ARDER EN LIBERTAD

By ElizabethBermudez156

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"Besar su piel me sabía a vida, en sus manos alcanzar el cielo y encontrar libertad." Jessica Giovanna Blosso... More

DEDICATORIA.
UNO.
DOS.
TRES.
CUATRO.
CINCO.
SEIS.
SIETE.
OCHO.
NUEVE.
DIEZ.
ONCE.
DOCE.
TRECE.
CATORCE.
QUINCE.
DIECISEÍS.
DIECISIETE.
DIECIOCHO.
DIECINUEVE
VEINTE.
VEINTIUNO.
VEINTIDOS.
VEINTITRES.
VEINTICUATRO.
VEINTICINCO.
VEINTISEIS.
VEINTISIETE.
VEINTIOCHO.
VEINTINUEVE.
TREINTA.
TREINTA Y UNO.
TREINTA Y DOS.
TREINTA Y TRES.
TREINTA Y CUATRO.
TREINTA Y CINCO.
TREINTA Y SEIS.
TREINTA Y SIETE.
TREINTA Y NUEVE.
CUARENTA.
CUARENTA Y UNO.
CUARENTA Y DOS
CUARENTA Y TRES.
CUARENTA Y CUATRO.
CUARENTA Y CINCO.
CUARENTA Y SEIS.
CUARENTA Y SIETE.
CUARENTA Y OCHO.
CUARENTA Y NUEVE.
CINCUENTA
CINCUENTA Y UNO.
CINCUENTA Y DOS.
CINCUENTA Y TRES.
CINCUENTA Y CUATRO.
CINCUENTA Y CINCO
CINCUENTA Y SEIS.
CINCUENTA Y SIETE.
CINCUENTA Y OCHO.
CINCUENTA Y NUEVE.
SESENTA.
SESENTA Y UNO.
SESENTA Y DOS.
SESENTA Y TRES.
SESENTA Y CUATRO.
SESENTA Y CINCO.
SESENTA Y SEIS.
SESENTA Y SIETE.
SESENTA Y OCHO.
SESENTA Y NUEVE.
SETENTA.
SETENTA Y UNO.
SETENTA Y DOS.
SETENTA Y TRES.
SETENTA Y CUATRO.
SETENTA Y CINCO.
SETENTA Y SEIS.
SETENTA Y SIETE.
SETENTA Y OCHO.
SETENTA Y NUEVE.
OCHENTA.
OCHENTA Y UNO.
OCHENTA Y DOS.
OCHENTA Y TRES.
OCHENTA Y CUATRO.
PENÚLTIMO CAPÍTULO.
ULTIMO CAPÍTULO.
EPILOGO.
Agradecimientos y Nueva temporada!

TREINTA Y OCHO.

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By ElizabethBermudez156

—Ve a buscar tu mochila, Lou. El transporte escolar debe estar por llegar. —Habló el moreno justo cuando ella estaba por comer el dulce que él le había impedido. Saltó del susto, provocando que él riera. Ella salió corriendo a su habitación.

—Algún día se van a caer. —Suspiró.

—Se va a caer. —Corregí, tomando un sorbo de agua.

—No, ambas. Las dos lo hacen. —

—Eso no es cierto. —Sonreí. Comenzaría a dejar de hacerlo. —¿Sabes cuándo comienzan mis clases en AAET? —

—Harry sabe, no me lo dijo. Deberías preguntarle.

—¿Lo habrá olvidado? —

—Seguro, es una persona muy ocupada. —Asintió. —El trabaja a la mañana, ¿cierto? —Preguntó.

—Durante la mañana y tarde, pero creo que últimamente está suspendiendo los turnos de la mañana a la tarde, o viceversa para acomodarse a nuestra rutina.

—¿Y durante las noches? —

—A veces debe ir a urgencias.

—O puede estar con alguna mujer. —Me sonrió. De pronto una sonrisa apareció en mis labios, pero traía tanto disgusto como asco. Eso sí dolió bastante.

—Sí, quizás. —Asentí finalmente. Enseguida escuchamos el transporte fuera de casa, Ethan le gritó a Lou que bajara.

—De que ríes.

—Te sienta bien el papel de niñero responsable.

—Eso no pensabas ayer. —Soltó una risa.

—Porque me haces enojar. —Lou bajó corriendo las gradas y nos saludó a ambos para irse. —Solo que hay veces que tus celos te ganan. —Añadí.

—Eso no es cierto ¿Me notas celoso? —

—Si. —

—¿En qué? —Se cruzó de brazos, observándome.

—En no querer que alguien más tome tu lugar. —

—¿Lo dices por Harry? —

—Lo digo por tus actitudes con él. —

Él tomó aire acomodándose en la silla.

—A veces pareciera que él es más que un amigo de la familia para ti. —

—¿A qué te refieres? —Le pregunté intentando no delatarme sola. Sabía perfectamente de qué hablaba.

—Eres muy dulce con él. Lo quieres mucho, ¿no es así?

—Porque no es solo el amigo de mi padre, también es el mío, no lo sé, la confianza de tantos años.

—Pero... —Buscó poder expresarse.

—Pero...

