ARDER EN LIBERTAD

By ElizabethBermudez156

218K 9.7K 475

"Besar su piel me sabía a vida, en sus manos alcanzar el cielo y encontrar libertad." Jessica Giovanna Blosso... More

DEDICATORIA.
UNO.
DOS.
TRES.
CUATRO.
CINCO.
SEIS.
SIETE.
OCHO.
NUEVE.
DIEZ.
ONCE.
DOCE.
TRECE.
CATORCE.
QUINCE.
DIECISEÍS.
DIECISIETE.
DIECIOCHO.
DIECINUEVE
VEINTE.
VEINTIUNO.
VEINTIDOS.
VEINTITRES.
VEINTICUATRO.
VEINTICINCO.
VEINTISEIS.
VEINTISIETE.
VEINTIOCHO.
VEINTINUEVE.
TREINTA.
TREINTA Y UNO.
TREINTA Y DOS.
TREINTA Y TRES.
TREINTA Y CUATRO.
TREINTA Y CINCO.
TREINTA Y SEIS.
TREINTA Y SIETE.
TREINTA Y OCHO.
TREINTA Y NUEVE.
CUARENTA.
CUARENTA Y UNO.
CUARENTA Y DOS
CUARENTA Y TRES.
CUARENTA Y CUATRO.
CUARENTA Y CINCO.
CUARENTA Y SEIS.
CUARENTA Y SIETE.
CUARENTA Y OCHO.
CUARENTA Y NUEVE.
CINCUENTA
CINCUENTA Y UNO.
CINCUENTA Y DOS.
CINCUENTA Y TRES.
CINCUENTA Y CUATRO.
CINCUENTA Y CINCO
CINCUENTA Y SEIS.
CINCUENTA Y SIETE.
CINCUENTA Y OCHO.
CINCUENTA Y NUEVE.
SESENTA.
SESENTA Y UNO.
SESENTA Y DOS.
SESENTA Y TRES.
SESENTA Y CUATRO.
SESENTA Y CINCO.
SESENTA Y SEIS.
SESENTA Y SIETE.
SESENTA Y OCHO.
SESENTA Y NUEVE.
SETENTA.
SETENTA Y UNO.
SETENTA Y DOS.
SETENTA Y TRES.
SETENTA Y CUATRO.
SETENTA Y CINCO.
SETENTA Y SEIS.
SETENTA Y SIETE.
SETENTA Y OCHO.
SETENTA Y NUEVE.
OCHENTA.
OCHENTA Y UNO.
OCHENTA Y DOS.
OCHENTA Y TRES.
OCHENTA Y CUATRO.
PENÚLTIMO CAPÍTULO.
EPILOGO.
Agradecimientos y Nueva temporada!

ULTIMO CAPÍTULO.

594 32 16
By ElizabethBermudez156

"Golden Gate University-San Francisco en San Francisco, California, Informa que su solicitud de ingreso "Administración y Dirección de Empresas" ha sido aceptada por los directivos de esta honorable institución. Solicitamos su presencia en nuestras oficinas en los próximos veinte días para comenzar los trámites de inscripción. Para cualquier duda o aclaración, quedo a sus órdenes. Reciba la más cordial de nuestras felicitaciones.

Atte. Romina, Coordinadora de Admisiones."

Un escalofrío recorrió mi cuerpo completo al leer y releer el e-mail. Tomé aire, cerré la laptop y la hice a un lado, completamente abrumada. De pronto los nervios se instalaron en mi cuerpo, abrumándome.

En los próximos meses entraría a la universidad, no sabía si habría un cambio en mi vida como había oído más de una vez decir, no lo sabía en lo absoluto, pero realmente esperaba con ansias que eso sucediera.

Guardé mis cosas en mi bolso, ordené el escritorio y tomé la carpeta transparente desbordada de documentos del hospital que hace unos segundos atrás, antes de la llegada del e-mail, sostenía.

Había tenido la graduación del paso escolar hace una semana y no sentí nada al respecto. Al acto no permití el paso de nadie más que mis hermanos, y a la fiesta por supuesto no asistí. Los días después del velorio pasaron como agua entre mis manos y aún así jamás dejó de doler, incluso la sensación se volvía más abrumadora cada vez.

—Papá guarda esto en la sección A, por favor. —Le extendí la carpeta luego de caminar a su escritorio.

El instituto y el hospital se fusionaron, porque tal como amenazó papá me llenó de trabajo antes de ascender en el futuro a su puesto para así tener una mejor preparación para cuando llegara el día. O eso argumentaba él. Y si, me deja exhausta al final de las horas, pero me mantenía lo suficientemente ocupada para no pensar en nada más. Aunque mi mente no me dejara conciliar el sueño durante las noches mientras moría de cansancio.

—¿Ya te vas? —Inquirió, guardándola.

—Son casi las diez, papá. Estoy cansada. —Me mantuve en mi lugar, pero llevando mi bolso al hombro.

—Lo sé hija, hoy fue un día duro... tal vez Harry... Oh aquí estas. —El castaño entró a la oficina y nos miró a ambos, mi padre estiró su espalda. —¿Puedes llevar a Jessica a casa? Creo que hoy volveré más tarde. Tengo que hacer un relevamiento aún. —Le extendió una carpeta que antes le pidió que buscara.

—Por supuesto. —Asintió él mirándome. Masajeé mis sienes y se lo agradecí.

Al llegar a casa me arrojé al sofá hacia atrás y exhalé una gran cantidad de aire, incapaz de caminar hasta mi cama. Era consciente que posiblemente el pensar tanto en trabajo me haya salvado de una caída sin retorno.

—¿Cansada? —Inquirió Harry mirándome desde arriba, y sin fuerzas asentí, cerrando mis ojos. No entendía por qué había bajado también. —¿Quieres bailar? —Preguntó de repente. Cuando lo miré él me extendió una mano y me sonrió con cierta dulzura en sus ojos, un matiz brillante.

Entonces la observé, observé su mirada nueva sobre mí, aquella parecida a la de antes, o quizás la misma a la de siempre, solo que esta vez estaba permitiéndome observarla de nuevo después de mucho tiempo.

Tomé su mano y él me ayudo a levantarme.

—¿Sin música? —Dejé mis manos en sus hombros, internamente sorprendida de acceder a su petición.

—Podemos improvisar algo. —Mordió su labio tratando de evitar una sonrisa.

—Muéstrame como improvisas. —Finalmente le sonreí un poco, logrando una llena de alegría en él. Recordé cuánto este tiempo se esforzó en traerme a la vida, no tener éxito lo destrozaba.  Estaba pensando que había perdido la capacidad de sentir.

Exhalé, bajando la guardia, deslizando mis manos hasta detrás de su cuello, en el mismo instante que sentía las suyas enlazarse detrás de mi espalda, comenzando a tararear una canción suave y gentil.

Tomó mi mano y me hizo girar en ella, luego apoyó su mejilla a un lado de mi rostro aun murmurando, sin dejar de balancearnos al compás de su voz. Su aliento cálido y su perfume despertó algo en mi cabeza, algo que mi memoria recordó, algo muy dulce e intenso, pero no me hizo sentir mejor porque todo eso era lo que había perdido.

Y aunque no quería sentirlo, tampoco pude alejarme, porque como siempre lo fue, me sentía segura sentir su pecho.

—¿Ya conociste a alguien? —Pregunté de golpe. En ese mismo instante me arrepentí demasiado de hacerlo, incluso hasta haber interrumpido su hermosa voz.

Él se alejó los centímetros suficientes para mirarme.

Con una sonrisa enorme, la cual también logró una en mí, asintió. La borré inmediatamente y me alejé, dejando mi mano en mi cuello notablemente incomoda.

—Ah. —Mordí mi labio, evitando mirarlo a los ojos. ¡Que estúpida!

—Se llama Gimnasio, y para ser honesto ya había estado en una relación sana larga y duradera hace tiempo, hasta que bueno, la abandoné. Ahora le di otra oportunidad. —Presionó sus labios para evitar soltar una risa, pero aun así podía notarla, notar cuanta gracia le causo hacerme eso.

—¡Ah! Entonces sueles hacer eso a menudo, digo, abandonar relaciones largas que te hacen bien. —Esta vez fue él quien cambió su rostro a serio y fui yo quien reprimió una risa, pero un segundo luego mirando su expresión no me importó soltarla.

Su lengua humedeció su labio con lentitud, con una ceja notablemente arqueada en mi dirección.

—¿Estás jugando conmigo? —Me desafió con una pizca más divertida.

—No exactamente, solo remato cuando algo no está en mi orden. —

—Supongo que es justo. —

—Por supuesto que lo es. —Aseguré. —Me voy a dormir Pierce. —Retrocedí, pero sin quitarle la mirada.

—Todavía no te vayas... —Tomó mi mano. —Estamos solos y... no quiero alejarme de ti aún.

—Para serte sincera es por ese mismo motivo que quiero irme a dormir. —Me limité a sonreírle un poco, pero resultó ser más una mueca de dolor que una verdadera y sincera. —Y porque estoy cansada. —

—¿Podrías darme un poquito de amor de nuevo? ¿Una sonrisa pequeña quizás cada un día? —Su mano acarició cuidadosamente mi mejilla. Fruncí el ceño. Ceder a su cariño era algo que ya no hacía. Este tiempo había entendido que él ya no era mi consuelo. Estaba sola. —No, no, no. Dije sonreír, no que me muestres tu cara furiosa. —Y por alguna razón me reí y eso pareció encantarle. —Gracias, amor.

—¿Qué sucede, Harry? —Le pregunté. 

—No recuerdo haberte visto en este último tiempo sonreír o reír. Y lo entiendo por... —Si mencionaba a Tati mi corazón se detendría.

—Harry, yo... —Di un paso atrás. —No voy a continuar con esto. Buenas noches. —Apenas mis palabras salieron su mano tomo la mía y me detuvo. Inspiré profundo, intentando tener tolerancia. Pero al quitar mi mirada de su mano y subirla a sus ojos sentí algo romperse dentro de mi.

¿Jamás dejaría de doler?

—No quiero presionarte Jessica. —Murmuró. —Por eso intenté mantenerme al margen. Temí que si llegaba a tocarte y aparecer frente a ti argumentando que puedo ser tu lugar seguro solo te rompieras mas. Tuve mucho miedo y no supe como actuar. Solo podía estar cerca de ti sin arriesgarme a asfixiarte.

—Nunca fue suficiente solo estar cerca de ti, mucho menos si hay una restricción que nos impide tocarnos. 

—Jessi quise esperar a que tú me buscaras y me expresaras el dolor que hay en ti, pero me aterró que no lo hicieras y por eso me mantuve cerca intentando de buscar...te con vida. —

No entendí por qué, pero sentí un enojo crearse en mi interior. Quizás era el rencor nuevamente.

