Siempre contigo

Galing kay Lily-Bela

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¿Qué habría pasado si aquella horrible noche en el Valle de Godric, Lord Voldemort realmente hubiese muerto... Higit pa

Prologo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Parte 2: Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Parte 3: Capitulo 1
3. Capitulo 2
3. Capitulo 3
3. Capitulo 4
3. Capitulo 5
3. Capitulo 6
3. Capitulo 7
3. Capitulo 8
3. Capitulo 9
3. Capitulo 10
3. Capitulo 11
3. Capitulo 12
3. Capitulo 13
3. Capitulo 14
3. Capitulo 15
3. Capitulo 16
3. Capitulo 17
3. Capitulo 18
3. Capitulo 19
3. Capitulo 20
3. Capitulo 21
3. Capitulo 22
3. Capitulo 23
3. Capitulo 24
Parte 4: Capitulo 1
4. Capitulo 2
4. Capitulo 3
4. Capitulo 4
4. Capitulo 5
4. Capitulo 6
4. Capitulo 7
4. Capitulo 8
4. Capitulo 9
4. Capitulo 10
4. Capitulo 11
4. Capitulo 12
4. Capitulo 13
4. Capitulo 14
4. Capitulo 15
4. Capitulo 16
4. Capitulo 17
4. Capitulo 18
4. Capitulo 19
4. Capitulo 20
4. Capitulo 21
4. Capitulo 22
4. Capitulo 23
4. Capitulo 24
4. Capitulo 25
4. Capitulo 26
4. Capitulo 27
4. Capitulo 29
4. Capitulo 30
4. Capitulo 31
4. Capitulo 32
4. Capitulo 33
4. Capitulo 34
4. Capitulo 35
Preguntas y respuestas

4. Capitulo 28

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Galing kay Lily-Bela

El día tan esperado por algunos y temido por otros llegó más rápido de lo que les hubiese gustado. Los pasillos pronto se convirtieron en pistas de carreras para aquellos desafortunados que o aún no tenían pareja o, por el contrario, estaban intentando que todo estuviese medianamente bien para cuando llegara la hora de ir al Gran Comedor.

Harry había estado gran parte del día pensando en qué hacer una vez que estuviesen allí. Jamás había bailado y por lo que Luna le había dicho, a ella tampoco le gustaba mucho, pero haría una excepción esa noche. Ron no dejaba de sonreír como un tonto, sabiendo que esa noche tendría su tan esperaba cita con Fleur. La chica se mostraba más tranquila y confiada, seguramente debido a que tendría gran parte de los ojos posados en ella y eso debía darle seguridad. Harry no había tardado en darse cuenta, aunque suponía que debía tratarse de otra cosa que muchos chicos volteaban para mirarla y no sólo se debía a que era bonita. Ginny y Neville irían juntos, convencidos de que sería divertido. Además, la pelirroja agregó que Neville «le debía un favor», porque cuando McGonagall comenzó a buscar a un estudiante para ensayar el baile y sus ojos se posaron en el moreno, ella, que ya había recibido la idea, se levantó y dijo que ensayaría con Neville. A costa de eso, nadie pasó vergüenza extrema por bailar con una profesora.

Draco dijo que él ya tenía su traje listo y que esperaba que la noche pasara rápido; no quería estar en ese baile más de lo necesario. Los demás estaban todos listos. Lo único que debían esperar era que Dumbledore anunciara que podían presentarse en el Gran Comedor.

Harry era uno de los más nerviosos y como días atrás le había pasado, no estaba seguro de por qué en especifico. Gran parte del día había estado más o menos buscando por los pasillos a su profesor. No era posible que las cosas que decían los demás alumnos se quedasen únicamente en rumores. Debía haber algo más. No había tenido suerte. Aunque éstos se habían calmado durante un tiempo, teniendo en cuentas las preparaciones, no habían salido de la cabeza de Harry. Ni siquiera Lupin fue capaz de decirle algo. Él tampoco le había preguntado, está bien. Tampoco se le ocurrió preguntarle algo a McGonagall o a Slughorn, quien parecía saber más de lo que aparentaba. El viejo había soltado algunas cosas en algunas clases. Si Harry le preguntaba o insistía con el tema, Horace se ría y le decía «lo siento, ignórame. A veces divago, da igual». Ese tema empezaba a ser frustrante.