—Nada, es mi cabeza. —Forzó una sonrisa negando.

Él se puso de pie para levantar las cosas de la mesa y yo copie su acción.

Cuando terminamos de limpiar tomó su abrigo listo para irse.

—Me voy Jessi. Harry debe estar por llegar. —Besó mi frente.

—Suerte.

Cuando se fue volví a mi habitación a paso tortuga. Allí miré hacia afuera por la ventana de mi habitación.

Divisé al jardinero trabajando con las flores.

Me causó inseguridad saber que un hombre desconocido estaba en el patio de casa, porque aquel hombre no era el mismo que trabajaba ahí hace meses.

Sin embargo, recordé lo que había sucedido con Harry y procuré ir a averiguar sus intenciones.

—Buenas Tardes señorita. —Me saludó éste cuando me vio salir. Sonreí cortés, sentándome en los escalones de la entrada para poder observarlo

—Buenas tardes. —Se veía inofensivo.

—¿Cómo le va con el castaño? —Curioseó.

—¿A qué se refiere? —El quitó las plantas de unas macetas y las dejó junto a otras en el suelo enterradas, podía ver como los rayos del sol las hacían ver aún más hermosas.

—Su relación con él. —Expresó con simpleza. —Él me lo dijo.

—¿Q-que le dijo? —Me sentí acorralada, completamente nerviosa, podía fallar en algo y delatarnos, esto podía ser un tipo de trampa mental.

—Lo que usted no le dijo a sus amigas. —Contestó realmente divertido. —Él me lo dijo. Dijo que estaban intentando una relación. —

Él dejó sus cosas y cuando me miró comenzó a reír.

Santo Cielos.

—¿Quieres que te diga un secreto? —Continuó, recargando su mano en su espalda con dolor. Asentí.

Me puse de pie para ayudarlo, él me indicó como plantar correctamente la siguiente rosa.

—Tu papá me contrató para vigilarte. —Soltó finalmente, limpiándose el sudor de la frente. —Pero por el otro chico, por el moreno, no por el castaño elegante guapetón.

Abrí la boca para soltar algo, pero toda la furia quedó atascada en mi garganta. ¡¿Cómo podía hacer eso?!

Rendida miré mis manos llenas de tierra negra húmeda.

—¿Ya le dijo? —Musité, encogiéndome como si de pronto hubiera frio.

—¿A tu padre? —Arqueó sus cejas, yo asentí. —¡Claro que no! —Exclamó.

Confundida miré su rostro de negación.

—¿Está hablándome en serio? —

—No me contrató para vigilar al castaño. —Me sonrió. —Creo que ustedes deben decirle, yo no seré quien arruine ni delate una relación.

—¡Muchísimas gracias! —Me puse de pie y lo abracé. Él se sorprendió y luego de unos segundos también lo hizo con cuidado.

—Te ensuciaras. —Se preocupó, pero no importaba.

—Se lo agradezco muchísimo. Usted es increíble.

—Lo se niña lo sé. —Sonrió con gracia.

—¿Entonces usted no es jardinero? —

—Sí, si lo soy. Solo que había un detalle junto al contrato. —Esbozó una mueca.

Continuamos plantando, me entretuve bastante, pero me distraje en mis pensamientos, revolviendo todo, deteniéndome en una persona en específico.

—¿Señor? —Hablé a los minutos, perdida, sentándome en mis rodillas.

—¿si? —

—Ethan, el moreno, no puede saberlo hasta que nuestra relación no sea... oficial. Sé que no debería pedirle nada más, pero me gustaría que guardáramos el secreto. ¿Puedo confiar en usted?

—Por supuesto, no hablaré del tema, en realidad no hablaré con ustedes si no me hablan de vuelta. —Sonrió, pero sus palabras me dejaron algo descolocada. —Por ustedes, trabajo aquí, no puedo faltarles el respeto yo y hablarles como si...

—Usted no faltaría el respeto si nos habla o platica, señor, no puede pensar eso. —Negué.

Él sonrió bajando la mirada.

¿Qué le habían hecho a esta gente?

Pronto lo vi sonreír con diversión.

—Es gracioso su padre de verdad creía que el problema era el moreno. —Soltó una risita.

—Sí, lo sé, sé que no le gustaba nada. —Me reí.

—¿Por qué...? —Él se detuvo, entonces negó.

—Dígame. Estoy aquí porque deseo escucharlo. —Procuré decir.

—Si me permite, si quiere contarme en realidad, ¿por qué no han "oficializado" como dijiste? ¿Qué les hace estar en la cuerda floja y no lanzarse rápido? —

Sonreí, acariciando los pétalos de la flor.

Él me indicó que continuáramos con la otra y así lo hicimos.

—No lo sé. —Respondí en murmuro. —En realidad sí sé, pero es complicado. Las personas reaccionan mal, entonces lo nuestro es más difícil de oficializar, es decir, lo que estamos haciendo es muy arriesgado y nadie lo aceptaría, y lo sabemos. —Enterré mis manos en la tierra para cubrir completamente las raíces de la planta, protegiéndola. —"Ser novios" ahora solo nos lastimaría más. Sabemos que esto no será para siempre, aun cuando digamos que iremos contra todo.

—Cariño... —Él me miró desconforme. —No tienen que poner su amor en la balanza por lo que los demás quieren o desean, son ustedes los únicos dueños de su vida. Si se aman deben solo escuchar sus corazones.

Sonreí afligida, sintiéndome algo entristecida.

Me di cuenta que tenía miedo de perderlo. Antes ese sentimiento no había estado como ahora.

—Hay veces en las que siento que no soy lo suficiente para él. —Confesé, en voz alta. —A veces creo que él puede simplemente dejar de amarme porque no soy lo que él necesita. —Sacarlo de encima fue desorientador. —Él es más grande que yo, es... completamente adulto en muchos sentidos, su vida está hecha, tiene una profesión, trabajo, un departamento y un auto, su vida está completa, y yo... —Mordí mi labio. —Ni si quiera sé lo que quiero para mi futuro. —Solté una risa apagada. —Siento que pierde el tiempo conmigo. No me siento digna o merecedora de su amor. —

—Él aún es joven, está preparándose para vivir. Sí, él tiene todo lo que cualquier hombre desea a su edad cariño, él pudo lograrlo, pero su vida no está hecha, no está completa. No cuando no has encontrado al amor de tu vida. Y quizás seas tú, quizás seas tú todo lo que a él le falta para completarse, para ser feliz y sentirse pleno. —Sonrió. —Si él sintiera que no eres suficiente no usaría su tiempo apreciado en disfrutarlo cada segundo contigo. Él te quiere, cielo. Y lo vi.

Sus palabras traían tanta magia que me sentí bien. Me hizo feliz el haber bajado de mi habitación para hablar con él.

—Usted es grandioso. —Solté. Sonrió con alegría. —Vendré más seguido para estas pláticas. —

—Estaré encantado. —Sonrió.

—Aguarde un segundo. —Le dije. Me puse de pie, sacudiendo mis manos y entré a casa. Allí lavé mis manos y busqué en la nevera una jarra con agua y un vaso, entonces se la llevé. —Aquí tiene, debe hidratarse.

—No se hubiera preocupado. —Negó, sonriendo.

—No es problema. ¿No tiene hambre? Es que yo solo planté cuatro rosales y me abrió el apetito. 

Él soltó una risa.

—No cariño, en una hora ya debo volver a casa.

—¿Tiene esposa? —Curioseé.

—Sí, una hermosa, y dos hijos, de más o menos tu edad.

Sonreí.

—Bueno, iré a darme una ducha. —Miré mi ropa, él asintió con una risa. —Muchas gracias. —Procuré decir, antes de irme.

—No hay por qué. —Sonrió.

Al llegar a mi habitación llamé a Tati y le conté todo. Sobre los inconvenientes y cuan insegura me sentía, ella me ordenó que no diera vueltas en el asunto, pero que si de verdad me sentía mal con esto pidiera con calma explicaciones y eso era todo, que Harry me las daría porque jamás me lastimaría. Quizás era más fácil de lo que pensaba, quizás me ahogaba en un vaso de agua, pero también temía recibir una respuesta que no deseaba.

Entonces también comenté sobre lo que estaba sucediendo con Ethan y ella me aconsejó que le dijera toda la verdad con Harry, pero cuando ambas planteamos lo que podía llegar a resultar mal si lo hacíamos, retrocedimos y quedamos en blanco.

¿Debía ser egoísta con Ethan y guardar el secreto para no perjudicarnos?

No podía seguir haciéndole eso, él terminaría muy mal, pero con Harry aún no estábamos listos, no habíamos fusionado nuestro amor de tal manera que ya pudiéramos ir y pelear contra quien sea, y ese siendo mi padre.

No estábamos listos.

Me fui a dar una ducha que procuré tardar el tiempo que necesitaba, quise sacar mis inquietudes de mi cabeza, pero ahí estaban.

Me lavé con mucho cuidado el tatuaje, recordando esta mañana cuando Luna, Morena y Thiago supieron que algo tramaba por no haber llevado el uniforme ese día, terminé mostrándoles la fotografía que les mandé a mis amigos, cuyo mensaje Nick fue el único que no respondió. Luna y Morena impresionadas planearon hacerse uno pequeño en común, Thiago en cambio, dijo que era muy sexi. Su halago me tomó por sorpresa, causándole risas.

De pronto oí golpes en la puerta principal. Me quité la crema de enjugué velozmente y apagué el agua. El silencio absoluto me alertó que sí había alguien en la puerta.

Habiendo terminado salí en busca de mi toalla, la enredé en mí mientras espiaba por la ventana por si todo estaba bien.

Me pareció extraño que Harry no usara sus llaves, pero él era el único que vendría así que corrí escaleras abajo sin siquiera mirarme al espejo por si estaba muy desastrosa, llegué a la puerta dejando un camino de agua a mis espaldas.

Cuando abrí la puerta, encontrándome al instante con la sonrisa radiante de Pierce, todo, absolutamente todos mis miedos y mi inseguridad se borraron. Sentí que todo estaba bien, que él me amaba realmente.