—Pues no lo estoy. —Emití con dureza. —No estoy viva.

—Jessica, nena, no digas eso. 

—Tener un corazón latiendo no significa vivir. —Lo oí suspirar, asintiendo. —¿Y por qué crees que si tú me dejaste sería yo quien te busque cuando esté rota? —Murmuré, sin comprenderlo. —No puedo hacer eso. Ni porque quiera. —Negué. —Y aunque lo hiciera... ¿Qué ganaría? —Le pregunté. Él intentó responder pero sus palabras quedaron en su garganta, sin poder soltarlas. —¿A ti? —

—Perdóname. —Susurró, con dolor. Inspiró aire mirando con desesperación el alrededor, quizás sintiéndose asfixiado por no poder cambiarlo. 

—Harry ya no siento nada. —Toqué mi pecho. —Pero lo supusiste. No te preocupes si sientes que no haces las cosas bien porque ya nada importa. —A pesar de mis palabras en sus ojos lo invadió la preocupación, el pánico, incluso la angustia. —Por fin ya no te amo.

Estar vulnerable y cerca de él no era bueno. Solo dolía, y si ese sentimiento me ahogaba por las noches no dejaría que me consumiría más en él.

—Que tal, pensé que ya dormías hija. —Mi padre apareció en el marco de la puerta dejando sus cosas en uno de los sillones individuales. Harry se separó de mí y tomó distancia. —Estoy agotado, definitivamente lo dejaré todo para mañana, aunque luego me arrepienta. —Nos miró a ambos. —¿Por qué no fuiste a la cama?

Él nos observó.

—Estaba por ir a hacerlo. —Miré a Harry. —¿Mamá dónde está? No parece haber nadie en casa. —

—Recién llego, Jessica. No lo sé. —

[...]

Desde lo sucedido con Tati la comunicación con mi hermano disminuyó bastante, justo cuando creía que nos uniríamos más. El continuaba siendo dulce conmigo, atento, y cuidadoso, procuraba que comiera, que saliera de la habitación y si era necesario me llevaba al parque a tomar aire, pero no habían platicas, solo silencio. Compartíamos el dolor, no era necesario emitir algo y eso terminó alejándonos, pero lo entendía. Bruno, como yo, necesitaba su espacio y su tiempo para asimilarlo. Mientras tanto su mirada se había apagado y lo veía vivir en modo automático.

Dolía que el mundo siguiera girando con su ausencia.

Al día siguiente al despertar me tomé un momento al levantarme. Me vestí y fui a desayunar.

—Buen día Jessi. —Lou se detuvo en las escaleras para saludarme.

—Buen día, preciosa. ¿Quién está?

—Mamá y papá desayunan con Harry. —Presionó sus labios. Acaricié su cabello.

—Está bien. —Ella asintió insegura y continuó su paso a la habitación mientras yo terminaba las gradas. Mi hermano estaba poniéndose de pie de la mesa con rostro molesto, pero no me preocupé sabiendo que usualmente lo implementa inconsciente cuando está aburrido.

Besé su mejilla y él solo me sonrió como saludo. Tomé asiento en mi lugar frente a Harry quien mantenía una conversación con mis padres. Mamá me sirvió una taza de café. Agradecida la tomé, sosteniéndola firme para elevar la temperatura de mis manos. La mañana estaba congelándome.

—Buen Día. —Murmuró Harry, sosteniéndome la mirada. Asentí en respuesta.

Comencé a divagar inconsciente en mi cabeza con pendientes del trabajo hasta que me obligué a detenerme, pero entonces mi padre comenzó a hablarme de ello. Luego de unos minutos mi mente intentó prestarle atención, sin embargo, luego lo bloqueó.

—Detente papá, por favor, no puedo oír nada de trabajo por hoy, ni mañana. —Exasperé.

El soltó una bocanada de aire cansada.

—Tendrás que irte entonces, estamos hablando de trabajo. —Respondió con firmeza mamá. Sí, me hería, porque mi corazón estaba roto y cualquier cosa insignificante hoy me rompía.

—Deberías estar a la altura. —Me discutió papá, y al mirar sus ojos vi que lo hizo solamente para devolverme la vida, para que peleara, para que tomara fuerza. Su mirada estaba cargada de miedo. Y la mía de falta de vida.

Pero nadie entendía lo que sentía realmente.

Le sostuve la mirada a mamá por unos segundos antes de tomar mi taza e irme a mi habitación.

—No creo que sea la manera Christian. —Emitió Pierce con lamento.

Comencé a vestirme y prepararme para salir, tomé mis llaves junto con mi celular y los coloqué en los bolsillos de mi abrigo. Antes de irme dejé la taza en la isla de la cocina.

—¿Dónde vas? —Harry tomó mi brazo cuando pasé por su lado.

—Dile a mi padre que salí a... —Pensé en algo. —Comprar. —

—De acuerdo ¿Y a mí me darás la verdad? —

—¿Debería hacerlo? —Le pregunté irónicamente, ambos sabíamos que ya nada nos relacionaba como para sernos tan fieles el uno con el otro.

—Solo me preocupo, Jessica. —

—Lo sé. —Asentí. —Pero no lo necesito. —

—Afuera hay una gran tormenta, creo que estar aquí es la mejor opción. —

—Seguro. —Asentí. —Luego vuelvo, no se preocupen por mí. —Esbocé una mueca, como si fuera eso posible.

Al salir, una gran lluvia me recibió de la mano con un trueno que logró que me exaltara, era grandioso que el día que decidiera hacer uso de mis pies para una buena acción el cielo estuviera en esas condiciones.

Llegué horas más tarde, en un momento del camino intenté frenar un taxi, pero me resultó imposible tomar uno con tanta demanda por la lluvia.

Al llegar a mi meta arrojé mi abrigo mojado a un lado del lugar y cerré la puerta, ésta se azotó con fuerza a causa de la gran tormenta. Exhalé, exhausta. Le puse llave y al hacerlo contemplé por un segundo el hermoso llavero con mi inicial colgando de él. Entonces, con mi corazón latiendo con dolor, giré, sabiendo con qué recuerdo me enfrentaría.

 "¿Quieres ser mi novia?" el cartel yacía sobre una cajonera, en perfecto estado como hace meses atrás, cuando eso había significado un universo entero para mí.

Colgué las llaves a un lado de la puerta y sin querer escarbar en recuerdos dañinos comencé a quitarme de encima todo lo necesario hasta quedar en ropa interior. Las esparcí sobre el escritorio, sillas y arriba de las puertas de las habitaciones con lo que creía que sería un secado "rápido". Necesitaba que toda mi vestimenta estuviera seca cuando quisiera volver. 

Si debía ponerle un propósito a mi vida este era el lugar. Si tendría esta vida, si tenía una, debía usarla como Tati lo hubiera querido. Al observar mi alrededor unas ansias me llenaron de esperanza.

Poner este lugar en marcha estaba en mis pensamientos más cotidianos, durante el día a día, pero por obvias razones no tenía tiempo ni para respirar fuera del hospital. Y mis ánimos tampoco habían ayudado. Sentirme en el subsuelo me hacía creer incapaz.

Una vez secas mis manos tomé el significativo cartel y lo llevé a una de las habitaciones para dejarlo sobre una cama, allí lo leí una y otra vez. Tomé sábanas y mantas nuevas de la cajonera y me recosté en otra, tapándome del frio con ello.

Pensé, mi mente dio vueltas y vueltas, buscando algo, alguna luz, algún brillo, pero, lo que no tenía era fuerzas.

Entonces las horas pasaron y sin darme cuenta, divagando en tantas cosas y sentimientos me quedé dormida.

Al despertar me di cuenta que el frio ya traspasaba las mantas, se sentía como si estuviera dentro de un freezer. A muy mala y dolorosa gana me levanté y fui directo a buscar mi ropa, pero no había ni un centímetro seco a pesar de las horas incontables que había estado allí. Estaba hambrienta y si no fuera por mi ropa habría corrido a comprar algo de comer. Y aún en la situación no lamenté estar allí sola, porque al mismo tiempo una muy gran parte de mi estaba agradecida por encontrarme tranquila y pensando qué hacer con este lugar, buscando que fuera mi prioridad de aquí en más.

Un gran estruendo rompió el cielo y las gotas ferozmente violentas golpearon la puerta de la entrada. Me sentí refugiada y a salvo, porque el lugar era precioso. Esperaba que quienes llegaran aquí se sintieran de la misma forma. 

Observé los colores en la pared, los recuerdos en ellos y leí una y otra vez la frase que pintamos. "We'll be alright". 

Pero de repente todo se volvió oscuro. Maldecí por primera vez la lluvia y sus tormentas. Llorisqueando llegué a tientas a la cama.

Rebusqué la linterna en mi celular, me metí en las sabanas y me refugié en ellas, manteniendo la luz a un lado de la cama para alumbrar lo suficiente la habitación.

En el transcurso de una hora todo cambió conmigo. La oscuridad me trajo un sentimiento pasado y me resultó angustiante. Mi mente y yo misma podíamos ser mi peor pesadilla. Debía lidiar con ello y saber tratarme. Con mi cabeza recargada en mis rodillas sobre la cama tarareé una canción en mi mente, respirando profundo, permaneciendo y aceptando el control que traía la resignación sin retorno. 

Una sombra creó una silueta enorme en la pared, asustándome. Con miedo miré el marco de la puerta, y grité.

—¡Dios mío Harry! ¡Te detesto! —Llorisqueé sintiendo mis latidos bajo mi mano cuando la llevé a mi pecho. Me cubrí más con las mantas, pero a pesar del casi infarto, inconsciente solté un suspiro de alivio, agradecida por ser él quien estuviera ahí y no alguien más.

—Pues yo no. —Me sonrió y se adentró a la habitación, dándole un vistazo a todo el lugar. Si aún me quería, en su mente debieron atacarle los recuerdos, porque lo creamos juntos. —Vamos. —Me extendió su mano.

—Creí que aquí no me encontrarían.

—¿No te encanta que haya descubierto tu escondite? —Arqueó una ceja con rostro divertido.

—En realidad me alegra que estés aquí. —Suspiré sincera.

—Vamos, nena. —Sostuvo su mano en el aire.

—Quisiera tomarla, pero no puedo irme aún. —Me cubrí aún más bajando mis piernas.

—¿Por qué no?

—Simplemente porque aún no estoy lista. —

Él luego de observarme asintió.

—Llevas horas fuera de casa ¿Estuviste aquí todo este tiempo? —

—¿Cómo sabias que estaría aquí? —Entonces lo miré horrorizada. —¡¿Cómo entraste?! —Quedé sin respiración con solo pensar que no le puse llave a la puerta.

