer, no te preocupes, olvídate de que eres el amigo de Christian, no te sientas con la obligación de quedarte. —

—¿Crees que no me quedaré cuando otra persona más, desconocida para ellas, pretende quedarse aquí? —Contestó, con irritación.

—Harry. —Hablé con suavidad, provocando que me mirara. —¿Puedes dormir en el cuarto de Bruno? O si te incomoda ve a mi habitación, yo iré al de mi hermano. —El instituto queda a casi media hora de aquí, no tengo idea a qué hora terminaremos y es posible que Thiago ni si quiera pueda llegar a dormir. Intento que las cosas sean fáciles para él también.

—Puedo dormir con ella así te quedas más tranquilo. —Añadió el moreno. Golpeé la mesa cuando dejé mis manos bruscamente sobre ella.

—Ethan. —Advertí.

—¿Por qué de pronto te conviertes en un auténtico imbécil? —Preguntó Harry, exasperado.

—Ya basta. —

—Dime que te molesta tanto, Harry. Dilo abiertamente, estamos en confianza ¿Qué es lo que te molesta? El que la insinúe como mía, el que le coquetee frente tuyo, o qué no puedas ser tú quien lo haga.

Cubrí mi rostro, cansada.

—Te sorprendería lo ridículo que suenas. —Lo oí responder, soltando una risita irónica, realmente divertida.

—Ridículo que es que finjas que tienes los deseos controlados cuando...

Tomé rápidamente mi vaso y el de Thiago llenos de Coca-Cola y se los arrojé en la cara a ambos. Saltaron de sus asientos al instante, ahogados.

Me miraron sin poder articular ni una palabra.

Harry tosió, tomó su servilleta de tela y de forma elegante se secó el rostro, para así mirarme con severidad.

—No tolero una discusión más entre ustedes. —Hablé. —Me tienen realmente cansada. Ethan por favor, tú eres quien comienza, hazme el maldita favor de no insinuar nada que tenga que ver conmigo. Vuelvan a la mesa, terminen de comer, y en silencio. —Les ordené. —Por favor.

Ambos tomaron aire, sin siquiera mirarse y se sentaron nuevamente.

Noté que Thiago tenía la mirada lejos con su cabeza en dirección opuesta de nosotros, supe que estaba conteniendo la risa, Lou, mirándolo hacía lo mismo.

Cuando terminamos de comer Thiago Lou y yo comenzamos a limpiar la mesa mientras que Ethan limpiaba en la cocina lo ensuciado. Vi a Harry hacer un intento frustrado de limpiarse la camisa, pero era imposible. De hecho, era absurdo, estaba empapado.

Viendo que quedaban solo un par de cosas sobre la mesa tomé a Harry de la mano y me lo llevé conmigo. Le di una miradita a Thiago, él mirándome presionó sus labios, divertido.

Lo llevé a la habitación de mi padre. Al entrar notamos todo perfectamente ordenado y limpio.

Entramos al cuarto del closet.

Harry observaba todo.

De la gran gama de camisas de diferentes colores tomé una de las blancas del talle más chico que tenía papá. Luego de asegurarme el talle la dejé a un lado, separándola de las demás.

Harry me miraba serio, lucía muy sexi.

Me acerqué a él, llevando mis manos a los botones mojados y ahora pegajosos de su camisa, comencé a abrir botón por botón, él ahora sonrió divertido, mirándome.

—¿Fue una excusa para desnudarme? —Bromeó, sonriéndome. No pude evitar reír. Besé sus labios.

—Me alegra que no te enojaras. —Susurré.

—¿Por qué? ¿Por el hecho de que me mojaste también cuando no tuve la culpa de nada? — Inquirió.

Sonreí.

—Exacto. —Asentí. Humedeció sus labios. Deslicé la camisa lejos de su cuerpo, adherida costó sacársela. Tomé la otra.

—Puedo compensártelo. —Sugerí.

Mordí mi labio, observando tontamente su cuerpo, cuando noté que por supuesto estaba mirándome solté una risita cargada de inocencia.

—Lo tomaré, gracias. —Sonrió.

—Cuando quieras. —Susurré. —¿No quieres ducharte primero? —

Él sonriendo asintió.

—Por favor.

—¿Aquí? —Inquirí.

—No, en tu habitación. —Me pidió.

—De acuerdo. —

Dejamos todo como estaba y fuimos a la mía.

Al entrar al cuarto del baño verifiqué que no hubiera nada salido de orden. Y entonces descubrí un bra. Resoplé. Él soltó una risita divertida.

—La caliente es la del lado de la pared. —Le indiqué, riendo mientras lo tomaba.

—De acuerdo. —Mordió su labio.

—¿Me voy? —Pregunté estúpidamente. Él soltó una risa.

—Puedes quedarte. —Contestó. Tomando aire negué abruptamente.