Reaccioné al ver los cuatro chicos que estaban detrás. Muy conocidos para mi suerte.

Entonces me miré y al ver a Harry me disculpé con mi mirada. Aquellos chicos, sin importarle que estuviera con una toalla pasaron alegres y me abrazaron, emocionados, entretenidos entre sus pláticas por lo gigante que les resultaba la casa y el verme de nuevo.

Mordí mi labio, deslizando mis ojos a Harry.

—¿Por qué, Jessica? —Me regañó. Agarré con fuerza la toalla y sonreí inocente.

—Estoy en mi casa, Pierce. —Le dije riendo. Cerré la puerta debido a que todos la habían dejado abierta. —Estaba tomando una ducha, tú fuiste el inoportuno. ¿Dónde están tus llaves?

—Preferí que me abrieras, no los haría pasar sin tu consentimiento. —Señaló a sus amigos, que en realidad habían pasado solos. Solté una risa. —¡No puedes atender la puerta con una diminuta toalla! —Exclamó entonces.

Lo abracé y me acurruqué en el para que se calmara o talvez porque me sentía desnuda. Los vi caminar en el gran espacio mirando su alrededor. Pierce me abrazó inspirando profundo.

—Sabía que eras tú. —Murmuré, mirándolo. —Chicos, pasen a la sala o al comedor principal, donde quieran. —Me reí, nerviosa. Ellos con gusto se pusieron a investigar la casa.

—¿Sabías que era yo y me atiendes así? —Mordió su labio un instante antes de soltarlo y besar mi cuello. Solté una risita. —¿Por qué traje a ese grupo de idiotas? —Se quejó. Esta vez solté una carcajada.

—Tendrás otras oportunidades. —Bromeé. El riendo besó mis labios.

—¿Qué si era Ethan? —

—Si era Ethan no iba a suceder nada más que abrirle y volver a mi habitación. —Susurré. —Iré a cambiarme.

Ambos seguimos a sus amigos, pero yo me dirigí a mi habitación. Mi camino de agua me jugó en contra y resbalé, pero él me atrapó rápidamente sosteniéndome con fuerzas para sujetarme contra su pecho. El aire quedó en mi garganta. 

—Por dios. —Su corazón latió con fuerzas y noté el mío igual. Solté una risa histérica, cargada de miedo y nervios. —No quiero que la primera vez que te vea desnuda sea con testigos. —Murmuró, y aunque fue solo para mi y nadie más había visto mi casi caída sentí mis mejillas arder. Él soltó una risita. —Ve a vestirte, ten cuidado. —Me soltó.

—De acuerdo. —Murmuré, retrocediendo, y entonces volteando caminé con cuidado a las escaleras.

—¡JESSICA BLOSSON! —Su exclamación me hizo sobresaltar. Me di la vuelta asustada, sujetando mi toalla desde mi pecho. Pero cuando vi que sus ojos estaban cerrados, presionados, peleando por conservar su respiración con calma supe la razón.

Miré mi pierna, se veía completamente.

—¡Qué rayos hiciste! ¡Por el amor de dios, Jessica! —Exclamó, pero bajó la mirada al suelo dejando su mano en su cadera, como si yo fuera un caso perdido.

—Ah, ¿Esto? —Señalé mi pierna. —Un pequeño tatuaje. —

Sus amigos comenzaron a reír realmente divertidos causándome una sonrisa, pero la borré inmediatamente al notar la mirada que Pierce me dio.

—Tu padre me va a matar. —Concluyó, resignado. —Lo hará. No hay otro fin.

—Piensa en esto. —Sonreí. —Ya está hecho, no hay vuelta atrás, pero en todo caso a quien matarán es a Ethan no a ti, él es mi niñero. —De pronto preció fascinarle la idea porque entonces una sonrisa iluminó su rostro.

—Tienes razón.

—¿No es lindo? —Pregunté sonriendo señalando mi pierna.

—Ve a cambiarte. —Ese tono otra vez.

Me apresuré en volver a mi habitación.

—Voy sola, Pierce. No necesito compañía. —Oí sus pasos detrás de mí que pararon y dejaron escapar un resoplido que pronto fue opacado por las carcajadas de sus amigos.

No tardé en desaparecer completamente de sus vistas.

Al llegar a mi habitación le puse llave enseguida.

Terminé vestida frente al espejo con un pantalón corto de vestir oscuro a cuadros y líneas tonos oscuros y una blusa blanca. Tacones negros y algo de maquillaje junto con mi labial rojo.

Mi tatuaje, ya expuesto, me advertía que ocultárselo a Ethan era imposible, debía decírselo cuando viniera.

—Hola hola. —Anuncié mi decencia al llegar junto a ellos a la sala del comedor, cada uno traía una pequeña cerveza en la mano. Ellos festejaron, haciéndome reír.

Abracé a Harry desde su cuello, besándolo brevemente. Él estiró sus labios y con una sonrisa lo besé rápidamente.

Me senté a su lado, cruzándome de piernas. Su mano se deslizó en ella, y buscó mi mano, enlazando la suya con la mía.

—Quien diría que este hombre por fin se encontraría a alguien perfecta para él. —Brian sonrió.

