3. Capitulo 13

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Incluso varios días después de que comenzaron las clases y de haber hablado en diferentes ocasiones con Lucius y Remus, Severus había seguido un poco indeciso sobre qué debía decirle a Harry sobre Black y su historia. Aunque se había mostrado decidido cuando dijo que era un buen momento para que el joven supiese de su padrino y parte de su historia (quizás justamente omitiendo que era su padrino), ahora mismo se encontraba casi meditando qué podía decirle a Harry para que no fuese un golpe tan duro. Incluso Minerva y Albus se habían mostrado de acuerdo en eso, aunque los demás profesores, e incluso Poppy, dijeron que era muy apresurado y que quizás debían darle algo de tiempo. Severus argumentó sarcásticamente que ya habían pasado doce años desde entonces, ¿cuánto más iban a esperar?

Para él, atrasar las cosas sólo haría que el golpe fuese más fuerte para Harry. Pese a que Lupin insistía tranquilamente en que quizás no era el mejor momento, Snape seguía diciendo que Harry debía estar más que preparado. Si esperaban y el joven se enteraba de otra forma, conseguirían que se sintiese peor. Y ni hablar de si llegaba a verlo. Aun si Severus le tenía gran rencor a Sirius, sabía que debía ser objetivo. Por ese motivo, le pidió a Lupin que le contara bien algunas cosas de su viejo amigo. Si Harry preguntaba algo, debía saber cómo responderle.

Exhaló suavemente y se apoyó contra el respaldo del sofá que estaba en su sala. Aún debía pedirle a Harry un momento para hablar cuando terminaran las clases. Pero cada vez que iba decidido una mañana con la idea de pedirle eso, siempre terminaba echando a todos sus alumnos y las palabras morían en sus labios cuando miraba al joven con sus amigos. Una parte de él temía que, si le explicaba todo, Harry acabaría por desconfiar de él y ya no estaría dispuesto a seguir con la idea de tenerlo como guardián.

Abruptamente, se dio cuenta de que, como Albus le había dicho el año anterior, le temía a la realidad y a la pérdida. Sólo que no se refería justamente a la pérdida relacionada a la muerte.

Cerró los ojos y suspiró sin hacer ruido alguno. En momentos así, pensaba en sus momentos cuando era estudiante y siempre recurría a McGonagall cuando necesitaba un consejo, algo que jamás hizo con su propio jefe de Casa, ya que él le generaba incluso más desconfianza que los propios Merodeadores. Afortunadamente, Minerva siempre tenía la puerta abierta para sus estudiantes y él, pese a ser un Slytherin, no era la excepción. Siempre le hablaba sobre sus dudas y a veces sobre sus problemas para integrarse con su propia Casa. Minerva lo escuchaba atentamente y siempre le decía algún consejo que podía ayudarlo. Una vez incluso lo invitó a tomar el té en sus habitaciones. El jefe de ese momento no se lo tomó muy bien cuando lo supo, pero una sola mirada del director y de la mujer bastó para que se guardara sus comentarios para él mismo.

Severus sonrió, casi en la oscuridad, ante ese recuerdo. Los profesores eran capaces de todo cuando se trataba de los estudiantes. Y él había sido fiel testigo de ello. A pesar de que intentaba evitar el afecto y aseguraba que esos dos sólo eran colegas del trabajo, jamás negaría para sus adentros el afecto que les tenía.

Al día siguiente, pese a que no había dormido demasiado la noche anterior, sabía que sus clases serían como de costumbre o más tensas. Durante la noche se estuvo diciendo que debía dejar de actuar como un cobarde y decirle a Harry que lo viese esa noche. Y en el desayuno, Albus había notado que parecía algo tenso, por lo que se acercó un poco y dijo en voz baja:

- ¿Sabes, Severus? He notado que Harry parece muy alegre. Estoy seguro de que tendrá varias contarles a sus amigos muy pronto.

Severus rodó ligeramente los ojos y contestó:

-Lo dudo. De hecho, él y Draco dijeron que «guardarán el secreto».

- ¿Y no era eso lo que esperabas, mi muchacho? ¿Discreción de su parte?

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