Humedeció sus labios con lentitud antes de responder. Comencé a pensar que lo hacía apropósito. Él se sentó frente a mí.

—Te conozco, al recorrer todos los lugares comunes en los que podías estar y que no estabas, en seguida pensé en la forma que piensas y se me vino a la mente este lugar. —Dio una caricia a mi mano con un cuidado increíble. —Y tengo una copia. —Me mostró su juego de llaves.

Exhalé aire, bajando la cabeza un momento.

—¿Cuándo dejarás de hacer cosas por mí? —Le pregunté, buscando su mirada. —Esto de salirme a buscar... y tantas otras cosas más, ¿En este punto de nuestras vidas qué esperas con todo esto? Lo pregunto muy en serio, Harry.

—Verte y saber que estás bien es todo lo que necesito, no quiero que nada malo te pase cuando puedo ser yo quien impida que las cosas malas vayan a ti e intenten lastimarte... —Murmuró. —Y no quiero que sientas que estás sola.

—No me siento sola, Harry. Estoy sola. Que estés detrás de mí, cuidando mis espaldas, no significa que estés a mi lado, junto a mí. —Apartó la mirada un momento. —Debes parar.

—No dejare de hacerlo, Jessica. Puedo darte tu espacio, pero... no puedo soltar tu mano.

—Yo ya solté tu mano, Harry. Algún día tendrás que dejarme ir realmente. Dejar de buscarme y procurar mi bienestar. ¿Lo sabes cierto? —

—Tal vez. —Me sonrió un poco.

Solté el aire, mirando la oscuridad del techo. Él se recostó hacia atrás del lado opuesto a mí y a la cabecera. Soltó aire también. 

—Entonces no lo harás. —Comprendí, porque su sonrisa me dio a entender, sin palabras, que no lo haría. Él soltó una carcajada que me hizo sonreír.  —¿Tu plan era que jamás me olvidara de ti? Porque estas acciones hace tiempo atrás lo único que me hubieran hecho sentir es morir del enamoramiento, y la angustia.

—Mi plan siempre fue estar juntos durante toda la vida.

—Pero esta forma no es sana. —Me reí. Me miraba con unos ojos preciosos.

—Porque ya no amas. —Emitió. Asentí cuidadosa. Luego de unos segundos observándolo con sus ojos cerrados suspiré.

—Entonces, si ya no tengo más opciones que tenerte atrás de mi cómo una sanguijuela... —Él volvió a reír, negando. —me resignaré hasta que consigas a alguien mejor. —Me atreví a decirle.

—¿Realmente crees que eso sea posible? —Lo dijo con una sonrisa, la cual me hizo sonreír.

Mordí mi labio luchando conmigo misma, sintiendo mi corazón agitarse con la idea que se me pasó por la mente, y eso me hizo dar un respingo porque significaba que no, no estaba todo muerto en mí. Perdiendo contra mis impulsos me arrodillé sobre la cama saliendo de adentro de las mantas, captando su mirada por mi cuerpo expuesto. Pierce intentó decir algo, pero nada salió de sus labios. Tomé su mano y la dejé extendida a un lado de su cuerpo, entonces me recosté en su pecho, con temor, porque no estaba lo suficientemente segura de que hacía algo que me beneficiara en algo.

Él, a diferencia de mí, no vaciló ni pareció pensarlo dos veces, sus brazos me envolvieron con fuerzas y junto a esa sensación reconfortante respiró, pero entrecortadamente. Como si fuera eso placentero.

Sentí mi sangre correr por mi cuerpo y sentí frustración al volver a sentir cosquillas dentro de mí. Sin querer me afectó más de lo que creí. Percibí su aroma tan exquisito y suspiré, percibiendo como su mano caliente danzaba en la piel desnuda de mi cuerpo, trazando caricias suaves, dulces. Y notar la familiaridad en su tacto se convirtió en un volcán a punto de estallar, despertando con el cariño en su trazo mil sentimientos apaciguados dentro de mi corazón, bajo mi piel.

Luego de unos segundos la razón, y mi mente comenzaron a acribillar mi corazón. Oía sus insultos y recriminarme cuan estúpida podía llegar a ser por guiarme por él. Por más loco que suene, tenían razón.

—No sé por qué estoy haciendo esto. —Murmuré avergonzada de mi inmadura acción, porque hacerlo solo era retroceder, para ambos.

Él me observó en silencio.

—No importa el motivo. No tiene que haber uno. —Oí su voz grave y profunda, afectado por la calma. —Te extraño demasiado, Jessica. —Exhaló aire.

Yo también lo extrañaba demasiado. Más de lo que pudiera confesar en voz alta.

—Ah y cuando sea tu boda con alguien más, no me invites. —Solté separándome lo suficiente para mirarlo, él frunció el ceño, pero con una sonrisa divertida se mostró confundido. —No quiero ser yo quien detenga la boda, no lo sé, prefiero que lo haga Catherine u otra loca ex. Quería decírtelo a tiempo. Lo tuve atascado desde el principio. —Suspiré, y lo decía muy en serio, sin embargo, él soltó una risa con diversión y luego hizo a un lado mi cabello. —Hablo muy en serio, de pronto temo que vengas un día a mí, me entregues una invitación y digas algo como "Tengo que dejarte ir, pero aún no puedo soltarte. Necesito que estés allí" —Imité su voz y él estalló en risas, haciéndome reír un poco.

—No te invitaré. —

—Gracias. —Sonreí, volviendo a acomodarme. —Me gusta que sigamos entendiéndonos. —Susurré. Lo sentí acercarse a mi oído, y respirar. Erizó mi piel y ante eso presioné mis ojos.

—Porque serás tú la persona con la que decida casarme. —Murmuró suavemente.

Permanecí quieta, en silencio, con mi corazón desbocado, con mi piel erizada. Afectada, fusionada y a la vez, sintiéndome en el suelo. Había pasado tanto tiempo que temí haber perdido por completo lo que sentía con todo mi alrededor, y esto solo me advertía que no. Que fuera cuidadosa.

Pero el único verdadero miedo que conservaba cada día al mirarlo, incluso a la distancia, era que él se haya olvidado de lo que era sentir algo por mí, lo que era besarme y hacerme tan feliz, temí que me superara, que superara el sentimiento que sentimos, temí que me olvidara, porque sabía que todo eso pasaría algún día, en cualquier segundo.

—¿Sigues amándome? —Murmuré, sin fuerzas, buscando la verdad en su mirada, y pude ver que mi pregunta lo tomó por sorpresa. Y ante su silencio mi corazón se estrujó.

—¿Por qué piensas que estoy aquí, Jessica? —Emitió, trazando con cariño una caricia en mi mejilla. —¿Por qué crees que no me alejo de ti, aunque lo intente y lo intente sin descanso? Jessica te amo y no creo poder dejar de hacerlo jamás. —Lo miré sintiendo mi corazón latir con fuerzas. —Estoy destinado a amarte. —Me sonrió.

Tomé aire con dificultad y me acurruqué más en él, cubriendo mi rostro e impidiendo que viera mi angustia.

Pasaron tantos meses... tres para ser exactos, y que aun continuara haciéndome sentir de ese modo, sin besarme ni ponerme un dedo encima, era irreal. Él jamás había dejado de hacerme saber cuánto me ama incluso cuando nos habían roto y alejado, en pedazos.

Su celular comenzó a sonar, justo cuando tomé valentía para pedirle que se quedara esa noche allí conmigo. Rogué que no atendiera, porque anhelé con toda mi alma que este momento no desapareciera. Sus ojos vieron mi dolor y ni siquiera se le pasó por la cabeza intentar hacerlo. Inspiré profundo, sintiendo mis ojos cristalizarse. Su mano subió a mi rostro y recorrió con sus dedos una caricia en mi piel. Me obsequió una sonrisa pequeña, tranquila, y no supe si dentro de él todo estaba tan tranquilo como me mostraba. Pero por supuesto aquella sensación dentro mío me produjo malestar, porque encontrar amor en sus caricias y en su mirada hoy solo me hacía caer. 

La mano que estaba en su cuello trazando caricias inconscientes, la detuve, posándola en su pecho, disfrutando ese gesto también porque sabía que sería el último. Él besó mi frente antes de sacar el celular de su bolsillo y atender luego de un segundo llamado.

—¿Christian? —Emitió —No, aun no la encuentro. —Murmuró, acariciando mi cintura con su mano. —Si, lo sé. Sé dónde puede estar, en media hora estamos ahí. No te preocupes, la buscaré. No, Christian, los celulares tienen linterna. —Le recordó. —Bien adiós. —Cuando cortó la llamada me miró con frustración. —Están preocupados por ti. Aunque parezca imposible. —Me dijo. Rodeé los ojos, causándole una sonrisa. —¿Podemos irnos? —Me miró con dulzura, dejando la situación en mis manos, únicamente la dueña de ella.

Vi luz en sus ojos, ruego para que dijera que no.

—Supongo que sí. —Respondí, exhalando aire reprimido.

—O podemos quedarnos, algo se nos ocurrirá. —Susurró, aquellos destellos en sus ojos me derretían.

—Harry...

—Solo quiero quedarme una vez más contigo. Esta noche. —Susurró con angustia.

—También yo. —Musité. —Pero no podemos. Lo mejor es que nos vayamos lo antes posible.—Decliné afectada. Él miró hacia el lado contrario a mí y asintió. Noté como sus ojos se entristecían en sobremanera al encontrar el cartel en la cama de alado.

—Pensé que ya no existía. —Susurró.

—Fuiste mi más grande tesoro, Harry. —Emití, porque era imposible que me deshiciera de él. Un bombardeo de recuerdos me dejó sin fuerzas. —Harry... —Lo llamé, sin siquiera saber que decirle, solo tenía unas increíbles y odiosas ganas de besarlo. Y llorar en sus besos. Quería encontrar alivio en el dolor.

—Dime, nena. —Su voz suavizo mis entrañas.

—No sé... yo. —Tomé aire cerrando mis ojos con presión. —También te amo. Sé que no sirve de nada confesarlo, pero quiero que sepas que a pesar del tiempo y todo lo que sucedió, todas las peleas y cuanto fingí odiarte, mi amor por ti jamás calmó, porque... mierda, parece que con el tiempo se vuelve más fuerte y se rehúsa a salir de mi corazón. Creí que ya no sentía nada, pero tenerte frente a mí solo me hace sentir enamorada. Pero no quiero estarlo. —Confesé angustiada. Su mirada en calma y dulce suavizó el tornado en mi corazón. Sonrió con cariño, sintiendo amor también. Aquella mirada se deslizó en mí y se detuvo en mis labios, los humedecí y me reincorporé un poco, sin poder dejar de mirarlo, esperanzada, rogando que olvidara todo y me besara.

Pero su beso jamás llegó.

Porque, aunque su mirada brillara en mis ojos y su mano cálida y suave subiera por mi cintura a mi cuello para acercarme y rosar mis labios con los suyos, aunque sintiera una tormenta bajo mi piel a centímetros de él, completamente listos y dispuestos a perdernos en el otro sin importar el maldito mundo... No lo permití. Me alejé, por amor a mí, y rápidamente salí de sus brazos.

Me senté en la orilla de la cama y tomé aire cubriéndome del frio y de él, por mi presencia casi desnuda en la oscuridad. A los segundos lo sentí reincorporarse y sentarse a mi lado. Su mirada se clavó en el suelo.

—Como te habrás dado cuenta no traigo ropa, esta mojada así que cúbrete los ojos así puedo ir a buscarla. —Le dije tomándome los segundos para que él lo hiciera.

Un momento luego resoplé pasando mis manos por mi rostro tratando de calmar mis músculos, me puse de pie y dejé mi celular a un lado de la cama ya que estaba por caer. Mi vista se detuvo en Harry, su mirada estaba en mí, como un pequeño niño mirando algo que desea con todas sus fuerzas.

El aire se congeló en mi pecho y al verlo mirarme de esa forma mis ojos gritaron que me besara, sin pedir permiso y sin querer mi consentimiento, que suceda todo lo que él estaría dispuesto a volver a hacer conmigo. Mi cuerpo tembló y grito necesitando volver a sentirlo.

No obstante, sus ojos se cerraron con suavidad y los míos, terminaron derramando lágrimas de frustración.

Fui a buscar mi ropa, arrancándolas de mi piel.

En veinte minutos llegamos a casa, bajamos de su auto y caminé de su mano a causa de la oscuridad.

Me detuve, miré el cielo y respiré profundo, la lluvia había desaparecido y el cielo se había despejado tanto que nos regalaba la hermosa vista de las estrellas y sus constelaciones.

Harry, quien me miraba, decidió también hacerlo.

—¿No crees que cuando estamos frente a cosas increíbles como éstas los problemas de pronto carecen de importancia? —Le murmuré. Él formó una sonrisa en sus labios mostrándome estar de acuerdo.

—No quiero ser insistente, —Comenzó. —pero la misma sensación se compara cuando estoy contigo y te miro. Porque me maravilla cada cosa de ti y me llena de sentimientos que son más fuertes que cualquier otra cosa. —Su mirada aún estaba fija en el cielo, pero al mirarme sentí que todo dentro mío vibraba, como si despertara poco a poco nuevamente todo lo que consideré sin vida.

Pero me estaba devolviendo sentimientos que no quería volver a sentir.

Respiré profundo devolviendo la mirada al cielo.

—Escapemos. —Murmuró a los segundos. Fruncí el ceño, buscando sus ojos. —Escapemos. —Repitió decidido. —Jessica no quiero todo esto si no puedo tenerte, salgamos de aquí ahora. —Jadeó sin aire. Tragué saliva. Él avanzó hacia mí, pero de pronto una luz a nuestras espaldas nos alumbró.

Harry maldijo en voz baja.

—¿Pueden ver algo? Caminen, dicen que delincuentes aprovechan el apagón para salir a robar. —Nos apresuró mi padre desde la puerta, Harry aun sin soltarme la mano me llevó hacia adentro.

Escapar era una excelente idea. Si tuviéramos la valentía. Yo solo la tuve en su momento.

—¿Están bien? —Bruno nos preguntó preocupado extendiéndome una linterna de camping. La miré, encendiéndola. Él sabe cuan nervioso me causa la oscuridad en esta casa.

—Las calles están desiertas, un pequeño corte de luz no nos afectaría en lo absoluto, al contrario. —Respondió Harry.

—¿Dónde estuviste todo este tiempo? —Preguntó mamá comiendo una manzana.

—No importa, ya estoy aquí. —Encendí la linterna nuevamente cuando la apagué sin querer. Di un repaso con la luz en todo mi alrededor.

—¿Comiste algo? —Inquirió.

—No, te agradecería que me obsequiaras tu manzana. —Le respondí, ella me la extendió, observándome. —Gracias. ¿Dónde está Lou? —Pregunté.

—En casa de su amiga, ella no le teme a los apagones así que no nos preocupamos, está bien. —Bruno sonrió burlón.

—Yo no le tengo miedo a los apagones. —Me crucé de brazos y lo alumbré. Él me sonrió. —Me iré a duchar y a la cama. Buenas noches.

Mi hermano me siguió, pero en el pasillo se dirigió a su habitación despidiéndose de mí y deseándome buenas noches.

Era extraño que aun la luz no volviera. La lluvia se había detenido.

Busqué mi pijama alumbrando con el celular y volví a quitarme todo lo húmedo que traía encima, jadeando por el frío que sentía en mis huesos. Enredé una toalla en mi cuerpo y rebusqué entre los cajones mis luces de emergencia. Al activarlas éstas alumbraron un poco la habitación, pero aun así predominaba la oscuridad. Tomé velas y un encendedor y las llevé al baño conmigo.

Siempre fui muy atenta en conservar en mi habitación todo lo que pudiera ayudarme si se trataba de oscuridad.

Al encenderlas las ubiqué en varios lados del baño y suspiré disgustada.

Abrí el grifo y dejé correr el agua caliente. Necesitaba urgente quitarme la sensación de frío por la baja temperatura en la que había estado.

Finalmente me adentré a la ducha y me deslicé bajo el agua con calma, pero comencé temblar. Al instante sentí una sensación horrible y extraña dentro de mi, no supe qué era pero temiendo intenté respirar profundo, y aún así, con mis intentos en el camino mi inhalación quedó atascada. Sentí ansiedad, mi pecho comenzó a doler y comencé a tener taquicardia.

—Por favor. —Musité, con mi mano en mi corazón. —Yo puedo. Yo realmente puedo.

En mi mente apareció Harry e inconsciente conseguí respirar profundo, pero rápidamente aparté el recuerdo lejos abriendo mis ojos para detener mi mente. Harry no podía ser mi salvación. Mi mente debía entenderlo. El agua caliente deslizándose en mi piel calmó poco a poco mis sentidos, pero mantener mi mente en blanco era mucho más difícil de lo que parecía.

Sentía que lo necesitaba mucho más de lo que había sentido en todo este tiempo, no había vuelto a estar tan cerca de él como hoy en mucho tiempo y eso me hacía sentir mucho más débil. No podía quitarme de la mente su sonrisa, sus pupilas dilatadas, brillantes, su alegría. Recordé el toque de sus dedos rozando mi piel, haciéndome caricias. Aun podía sentirlo, y no se borraba aunque me forzara a hacerlo.

Harry me recordó cuan hermoso era vivir los segundos con él, no tenerlo era el infierno.

Me concentré en el agua cayendo por mi piel con calma, ante eso solté un suspiro, cerrando mis ojos y relajando mis músculos con el calor. El alivio me recorrió entera.

Pero la memoria volvió a golpearme con brutalidad al recordar de pronto a Harry besándome con esa magia que solo él sabía crear. Sus manos en mi cuerpo, sus caricias en mi piel.

Mis ojos se abrieron de golpe y maldecí, no podía quitármelo de la mente.

Rendida, y jadeando, cerré mis ojos, dejando mis manos en los azulejos de la pared, recargándome en ella y sintiendo la lluvia caliente sobre mí completamente.

Mis ojos se abrieron ante un movimiento detrás de mí. Mi respiración quedo atascada en mi garganta y me paralicé al sentir un cálido suspiro en mi cuello, pero entonces percibí unas manos que cayeron con suavidad en mis caderas. Me tensé y tragué saliva con fuerza.

—No, no, no. Harry no. —Jadeé con lamento cubriendo mi cuerpo sin poder mirarlo a la cara. Pero fue en vano, como un susurro de desesperación en un ártico abierto, así de ahogado se sintió. Percibía su cercanía aún más a medida que su cuerpo se juntaba a mi espalda. Podía sufrir su cálido aliento en mi cuello, y los escalofríos que me provocaba. Me estremecí sin siquiera tener la fortaleza de tocarlo e impedir que dejara de hacerlo.

—Permíteme quedarme contigo esta noche... —Susurró sin aliento.

En algo seguía coincidiendo con el correr del tiempo; seguía siendo autodestructiva, deseosa por caer en el peligro de arder, dispuesta a arrojarme desde la cima por sentir que podía volar. Aunque sea unos instantes antes de destruir mi existencia en el suelo.

Si cedía a besarlo sentiría magia de nuevo, pero luego volvería a cero y me quemaría hasta ya no haber más nada.

Esta vez toda yo estaba en juego, mi alma, mi mente, mi cordura, y estando ahí, a punto de cometer el delito, estaba realmente segura que eso en verdad no era lo que debía hacer.

Estaba ahí; entre lo que duele y lo que deseaba con todas mis fuerzas.

—Amor. —Susurró. —Solo dime que quieres. —Sus manos subieron un poco y mordí mis labios con fuerza, evitando estremecerme o soltar algo que no debía.

—A ti. —Susurré. —Te quiero a ti. —Emití con culpa. Pude percibir su sonrisa antes de hacer a un lado mi cabello con sus manos. Sus labios se acercaron a mi cuello y jadeé inevitablemente al sentir su contacto. Sus manos se deslizaron por mi cuerpo, tomando el dominio de mí con sus brazos fuertes y protectores que rodeaban mi cintura, abrazándome y uniendo nuestros cuerpos desnudos bajo el agua. Harry besó mi hombro con cariño.

—Te amo Harry. —Jadeé angustiada. —¿Cuándo podré dejar de hacerlo? —Me sentía mal. La opresión de mi pecho me impedía respirar con normalidad. Sentía cada parte de su cuerpo detrás de mí y al cerrar mis ojos recordaba cada detalle de él. Me parecía irreal que estuviera allí desnudo junto mí. Saber que estaba sucediendo, y que volvería a probar de él me causó tantos nervios que quise llorar.

Tomé aire abruptamente reuniendo valentía y me volteé, enfrentándome a su mirada, quizás buscando consuelo en ella, sin tener el deseo de que nuestras pieles de desunieran.

Su cabello estaba húmedo y el agua se deslizaba por solo su pecho. Sus ojos a pesar de la escaza luz, se tornaron verdes oscuros, sus pupilas se dilataron y su mirada se volvió aún más profunda que de costumbre, intensa y llena de deseo.

—No lo hagas, te lo ruego. —Murmuró. Luego de soltar su agarre en mi espalda, con el dorso de sus dedos subió por mi cuerpo acariciando mi piel, viajando a cada lado de mi cuello para sujetarme, inclinándose hacia mí.

Entreabrió la boca, buscando aire, con el deseo de probarme, con mi corazón desbocado al saber lo que haría y no lo impediría. Pierce rozó con su boca mi mejilla, cerca de mis labios, tanteando el terreno, asegurándose de que yo no retrocedería, pero al ver que lo quería tanto como él, dio un paso hacia adelante, obligándonos a adentrarnos aún más al agua. Lo miré con desesperación, necesitando avanzar aún más, con las cosquillas huracanadas desbordándome. Rogaba por más.

Harry lo leyó en mis ojos o en mi cuerpo impaciente, y sin ser incorrecto posó sus labios en los míos con vehemencia. Sus manos bajaron con destreza hasta detrás de mis muslos y me tomó en sus brazos. Mis piernas al instante rodearon su cintura y allí sujeta a sus manos que me mantenían sobre él, cometí el crimen de volver a besarlo, volver a sentir sus labios y el amor de ellos. Traté con todas mis fuerzas evitar gemir ante solo el tacto de su beso tan cálido y perfecto, pero fallé notablemente porque su boca danzando en la mía la sentí una tormenta. Me soltó un instante para besar mi cuerpo, recorriendo con su boca mi cuello, besando mi piel y mordiendo mis pechos. Me estremecí y gemí sin consuelo. Lo vi tragar saliva como si no pudiera incluso con esto. Buscó con desesperación mi boca, sosteniéndome más fuerte.

Harry era lo único que necesitaba ahora. Tampoco quería nada más. Porque su voz fue la única que trajo calma en mis tiempos de desastre, la que me llenó de seguridad y fortaleza, la que me brindó verdades y sinceridad, alentándome a hacer cualquier cosa, la que me llenó de dulzura, Y su corazón, que parecía cubierto de una armadura que lucía incapaz de romperse ni destruirse, ocultando la genuinidad que hay allí adentro, lo amoroso, la vulnerabilidad en él, era lo único que quería sentir bajo mío. Sus latidos evidenciando su amor, un amor que yo jamás antes había sentido ni volvería a sentir.

Me besaba con devoción, con amor y pasión. Sus labios húmedos tomaban cada pedazo roto de mí y les trazaba una caricia, arreglando lo dañada que alguna vez él me dejó. Exponía nuestros corazones desbocados el volver a tenernos luego de mucho tiempo. Volver a caer en el otro cuando creíamos que ninguna tentación más podría con nosotros.

Sus manos danzaban en mi cuerpo, en la piel sensible bajo su tacto, y en ese instante nada más importó. Mi mente bloqueaba cualquier motivo que intentara alejarnos, y, la verdad, quizás así debió ser en un principio. Quizás no debí dejarlo ir. Quizás no debí dejar que se rindiera.

Lo sentí entrar en mí y todo en mi cabeza pareció detenerse, todo lo que no fuera un nosotros desapareció. Y todo dentro mío se incendió, quemándome, arrasando con todo lo que quedaba en mí. Lo abracé con fuerzas, mordiendo su hombro. Su respiración se agitó y oírlo me erizó completa, causándome escalofríos. Aquella huracanada sensación desbordaba mi cuerpo y mi alma. Y Harry era consciente de ello.

Volví a permitir que me hiciera volar sin alas.

Volví a respirar en él, recorrer su cuerpo libremente sin prohibiciones, ni miedos, disfrutando de sus besos cargados de amor, de su piel y la calidez que encontraba en la familiaridad de su cuerpo, disfrutando afortunada de la fuerza de sus músculos, la forma en la que se contraían al sostenerme, complacida por volver a sentir su estado más vulnerable y a su vez fuerte de él, cuando sus ojos se cierran y respira agitado, cuando sus expresiones se vuelven duras y a la vez al mirarme y buscar mis ojos suplican por más, su garganta emitiendo gruñidos o gemidos que ahogaba en mi boca.

Deseé que fuera eterno.

Sus ojos oscurecidos miraron los míos con fuerza, demostrándome que lo que sentía aun por mí era real y estaba vivo, como siempre lo estuvo. Ante su mirada sentí el deseo de suplicarle que ya no me dejara, pero el saber que lo haría me impacientaba. No quería que se acabara, que hubiera distancias otra vez, no quería que nuestros cuerpos volvieran a separaran y nuestros labios a alejarse. Estaba muerta de amor por él y lo sentía más vivo que nunca, aun sabiendo con claridad que mi corazón terminaría destrozado otra vez, pero continuaba apostándolo tan solo por volverlo a sentir.

Una vez más.

Con el correr de los minutos en el cielo salí del escondite de la curva de su cuello, nuestras respiraciones eran aún una melodía en descompás. Pierce me dejó en el suelo de la ducha con sumo cuidado dejándonos a ambos bajo el agua que bañaba nuestros cuerpos, recargó su frente en la mía suspirando, llevando su mano detrás de mi cuello, acariciando con dulzura mi mejilla, en silencio. Se reincorporó un poco solo para mirarme con aquellos profundos ojos que me admiraban con ternura, recordándome que me ama mediante ella. Esbozó una pequeña sonrisa y besó mi frente. Exhausta abracé su cintura con mis últimas fuerzas, inspirando profundo, sin querer soltarlo, perjudicada ante la certeza del temor de saber que volveríamos a separarnos. 

Él me abrazó también tomando una gran inhalación de aire. Su corazón latía con fuerzas, al igual que el mío. Estos fueron cesando a la par mientras que su más cálido cuerpo me expresaba la protección que él me transmitía siempre, con sus dedos trazando mi piel sobre mi espalda desnuda, con cariño.

Mi cuerpo y mi corazón de pronto ante su presencia se vuelve débil frágil y vulnerable, ante el más pequeño dolor que él me causa me daña por completo y en casos como éste, en un efecto consecuencia del más fuerte y sincero de nuestro amor, perdiendo con nosotros mismos me hace sentir perdida, aún más que cuando no estaba con él, porque todo parece y se siente incierto, cuando en verdad no hay más opciones que la única realidad segura.

Pensé si verdaderamente este sentimiento tan fuerte por él algún día finalmente desaparecería.

—No puedo odiarte Harry. —Susurré, aterrorizada. Mi pecho se encogió de la angustia.

Él tomó distancia para mirarme a los ojos. Subió mi mirada y me mantuvo así, solo observándome, intentando entenderme.

—¿Por qué quieres hacerlo? —

—Es la única manera para olvidarte. Quitarte de mí. De mi corazón y de mi piel. —Toqué mi pecho, donde dolía muchísimo. Él me observó, con sus ojitos brillantes. Deslicé mi mano por mi cuerpo hacia el de él, recorriendo su pecho caliente.

Ahora me sentía destruida, así, más pronto de lo que me costó volver a aceptarlo. Tomé una gran respiración, sintiendo la angustia recorrerme. Recargué mi cabeza en su pecho. Él me acurrucó.

—Te amo mi amor. —Susurró, como si necesitara que yo lo recordara. Lo miré.

—Yo aún más Pierce. —Musité.

Deslizó una mano hacia el grifo y de un segundo al otro el agua dejó de caer. Luego tomó una toalla y me envolvió en ella con cuidado.

—No te vayas. —Emití con súplica, con los bellos a flor de piel.

—No lo haré. —Mintió.

Él fue quien salió primero de la ducha, se secó velozmente y se vistió bajo mi mirada, aún con el vapor en el aire e iluminado por las velas en todo su esplendor. Lo había dicho antes, pero, lucía como un sueño. Y allí entendí que lo era. No pude evitar sonreír enamorada, sintiendo cosquillas, y quise llorar porque el dolor lo consumía, pero no lo hice. Su mirada chocó con la mía y me sonrió. 

Quitó el seguro de la puerta y tomó mi mano, ayudándome a salir y entrar a mi habitación.

Me senté sobre la cama en el mismo instante que Harry ponía llave a la puerta.

Se acuclilló frente a mí y dejó sus manos sobre las mías.

—No me gusta este sentimiento, Harry. —Confesé. Se incorporó un poco y besó mi mejilla.

Cubrí sus ojos con mi mano y, a pesar de todo lo sucedido, me vestí sin su mirada. Pude notar una sonrisa en sus labios.

Una vez lista quité mi mano. 

—La escasa luz no me impide ver tu sonrisa queriendo ser ocultada ¿puedes decirme el motivo? —Acaricié su cabello, peinándolo hacia atrás. Él solo negó ésta vez liberándola, sin tratar de impedirla.

Volví a cubrir sus ojos solo por jugar y mirarlo con la libertad que me apetecía, su pecho subiendo y bajando con su respiración en calma. No me resistí a la idea de volver a quemarme en sus labios, aquellos que brillaban con un rojo sangre, hinchados por haberme besado tanto, atrayéndome a gritos por volver a probarlos por última vez. Sonreí acercándome y besándolo, él sonrió, al instante respondiendo mi beso, ubicando sus manos en mi cintura para sostenerse. Se reincorporó solo un poco para estar a mi altura, se sentó a mi lado y me subió a ahorcadas en sus piernas.

Llevé mis manos a su cuello, atrayéndolo a mí. De pronto su lengua entró a mi boca y al instante me sentí débil nuevamente, bajo sus manos, pero se sentía descomunal, porque darle el poder a alguien más de tener el control de tu cuerpo es avasallante, es increíble bajar la guardia y saber que estaba a salvo, el saber que me cuidaba y me amaba cada segundo. Su lengua de pronto se alejó de mí y viajó a mi cuello, mis bellos se erizaron y me removí presionando mis ojos. Lo oí gemir suavemente. Me lamenté ser la última vez que volvería a sentirme tan viva.

No quise que terminara, no quise que llegara el momento de apartarme, no quise que encontrara un motivo para irse, y alargué cada segundo de los próximos al volver a desvestirlo y crear otra guerra fusionada de amor y fervor, consumiéndonos en lo que parecía perfecto y avasallante. Algo que nublaba mi visión mientras solo podía sentirlo y guardar el sentimiento en mi corazón cada segundo mientras lo protegía para conservarlo por siempre. Lo encontré más abrumador y exhaustivo, pero me sentí más fuerte bajo su mirada. 

Harry me llenó de besos al terminar, de pronto algo causándole gracia. Pensando e imaginando las razones aparté la mirada. 

Agitada recosté mi mejilla en su hombro. No podía entender como podía existir una vida sin nosotros. 

Sentí sus manos en mi espalda desnuda con tanta calma que cerré mis ojos. 

Cuando nuestras respiraciones calmaron busqué su mirada. Me robó un beso, con una sonrisa. Sus manos en mis mejillas se deslizaron hacia abajo, las vi hacerlo con la libertad que amaba que tuviera en mi cuerpo, sentirlo en mi piel me hizo entrecortar mi respiración.