—Iré con... Thiago.

—De acuerdo. —Asintió divertido.

Al salir de ahí, una vez en mi habitación solté un respingo. Lo oí reírse.

Ese chico amaba ponerme nerviosa. Le divertía demasiado.

No queriendo reír de los nervios me contuve porque si me oía reír sola por cómo me dejaba no dejaría de burlarse jamás. Cubriéndome la boca salí de la habitación.

Cuando volví a la sala de reuniones Thiago ya estaba ahí.

—Oh, que rápidos son. —Comentó.

—¡Idiota! —Exclamé, soltando una carcajada. —Le di una camisa de... papá. —Susurré.

—Eres increíble. —Emitió entre risas. —No me reía tanto desde hace mucho tiempo durante la cena, me dolió el estómago por tener que retenerlas. Casi se me detiene el corazón. —Explicó, entre risas.

—Son muy molestos, Thiago. Son irritantes y frustrantes. —Me quejé.

—Creo que a ambos les gustas un poquito. —Sonrió.

Resoplé.

Tiempo más tarde llegó Ethan a ayudarnos luego de que se lo pidiéramos. Lo hizo con todas las respuestas en su cabeza de las que preguntas que teníamos para él.

—Las estadísticas varían, pero ¿Hay algún tipo de mujer que sea frecuentemente la que más llega a la comisaría? Me refiero a adolescentes o mujeres adultas, o trabajadoras o amas de casa... —Continuó mi amigo.

—No, en realidad no, no hay un tipo. Cada día llegan de diferentes edades, diferentes clases sociales, diferentes ámbitos, trabajos diferentes, es algo que afecta a todas.

—¿En tu caso cual es la de menor edad que viste entrar? —Le preguntó esta vez curioso, dejando de teclear.

—Una chica de diecisiete años... —Le respondió, sin mirarme. —Se veía tan frágil. —Susurró, recordándolo. Me crucé de brazos y me recargué en el respaldo del asiento. —Es decir, no es que no hayan de esa edad porque si las hay, pero en realidad, las chicas jóvenes no suelen denunciar, esa es la gran diferencia. Se habla de relaciones tóxicas, y a mi parecer, no creo que haya un punto en donde se den cuenta dentro de una relación que se les está yendo de las manos la situación.

Thiago asintió, pensando en ello. Luego me miró.

—¿Tuviste alguna relación tóxica? —Me preguntó, tomándome desprevenida. Desenredé con un gesto distraído mi cabello entre mis dedos.

—Sí. ¿Quién no?

—Pues yo. —Respondió —¿Cómo saliste de ahí? —

—No te desvíes del tema. —Sonreí. Él soltó una risita, retomando sus apuntes para continuar preguntando.

—A tu criterio; ¿Crees que haya una patología, algún motivo por el que un hombre desencadena la violencia hacia la mujer? —

[...]

Él había terminado las diapositivas y a mí me faltaba muy poco para hacerlo con el informe, así que comenzó a darme una mano, notar cosas que mi mente ya no podía.

—Falta poco, Pierce. —Le dije al notarlo entrar. No podía confundirlo, su perfume era existo, y me sorprendí porque se había duchado, lo lógico era dejar de sentir su aroma característico y delicioso.

—Está bien. —Lo oí decir suavemente. Lo noté cansado. —Vine a ver cómo van. —

—El video está listo, el informe le falta un... chin. —Comenté. Estiré mis brazos. Thiago soltó una exclamación de festejo.

—¿Está bien así? —Él me devolvió la laptop y me mostró la portada del informe, esbozando una pequeña sonrisa de complicidad. Al verla me encantó.

—Perfecta.

—Déjame darle una última leída y ya estamos. —

—De acuerdo.

Eran las 04.23 hs según la hora en mi celular.

Bostezando me puse de pie. Todos habían ido a dormirse a las once. Menos Harry, claro.

Volteé hacia él, quien con ojos algo rojos me miraba con sueño, sus brazos estaban cruzados al recargar su brazo contra la pared, pero me daba una suave sonrisa.

Fui hasta él para recargar mi rostro en su pecho. Respiré profundo dos veces. No sé cuándo habré estado así, pero en un momento sentí que sus brazos me rodearon con cariño.

—No te duermas. —Musitó. Negué con la cabeza intentando despertarme, pero todo mi cuerpo se adormecía. No sé cuánto tiempo estuve prácticamente sobre él hasta que Thiago habló, despertándome de mi ensoñación.

—Está perfecto. Escribiste demasiado. —Soltó una risita.

—Tú me dijiste que debíamos poner. —Le respondí, divertida. Tomé la computadora. —Ya vuelvo, imprimiré esto. —

Los ojos me pasaban de una manera notable. Estaba agotada.

Me adentre sigilosamente a la oficina de papá, a pesar de que no cometía ningún delito era la costumbre.

Conecté la impresora a la notebook y presioné la opción de imprimir.

Luego me senté en el asiento giratorio de papá y le quité una carpeta negra de folios que había adentro de una caja.

Tenía algunos papeles, pero sin importarme demasiado los quité con cuidado y comencé a apilarlos a un lado.

—¿Amor? —Escuché a Harry entrar al silencioso iluminado y ordenado lugar. Me dio una miradita divertida mientras veía lo que hacía. —¿Qué haces? Tu padre va a matarte.

—Salvo las papas, Harry. —Le dije. Al terminar la dejé a un lado y hundí mi rostro en mis brazos recargados sobre el escritorio. Cerré mis ojos, y en cuanto lo hice supe que no podría volver a abrirlos.

—Quiero pedirte disculpas por la discusión con Ethan. —Habló de pronto.

—Y yo quiero dormir Harry, pero no todo en la vida se puede. —Murmuré.

—Amor... —Me reincorporé. Di golpecitos en el escritorio, indicándole que se sentara.

—Está comportándose como un idiota, lo veo, por celos. —Negué. —No quiero decirte que hacer, Harry, pero ya no discutan. Ignóralo. —Dejé mi cabeza en sus piernas cerrando involuntariamente mis ojos.

—Está bien. —Susurró. —No te duermas, cielo. Deben terminar. —Me dijo con calma, pero tuvo la osadía de acariciar dulcemente mi cabello, haciéndolo hacia un lado con cariño para acariciar mi cuello.

Casi me duermo cuando de pronto me reincorporé llorisqueando.

—Eso fue como un boicoteo, Pierce. —Él soltó una risita.

—Lo siento mucho. —Sonrió, acariciando mi mejilla. —No fue mi intención.

—Lo estás haciendo de nuevo. —Susurré. Él quitó mis manos de mí, riendo. Besó mis labios.

La máquina hizo un pequeño barullo, indicándome que había finalizado. Tomé las hojas extraídas y le di una rápida ojeada, lo adecuado sería releer todo nuevamente, pero mis ojos no estaban para eso.

—¿Me muestras? —Me pidió intrigado Harry. Tomé la carpeta negra y le extendí las hojas mientras salíamos de la habitación.

Caminamos por toda la casa en silencio, con él releyendo por encima las hojas.

—Está increíble. —Me dijo. —¿Cómo te sentiste haciéndolo?

—Informada. —Susurré en tono bajo por mi costumbre de que cuando todo estaba oscuro debía hacer silencio.

Cuando llegamos a la sala de reuniones Thiago había comenzado con unos afiches que había olvidado por completo.

—Thiago por el amor de Dios.

—Aun no terminamos, mueve tu trasero y ven. —Me dijo escribiendo sobre el afiche.

Moví mi trasero hacia los lados. Harry comenzó a reír a carcajadas.

—Olvidé esto por completo.

—Quizás no debimos perder tiempo en las diapositivas.

—Ese es nuestro éxito asegurado Thiago. —Logré decir, comenzando con el otro.

—Dentro de menos de dos horas debes ir al trabajo, Harry. Ve a descansar. —Le indiqué, deteniéndome al rato, pero él negó.

—No te preocupes por mí. —

A los veinte minutos terminamos, solté un suspiro mirando todo lo logrado, tenía una satisfacción increíble.

Thiago guardó sus cosas y luego talló sus ojos, ahora enrojecidos. Se llevó la mochila a su hombro listo para irse.

—Quédate. —Le dijo él, cediendo con prácticamente lástima. Reí como ebria, acercándome a ellos.

—No, no hace falta. No quiero ser un problema. —Le respondió. —Hay muchos... hombres aquí.

—Descuida, tú me caes mejor que el de allí. —Señaló con un movimiento de cabeza las habitaciones de arriba, haciéndonos reír. Harry me alcanzó y yo lo abracé, adormeciéndome al instante en sus brazos.

—No tengo problema en irme, el bus debe estar por pasar. ¿Hay alguna parada cerca de aquí? —

—Thiago es tardísimo, no conseguirás nada. Puede que... —Tomé aire, cansada —No llegues a ninguna... —Mis ojos se cerraron durante no sé cuánto tiempo, hasta que oí sus risas que me despertaron. —parte. ¿Qué les sucede? —

—Amor, te dormiste mientras hablabas. Tuve que haberlo gravado. —Me decía riendo Harry. Resoplé con incredulidad, pero de él no me sorprendía. —Ve a la cama, yo me encargaré de que tu amigo duerma tan bien como yo en el sofá. —Besó mi frente.

Miré a Thiago con miedo.

—Estaré bien. —Me dijo, riendo. No lo pensé dos veces, si no aceptaba caería al suelo dormida.

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