El rubio soltó una risita.

—Es un logro, Pierce.

—¿Lo dicen por mí? —Pregunté sonriente. —Eso es muy lindo de su parte. —

—Todas eran tan... —Comenzó el moreno negando de forma exagerada, terminó riendo junto a los demás no queriendo terminar.

—Además que eran completamente... —Prosiguió el rubio.

—Bueno... —Los detuvo Harry. —Ya lo entendió. —

—Eran completamente diferente a ella, eso es todo. —Concluyó él.

—No es por presumir, pero a eso lo sé. —Solté una risita, Harry negó con una sonrisa. —Conocí a cada una. —Les dije a sus amigos quienes rieron a carcajadas.

—¿Te agradó alguna? —Me preguntó el de rulos.

Miré a Pierce. Su sonrisa se ensanchó con diversión.

—Puedes sincerarte, estás en confianza.

—Me desagradó cada una. —Solté. Ellos se partieron de la risa. —No podía entender como él... —Suspiré. —podía enamorarse de ellas.

—Nunca me enamoré, amor. —Negó. Resoplé, callando.

—¿Conoces el pasatiempo? —Inquirió Brian.

—Lo siento, no uso a personas como pasatiempo. —Me encogí de hombros. Ellos rieron, incluso Harry.

—No lastimé a nadie, también lo era para ellas.

—Melodi te quería. —Murmuré.

—Esa mujer estaba loca. —Me corrigió Brian. Riendo lo acepté, sabiéndolo bien.

—La conociste bien, ¿cierto?

—Más de lo que quería. —Esbocé una mueca. Pierce soltó una risita. —Pero nos hicimos grandes amigas.

Ellos rieron a carcajadas.

—Sabemos lo que pasó. —Rieron.

—Me impresiona que haya tenido el descaro de traerla aquí cuando solo pensaba en ti. —Soltó Brian, ganándose la mirada de reproche de Pierce. Sonreí, enternecida, con esa mezcla de nervios y felicidad causándome cosquillas.

—Mira, yo no tenía en claro que sucedía entre nosotros en ese entonces, —Comencé, —Pero sabía que había algo, y entonces apareció con esa mujer aquí. No podía creerlo. —Ellos soltaron una carcajada.

Harry me abrazó, besando mi mejilla.

—Pero esa noche estuve contigo. —Procuró decir, riendo.

—Sí, pobre "Mel"—Musité. Él soltó una carcajada. —No quiero decir que soy diferente a ellas porque todas tienen algo que las hace increíbles, —Repetí, haciendo alusión a mis palabras y también a las suyas. —pero si ellas eran de ese modo, ¿por qué estás conmigo? —Solté de golpe.

—Porque tú me encantas. —Respondió, borrando su sonrisa de diversión, dejando su sinceridad absoluta en su mirada. Quiso decir algo más, pero los chicos se rieron a carcajadas como unos idiotas, interrumpiéndolo. Él humedeciendo sus labios se inclinó a mi oído. —Porque tú me hiciste sentir un sinfín de emociones en un segundo, porque de ti estoy enamorado. —Besó mi mejilla antes de alejarse.

No pude responder, porque todo se acumuló dentro mío.

Todo se silenció de golpe.

Humedecí mis labios.

—¿Qué sucede? —Me preguntó, cuidadoso.

—Debes dejar de apaciguar mis enojos con tu amor. —Sonreí un poco, porque en realidad amaba oírlo, solo bromeaba.

—¿Sigues enojada? —

—Por supuesto. —Él suspiró, apartando la mirada. —Está todo bien, Harry, es decir, en realidad no, pero podemos hablarlo después, no pasa nada. —

—A veces surgen... inconvenientes, Jessica. —Procuró decir, pero no pude evitar mirarlo con incredulidad.

—Se volvió tu respuesta para todo, Harry, tú, cuando eres quien más explicaciones razonables da. —

—Lo hablamos después. —

Mordí mi labio, alejando mi mirada de él.

Esa forma que lucía cuando hablaba autoritario y toda pizca de alegría desaparecía con su mirada profunda y su ceño fruncido, aquello marcaba un semblante impresionante. Era increíblemente sensual, aun cuando me hablaba de esa forma, aun cuando me miraba serio y lucía molesto conmigo, aun cuando era autoritario.

Me maravillaba.

Él llevó mi mano a su boca para dejarme un beso, llamando mi atención.

—Hoy teníamos planes con Harry, pero nos canceló a último momento porque tenía y quería venir a verte. Así que nos colamos en su auto. Por supuesto no quería, de hecho, si hubiera tenido el modo de hacer que bajáramos lo hubiese utilizado. —Comentó Brian riendo. —Así que aquí estamos.

—¿Cuáles son sus nombres? —Pregunté entonces, mirando a cada uno de ellos. De ese modo observé que todos ellos eran una pandilla de chicos lindos que lucían increíblemente bien. Solteros. —No los conozco como ustedes a mí, puedo descifrar algunas cosas, pero me gustaría conocerlos más. —Me reí. Ellos se miraron sorprendidos, riendo.

—El de rulos es Chace, el que se hace el chico malo es Brent, el rubio Ian y Brian, el que intenta avergonzarte la mayor parte del tiempo por pura fascinación. —Me los presentó Pierce, señalando a cada uno. Sonreí.

Conocer sus amigos más íntimos me parecía increíble.

—¿Qué puedes descifrar de nosotros? —Curioseó Brian, inclinándose hacia mí desde el otro lado de la mesa.

Lo imité, luego observé de la misma forma a los demás.

—Rondan la misma edad que Pierce, pero no llevan la misma vida que él. —Sonreí. —Solteros, rompecorazones. Hablan mal de las ex's de Harry, pero ustedes salen con mujeres idénticas. —Ellos soltaron una carcajada. —Tienen años siendo amigos. —Sonreí. —Eres quien alienta, quien frena, quien se hace cargo y limpia de los líos del otro, pero a la vez quien más se divierte burlándose de los demás, junto a Harry, por supuesto. Y —Le hablé a Brian quien sonreía divertido. —Tú lo amas más que tu propia vida. —Señalé a Harry. Él soltó una risa, asintiendo. —Tú eres más discreto, pero no porque no te sientas cómodo sino porque amas oír a tus amigos, aunque a veces sean insoportables. No sueles dar consejos, pero cuando los das es el oro mismo para ellos porque simplemente son lo que necesitan, eres el sabio. Sueles ser el más directo y borde, en una discusión tu ganas, porque hieres. —Le dije a Brent. Miré sus ojos oscuros, ahora brillando con diversión y desconcierto. —Te cuesta pedir perdón, pero siempre te disculpas cuando debes hacerlo. —Él y Brian se miraron incrédulos, soltando una carcajada. —Tú eres el menor de los cinco, eres el más consentido de los cinco, eres el más alegre porque ellos son tu vida, ríes por todo y eso trae alegría al grupo. Te consienten mucho. Te aman. —Solté una risita, mirando a Ian, él soltó una carcajada como solía hacerlo y los demás reímos en consecuencia. —A ti te hacen Bullying, pero es por pura envidia. —Le dije a Chace, riendo. Lo observé unos segundos. Sus ojitos me transmitieron cariño, calidez. —Tienes un corazón impresionante, eres reservado, pero no callado, sin embargo, eres el más tranquilo. Diría que eres el menos, perdonen la palabra, "mujeriego", porque en realidad buscas un amor real, algo que te consuma, no quieres momentos efímeros, al contrario de tus amigos. —Señalé a los otros tres, dejando fuera a Harry.

Él sonrió asustado. Todos miraron a Harry.

Harry hizo una mueca juntando sus dientes, como si hubiera cometido un delito sin querer.

—Lo siento, debí prepararlos para una sesión con el amor de mi vida. ¿Ya le dije que es bruja?

Solté una carcajada.

—¿Cómo...?

—Se nota a leguas chicos, no hice nada de otro mundo. —Pero las miradas de ellos en Harry me hicieron reír.

—También estoy impresionado, no lo ha hecho jamás conmigo. —Procuró decir él, entre risas.

Brian riendo impresionado negó.

—No sé que clase de magia fue esa pero fue... .

—Yo diría terrorífico. —Lo miró Ian, luego rió. 

—Yo creo que Harry está embrujado. —Opinó Chace. Negué soltando una risa.

—¿Qué otra cosa puedes hacer? —Brian se inclinó hacia mi, observándome. Inspiré aire, encogiéndome de hombros.

—Leer mentes. —Emitió Harry. —Me saca las cosas de la mente. 

—A ver, léeme. —Se acercó más y yo también lo hice. Con sus ojos brillando de la diversión y su carita de perversión suspiré. 

—Sé que mi tatuaje quedó muy caliente, pero no te doy permiso de que me recuerdes en toalla. —Emití, al instante estalló en carcajadas poniéndose de pie abruptamente. Los demás gritaron haciéndome reír más. 

—¿Cómo diablos haces? —Chilló. Harry me miraba entre risas, corrió mi cabello hacia atrás. —Harry, ten cuidado. —Me señaló, pero el hombre que prometía ser el amor de mi vida, sonrió más. 

—Ya estoy completamente perdido, hermano. —Negó. Presioné mis labios, forzándome a no reír con las cosquillas que me causaba.

Aquellos me miraban como si fuera a lanzarles un hechizo, entre precaución y fascinación.

—Pues te olvidaste descifrar que, gracias a mí, Harry pudo dar el paso que necesitaba contigo. Fui importante en su relación, bonita. —Me dijo Brian, riendo asentí.

—Gracias entonces. —Él asintió orgulloso.

—¿Tú tienes alguna persona que haga mi papel? —Preguntó, interesado.

—Se llama Tatiana. —Sonreí. —Es ella la que hace tu papel, en realidad ella es todos ustedes, pero fusionada, la correcta la sabia, la mala influencia, la divertida, la discreta la que limpia mis líos. —Reí. —Pero con Harry fue diferente, ella me arrojó prácticamente a sus brazos cuando yo no estaba muy segura y estaba... aterrada.

Pierce me miró con una sonrisa.

