4. Capitulo 35

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No... No podía ser verdad. Se había convencido de que era completamente improbable que algo como eso pudiese llegar a pasar. Se suponía que todo rastro del Señor Oscuro ya no existía, en ningún sentido.

Merlín, ya no lo niegues, se dijo con brusquedad, logrando seguir de pie con ayuda de Minerva. Comenzó a bajar las escaleras para comprobar que lo recién visto en su mente había sido una visión o una posible escena que se plasmó en su cabeza con el único propósito de hacerlo temer lo peor. Pero él sabía que eso sí era improbable. Pese a los gritos de festejo, podía oír el llanto de Harry. Era un llanto mezclado con miedo y dolor. Ese dolor incomparable que él conocía muy bien y el miedo que destacaba le decía que aquello que había visto era sumamente real.

Ya no era sólo el hecho de que el Señor Oscuro dejó un legado preparado para cumplir su más grande deseo, sino que en ese legado estaba nada más y nada menos que Bellatrix Lestrange, su seguidora enfermamente fiel y su esposo, igual de fanático que ella.

Los aplausos cesaron de a poco cuando Harry comenzó a gritar: « ¡Ellos están aquí! ¡Regresaron para cumplir el legado de Voldemort!», y luego siguió llorando. Severus alcanzó a verlo incluso antes de terminar de bajar las escaleras con Minerva detrás de él. Sin estar ahí, lo había visto. Sabía mejor que nadie de lo que eran capaces. El peligro era latente incluso si sus ex compañeros Mortífagos no se habían presentado donde todos estaban. Su marca aún ardía. Seguramente seguían intentando contactar a cuantos Mortífagos quedaran sueltos por ahí.

Apenas terminaron de bajar las escaleras, Fudge envió al resto de personas de vuelta a las gradas y les confirmó con voz ahogada:

—El chico está muerto.

Dumbledore estaba arrodillado junto a Harry y el cuerpo inerte de Cedric Diggory, consolando lo mejor que podía al menor. Lupin y Black se pusieron de pie y bajaron para ver a Harry. Severus avanzó con pasos apresurados mientras se quitaba la túnica y cubría a su alumno con ella, no queriendo que los demás tuviesen que ver esa cruda imagen. Eso no bastó para que Harry se separara de su amigo. Por el contrario, se sostuvo con más fuerza para que nadie lo alejara. Severus estuvo por sujetarlo para que se soltara, pero Moody se adelantó, atravesó la multitud y lo rodeó con su brazo para sacarlo del campo, diciendo que no debía seguir presenciando eso. Entre sollozos y forcejeos, Harry fue sacado de ahí. El Auror le hizo un gesto a Severus para que se quedara y ayudara a controlar lo demás. Aunque molesto, decidió hacerlo rápido para poder ver al joven en cuanto se llevaran el cuerpo.

Amos, al darse cuenta de lo que estaba pasando, bajó a toda velocidad y se abalanzó sobre el cuerpo cubierto por la túnica. Lentamente, la bajó hasta su pecho. De repente, los gritos desgarradores de un padre que segundos antes había celebrado que su muchacho era uno de los ganadores opacaron por completo el shock de los demás espectadores, que finalmente cayeron en cuenta de lo que había sucedido. Entre su llanto, Amos rodeó la espalda de su hijo para levantarlo un poco y abrazarlo con fuerza, negándose a aceptar lo que tenía ante sus ojos. No estaba escuchando a Fudge, quien dijo que debían llevarse el cuerpo de inmediato para que nadie más lo viese ni a Dumbledore, que de hecho, no parecía saber qué decirle. Acababa de ver a su hijo muerto, ¿qué diablos podían decirle?

Finalmente, lograron apartarlo un momento del cuerpo para ponerlo en una camilla y cubrirlo de nuevo. Amos los siguió sin soltar la fría mano de Cedric.

Pomona, aunque intentaba mantenerse compuesta mientras calmaba un poco a los alumnos, estaba destrozada. Su voz comenzó a quebrarse mientras controlaba como podía a sus alumnos y su cuerpo parecía sacudirse con violencia. Al darse cuenta, Hagrid la sentó y Filius se acercó para sujetar sus manos y consolarla un poco pese a su propio shock.

Siempre contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora