4. Capitulo 3

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Mientras se acercaba a la casa de Sirius Black para buscar a Harry y pasar el día con él, Severus se dio cuenta de que con cada paso que daba la ansiedad se intensificaba en su ser. Sabía que Black debía respetar la orden que dio el primer Ministro o tendría las de perder si no lo hacía. Bueno, eso le había dicho Lucius en su momento. Black podía llegar a ser totalmente imprudente la mayor parte del tiempo, así que nada quitaba que se rehusara a permitir que el joven saliese un rato con su profesor. Si Remus estaba ahí, Severus estaba convencido de que él sería la voz de la razón en la cabeza de su amigo, sería estúpido creer lo contrario. Aún tenía rencor hacia él, pero quitando eso, casi le estaba comenzando a ser completamente indiferente.

No admitiría jamás que estaba preocupado por lo que podía llegar a pasar cuando se encontrase nuevamente con Sirius Black. También pensaba mucho en las cosas que le podría haber dicho a Harry durante ese tiempo. El joven tenía mucha personalidad, así que dudaba que su padrino hubiese cambiado de un momento a otro la forma en que lo veía antes de que él apareciera en su vida. Aunque no podría contener su enojo si oía a Black decir algo sobre él en presencia del joven sólo por no soportar la forma en que se llevaban. Le quedaba esperar que no se preocupara de lo que podían pensar sus amigos cuando supiesen que el próximo mes estaría en la casa del Murciélago de las Mazmorras. O quizás Harry ya les había hablado de eso. No estaba muy convencido en ese aspecto.

Sabiendo la ubicación y teniendo permiso para entrar, Severus maldijo cuando recordó las advertencias de Lucius de no usar el Flu para aparecer en Grimmauld Place, porque entonces quedaría como que estaba intentando llevarse al joven sin avisarle a su padrino. Sonaba tonto, pero podía entenderlo. Claro, sería diferente si a Sirius Black no le hubiese sido dado un permiso de utilizar el Flu para entrar en la casa de Snape cuando fuese su día para ver a Harry; lo único que debía hacer era escribirle con diez minutos de antelación para hacerle saber que iría. Eso sí era injusto, Minerva no dejó de decirlo.

Enfrente de la puerta de la casa, Severus respiró hondo. Comenzó a sentir cierta inseguridad, pero no era el momento adecuado para mostrarse débil delante de quien consideraba su enemigo. Debía mostrarse igual de imponente como en Hogwarts.

Cálmate, no puede negarte la visita, se dijo, no será tan idiota.

Golpeó la puerta con bastante fuerza y en menos de cinco segundos, Black abrió la puerta.

-Ah, eres tú-soltó con gran disgusto-. Creí que vendrías con tu amigo, Malfoy. Me sigue pareciendo extraño, siempre se te vio tan bien solo...

Sólo busca provocarte, pensó, no le des ese gusto.

-Ahórrate tus palabras vanas y poco intelectuales, Black. Es mi día con Harry.

No perdió de vista el momento en que la mirada del Animago se deformaba y su brazo comenzó a temblar, producto del deseo de cerrarle la puerta en la cara.

- ¿Y con qué derecho lo pides?

-Con la orden que dio el Ministro de que, en visto de todo lo ocurrido y las propias palabras de Harry sobre querer verme, tengo el derecho de verlo una vez a la semana.

Los ojos de Sirius brillaron peligrosamente, pero Severus estaba lejos de sentirse intimidado. De hecho, se sentía bastante hastiado.

-Ni siquiera te molestaste en venir la semana pasada. ¿Ahora te importa?-espetó el de ojos azules.

-No sabes nada-contestó Severus con los dientes apretados.

Un ambiente claramente tenso se formó cuando sus miradas se encontraron nuevamente. Pero Snape no permitió que durase demasiado, ya que enseguida notó la alborotada cabellera de Harry asomándose por un pasillo.

Siempre contigoWhere stories live. Discover now