—Pero sus demás amigos me odian. —Continuó él.

—¿Por qué? —Preguntaron riendo.

—Son muy demasiado protectores. Son molestos. —Concluí. —Mis amigas ni siquiera saben cómo sentirse al respecto, están felices, pero por el otro lado tienen miedo. —Miré a Harry. —Creen que puedes lastimarme, que no te conozco lo suficiente, pero es entendible, todos ellos están algo susceptibles.

—¿Les dijiste lo nuestro? —

—No, pero ya lo suponen, no son nada ilusas.

—Mientras ustedes estén bien no deben darle importancia a lo que las personas opinen de su relación. —Resopló Chace. Sonreí, recordando y juntando sus palabras con las del jardinero espía.

—Sé que estaremos bien. —Dejé mi atención en nuestras manos enlazadas. Acaricié la suya. —Sé que lo haremos, es decir, hay que hacer algunos ajustes, pero... —Ellos rieron.

—¿Cómo cuáles? —Se burló Brian.

—Afianzar la confianza. —Evité mirar a Pierce. Los tres me observaron y aunque procuré no expresar nada supe que pudieron ver que algo me estaba inquietando. Y quizás ellos sabían qué eran.

—Jessica. —Ian me miró. —Toma, para ahogar las penas. —Me extendió su pequeña botella de cerveza.

Riendo divertida la acepté.

—¡Miren! Hasta toma de mi cerveza sin problemas, sin delicadeza. —Exclamó riendo. Entonces soltó una carcajada. —Pero con elegancia.

—Que esté afligida no me quita el toque. —Respondí obvia, riendo luego de tragar, causando sus carcajadas.

Sonreí.

—El jardinero nos dijo que lo estabas. —Comentó Harry para mí, observándome con cariño.

—¿El jardinero que me vigila? —Suspiré. —Sí, estuve hablando con él. —

—No quería decírtelo. —Harry sonrió apenado. —Pensé que te enojarías más con tu padre y no quiero eso. —

—Pues pensaste bien, pero... ¿sabes qué? Ya estoy resignada con respecto a ellos, ya no me sorprende que haya hecho algo así. —Tomé más cerveza.

—Jessica no tomes. —Me detuvo, bajando la botella.

—Harry. —Lo detuve, mirándolo cansada. Él soltó una risita.

—No me mires así.

—No me mires así. —Repetí, en susurro. Él comenzó a reír, abrazándome. 

—Estás tremenda hoy. —Sonreía y no evité sonreír también.

Como chica buena le devolví a Ian lo que le pertenecía. Ellos comenzaron a hablar de diferentes temas que nos entretuvieron por un largo tiempo, realmente la estaba pasando muy bien.

—Harry. —Le dije luego de largos minutos. Él me miró. —¿Cuándo tengo que ir a mis clases? —Sus ojos se abrieron de par en par y se cerraron, exhalando aire. —Lo olvidaste.

—Lo siento mucho, nena. —Emitió, lleno de culpa. —Tengo mucho en la cabeza, lo siento.

Asentí inhalando profundo.

—Está bien. —Le aseguré. —¿Cuándo tendría que ir de nuevo? —

—El martes. —Murmuró, cuidadoso. Lo abracé, acurrucándome en él. Él besó mi frente.

—Pueden dejar sus besos, caricias y coqueteo para después chicos. —Resopló Chace, riendo.

Sonreímos.

—De hecho, no podemos dejarlo para después. —Negué.

—Después tenemos que estar con "El moreno" —Harry me imitó entonces él, causándome una carcajada.

—¿Qué moreno? —Preguntó Chace.

—El niñero, el que le coquetea. —Respondió Brent. —¿Acaso no escuchas a Harry?

—¿Entonces te quejas siempre de él? —Sonreí con burla. Él me miró con recelo.

—Está soportando demasiado. —Negó con una sonrisa Brian. —Necesita quitarse el estrés. —Luego me miró. —Talvez necesite algo de ti.

Pierce lo miró severo, diciéndole que era una idiota, entonces volviendo a mí, quién, aunque presioné mis labios terminé riendo. Lo besé brevemente y me sonrió radiante.

—Bueno, eso parece ser suficiente. —Acotó Brian, mirándonos con incredulidad.

—Parece ser que sí. —Observó Brent. Ambos soltamos una carcajada.

—Cállense de una vez. —Pidió Harry, riendo.

Harry acarició mi pierna con calma, pero luego tocó el relieve donde estaba el tatuaje, y de pronto un espasmo muscular hizo que me mirara y sus ojos cayeran con más atención en el tatuaje.

—¿Te duele?

—Solo un poco. —Él comenzó a hacer caricias circulares en mi piel.

—¿Y cuándo lo hiciste te dolió? —Curioseó Ian.

—Más de lo que creí. —Resoplé.

—¿Te lo hiciste ayer verdad? —Suspiró Harry, enarcando una ceja.

—Si es. —Respondí orgullosa.

—Entonces cuando te llamé si estabas llorando. —Sacó la conclusión luego de unos segundos. Comencé a reír.

—No estaba llorando, pero quería hacerlo. —Le expliqué.