—Estas tan sensible a mi tacto. —Murmuró. Sonreí. Admitía que sí, mucho más que la primera vez, y tal vez sea a causa de que su respiración no estaba tan cerca de mí desde hace mucho tiempo. 

Alcancé mi camiseta, la vestí y luego salí de sus piernas para alcanzar mis bragas. Cuando quise volver sobre él, me detuvo, riendo. 

—¿Me dejas vestirme? —Me preguntó, pero con ejes de diversión. Di un respingo. 

—Si quieres. —Corrí mi cabello hacia atrás. Él soltó una risa realmente divertida. Le alcancé la camisa que había arrojado por allí. Se vistió tranquilo. Mordí mi labio. Me recargué contra la pared, mordiendo mi uña. Al terminar me miró con dulzura. 

Me extendió su mano y al tomarla me aproximó a él nuevamente. De pie frente a él, entre sus piernas observé sus ojitos dulces. 

—¿Estas cansada? —Preguntó suavemente. Él tomó mis manos y las llevó a sus labios para depositar un suave beso en el interior de ellas. Asentí, perdida en sus dulces gestos. —Aún estoy sorprendido de todo lo que me haces sentir. Y lo más impresionante es nunca podría acostumbrarme a ello. —Tomando su rostro entre mis manos besé su mejilla estruendosamente, causándole una risita. Me miró con tanto amor que terminé riendo también. —Eres un hermoso caos, Jessica. —Al oírlo no respondí. Pensé en la vida, las posibilidades que tuvimos, el tiempo que disfrutamos, lo que fuimos y lo que pudimos ser.

Lo miré, miré cada facción, cada línea, sus ojos, observé su mirada, sus largas pestañas al parpadear y su sonrisa intensificándose. Con mis pulgares en sus mejillas lo acaricié, desfrutando tenerlo para mí.

—¿Qué sucede? —Preguntó a los segundos. Suspiré. Yo no podía hacer como él, disfrutar esto y fingir que lo demás no sucedía.

—Que no sucede Harry. —Exhalé aire contenido. Me alejé y caminé lejos. Al girarme lo encontré de pie a una distancia considerada de mí.

—No creí que te arrepentirías. —Respondió con el ceño fruncido exponiendo molestia, pero había dolor en su mirada. —Estabas de acuerdo, Jessica. Aceptaste besarme y... —Negué abruptamente repetidas veces. Humedeció con su lengua sus labios y esperó que hablara.

—Harry, no es eso. —Suspiré y me acerqué a él. —No me arrepentí. Aunque luego duela, jamás me arrepentiré... porque sé que cuando pasen días y me sienta peor por no poder olvidarte jamás se me pasará por la cabeza arrepentirme de haberlo hecho, no cuando me haces sentir tan bien. —Emití, bajando la mirada un segundo para luego regresarla a sus ojos. —Tienes que irte, eso es lo que sucede. No volveremos a tocarnos, ni volverá a repetirse lo que acaba de pasar, ni volveremos a mirarnos con esta libertad. —Respondí finalmente, abatida.

Sabiéndolo bien, con su mirada apagada miró detrás de mí en un punto fijo, perdido en el aire, pero entonces negó, exhalando mientras mordía su labio donde se filtraba una sonrisa divertida, diría que feliz, un destello de luz iluminó sus ojos antes de buscar los míos. Inclinó su cabeza un poco para mirarme más, conservando su sonrisa.

Di un respingo.

—Creo que te conozco como el agua y todo lo que piensas lo descifro al instante, pero ahora... no sé por qué diablos sonríes así. —Le dije riendo inesperadamente, causándole una risa nerviosa.

—Te amo. —Me dijo, respirando.

—Lo sé. —Aseguré, asintiendo. —¿Y? —Me crucé de brazos.

—Y que te amo y que lo intenté, mucho, y no, no puedo vivir sin ti. No es que no quiera, es que siento que no puedo, porque no le encuentro el sentido a vivir día a día si no hay felicidad, porque no encuentro el brillo que antes sentí en mi vida, no encuentro los motivos para sonreír ni mucho menos reír por cada pequeña cosa como lo hacía cuando estaba junto a ti, aún sin ti... —Él tragó saliva. Mi corazón latió desbocado al oírlo, con miedo. —Y te amo, y realmente ya no creo que lo mejor sea dejarte ir, porque tenerte es vida y a tu lado encontré mucho más que felicidad. Traté de buscar lo mejor para ambos, realmente lo quise, intenté no lastimarte y ya no amarte y fue lo que más hice cada día que corrió. —Humedeció sus labios. —Cada día despierto pensándote y me voy a la cama aún haciéndolo, cada día llego aquí buscado verte, el que me mires un segundo y ruego no encontrar odio en tu mirada, y mi corazón se detiene con la dulzura que encuentro en tus ojos, se detiene si me sonríes un segundo. —Él tomó aire. —Y sí, estuve muy asustado por ambos, con miedo a que nos destruyeran por completo, pero estoy cansado de complacer a los demás por miedo a que nos lastimen cuando no podrían hacerlo más de lo que ya lo hicieron al separarnos y todo lo que sucedió después. Mi amor te amo y tu amor vale mucho más que todo lo que hay en nuestro alrededor, siempre lo supe, jamás lo puse en duda, lo único que quería era que no te arrebataran la vida, a ti, pero nunca tuve la valentía de tomarte y protegerte y defenderte, luchar contra quienes alguna vez me dieron todo. Pero estoy exhausto de esto. Te amo, nena, y ya no quiero intentar soltarte mientras le ruego al cielo cada noche dejar de amarte y que encuentres la felicidad y te enamores de alguien más. No importa cuánto deba pelear y con quien deba hacerlo, protegeré nuestro amor, y te protegeré como sea, haré lo que debí hacer esa noche, nos mantendré juntos, me pondré en frente de ti, pelearé por ambos, y prometo no volver a hacerte sentir que tu amor no es suficiente. —

Mi corazón zumbaba, bombeaba fuerte, mi sangre corría por mi cuerpo, pero después de desearlo tanto por tantas noches y lágrimas, al oírlo, en vez de aclararse, todo pareció nublarse...

Bajé la mirada sintiendo que no podía soportarlo.

—Mi amor sé que lo sucedió fue demasiado, pero estamos aquí. —Murmuró. —No es tarde. Aún hay amor, el mismo amor del principio. Podemos construir la cima, la vida que merecemos y...

Dejé de oír. Miré la habitación, la oscuridad del exterior por la ventana, las estrellas iluminando el cielo, la luna en su cima. Sentí una cosa extraña. Un cansancio abrumador. 

—Mi amor... —Pidió. Lo miré. Sus ojos verdes suplicaron esperanzados al ver mis sentimientos expuestos. 

Negué, con cuidado.

—Estuve sola y me mantuve con vida, buscándole un sentido a seguir aquí con un propósito que me mantuviera de pie, cuando tú me habías dejado, aun con mi corazón en tus pies. Dijiste que me amabas mientras yo te amaba y aun así no fue suficiente, Harry mi amor, no es que me hiciste sentir como si mi amor no fuera suficiente, porque la realidad es que no lo fue para ti. —A pesar de mi calma todo dentro mío era un caos. —Quise que te quedaras y rogué sin consuelo cada noche que te arrepintieras, que llegaras a mí me besaras y me dijeras que renunciabas a todo porque me elegías a mí, y eso no pasó, Harry. —Mi garganta se presionó y mis ojos se llenaron de lágrimas. —Ahora intento brillar sola, aprender a caminar sin ayuda, buscar un rumbo seguro para mí y mi vida y mi futuro sin que nadie me lo arrebate. Y soltarte, Harry, porque soltarte es parte de lo que debo hacer ahora. —Entendí. —Harry te amo y mi corazón explota cada vez que te acercas, pero ya no puedo con esto. No puedo si me dices que me amas, pero no puedes elegirme y tres meses después, luego de un millón de lágrimas y un dolor que me consumió cada noche, me dices me amas y que renunciarás a todo por mí, porque quizás mañana te arrepientas. Y quedaré sola otra vez.

—Amor, no. —Negó abruptamente. —En mi mente esta todo claro ahora, y decirte eso me hace sentir que por fin estoy en la línea correcta, que esto es lo correcto. Que renunciar a todo es lo que debí hacer cuando nos separaron. Perdón amor, perdóname por lastimarte, por dejarte cuando prometí que no lo haría. Por dejarte peleando sola contra quienes solo querían que te rindieras y cayeras, porque aunque sentí que si te defendía sería peor porque te lastimarían más, debí hacerlo, debí tomarte, alejarte de ellos y no permitir que te tocaran. Jessica, nena, por favor no renuncies a mí. 

—No sabes cuánto esperé por eso, Harry. —Confesé sin fuerzas, sintiendo lágrimas correr por mis mejillas. —Pero es demasiado tarde. —Añadí con un nudo en la garganta, causando que la magia que transmitían sus ojos de pronto se tornaran confusos y abrumados. Tomó una bocanada de aire con desesperación mirando su alrededor, luego su mirada regresó a mí, devastado.

—Nunca será tarde. Si nuestro amor continúa creciendo con el tiempo y no se apaga, no es tarde. —Suplicó.

Una débil sonrisa se asomó en mis labios, pero sin nada de alegría.

—Me cansé de luchar y de pelear. —Confesé finalmente. —Me cansé de esperarte. No podemos retroceder y luchar por algo perdido ¿Entiendes a lo que me refiero? Estos meses fueron un infierno y estoy saliendo adelante sola, porque es lo que debo hacer. No hice tanto esfuerzo entre llanto que no me dejaba sostenerme de pie por mantener distancia para nada. Y no es orgullo, tampoco rencor por no haberme buscado antes, es que ahora intento ver por mí, intento que mi amor por mi sea lo único que deba conservar y alejarme de donde no... supieron amarme. —

—Pero te amo. —Susurró. Sus ojos estaban ahogados en tristeza.

—Sé que sí. —Susurré. Aparté la mirada un instante, lejos de su mirada. Lo consideré un instante al ver todo lo que perdía con dejarlo ir, al ver cuanto lo deseé y cuanto lo necesitaba. Pero justamente por eso también debía dejarlo. Me negué, segura, con mi corazón estrujándose. —Harry. —Él me miró esperanzado, lo cual me partió aún más el alma. —Luego de tanto tiempo no puedes volver a mi padre y cambiar de opinión. Él volvió a confiar en ti y tómalo a eso como suerte, o como que eres afortunado. Porque tú y yo sabemos que él pudo haberte dejado sin nada, aun sin derecho de hacerlo. Ahora sabes cuan dañino es, perderlo a él podría ser....

—Jessica no quiero nada de él, no necesito nada de él... —Comenzó, pero lo detuve.

—De verdad lo siento. —Limpié mis lágrimas, rogando que lo entendiera. —Hiciste tu elección y esta vez lo haré yo. Si no puedo ser feliz en mi presente me encargaré de tener un futuro brillante, de tenerlo todo. Hoy soy yo quien tiene mucho que perder... entraré a la universidad dentro de poco tiempo, mi trabajo en el hospital también está en juego porque estoy decidida a que eso sea mío y es lo único que me mantiene de pie, allí trabajaré, allí en la maldita cima lograré todo lo que busco y lo haré por nadie más que por mí misma y mis fines. —Bajé mi mirada por unos segundos. —Aunque ahora duela como los mil demonios te estoy soltando a ti. 

Su mirada cayó al suelo sin poder sostenérmela y permaneció ahí, con su cuerpo inmóvil, apuñalado. Vi lagrimas caer en el suelo y tuve que morder mi labio evitando llorar y abalanzarme hacia él, pero no pude dejarlo en el aire cuando sabía del dolor que sentía. Me acerqué con cuidado y elevé mis manos para llevarlas a sus mejillas, dejándolas ahí con suavidad para acariciarlo. Sus ojos se cerraron con dolor ante mi toque, derramando más lágrimas. 

—Pero Tati me dijo que no te dejara ir y no quiero hacerlo. —Susurró. De pronto una punzada golpeó mi pecho y me angustié. La extrañaba, recordarla me dolía y que él la mencionara me lastimaba. Aún más sabiendo que ella habló con él antes de... morir.

—Nuestro amor duele Harry.

—Eso es insignificante. —Respondió con angustia. Negué.

—¿Qué entiendes por importante Pierce? —Musité, pero él tomando aire sin fuerzas me tomó de mis brazos y me volteó. El espejo nos reflejaba. Me señaló, tragando saliva.

—Tu. Solo me importas tu. El dolor es insignificante porque nada de eso existe cuando estamos juntos. No conocíamos lo que era estar molestos, ni discutir, no conocíamos el sentir angustia ni que nuestro corazón se estrujara del dolor. Solo había amor, éramos felices, no había nada más.

—¡Pudo haber sido de otra manera! —Exclamé soltando un sollozo, negando. Me alejé, mucho. —Harry, estaba dispuesta a luchar por ti, y dejarlo todo. Pero tú no, y ya no hay vuelta atrás. —Añadí abofeteada por el dolor que causaban mis propias palabras y sabiendo el efecto que tendrían en él. —El tiempo corrió. —Y no me buscaste.

No podía ser que estemos ahí, amándonos y peleando con nosotros mismos para no ser nada...

Cubrí mi rostro, ahogada en el sentimiento de dolor. Busqué mirarlo y al hacerlo sollocé, corriendo a sus brazos. Él me abrazó aún más fuerte y me sostuvo con firmeza, impidiendo que me desmoronara mientras yo lo sostenía con la misma fuerza. 

—Nunca quise lastimarte, ni que te rompieras por mi culpa, nunca quise que todo esto sucediera, solo quería amarte y que tuviéramos el mundo, nos quería juntos y felices. Perdóname. —Susurró, herido.

—Lo sé. —Musité. —Lo sé Harry. Sé que nunca quisiste hacerme daño, y si lo hiciste no fue a propósito. Lo que me diste siempre fue amor, un amor descomensurable que me mantuvo cada segundo en el cielo, tocando las nubes y las estrellas. Pero esto... —Callé, porque no podía continuar. —Harry ahora lo único que quiero es tener ese hospital. Y no, no es mas grande que el amor que siento por ti, ni a todo lo que vivimos o lo que podríamos vivir. —Sollocé, con mi corazón estrujándose. —Lo quiero porque me dará el poder de cambiar todo lo que tiene que cambiar, el futuro de miles de chicas y las vidas que están en peligro... Y papá me lo quitará. —Sollocé. —Ya no puedo pelear contra él. 

Con sus ojitos cargados de lágrimas y su mirada lastimada besó mi mejilla, cerrando sus ojos. Se mantuvo allí un segundo, inspirando profundo. Pero sollozó, soltando el dolor que retenía, rompiéndome la vida.

—Perdóname. —Musité, sin poder más.

Buscó mi mirada, negando. 

—Te amo. —Susurró. —Respetaré tu decisión como tú lo hiciste conmigo. Me alivia saber esto, saber de tus sueños, y aunque yo no esté en ellos solo quiero verte en la cima. —Limpió mis lágrimas con sus pulgares. —Pero no quiero que olvides cuánto te amo y que te amaré cada segundo de los próximos días, de los próximos meses y años. Si algún día decides buscarme estaré esperándote.

—No, no quiero que me esperes, Harry. —Musité, entre lágrimas. —Porque sino no podré hacerlo. Por favor no lo hagas, quiero que seas muy feliz con alguien más. 

Su mirada entristecida me hizo saber que no buscaría ni aceptaría a nadie más, o por lo menos no creía que pudiera. Y también me aseguró en ella, sin querer hacerlo, que me esperaría, por toda la vida. 

Sujeté sus mejillas y poniéndome de puntitas lo besé, con todo mi amor, con toda la fuerza que quedaba en mi, con el aliento y la valentía. Gruño ante mi beso, como un gemido de placer inalcanzable. Me sujetó firmemente, respondió mi beso con dulzura, rogando que no me esfumara.

Golpearon la puerta y al instante nuestro beso se deshizo. Inspiré profundo, recargando mi frente en su pecho. El picaporte se movió en un intento de abrir la puerta, pero al no ceder lo soltaron.

—Jessica, cielo ¿Estas despierta? —La voz suave de mi hermano sonó con calma. El silencio permaneció entre nosotros, hasta que los golpes cesaron y los pasos se desvanecieron en el camino.

—Tienes que volver con mi familia. —Le dije. Él tomó de mi mano y me llevó a la cama. —Seguro desapareciste sin más. —

Él asintió.

—Ya no importa si vuelvo ahora o más tarde. Saben que estoy contigo. —

—¿Entonces te quedarás conmigo? —Murmuré. El me dio una pequeña sonrisita cansada y entristecida, pero manteniéndose fuerte por mí, asintió. Busqué su mano y al tomarla lo arrastré conmigo a la cama bajo las sábanas.

Le di la espalda, esperando que me acurrucara como él sabía, y al hacerlo la sensación me recordó en nuestro mejor momento, invadiéndome entera. La forma en la que abrazaba y me acurrucaba e inhalaba profundo a la par mía. La calidez que sentía por sus brazos y su pecho me daba tanta calma que parecía irreal. Su mano en mi cadera subió con tranquilidad y tomó mi mano, enlazándolas.

—Perdón por arruinarlo. —Susurré, pero él no respondió.

Subió mi camiseta de pijama y deslizó su mano bajo la tela, dándole caricias a mi vientre, respirando en mi cuello tranquilamente. Sonreí sintiendo cosquillas, sintiendo aquella magia que provocaba dentro de mí. Cerré mis ojos un momento, impidiéndome pensar en algo más. Había extrañado esto como si una eternidad hubiera pasado, y lo disfrutaría, con todas mis fuerzas.

Abrí mis ojos. Temía al futuro sin nosotros en él, cuando apenas nos miráramos y sea solo un vago recuerdo, cuando ya no haya comunicación, incluso cuando la distancia nos consuma lo suficiente para alejarnos definitivamente y por siempre.

Su mano me soltó para continuar acariciándome, recorrió mi abdomen y subió, causándome escalofríos al sentir sus dedos en mis pechos. Tuve que aguantar la respiración.

—Tu corazón saldrá de tu pecho... —Susurró, sintiendo su mano presionarme. —Cierra tus ojos y respira, cielo. —

—Es por ti. —Musité. Besó mi mejilla, me acurruqué en él. 

—¿Tienes miedo?

—Sí... —Confesé. —Me da miedo enfrentar al mundo sin ti. Quizás por cuando deba salir de este encierro y esta angustia y deba pararme frente a más personas y ser lo suficientemente fuerte. —Hice una pausa y respiré profundo. —Me da miedo ahora no estar haciendo lo correcto. Me da miedo el momento que decidas irte, ese es el motivo por el cual no me permito cerrar mis ojos y calmar mis latidos, temo disfrutar de esto lo suficiente porque sé que te irás.

—Me quedaré esta noche. —Musitó. —Me quedaré contigo hasta que estés lista. Hasta que tu... me eches de aquí. —Me sonrió, aunque no pudiera verlo.

—¿Qué, si jamás lo estoy? —Murmuré.

—Mi amor, por supuesto que lo estarás. —Noté su sonrisa tras sus palabras. —Enfrentarás al mundo sin mí y por eso estaré jodidamente orgulloso de ti, incluso más que ahora, aunque parezca imposible, porque ya lo estoy sabiendo que lo harás. —Me volteé para mirarlo a los ojos, él me sonrió y acarició mi mejilla. Volver a sentir su aliento me hizo sentir que verdaderamente podría. —No te ates a mí. Yo no soy más que el primer amor verdadero en tu vida.

Liberé un pequeño sollozo, negando.

—Tú eres mucho más que eso. —Susurré, con sus palabras doliéndome. Él sonrió con dulzura. Besó mis labios con suavidad para así mirarme.

—Ya no pensarás en mí, ya no seré yo el dueño de tus pensamientos o tus sueños. No querrás verme todas las mañanas aquí y ya no seré a quien más ames. —Aunque me fijara en su sonrisa entristecida por sus palabras notaba cuan fuerte eran sus intenciones para hacerme sentir bien. —Y estará bien, Jessica. Porque tú estarás bien y para mí eso será haber ganado. Tu corazón está roto y justo ahí, cuando ya no sea yo a quien ames y por quien llores sabrás que ese órgano rojo lleno de sangre grande y húmedo... —Su rostro se trasformó en una mueca de asco, haciéndonos reír. —Lo siento, ayer volví a ver un corazón sobre una bandeja y la verdad no es tan adorable como lo romantizamos... —Comentó sonriendo verdaderamente solo porque yo ya estaba riendo. —A lo que me refería es que... —Humedeció sus labios, —Cuando ya no sea yo el motivo de tu tristeza y de tu felicidad, sabrás que estas lista para volver a amar, porque esto es parte de la vida, y tú lo sabes. Recién dijiste que temías ahora no estar haciendo lo correcto, pero si tú ahora sientes convicción en una meta que deseas alcanzar la cual podría desaparecer por nosotros, si sientes esa convicción por ello como me lo dijiste en el instante que lo hiciste, es porque lo es, es porque elegirte a ti es lo correcto, siempre lo será amor. Si no soy yo será alguien más. Y si es alguien más será todo muchísimo mejor que lo nuestro, mucho más intenso más brillante, serás extremadamente feliz. —Tragó saliva. Él apartó la mirada un instante, impidiéndome ver el brillo cargado de lágrimas que expusieron sus ojos. Al volver a mi besó mi mejilla. Mi garganta ardía. —Pero no dejes que alguien más te haga llorar como lo hice yo. El amor no debe doler, ni lastimar, ni herir. ¿De acuerdo? —

—Deseo eso con convicción pero no dejé de creer que eres tú. —Susurré. —No dejé de creer que eres el amor de mi vida. —Musité. —Es imposible que haya algo más fuerte. —

Él me abrazó, inspirando profundo.