En la tarde-noche, cuando fue a su habitación para prepararse, encontró sobre su cama un traje de gala y un pequeño ramo de... lirios. El traje tenía una nota que decia: "¡Mi ahijado tiene su primera cita! No puedo creer que por fin pueda conseguir este traje para ti. La muchachita no podrá resistirse". Harry se rió despacio ante las palabras escritas por su padrino. Fue agradable que no hubiese mencionado el torneo y que se hubiese tomado la molestia de conseguirle un traje bonito para esa noche. Sin embargo, estaba seguro que las flores no eran de su parte. Primero porque no lo mencionaba en la nota y segundo, porque Sirius no pensaba mucho en esos detalles. Su padrino podría pensar en una plática extendida antes que en un detalle material. Las flores, sin embargo, no tenían nada. Tomó el ramo y sostuvo uno de los pétalos entre sus dedos, sonriendo.

Y entonces, sintió una presencia cerca. Miró en todas direcciones y no vio nada. Incluso se asomó a las escaleras para ver si alguien estaba cerca. No. Sus amigos estaban terminando de prepararse y estaban molestándose mutuamente con el tema de las parejas. Regresó al cuarto para poder cambiarse, sin dejar de pensar en esa extraña sensación de haber sido observado. Segundos después, se sintió más tranquilo. ¿Se había ido?

No perdió tiempo en ponerse el traje y tomar el ramo de lirios. Salió rápido de su Sala Común para ir a la de Ravenclaw. A pocos metros de la entrada, estaba Luna. Llevaba un conjunto de tunicas plateadas con volados un poco más claros, medias negras largas y zapatos planos grises. Harry se acercó con pasos lentos hacia ella, sin poder dejar de verla arriba y abajo.

—Harry—sonrió ella, terminando de acercarse—. ¡Te ves increible!

—Gra-gracias. Tú... luces muy bonita—contestó Harry, levantando el ramo de lirios—. Ten, son para ti.

—Muchas gracias.

Luna besó su mejilla luego de recibir las flores. Harry se centró en no dejarse vencer por los nervios y le ofreció su brazo. La rubiecita rió suavemente y lo aceptó. Durante su pequeña caminata hasta el Gran Comedor, Luna le comentó sobre sus ideas sobre el baile de esa noche y Harry se sintió perdido al escucharla hablar tan calmadamente de todo lo que estaba ocurriendo. A veces deseaba poder permanecer igual de tranquilo en situaciones de mucho estrés y no pensar tanto en el «qué dirán...».

En el Gran Comedor, los campeones y sus respectivas parejas estaban esperando por ellos. Harry abrió mucho los ojos al ver que Hermione había sido invitada por Viktor Krum. Ron le lanzó una mirada burlona y su amiga bajó la cabeza, riendo despacio. Fleur estaba moviéndose ansiosamente y murmurando lo que parecía ser un tema de impuntualidad, aunque Ron se veía demasiado atontado por su belleza como para darse cuenta de que ella se estaba quejando. Vio a Hermione rodar los ojos e ignorarla. Cedric estaba de pie con una chica llamada Cho Chang, de Ravenclaw. Parecían tener una relación bastante cercada, ya que hablaban de forma casual. Krum parecía menos impasible que otras veces. Miraba a Hermione como si fuese la única persona allí presente mientras le hablaba y Harry se encontró preguntándose algunas cosas.

Mientras esperaban que anunciaran el inicio del baile con los campeones, Harry siguió mirando hacia todos lados. Debía estar ahí, no podía faltar. Observó entre la multitud de personas y no distinguió a ninguna persona vestida exclusivamente de negro ni un lugar apartado donde seguramente él podría esperar para no estar tan cerca de los alumnos. Nada. Todos estaban llegando con sus parejas y dejando un lugar para cuando ellos tuviesen que entrar. Se volvió un momento hacia los demás, que seguían calmando un poco sus nervios (aunque estos no eran pesados ni les producían nauseas como antes), y luego miró en las mismas direcciones que antes, como esperando que algo hubiese cambiado.

