4. Capitulo 9

1.2K 150 27
                                    

Un sábado al mediodía, después de que Harry hubiese practicado algunos hechizos con su profesor (y fallado miserablemente en lograr un solo ataque al hombre y siendo derribado sin problemas por el mismo), Black llegó a la casa para ir con el joven a la casa de los Weasley, quienes los habían invitado a cenar, mientras una sonrisa de suficiencia adornaba su rostro. Severus nunca había sentido tantas ganas de romperle la cara como en ese momento. Harry apenas había ido a ducharse cuando Black cruzó el Flu. Snape casi había olvidado que el perro pulgoso podía llegar a su casa usando el Flu si quería, sólo debía avisar con unos minutos de antelación y ya, estaba libre de culpas. Sin embargo, no había avisado nada, y el hombre de negro sabía que Fudge haría a la vista gorda con tal de fastidiarlo. No descargaría su enojo delante de él, porque entonces le daría de qué hablar cuando comenzaran el nuevo proceso cuando Harry comenzara las clases, pero eso no evitó que le lanzara una mirada de muerte. Black lo miró con arrogancia y preguntó con el mismo tono si podía sentarse. Severus le hizo un gesto hacia una de sus sillones mientras él se sentaba en el otro. Un silencio pesado se formó entre ambos mientras el profesor de Pociones movía una de sus piernas en una clara señal de ansiedad. Jamás sufría ataques fuertes, pero las señales de que estaba estresado o ansioso podían ser evidentes y el querer beberse una poción calmante y luego algo de alcohol se volvían más fuertes aún.

Sin embargo, Sirius no notó eso, sino que se puso a mirar cada rincón de la sala, claramente juzgando cualquier cosa que viera y comparando todo con la estructura de su propia casa. Severus casi podía oír sus pensamientos sin la necesidad de usar Legeremancia: Que el color era demasiado triste y apago, que era un espacio pequeño para un adolescente, que el barrio era horrible, que su presencia de por sí era una molestia... En fin, la lista no era nada corta. Aún así, evitó dejar que lo provocara.

De tantos magos y brujas, James y Lily tuvieron que hacerse amigos de alguien tan fastidioso como Black. Dado que James y él compartían los mismos prejuicios por Slytherin, Severus casi lo encontró lógico, pero estaba seguro de que Potter al menos había madurado un poco sobre eso. Black por otro lado seguía igual y lo dejaba claro a cada momento. Ni siquiera Lupin había llegado a tanto con esos prejuicios; su propio ahijado le había contado que los trataba a todos por igual y que siempre estaba dispuesto a ayudarlos a todos si tenían problemas con los hechizos o en lo Teórico.

- ¿Realmente esperas quedarte con la custodia de Harry viviendo en esta... casucha?-escupió con claro disgusto.

Severus apretó la quijada y respondió duramente:

-Planeo mudarme a la casa de la familia de mi difunta madre-contestó, frío como el hielo.

- ¿Y dónde sería eso?

- ¿Te debo alguna explicación a ti? Lo dudo-espetó-. Intenta provocarme todo lo que quieras, Black. No olvides que sé Oclumancia mejor que muchos, así que tus intentos de hacerme estallar de cólera no van a funcionar.

-Vaya, qué humilde-soltó Sirius, rodando los ojos-. Será por eso que nadie ve tus intenciones.

- ¿Y qué diablos vas a saber tú de eso? Si crees que hago esto por un beneficio personal, entonces no eres muy diferente a mí.

- ¿Qué rayos estás diciendo?-masculló Sirius, cerrando su mano izquierda en un fuerte puño.

-Hablas de él como si fuese un trofeo o «algo» para ganar. ¿Crees que era así como tu querido amigo esperaba que vieras a tu ahijado y a su propio hijo?

Los ojos de Sirius brillaron peligrosamente, pero Severus estaba lejos de sentirse intimidado.

-Adelante, atácame. Dale motivos reales al Ministerio para que te encierren de nuevo-siguió Severus, inclinándose un poco hacia delante.

Siempre contigoOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz