3. Capitulo 23

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Durante las siguientes semanas, Harry siguió visitando a Sirius Black en compañía del profesor Lupin y un Auror. Desde los primeros encuentros y hasta el último que tuvieron, su padrino no había dejado de decir lo emocionado que estaba porque Harry comenzara vivir con él y no se cortó para decir que sería como en los tiempos que James y Lily lo visitaban y siempre la pasaban bien. Pese a que Harry se sentía mucho más tranquilo alrededor de Black, le seguía molestando esa comparación insistente con su padre. Parecía que, cuando estaba de tan buen humor, no tenía otra cosa para decir. Al principio llegó a entenderlo, ya que como ellos dos habían sido muy buenos amigos, su parentesco con su padre podía traerle muchos recuerdos a Sirius, pero de ahí a estar diciéndole cada cinco minutos que tenía tal cosa de James Potter llegaba a ser molesto e incluso hiriente, porque le hacía creer que no lo veía a él, sino a su amigo fallecido.

De todas formas, no lo habló con el profesor Snape ni con el Director ni su jefa de Casa cuando fue llamado a la oficina de Dumbledore para que éstos le preguntasen cómo estaba respecto al tema. Creyendo que si se quejaba podía causar problemas o que alguien se molestase, mintió y dijo que estaba tranquilo, aunque seguía algo preocupado por cómo podían ir las cosas más adelante. Supo por las miradas de los ancianos que no había sonado muy convincente, pero ellos no lo forzaron a hablar y Dumbledore le recordó que, si tenía algún problema o inseguridad, podía hablarlo con él, con McGonagall o con el profesor Snape, puesto que él también sería su guardián. Cuando el director le mencionó a su profesor, Harry tuvo problemas para no pensar en las veces que había llegado a las mazmorras y lo había visto con alguna botella cerca o sólo con unas marcas húmedas en los labios y en medio de un olor fuerte y muy caracterismo. No lo hablaría con ellos, de ninguna manera, pero la ansiedad que sentía cada vez que la pregunta luchaba por salir de su boca cuando estaba con Snape casi lo hacía estremecer. Remus una vez le dijo que el profesor Snape estaba bajo mucho estrés, además de que podía estar «muy triste» por otras cosas, pero jamás reveló qué por respeto a la privacidad de su colega.

En muchas ocasiones, una voz en lo más profundo de su mente le había gritado que él sabía realmente lo que su profesor hacía cuando se encerraba en sus habitaciones para quedarse ahí posiblemente horas. Y sí, claro que lo sabía, pero él se negaba a creer que Snape podía estar yendo por ese camino. Era un tipo inteligente y con gran potencial, Dumbledore y McGonagall siempre lo decían. No quería pensar siquiera en la posibilidad de que podía acabar igual que Marjorie. Y nuevamente, su mente le gritaba que no era por eso su preocupación, porque el hombre de negro estaba muy lejos de acabar igual que esa mujer. Marge sólo bebía por simple aburrimiento, porque le encantaba la sensación de sentirse ligera y el hecho de que nadie podía decirle nada cuando estaba ebria por temor a que se pusiera más agresiva. Snape, por otro lado, estaba lidiando con el estrés y lo que Harry sabía, era una depresión considerable. En ocasiones, cuando limpiaba y su tía miraba documentales de cualquier tipo, Harry lograba oír algunos que hablaban sobre problemas que tiene la gente en la cabeza (como él decía cuando era más pequeño) y uno que padece la gente a gran nivel es la depresión. Sin embargo, como no sabía demasiado de ello, no quería hablar sin saber, por lo que se guardaba sus pensamientos para él mismo, pero estaba convencido de que su profesor padecía de una depresión severa, mas como el hombre obstinado que era, jamás lo admitiría.

Y eso era lo que más tristeza la causaba al joven.

Esa noche, cuando regresó del encuentro con Sirius, muy cansado, fue recibido en la Sala Común de Gryffindor por Ron, Ginny, Hermione y Neville, quienes estaban repasando para los exámenes, que estaban cada vez más cerca. Harry los saludó y se sentó con ellos.

— ¿Cómo te fue, Harry?—preguntó Ron, dejando de lado su libro.

—Bastante bien—contestó, encogiéndose de hombros—. Aún me cuesta pensar cómo podría ser vivir con él, pero al menos parece agradable.

Siempre contigoWhere stories live. Discover now