—Harry, tenemos que entrar—le avisó Cedric al notar que ni siquiera se movió cuando Dumbledore hizo la presentación de la apertura del baile.

Resignado, Harry asintió y tomó la mano de Luna para entrar detrás de los demás. No se sentía muy motivado para comenzar el baile, pero no tenía muchas opciones.

Las mesas ahora eran redondas, decoradas con faroles en forma de una torre y, dado que la mayoría de alumnos presentes eran de Cuarto Año en adelante (sacando a algunos de Tercero que fueron invitados) las mesas tenían una capacidad más limitada de lo que sería habitual. La decoración era con un estilo invernal: el lugar parecía parte de un palacio de hielo, aunque en lugar de ser claro, estaba por el lado de un color plateado, había unos pequeños destellos de luces colgando que parecían copos y muerdagos colgados. Harry sonrió mientras apretaba un poco más la mano de Luna.

Las cuatro parejas se ubicaron en el centro del Gran Comedor mientras el profesor Flitwick se ubicaba delante de la banda de Hogwarts para comenzar el primer baile. Luna ya le había avisado que el baile no se le daba bien y Harry aceptó lo mismo, pero ambos se quedaron con la idea de divertirse. Hacer el ridículo era lo de menos. Apoyó su mano derecha en la cintura de Luna y ella en su hombro, se tomaron de las manos y comenzaron a (intentar en el peor de los casos) seguir a los demás campeones. Ni siquiera se centraron en las miradas divertidas de los demás ante un error, cuando descoordinaban un poco o cuando se confundían de paso. Harry simplemente miraba los ojos de Luna, quien se veía divertida por estar ahí.

En un momento, ella se acercó a su oído y susurró:

—Harry, mira al lado de McGonagall.

En el próximo giro, Harry miró hacia donde ella le había dicho y se detuvo en seco. Entre Karkaroff y McGonagall, usando un elegante traje negro y con los brazos tras su espalda, el profesor Snape los miraba de forma algo seria, pero cuando vio que él se había percatado de su presencia, levantó un poco la cabeza y esbozó una pequeña sonrisa. A su lado Karkaroff lo miró un momento de reojo y luego volvió a mirar a su campeón. El joven pasó de la sorpresa y sonreír ampliamente al ver a su profesor.

Cuando las demás parejas empezaron a entrar en la pista (y eso incluyó a algunos profesores), Harry se sintió extrañamente más centrado en el baile. Logró seguir bien los pasos con Luna y una sensación de tranquilidad se apoderó de él. Vio a sus amigos con sus respectivas parejas y se dio cuenta de que ellos también parecían estar divirtiéndose. Draco bailaba elegantemente con Pansy Parkinson y, pese a que hacía tiempo no hablaban, parecían llevarse muy bien en ese momento. Ron parecía intentar seguirle el paso a Fleur y si bien se confundía (no tanto como él) la chica simplemente resoplaba mientras reía y lo guiaba ella mientras su amigo aún se notaba cegado por su belleza. Y Hermione lucía encantada con Krum, ya que él actuaba como todo un caballero con ella. Su amiga ni siquiera prestaba atención a las miradas de muchas chicas que parecían querer hechizarla en ese momento.

Fue un momento estúpendo. Realmente disfrutaba de la buena vibra.

Poco después del baile de parejas, Dumbledore anunció que la banda Las Brujas de Macbeth tocaría esa noche. Todos saltaron de emoción. Cuando se presentaron, la euforia aumentó en ese lugar. Los miembros lucían como algunos grupos que Harry y Hermione vieron en algún momento cuando aún estaban en el mundo Muggle. Su ropa estaba un poco rasgada, sus cabellos eran alborotados y largos, y sus intrumentos eran las clasicas guitarras, batería, gaitas, un cello y algo que parecía una guitarra mucho más corta que las demás. Hermione alcanzó a decirle que eso era un Laúd antes de que los gritos taparan por completo su voz.