—Hiciste algo muy fuerte en mí, Jessica. —Musitó.

—Y ahora soy yo quien nos aleja... —Finalicé lo que él jamás me diría. Él frunció el ceño.

—Respeto tu decisión completamente.

—Lo sé. —Musité. —Y por eso tienes que irte ahora. Porque no podré luego dejarte ir. —Solté de mí, sin aire. Él miró el techo y suspiró, asintiendo. —Perdóname.

—Tú no tienes motivos para pedirme perdón.

—Aunque me sonrías y te muestres tan fuerte como siempre lo fuiste por mí, noto cuanto te duele, sé cada una de tus tristezas y sé que acabo de romper tu corazón como jamás alguien lo hizo porque sé cuánto me amas y que de verdad querías volver a apostar por esto. —Tomé aire. —Sé lo que sientes porque yo también lo siento. Perdóname por rendirme de ti. —

Lo sentí respirar con dificultad. Su mirada profunda con sus ojos rojos se presionaron, negando un momento.

—Soy muy afortunado, Jessica... —Sonrió, soltando una risa con incredulidad. La ternura en su mirada me dejó con mi corazón estrujándose. —Volvería a dejar que me rompieras el corazón. Volvería a perderme en ti. Volvería a dejar que rompieras mi corazón con tal de tenerte un segundo más las veces que quisieras. Jessica, es un placer que seas tú quien lo haga. —

Lo miré con tristeza.

—No podemos volver a repetirlo, mi amor, no podemos volver a abrir nuestro corazón porque nuestros sentimientos expuestos y nuestras heridas abiertas solo hará que... caigamos de nuevo. Y no queremos eso. ¿Cierto? —Él negó sin pensarlo, automáticamente, sin embargo, vi en su mirada no estar de acuerdo conmigo, él quería volver a caer, pero nadie saldría vivo de esto si continuábamos de esta forma. —Quiero que te quedes, que pases la noche conmigo, no quiero que me sueltes, pero también sé que habrá consecuencias si te quedas un momento más.

—Dame diez minutos más. —Pidió. No pude evitar sonreír.

—Mis padres...

—No sé cuál será mi escusa ahora. Vuelvo de arriba, exactamente de tu habitación, tengo el pelo húmedo y hay una mordida sexi y salvaje en mi piel. —Se tocó el cuello. Me reincorporé alarmada, buscando dicha atrocidad. Al encontrarla di un respingo.

—¿Esa fui yo? —Jadeé tocándolo.

—La pregunta ofende. —Presionó sus labios, pero luego soltó una risa escandalosa que tuve que amortiguarla con la mano para que no se oyera desde afuera, riendo también pero silenciosamente. —Jessica nunca dejé a nadie jamás que me hiciera alguna marca. —Me informó. Aquello me hizo sentir tan especial. Pero por haber sido la única con la libertad de reclamar lo que es suyo con el consentimiento y la felicidad de él. Haber sido la única a la que le dio tanto.

—Lo siento mucho. —Evité una risa.

—Eres muy salvaje en la cama.

—¿Salvaje dices? —Jadeé avergonzada. El continuó riendo. —No estuvimos en la cama la primera vez hoy.

—Exacto, la ducha es otro nivel. Mucho más caliente. 

—Cállate. —Susurré con una sonrisa.—¿Lo habías hecho antes? —Mordí mi labio. Él no quiso reírse de mí, pero terminó haciendo. Quise apartarme, cargada de celos, pero él me sostuvo con fuerzas.

—No, amor. No lo hice. —Juró. Y sonreí al comprobar que era cierto. —Y no lo volveré a hacer si no es contigo porque es muy difícil. —Presionó sus labios. Comencé a reír, haciéndolo sonreír. —Mañana moriré de dolor de brazos. 

—Lo siento mucho. —Emití entre risas nerviosas al recordarlo en detalle. Solté un suspiro manteniendo mi sonrisa. Salí de las sabanas y me senté frente a él, bajo su mirada. Lo observé, sus ojos dulces lucían en calma. —¿Qué haces conmigo? Desordenas mi mente y todo lo que traigo adentro, pero se siente bien, todo se magnifica, todo se siente irreal. —Me arrojé sobre él, recostándome en su pecho, rendida ante sentimientos que me superaban. Sus brazos me acurrucaron. Acaricié sus mejillas, malditamente enamorada. —No sirve de nada que te lo diga, pero... —Me recosté en la cama nuevamente, pero sin soltarlo me acurruqué en su pecho, ocultando mi rostro. No podía quedarme quieta, y por eso comenzó a reír.—Te amo. —Murmuré, inaudible.

Me parecía increíble que el momento en donde más feliz fuera era cuando estaba con él. 

Su mano levantó mi rostro y me obligó a que lo mirara. Entonces sus manos fueron a mi cintura y me subió sobre él, por lo que tuve que sentarme a ahorcadas en su cadera. Mi cabello a los lados de mi rostro caían al mirarlo. Su mirada profunda me mantuvo sin respiración. Deslicé suavemente mis manos en su pecho hasta su cuello para acariciarlo, no queriendo distancias mientras estuviéramos juntos.

—También te amo. —Musitó en mis labios. —Y la única razón por la cual no cometo otra locura es porque sé que no podré detenerme y es lo que tú quieres, que me detenga, y si tú deseas esto, de este modo es lo único que me importa. Mi amor no volveré a buscarte porque solo te haría dudar y te lastimaría más. Pero tú puedes hacerlo cuando sea. —

Sus manos no tocaban ninguna parte de mi cuerpo y ante esa distancia las tomé y las dejé en mis piernas. Él las subió provocándome escalofríos y continuó subiendo hasta mi cintura. De mi boca brotó un suspiro.

—Bésame. —Pedí. Él no dudó ni un segundo. Se inclinó hacia mi boca y apenas la rosó, como una caricia, algo casi nulo, pero con el contacto suficiente, provocó cosquillas explosivas dentro de mí, y cuando me besó sentí que el mundo se deshacía a mi alrededor. Mi corazón podría incluso estallar también.

Tomé aire.

—Debes irte. —Susurré, presionando mis ojos.

—Debo irme. —Mordió mi labio y gruñó, quitándome la camiseta con destreza de un segundo al otro. Sus ojos se oscurecieron al observarme y desesperada busqué sus labios, juntando mi piel en su pecho. Sus labios atraparon los míos y su sabor dulce y la calidez de su boca me sumergió por completo. Sus brazos se deslizaron por mi espalda y me abrazó con protección. —Debo irme. —Repitió en un susurro al separarnos.

Asentí suavemente. Pero no me aparté, me recosté allí, en su pecho, y el dolor en el mío calmó al oír sus latidos.

No sé cuánto tiempo estuvimos así pero cuando mis ojos comenzaron a pesar y sin notarlo mi respiración se volvió más profunda, él con cuidado me recostó a su lado, sentí sus labios en mi abdomen al dejar un beso, luego subir por un camino dejando más en mis costillas, mis pechos, mi cuello, en todo mi cuerpo, provocándome una sensación inigualable. Jamás había sentido algo igual, tanta calidez, tanta devoción, amor. Al llegar a mi cuello me cubrió con las sabanas dejando mi ropa a un lado.

Pierce besó suavemente mis labios y casi sumergiéndome en algún sueño donde seguro él estaría esperé que se alejara y se fuera, sin embargo, no fue así. Sentí caricias en mi piel y eso me tranquilizó.

—¿Puedes prometerme algo sin mentirme ni romper la promesa? —Murmuré, abriendo un poco mis ojos porque, aunque no tenía fuerzas necesitaba mirar los suyos. De ese modo sabría la verdad.

Aquellos sí que sabían expresarse, la intensidad, el amor, la lujuria, la verdad y el miedo. Él esbozó una pequeña sonrisita asintiendo sin detener las caricias. Estaba recargado en su codo, observando cada detalle de mí.

—Prometo no alejarme de ti ¿Eso quieres? —Susurró, leyéndome sin más palabras. Su mirada trasmitía que todo estaba bien. Aun así, me daba temor que algún día esa magia se perdiera al mirarme. Sabía que eso pasaría y era necesario para que ambos siguiéramos adelante. Pero después de todo esto entendía, con mucho alivio, que si se quedaba junto a mi yo estaría bien...

—Es exactamente lo que quiero, no importa si me retracto mañana o en el futuro. No lo hagas, por favor. —Cerré mis ojos, apagando mis fuerzas. —Es todo lo que necesito. —

Podía sentir su respiración y su cercanía rompiendo los pequeños centímetros que nos distanciaban. Percibí sus labios cuando suavemente besó los míos, entonces mi frente, y finalmente sentí que asintió decidido.

—Lo prometo. —Musitó. —Me hace feliz que decidas elegirte y cuidarte por sobre todo, mi amor. No te preocupes porque yo estaré aquí.


Todo esto fue cierto, y aunque los últimos días de nuestra historia fueron dolor, me siento agradecida porque pudo no haber sucedido. Agradecida y feliz por haberme arriesgado a arder en su amor.

Un amor que me dio alas y me enseñó a volar, las alas que aún conservaba, las que, cuando me sintiera preparada, volvería a usar. 

Allí volvería a arder en mi libertad. 



*

¿Cómo se sienten bebés? ¿Creen que la decisión que tomó Jessi al final es la correcta?

°°° Mañana (en unas horas) les publico el epílogo y finalmente le daríamos fin a esta historia. *Grito y lágrimas* °°°


Continue Reading

You'll Also Like

260K 10.2K 60
Una chica asocial con respecto a su vida que solo le importa su familia y su musica y de un chico rebelde que no le importa nada , hasta que se conoc...
643K 51.3K 42
{Segunda temporada de Atrapada} Mike era mi hermano. Haría lo que fuera por él. Me cuidaba, me amaba y me protegía. Con nuestros nombres totalmente n...
34M 2.6M 91
Alexandra Carlin, es una chica recién graduada de la universidad, sin éxito en el campo laboral, es contratada por fin como secretaria del presidente...
43.7K 3.4K 6
Quien diria que Jeon Jungkook, el tipo de los piercings, tatuajes con una actitud arrogante, sarcástica y soberbia Sería el bebé del menos esperado...