4. Capitulo 23

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Esa noche, Severus, ya a punto de prepararse para dormir y sólo queriendo olvidarse de sus deseos de beber (aunque ya no tan fuertes como hacía un tiempo considerable), no esperaba recibir un Patronus con un mensaje. Era de Minerva, lo sabía por la forma de gato que tenía. Los pacientes en San Mungo no debían recibir jamás Patronus, ya fuese con un mensaje o no, por eso nadie debió acercarse o al menos notar que algo raro podía estar pasando. O eso fue lo que pensó con cierto fastidio. O quizás esperaban para luego preguntarle y sacarle algo. De todas formas, para que Minerva le hubiese enviado uno, debía ser algo grave. Era extraño que los profesores se enviaran mensajes a través de los Patronus, salvo que fuese realmente necesario.

El gato atravesó la ventana y se movió alrededor de él para luego subirse a su cama y sentarse. Severus se acercó un poco a él y el felino comenzó a hablar.

—Severus, quizás no estoy haciendo bien al hablarte de esto, pero prefiero que te enteres por mí. Ayer anunciaron a los elegidos para el Torneo y entre los tres ya elegidos, Harry quedó como un cuarto competidor. Jamás pasó eso. No entendemos cómo pudo pasar, los menores ni siquiera podían poner su nombre. Merlín.

Y luego, desapareció. Severus no cambió su expresión algo apatica, pero de inmediato sintió un nudo en las entrañas. Se pasó una mano por la cara y su cuerpo comenzó a temblar. Se acercó a la cajonera, sacó una Poción Calmante y se la bebió una vez. Guardó el frasco bajo sus cosas y luego volvió a sentarse mientras trataba de procesar lo que acababa de escuchar. ¿Harry había sido elegido por el Caliz? ¿Junto a los tres estudiantes mayores que ya habían sido elegidos? No tenía lógica. Dumbledore ya les había dicho que las posibilidades de que sólo pudiesen participar los alumnos mayores eran altas y cuando llegó la confirmación de Crouch, era obvio que el anciano haría una de las suyas para evitar que los jóvenes intentaran desafiar esa orden. Además, si el propio director decía que nadie menor de diecisiete podía participar, no era posible que Harry intentara desobedecer. Era algo que esperaría más de los Weasley o de su propio ahijado. Pero del joven que había cuidado, para nada.

Entonces, ¿cuáles eran las otras posibilidades? ¿Una broma de mal gusto creyendo que no habría consecuencias negativas? ¿Otra forma de demostrar mala suerte? ¿Un posible caso de rencor? No estaba seguro de nada. Y, como ya todos sabían, no había ninguna posibilidad de que pudiesen olvidar eso y no hacerlo participar. Una vez que eran elegidos, no había vuelta atrás.

Merlín, ¿cómo debían procesar eso? Estaba seguro que los demás alumnos ya habían comenzado a decir cosas al respecto. Conocía lo suficientemente bien las cosas que pasaban como para ignorarlo. Seguramente ya habían comenzado los rumores, las acusaciones, los chismes y demás.

Incluso después de haber tomado una poción, su cuerpo aún se sentía tenso. Sentía que todos sus nervios recorrían cada rincón hasta el punto de que la cabeza le empezó a dar vueltas. Y entonces, el deseo de beber lo invadió de una sola vez. Cerró los ojos con fuerza y se llevó ambas manos a la cabeza, sintiendo que ya comenzaba a sudar. Hacía varios días que no pasaba por un sintoma así. Ahora casi siempre eran mentales y casi nunca físicos. Si se trataba de ataques de ira o ansiedad, no le alcanzarían los números para recordar las veces que le pasó. Ya casi no tenía dolores de cabeza o momentos en los que sentía que colapsaría de nuevo. Era un buen avance. Ya se había dicho mucho a sí mismo que debía mantener la compostura y cordura para evitar que lo tuviesen ahí más tiempo del que podría necesitar. Frida le había dicho que la sesión de esa semana le confirmaría si tendría permitido andar por los pasillos. Podría pasar por algunas salas, ir al comedor si así lo quería, preguntarle algunas cosas a los especialistas, cosa que no pensaba hacer. No tenía motivos. Lo único que quería era saber cuándo podría salir y era Frida quien tenía que decirle eso. Sin embargo, le daba un poco igual. Sólo debía seguir luchando mentalmente contra lo que le estaba pasando y luego podría volver a todo lo que dejó. Todo estaba yendo bastante bien. Al menos no se había quedado atascado en el mismo lugar de la abstinencia. Sus deseos por la bebida sólo aparecían en momentos de estrés y no en cualquier momento como le pasaba a su padre (que era casi todos los días en cualquier momento), así que le quedaba lidiar con eso y luego por fin sería libre.

Siempre contigoWhere stories live. Discover now