Capitulo 11

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Evidentemente, nada podía salir siempre bien. Y si era así, no duraba para siempre.

Aunque Harry hubiese preferido mil veces mantener un perfil bajo luego de lo que pasó en el club de duelo, lamentablemente no podía pasar todo lo que deseaba y lo que sucedió con los demás alumnos se lo dejó claro y con eso, estaba entiendo a lo que se refería su tío cuando decía cosas como: «no nos debemos permitir tener mala fama ni nada de eso». Antes algunos eran un poco recelosos hacia él por ser El-Niño-Que-Vivió, pero ahora la mayoría de alumnos lo miraban por encima del hombro por creer que él era el supuesto heredero de Slytherin. Desde que entró en Hogwarts, jamás creyó que la Casa Slytherin fuese un nido de víboras venenosas, como había escuchado a un chico de su Casa decir una vez, así como tampoco creía que los de Hufflepuff fuesen todos unos llorones o los de Ravenclaw unos agrandados, pero ahora que estaba pasando todo eso, era evidente que los demás seguían con ciertos prejuicios. Salvo sus amigos y, obviamente, los profesores, casi nadie quería estar cerca de él.

El comedor solía quedarse casi en completo silencio cuando notaban su presencia. Hermione, Ron, Draco y Neville no podían evitar rodar los ojos y sacudir sus cabezas cuando notaban que los alumnos parecían evitar a toda costa el contacto con Harry y Ginny incluso soltaba comentarios sarcásticos que sorprendían a la mayoría, salvo a sus hermanos, que conocían muy bien su carácter. Luna, por otra parte, se encontró durante varios días yéndose de su mesa para sentarse con Harry y darle ánimos. El moreno le sonrió con mucho afecto antes de poder darse cuenta y agradecerle a ella también por no darle la espalda. Y luego se encontraba mirando feo a sus amigos cuando hacían caras burlonas, aunque no notaba las de Ginny, que parecían reflejar cierta tristeza y algo de amargura. No lo negaría, Luna era linda y muy dulce, sería ilógico no tenerle afecto.

Fuera de eso, agradecía que los gemelos fuesen capaces de bromear y aligerar las cosas en los momentos más críticos y tensos. Solían llamarlo «heredero del rey serpiente» y hasta gritaban en los pasillos cuando pasaba que debían cuidarse o el mal caería sobre «aquellos que osaran molestarlo». Aunque eran agradables y lo animaban a veces, Harry seguía manteniendo su idea de tener un perfil bajo, más con el shock de haberse enterado que podía hablar con las serpientes y que lo que había pasado en el zoológico hacía un año no había sido una coincidencia o una situación con un animal entrenado. Aún así, sus amigos lo ayudaron a no perder la cabeza, ya que la voz de antes lo seguía acechando y aunque Hermione insistiera en que no se oía nada en ningún lado, Harry sabía que estaba ahí, pero lo que no sabía era cómo se los podía demostrar.

Para olvidar el tema por, al menos, cinco minutos, le preguntó a Draco qué le había dicho el profesor Snape cuando lo mandó a su Sala Común luego de haber invocado a la serpiente durante su duelo. El rubio se encogió de hombros, luciendo ligeramente avergonzado, y le contó que el hombre no dijo que le escribiría a sus padres ni nada, pero él tendría que escribir un informe medio largo sobre los duelos de entrenamiento y por qué no debía dejarse llevar por las emociones y mucho menos usar hechizos que ponían en riesgo la seguridad de sus compañeros.

-Siento lo de la serpiente, Harry-exclamó Draco, rascando un momento su nuca nerviosamente-. Creo que realmente me dejé llevar.

-Ah, no te preocupes-sonrió Harry-. Yo también me excedí con el hechizo Expelliarmus. Dos veces encima. Ron, ¿qué pasó con tu varita?

-Pues... aún no hemos podido ir al Callejón Diagon, así que intenté arreglarla con cinta, ya que los hechizos de Reparo no funcionaron-contestó Ron, un poco molesto-. Pero bueno, mamá seguramente me llevará cuando finalicé el año. Sólo espero que no se enoje demasiado.

-Lo lamento en serio-se disculpó de nuevo Harry-. Yo la repondré.

Ron sonrió ahora y dijo que no se preocupara, que sus padres podrían conseguir una nueva.

Siempre contigoWhere stories live. Discover now