4. Capitulo 22

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Harry veía a muchos alumnos poner su nombre en el Caliz de Fuego con grandes sonrisas en los labios, sin entender del todo la emoción que mostraban sabiendo que, como Dumbledore dijo, estaban a punto de competir en un turneo altamente peligroso. Incluso Cedric Diggory puso su nombre bajo las miradas y suspiros de algunas chicas de su Casa. Neville le susurró que agradecía no contar con la edad necesaria para participar. Dijo que su abuela le envió una carta para decirle que esa era la oportunidad para probar el valor verdadero y que en unos años, él quizás podría estar en algo mejor para probar su lado Gryffindor. Harry evitó suspirar con pena cuando su amigo admitió no haberle respondido por estar un poco molesto por ello. Lo entendía. Después de todo, él tampoco querría 'mostrar' nada si tuviese la edad para entrar.

Fred y George ya habían intentado desafiar la advertencia de Dumbledore al poner sus nombres en el Caliz, creyendo que sólo era una mentira para que sólo los mayores pusieran sus nombres. Pocos segundos después de ponerlos y creer que se habían salido con la suya, una luz salió del Caliz y ambos fueron arrojados hacia atrás, cayendo un par de metros lejos del objeto. Sus hermanos y los demás alumnos se acercaron para ver si estaban heridos. No lo estaban. Y la advertencia de Dumbledore resultó ser cierta. Aunque no era algo grave como todos pensaron. Fred y George ahora tenían una piel más pálida, casi grisácea, y su pelo comenzó a cambiar de color. Se estaba poniendo blanco y una barba larga comenzó a salirles. Hasta sus cejas se vieron más gruesas. Todos se rieron con ganas y los gemelos tuvieron que ir a la enfermería. Estaba claro que Madame Pomfrey no estaba muy feliz con la idea de Dumbledore, pero lo prefería antes que ver a niños en medio del Torneo.

Muchos que ya habían puesto sus nombres estaban comentando algunas cosas y otros alardeando que estaban convencidos de tener lo necesario para ser elegidos por el Caliz. Alegaron que ni siquiera Alastor Moody, el Auror recién llegado, podría asustarlos. Claro, después, cuando aparecía detrás de ellos de forma discreta pese a su forma de caminar debido a su pierna y bastón, era otra cosa. No eran pocos los que se asustaban por él. Desde esa mañana, cuando llegó y fue presentado por Dumbledore, todos empezaron a murmurar cosas y especular por qué tenía un ojo y pierna falsa y un bastón. Hasta su nariz parecía desigual. Dumbledore dijo que sería el principal encargado de mantener el orden durante el Torneo y asegurarse de que nada pasara antes o después. Y el Auror sólo había hecho un gesto con la cabeza hacia ellos mientras su ojo falso se movía bastante rápido, como si estuviese estudiándolos a todos. Harry había notado que al encontrarse con la mirada del director Karkaroff, ambos parecieron querer decirse mucho, pero optaron por, únicamente, volverse hacia otro lado, claramente disgustados por verse.

No lo entendía. Y la verdad, no quería hacerlo.

Durante la comida, él y sus amigos decidieron dejar de lado el tema del Torneo. Lo úncio que hicieron fue comentar un poco sobre quién sería elegido y nada más. Hermione estaba repasando para las clases de DCAO, sólo comentando de vez en cuando. Ron, Ginny, Neville y Harry se seguían burlando de los gemelos por las barbas que de a poco iban desapareciendo y Draco estaba entablando una conversación con dos miembros de su casa. La chica era bastante habladora y el otro un poco apatíco, pero al menos no tenían nada que decir sobre sus habituales encuentros con los Gryffindors y la chica Ravenclaw. Eran algo indiferentes a ello. Lo único que querían era terminar el año, como la gran mayoría. Draco agradecía poder hablar con otras personas cuando no estaba con sus amigos. Siempre tenía mucho para decir y no era muy bueno guardando silencio. Debía compartir siempre sus opiniones, así que poder hacerlo durante el almuerzo sería agradable hasta que pudiesen salir e ir a clases.

Desde su mesa, Harry se volvió para mirar la mesa Ravenclaw y vio el preciso momento en que Luna lo mirada y le sonreía. Habían hablado de ir a ver a Helena esa noche, luego de que anunciaran a los elegidos, teniendo más cuidado para no encontrarse con nadie y no causarle problemas a Cedric si volvían a encontrarse con él. La rubiecita le sonrió ampliamente y luego bajó la mirada hacia su plato, pero ambos se encontraron mirándose cada tanto hasta que Ron le dio una palmada en la nuca.

Siempre contigoOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz