Siempre contigo

3. Capitulo 5

Para cuando los alumnos llegaron a la estación, el director y los profesores se veían las caras con preocupación y Poppy se tomó el tiempo de revisar a cada uno que entraba para estar segura de que ninguno estaba herido. Cada alumno que acababa de ser revisado se acercaba a su respectivo jefe de Casa y luego subían a los carruajes para ir al castillo. Ninguno estaba completamente tranquilo. Como Dumbledore había dicho, las noticias realmente volaban por ahí. Además de preocupados, el profesorado entero parecía muy nervioso y estresado. El saber que los Dementores habían prácticamente invadido un tren lleno de jóvenes les daba incluso rabia. Pero entendían muy bien la situación y hasta que no pasara, no podrían impedir que ellos rondaran por ahí.

Cuando Harry, Ron, Ginny, Hermione y Neville subieron a su respectivo carruaje, ninguno podía dejar de hablar de lo que había pasado en el tren. Lo que habían sentido cuando ese ser apareció y comenzó a robarles el alma (así dijo Hermione que lo había sentido) los dejó en un shock considerable, igual que el resto de alumnos que lo habían visto también.

Sin embargo, Harry tampoco podía dejar de pensar en lo que había oído. Estaba convencido de que una mujer había gritado su nombre muy claramente. Y sonaba tan aterrada que el joven se había convencido de que tendría pesadillas con ese espantoso sonido. Pero sus amigos le aseguraban que nadie había gritado ni nada, por lo que intentó convencerse de que el Dementor quizás le había provocado una especie de alucinación.

El viaje acabó siendo en completo silencio. Ninguno tenía ya algo para decir. Solamente se quedaron mirando hacia un costado o el suelo del carruaje, que de repente se había vuelto interesante.

En el Gran Salón, luego de la tradicional selección de Casas, de enterarse que Colin tenía un hermano menor que parecía admirarlo igual que el rubio a él y de cenar como nunca lo había hecho, Harry decidió dejar de pensar un poco en el asunto del tren y ponerle total atención a Dumbledore, que estaba levantándose para dar su discurso introductorio.

-Bienvenidos un año más Hogwarts. Se nos ha informado que fue un viaje un poco complicado y como deduzco que todos quieren descansar, intentaré ser breve-comenzó el anciano, juntando las manos-. Para empezar, quiero pedir un aplauso para los nuevos profesores de este año, Remus Lupin, en Defensa Contra las Artes Oscuras, y Rubeus Hagrid, que comenzará a enseñar Cuidado de Criaturas Mágicas.- Pese al cansancio, los alumnos aplaudieron con euforia a los nuevos profesores y se detuvieron cuando Dumbledore levantó las manos-. Después, como algunos se habrán enterado, los Dementores, custodios de Azkaban, estarán temporalmente alrededor del castillo y debo advertirles... que ellos no diferencian entre lo bueno y lo malo, así que deberán evitarlos de cualquier manera. De todas formas, se quedarán fuera del lugar, así que si salen tengan especial cuidado.

Tras eso, los Prefectos escoltaron a los alumnos a sus respectivas Salas. Los Gryffindors saludaron con la mano a Luna y a Draco-que los habían visto recién en el Gran Salón- y ellos hicieron lo mismo; parecían realmente cansados.

Sabiendo que se verían al día siguiente, todos se dirigieron a sus respectivos cuartos, aunque sólo pudieron entrar tras escuchar un muy desafinado canto de la Dama Gorda. Hermione se despidió de sus amigos y siguió a las chicas, mientras se cubría la boca al bostezar. Los chicos subieron rápido las escaleras y cada uno se lanzó a su respectiva cama. Seamus se durmió apenas su cabeza tocó la almohada. Harry, Ron y Neville intercambiaron un par de palabras más antes de que el tercero les dijera «buenas noches» de forma agotada y se quedase dormido.

- ¿Cómo te sientes, Harry?-preguntó Ron, mientras se echaba las mantas sobre las piernas.

-Mucho mejor, Ron. Gracias-sonrió el moreno, aunque bastante cansado-. Aún me preocupa un poco la fuga de Sirius Black y que sea por eso que nosotros debemos andar con cuidado.