Capitulo 11

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Harry estaba sentado en una de las camillas de la enfermería, abrazando sus rodillas y con la mirada perdida, claramente en shock por lo que había pasado el día anterior, tratando desesperadamente de tomar conciencia de que lo ocurrido fue inevitable, porque Quirrell era demasiado peligroso como para permitir que siguiera en Hogwarts. Pero aún así, no dejaba de pensar en la forma en la que lo habían enfrentado ni en el maleficio que el profesor Snape gritó cuando el profesor del turbante escapó; se le hizo familiar, como si lo hubiese escuchado antes en sus pesadillas.

Ron estaba en la camilla de al lado, roncando suavemente y casi abrazando su almohada, mientras Hermione y Luna estaban en las camillas de adelante, boca arriba; la rubia tenía uno de sus brazos colgando de la misma. Y Draco era el único que no estaba allí. Por lo que había oído, Lucius y su esposa, Narcissa Malfoy, fueron hasta el castillo y dijeron que su hijo estaría mejor en la mansión. Sin oposición, aunque tampoco muy tranquilo, Dumbledore permitió que el matrimonio se llevara al niño, pidiéndoles como único favor que regresaran con él al día siguiente, porque el Ministro Cornelius Fudge y la reportera Rita Skeeter querían acercarse al castillo lo antes posible para saber qué rayos había sucedido. Incluso si Lucius intentó protestar mientras tenía al niño en brazos, Narcissa le respondió con tranquilidad al anciano, asegurándole que estarían ahí.

Como era de esperar, si algo debía ser un secreto, todo el mundo iba a saberlo.

Harry se sentía exhausto, pero no quería volver a dormir y soñar con ese ataque por parte de Quirrell. Ya nada le dolía. Físicamente, al menos. Al recordar todo perfectamente, hasta el más mínimo detalle, no podía evitar gemidos de angustia, pero intentaba callarse para no perturbar a sus amigos.

A pesar de que él y sus amigos habían objetado que no estaban heridos, Madame Pomfrey acabó por mandarlos a todos a la enfermería para que descansaran tranquilos. Ella parecía realmente alterada, al igual que todos los profesores y los fantasmas que habían ido con ellos al aula de Defensa Contra las Artes Oscuras. Los niños, sin saber realmente cómo, acabaron en la enfermería y Draco fue sacado de ahí por sus padres tan sólo una hora después. Poppy no se sintió capaz de objetarles nada, menos cuando vio al pequeño rubio aferrarse al traje de su padre cuando éste lo levantó o cuando Narcissa comenzó a acariciar suavemente su pelo, susurrándole que todo estaba bien.

La piedra se la había dado al director y el profesor Snape le aseguró que sería destruida luego de reprocharle a Dumbledore que haberla guardado dentro del castillo fue un gravísimo error. Harry nunca podría olvidar la mirada apenada y avergonzada del anciano; parecía terriblemente arrepentido.

Antes, Hagrid había ido a verlo para saber cómo estaba. Por suerte, el medio gigante fue muy gentil al hablarle, haciéndole sentir la confianza de que realmente lo escucharía si quería decir algo. El niño apenas encontró fuerzas para decirle que el enfrentamiento con Quirrell había sido tan emocionante como aterrador. Y luego le contó que estaba aliviado de que no fuese el profesor Snape quien buscaba la piedra o quien intentó hacerle daño. Hagrid soltó una risita y exclamó: « ¿Ves? Te lo dije. El profesor Snape tendrá una apariencia y mirada aterradora, pero te lo aseguro, podría apreciarte más de lo que crees». Un segundo después, comenzó a murmurar «no debí decir eso», cosa que lo hizo reír un poco.

Un sentimiento gris comenzó a apoderarse de su mente mientras pensaba en muchas a la vez. Ya de antes sentía algo parecido cuando estaba con Quirrell, pero nunca había sido tan fuerte como en ese momento. Cuando pensaba en la lucha y en la forma en que el profesor Snape y la profesora McGonagall fueron heridos por protegerlos, la culpa se apoderaba de él y lo hacía sentirse enfermo. Y recordar que tendrían una reunión con personas del Ministerio para contarles bien cómo fue la secuencia de sucesos con los maestros no lo hacía sentir mejor. ¿Qué pasaría entonces? ¿Podían expulsarlos por ello? ¿O despedir a sus profesores por haber atacado a otro, aunque fuese con justa razón?

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