Sin embargo, Harry se disculpó con Luna cuando tuvo la oportunidad y se alejó de la multitud. Necesitaba ver si su profesor seguía ahí. Justo cuando logró salir de entre todas las personas allí presentes, vio al hombre de negro en la entrada del Gran Comedor. Le hizo un gesto con la cabeza y atravesó la puerta. Harry se apresuró a mirar en todas direcciones para estar seguro de que nadie lo vería y salió rápidamente de ahí. Miró a la derecha y sí, estaba ahí. Ni siquiera pensó en decirle nada cuando se encontró prácticamente arrojándose hacia delante para abrazarlo por la cintura. Sintió las manos del hombre en sus hombros y eso lo hizo abrazarlo con más fuerza.

— ¿Cómo estás, enano?—preguntó Severus, luego de unos segundos.

—Muy bien, señor—respondió Harry, sin soltarlo. Severus creyó oír su voz algo contraída.

Severus lo separó de él y Harry se volvió hacia un costado para quitarse una lágrima. Sacudió un poco la cabeza y sus ojos volvieron a encontrarse con los de su profesor.

—Creí que no lo vería esta navidad.

—Bueno, creyó mal, señor Potter—respondió, poniendo su voz más grave. Harry rió suavemente—. Y los demás también si esperaban no verme por un tiempo más largo.

—Ya lo noté. —Harry siguió sonriendo mientras miraba al hombre. Lucía menos «desalineado» que la última vez que lo vio—. Draco y yo ya estábamos pensando en la idea de ir a San Mungo.

—Sí, lo imaginé—asintió Snape—. Aún debo hablar con él. No obstante, creo que eso puede esperar. ¿Quieres salir un momento? ¿O prefieres quedarte con los demás y esperar hasta mañana?

—Salgamos—respondió Harry casi de inmediato—. En cuanto termine esa banda volveré con Luna.

Severus le lanzó una mirada burlona al escuchar el nombre de su pareja.

—Ah, sí. Los vi bailar, se ven... muy bien juntos.

Harry evitó mirarlo, al menos hasta que salieron. La nieve cubría todo el terreno de Hogwarts y los pequeños copos aún caían. Ambos se sentaron en uno de los bancos que estaba un poco lejos de los pasillos, en caso de que alguien pasara. No querían ser molestados en ese momento.

—Lindo traje. ¿Quién te lo dio?

—Sirius lo envió para mí. Debo admitir que tiene buen gusto.

Severus no pudo evitar rodar los ojos. No lo diría ni bajo amenazas, pero debía reconocer que así era.

— ¿Cuándo llegó aquí, señor? Oí varios rumores, pero nunca me confirmé nada—comenzó Harry, con serenidad—. Y Draco también, él parecía más preocupado que yo en ese aspecto.

Severus se encogió de hombros y respondió:

—Llegué poco después de que anunciaran lo del baile de navidad, el director me lo dijo. Había querido evitar que tus compañeros lo supieran. Fallé en eso, lo admito. Debo decir que me da gusto que hayas estado con la cabeza en otro lado.

—Como para no estarlo...—murmuró Harry.

—Hablando de eso, ¿cómo has llevado ser uno de los elegidos?

—De la mejor forma que puedo. Al menos mis amigos me ayudaron con la primera prueba y luego de eso, ya no me han molestado tanto con el asunto de supuestas trampas y eso. ¿Cómo se enteró usted?

—La profesora McGonagall me envió un Patronus para avisarme de lo ocurrido. Fue un golpe duro—reconoció él—. Fue por eso...

Y se quedó callado. ¿Debía decirle que por eso había decidido salir antes de lo que los demás podrían haber esperado? Conocía bien al joven y estaba convencido de que eso terminaría haciendo que se sintiese culpable por su propia decisión. No debía cargarlo con eso ahora que apenas tenían la oportunidad de verse. Miró a Harry y notó que estaba esperando que terminara. Lo meditó un segundo antes de concluir:

—Supongo que eso me dio algunos impulsos.

