Capitulo 10

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Como los niños habían tenido en mente que podía pasar, nada estuvo ni relativamente tranquilo en los próximos días de escuela. De hecho, realmente se había puesto peor de lo que hubiesen pensado. Y comenzó con una estúpida detención con Lockhart.

Harry la había obtenido injustamente y sus amigos se lo hicieron saber en todo momento. Neville incluso dio la idea de que lo hablaran con McGonagall o el profesor Snape para decirles y que, si de verdad debía cumplir con la detención, lo hiciera con ellos, que sería menos pesado. Sin embargo, Harry se negó, ya que desde que había empezado a dar clases en Hogwarts, el escritor buscaba muchas formas de estar a solas con él para charlar (si es que a las que se asemejaban a interrogatorios podían considerarse charlas). La verdad, el tipo lo hacía sentirse incómodo. Muy incómodo, todo hay que decirlo. Pero aún así, decidió mostrar valor y les dijo a sus amigos que ya no importaba, sólo quería que las horas pasaran rápido para poder quitárselo de encima de una buena vez.

Cerca de las seis de la tarde, Harry se presentó en el aula de DCAO y se sentó en uno de los pupitres, esperando que Lockhart le diera algo para hacer o incluso que le hiciera limpiar el lugar; habría preferido mil veces aquello y no tener que estar ayudándolo a firmar y responder cartas de sus seguidores, que debían ser tan fieles como ciegos si lo consideraban de todas las formas que decían sus cartas. Algunas, sólo tenían escrito que lo idolatraban y que «querían ser como él algún día»; otras, eran un poco más subidas de tono y Harry evitó a toda costa leer lo que ponían pese a la curiosidad que sentía.

Durante Merlín sabe cuánto tiempo, Lockhart estuvo dándole consejos sobre cómo agradarle a la gente y cómo hacer que las chicas lo quisieran y admiraran, todo dándole palmadas en el hombro de vez en cuando, algo que lo incomodaba todavía más. Por una vez, Harry no se quedó callado y le dijo que ya tenía amigos que apreciaba mucho y que ellos lo apreciaban también por ser él mismo y no actuar como héroe, porque eso era lo último que iba a querer ser. Sólo hubiese querido una vida normal. Sin embargo, sus palabras hicieron reír suavemente a Gilderoy y él dijo que no había nada más glorioso que vivir como héroe. Harry había sentido otra cosa en sus palabras más allá de la soberbia, pero no estaba seguro de qué podía ser.

Luego de firmar seguramente cien cartas, la mano de Harry ya no daba para mucho y sus ojos tampoco. Al ver la hora, el escritor anunció que ya habían pasado cuatro horas y ni siquiera lo había notado; según él, el tiempo vuela cuando «se hace algo divertido». Harry sentía que había pasado una eternidad y estaba convencido de que las horas hubiesen volado si simplemente hacía un informe o limpiaba el aula. Hasta hubiese preferido estar sólo sentado en el suelo sin hablar hasta que se acabara la detención. Pero bueno, mejor que finalmente tenía permitido irse. Dijo «buenas noches» a Lockhart de forma apresurada y casi huyó del aula sin darle tiempo al tipo para que le respondiese. Apenas recordaba sentirse tan cansado mentalmente sólo cuando estaba en la casa de sus tíos haciendo todas las labores sin descanso. Lockhart debía ser igual o peor si es que con sólo unas horas podía hacerlo sentir como sus tíos y primo lo hicieron durante años. Ahora lo único que quería era llegar a su cuarto y dormir toda la noche. Le daba igual no haber cenado.

Cuando se alejó considerablemente del aula, se giró para mirar sobre su hombro sólo para cerciorarse de que Lockhart no lo estaba siguiendo. Se permitió suspirar y, arreglando su túnica-que se había desacomodado durante su huida-, dobló a la mitad para adentrarse en el pasillo que lo llevaría hasta las escaleras y a los cuartos de los chicos. Mientras iba para allá, ahora más tranquilo y lento, se decía sarcásticamente que lo único que le faltaba era que Lockhart tomara algún atajo para que se encontraran y poder decir que era una coincidencia. Ese sólo pensamiento lo hizo temblar de enojo. No podía esperar hasta fin de año para que ese inepto se fuese la escuela y quedase el señor Lupin como profesor oficial.

Siempre contigoWhere stories live. Discover now