Él frunció el ceño con su mirada en la frase, entonces le puso más atención y procuró finalmente leerlo.

"Amar, grita la esencia de sentirnos y ser libres"

Sus ojos se detuvieron en los míos. Humedecí mis labios, sonriendo.

—Es precioso. —Susurró. Sonreí.

—Me encanta. —Asentí.

—A mí también. —Murmuró haciéndome sonreír aún más.

—Los tatuajes en las mujeres son muy sexis. —Comentó Brent, y todos asintieron de acuerdo.

—Ese luce increíblemente sexi. —Señaló Brian.

—¿Algún comentario más? —Pierce lo miró con irritación. Brian sonrió como el mismísimo gato de Alicia, lleno de maldad.

Solté una risita.

—Si no fuera porque te vimos en toalla no lo hubiéramos apreciado como se debe. —Continuó él, solo para molestarlo a él. Miré divertida a Harry, corrí su rostro para que me mirara a mí. Besé sus labios.

—Tu primer tatuaje y tiene un buen uso y un significado. —Comentó Ian. —Este idiota está completamente tatuado y ninguno tiene un significado. —Se burló de Brent, señalándolo.

—Cada uno le da su propio estilo al uso de los tatuajes. —Le dije riendo, Brent sonrió ahora con triunfo.

—¿Y tú, Harry? —Llamé su atención, él me miro junto a sus amigos. —Tus tatuajes, ¿Que significan para ti? —

—¿Qué tatuajes? —Me sonrió con picardía.

—Los que tienes por todo el cuerpo. —Resoplé. Ellos comenzaron a reír a carcajadas, haciéndome reaccionar, solté una risita nerviosa, ocultando mi rostro.

—¿Acaso estuviste mirándome sin mi consentimiento? —Me sonrió con burla, pero rápidamente entre risas me abrazó.

—Creo que algunos ya tuvieron diversión. —Canturreó Brian. Solté un quejido que solo lo hizo reír más.

—No hablaré más con ellos, Harry. —Murmuré contra su pecho.

—No lo hagas nena. —Besó mi frente.

—Harry... —Susurré. —Quiero también. —Señalé la cerveza.

Él sonrió con diversión.

—Hay en la nevera. —Me dijo.

Dejé en un beso en su frente antes de ir en busca de una.

Busqué, rebusqué y no encontré.

Estaba por gritarle que me dijera en qué lugar exactamente, pero su brazo me la alcanzó.

—Acá. —Habló, mientras abría el frízer.

Había como unas diez ahí. El las bajó dejándola en la nevera para que no se congelaran.

—Gracias. —Le agradecí cuando me dio una.

—No hay por qué. —Me sonrió. Busqué el pequeño aparatito para abrir la tapita y al hacerlo me encontré con su mirada.

—Harry... —Murmuré. Él humedeció sus labios, oyéndome. —Me encantas. —

Él soltó una risita hermosa, mordiendo su labio. Enternecida lo abracé, besándolo consecutivamente, él me abrazaba desde la cintura, apaciguado entre mis besos, disfrutándome. Sonrió mucho. Cuando humedecí mis labios, observándolos él los atacó, devorándome como si la vida acabara ahí.

Me solté riendo luego de un momento.

—Jamás hubiera imaginado que estaríamos así algún día. —Emití. —Ni siquiera podía darme el lujo de... imaginarlo. —Confesé. Él se acercó y besó estruendosa y deliciosamente mi mejilla, haciéndome sonreír.

—Yo lo deseé mucho tiempo. —Musitó. Recordé los motivos por los que estaba molesta y estos desaparecieron al instante. Él no diría esto si no me amara como lo asegura, no me engañaría, no vincularía a sus mejores amigos si no soy yo a quien de verdad quiere.

—La noche que me besaste volví a sentirme viva, Harry. Y estoy feliz porque lo hayas hecho, porque de otra forma esto no estaría pasando.

—Si no te besaba esa noche pasaría en otra, porque... —Soltó una risita. —Siento ahora que estamos destinados a estar juntos, coincidíamos cada instante, la vida nos juntaba... Blosson, yo no creo en las casualidades.

—Tampoco yo. —Pensé en todo lo que había sucedido y me pareció increíble. —Aunque nuestras mitades nos impedían estar juntos esto es más... fuerte. —Musité.

—Nuestras mitades continúan jugándonos en contra, ¿cierto? —Preguntó en plural, pero supe que se refería a mí, a lo que yo sentía, se refería al motivo por el cual estuve molesta, pero que en realidad me causaba miedo.

Asentí cabizbaja. Me crucé de brazos, haciéndome un paso atrás para protegerme. Él me observó. Cuando pensaba más allá de la fantasía que estábamos viviendo juntaba todos los motivos del cual por qué no deberíamos estar juntos, aun cuando lo amo de esta manera, aun cuando no hay nada ni nadie que me haga tan feliz, aun cuando sienta que la vida perdería su color si se aparta de mí.

—¿Es la conciencia o es la razón? —Pregunté, en murmuro. Sus ojitos me dijeron que pasara lo que pasara, estaría aquí, conmigo.

—Es el miedo, mi amor. —

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