— ¿Señor?

—Sabía que necesitabas ayuda, ¿de acuerdo? Sé que entiendes incluso mejor que Draco mi... problema, pero no quiero que asumas que algo que pudo haberme pasado tuvo que ver contigo o algo relacionado a este torneo.

—Lo entiendo, señor—murmuró Harry, asintiendo.

Entonces, el joven recordó una frase que lo hizo abrir bastante los ojos: «Pronto volveré a visitarte, papá». Tembló un poco al escuchar su propia voz diciendo eso. No lo había vuelto a hablar con Ron y Neville, quienes eran los que sabían de eso y había estado muy aliviado de que ellos tampoco trajeran el tema. Mas ahora que lo recordaba, hubiese preferido haberlo, por lo menos, mencionado para que no fuese un asunto tan pesado para él.

Bajó la mirada y pensó si debía afrontar eso recién habiendo visto a su profesor de nuevo. Creía que eso sólo sería otro golpe para el hombre.

—Harry, ¿qué te incomoda? De aquí te escucho pensar—exclamó Severus, arqueando una ceja.

—Hmm... Bueno... Pienso mucho en algo en particular—admitió, mirando el suelo.

—Puedes decirme, sabes.

—S-sí, es que... No creo que sea importante—acabó diciendo, levantando la cabeza, pero sin ver directamente esos ojos negros.

Severus suspiró. Quizás tenía una sospecha de lo que rondaba la cabeza del joven, pero no era un buen momento para traer el tema de nuevo. Apenas había podido tratarlo una vez con Frida y luego había decidido ignorarlo con la idea de tratar el tema principal por el que se había internado en San Mungo.

—McGonagall fue a verme el mismo día del mundial de Quidditch, poco antes de que pasara ese ataque—comentó Severus de forma distraída—. Hablamos un poco de eso. Ella desea que nada haya cambiado entre nosotros y supongo que eso incluye a Dumbledore.

— ¿Sabe? Hablé con el director en mi segundo año y aún recuerdo... la forma en que él y la profesora McGonagall estaban cuando lo vieron petrificado. Y yo me sentí algo perdido y desconcertado. Fue como...

Ver en coma a mi padre, pensó entonces, aún sin lograr formular la palabra.

— ¿Qué pensarás de mí en este momento?—soltó Severus, mirándolo fijamente—. Me viste en San Mungo y te dije directamente que padezco una adicción.

—Y sin embargo, jamás he pensado menos de usted—aseguró Harry—. Sé que es duro. Digo, la hermana de mi tío Vernom tiene un problema similar, con la diferencia de que ella no lo padece. Al menos eso demuestra. Además, usted hizo lo que ella no, así que no veo por qué habría gente que creería que usted está mal.

Severus se quedó sin habla. Se había acostumbrado esos meses a no recibir ese tipo de charlas con Harry. A lo mejor no hubiera estado de más hablar de eso con Frida también. Algunos quizás se preguntarían de qué manera podrían explicarle a un joven un tema como ese, a pesar de que catorce años ya es una edad en la que los jóvenes pueden entender diversos temas y por ende, no se les debe tratar como tontos o como trozos de vidrio.

Oyeron pasos pesados detrás de ellos y ambos se volvieron para ver Igor avazando imponentemente hacia donde estaban. Harry se sintió pequeño bajo esa mirada cargada de ira. Severus, por otro lado, se mostró hastiado.

—Severus Snape—dijo Karkaroff. Su tono parecía cargar reproche.

—Señor Potter, regrese adentro. Su pareja seguramente lo espera—exclamó Severus, sin dejar de mirar a Igor. Le puso una mano en el hombro al joven y susurró—. Ven a mis habitaciones luego del baile, si quieres.

—Sí, señor.

Harry se fue con pasos apresurados. Mientras se alejaba, Severus bufó en dirección a Karkaroff y comenzó a caminar hacia el pasillo.

—No me des la espalda, Severus—espetó el más alto—. Creo que me debes una explicación.

— ¿A ti? Lo dudo—contestó Severus de forma seca—. Hemos estado tres meses sin hablar. Me gustaría que siguiera así.

— ¡Eso mismo me tienes que aclarar!—gruñó Igor—. ¿Dónde has estado? Dumbledore y esa profesora de Transformaciones no supieron decirme nada.

— "Esa profesora" tiene nombre—espetó Severus, con la mirada oscurecida—. Y por cierto, no metas a terceros. O mejor aún, no me molestes a mí tampoco y quédate con las dudas.

—Tú también debiste sentirlo ese día, durante el mundial—insistió Igor—. Fue una señal, lo sabes tan bien como yo.

—Lo siento, no sé de qué me hablas—negó Severus, acelerándo un poco el paso.

—Deja de escapar, Severus. ¿A qué le temes?

El hombre de negro se detuvo en seco una vez que entraron en el pasillo y se volvió hacia el director.

—Yo no le temo a nada—bramó.

—No lo parece—se burló Igor—. Esto es mucho más grande de lo que fue el Señor Oscuro, Severus.

Severus hubiese replicado eso de no ser porque un Auror que ambos ya conocían bien se apareció, haciendo su ronda esa noche. No les dijo nada. Sólo movió su ojo falso sobre ellos y gruñó algo antes de dirigirse hasta el Gran Comedor de nuevo.

—Moody será una molestia—comenzó Severus—, pero no ha hecho un mal trabajo aquí.

—Lo dices porque no has estado el último tiempo lidiando con él—replicó Karkaroff—. Algún día tendrás que decir por qué te fuiste de aquí, Snape.

—No creo deberte explicaciones de nada. A diferencia de ti, sé que no le temo a nada... Igor.

Ambos se miraron fijamente por unos segundos hasta que Karkaroff gruñó algo en su idioma natal y se marchó. Severus relajó los hombros y se fue a sus mazmorras.

En el Gran Comedor, Harry llegó justo a tiempo para el baile lento. Algunos ya se habían ido y otras parejas aún estaban preparándose para hacer ese baile. Hagrid estaba bailando con Madame Maxime, apoyado él contra su hombro. Hermione estaba con Krum y Ron fue llevado por Fleur casi al centro la pista, al igual que Neville y Ginny. Draco y Pansy no estaban a la vista. Harry buscó con la mirada a Luna y la vio apoyada en una mesa. Se apresuró hasta ella.

—Luna, siento haberme ido, yo...—divagó, intentando decir algo razonable.

Pero ella sonrió al verlo y se acercó para tomar su mano.

—Descuida, lo sé—dijo ella, muy segura—. ¿Bailas conmigo?

—Sí... Por supuesto.

Harry rodeó la cintura de Luna con ambos brazos y ella los pasó por su cuello. Mientras se movían suavemente al compás de la música. No hablaron de nada. No hizo falta. Ese momento era único en muchos sentidos. La rubiecita se recostó despacio en su hombro y Harry subió un poco las manos, abrazándola y apoyando su cabeza contra la suya.

A unos metros de ellos, Ron no lograba desprender los ojos de su pareja. Reunió valor y dijo:

—Eres tan hermosa como... Eres como un hada.

Fleur soltó una risilla y respondió:

—Tal vez lo soy. O algo que desciende de ellas.

Ron jadeó despacio y preguntó en voz baja:

— ¿Un hada? Espera... ¿Eres una Veela?

Fleur asintió con orgullo.

—Digía pagte pog mi abuela mategna.

—Pero incluso si no lo fueras... dudo que fueses menos bella. Lo juro.

—Sabes cómo alagag a una chica, Gon. Es bueno que geconozcas la belleza de una.

Ron suspiró como enamorado y Fleur besó sus mejillas.

—Ggacias pog esta noche, Gon Weasley. Igé a descansag ahoga.

—De-de acuerdo. Yo esperaré a mis amigos—avisó Ron—. Reposes-toi.

Hermione vio eso por encima del hombro de Krum y sacudió la cabeza con cariño al ver lo embobado que quedó Ron y la forma en que miró a Fleur mientras se acercaba a unas amigas que aún la esperaban. Luego se volvió hacia Krum y él le ofreció beber algo de ponche o cerveza de mantequilla. Ella aceptó felizmente. A pesar de su aspecto rudo y algo cerrado a tener pláticas largas, Viktor era en verdad muy agradable.

En general, fue una noche increible para todos. Cuando estuvieron lo suficientemente cansados como para dejar el Gran Comedor, Harry se ofreció a acompañar a Luna a su Sala Común, pero ella declinó amablemente y comentó que ya sabía que tenía hacer otra cosa. Bajo la sorprendida mirada del moreno, ella dijo: «Llegaste con una mirada deslumbrante. No te he visto así desde hace unos meses. Quiero saber que estás feliz de nuevo». Antes de irse dando saltitos por los pasillos, le besó ambas mejillas a Harry y se fue tras desearle buenas noches.

El joven llegó a las habitaciones de su profesor con una expresión que obviaba su felicidad. Ni siquiera pensó en intentar cambiarla cuando entró.

Snape estaba sentado en el sofá, leyendo uno de sus tantos libros. Cuando él entró, se volvió y lo dejó en la mesita que estaba al lado.

—Pareces animado—comentó Severus, sin ocultar su burla.

— ¿Sí? Pues... la pasé muy bien con mis amigos—respondió con torpeza, desviando la mirada.

—Creo que en eso participó un poco más la señorita Lovegood.

Harry rodó los ojos. ¿Habría alguien que no lo molestara con eso?

—No, en serio. De verdad me gustó pasar esta noche entre amigos—exclamó con afecto, mientras se dirigía al sofá para sentarse junto a su profesor—. Nunca había podido hacerlo cuando vivía con mis tíos. Aun así, no negaré que creía que era algo tonto... Digo, después queda mucho para limpiar, pero al menos hablaba con otros adultos. Era entretenido.

Severus analizó eso un momento.

— ¿Hablabas con los adultos cuando tus tíos hacían reuniones?

—Oh, sí. Bastante. Muchas veces me ayudaban con eso, cuando mis tíos me dejaban salir. Era divertido escuchar a las señoras quejarse de muchas cosas o a sus esposos alagar todo, aunque yo sabía que eran algo... falsos. Pero a mí siempre me trataron bien, así que... No me quejaré.

El mayor respiró con dureza antes de hablar nuevamente.

— ¿Y esta noche cómo te sentiste?

—Me divertí mucho. Nunca había tenido una celebración así con personas de mi edad. Sabía que sería diferente, eso sí. Me da gusto que fuese en el buen sentido.

Al terminar de hablar, Harry reprimió un bostezo y se frotó uno de sus ojos. El cansancio era evidente. Severus no dijo nada. Quizás se negaría a acostarse por querer hablar con él aún. En su lugar, se acercó un poco e hizo lo mismo que su madre cuando era niño: comenzó pasar su mano gentilmente por el alborotado cabello del joven, alisando cada mechón. El menor se vio indefenso ante ese inocente gesto y en menos tiempo del esperado, cayó de costado, con su cabeza apunto de tocar el regazo de Snape. El hombre se movió con cuidado para poder levantarse. Le quitó las gafas y las dejó sobre el libro que antes estuvo leyendo, conjuró una frazada y lo cubrió con ella, todo sin dejar de pensar en las palabras que antes le había dicho un niño de catorce años.

Había sido demasiado obvio y quizás había sido él quien a la larga no lograba aceptarlo por completo. Sin embargo, fue mientras le pasaba una mano por el pelo una vez más que encontró las palabras justas para resumir aquel comportamiento que había tenido prácticamente desde que entró a Hogwarts, sin contar los años que estuvo en Privet Drive: lo rápido que Harry había tenido que crecer.

Se alejó lentamente para ir a su propia habitación. Sintió ese fuerte impulso de nuevo, pero a diferencia de años anteriores, logró reprimirlo por completo. Tendría una oportunidad más, una vez que pasara el torneo y estaba decidido a no cometer el mismo error.

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