4. Capitulo 2

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Harry y Draco habían estado gran parte de la tarde en el cuarto del moreno, conversando y encontrando la suficiente fuerza como para reírse con las ocurrencias del otro. Ambos estaban considerablemente entristecidos por las situaciones que ocurrían, pero no querían afectarse con ellas, por lo que, si hablaban sobre esos temas, lo hacían intentando encontrar un punto positivo en ello.

Por ejemplo, Draco le contó que las últimas veces que visitó a su padre, éste le había preguntado más por su madre y cómo habían estado en la casa de campo que tenían. Además de eso, ambos le aseguraron que en ningún momento se les cruzó por la cabeza la palabra «divorcio» ni nada parecido. Aunque Draco se mostró algo escéptico a las cosas dichas por sus padres, optó por creerles y se mostró más tranquilo que otras veces cuando hablaban del mismo tema.

A su vez, Harry le contó que el profesor Snape le había escrito esa semana pese a que, según él, no debía hacerlo y que por eso no debía decirle a Sirius. En las cartas le recordaba que esa semana tendría su día de visita y que arreglarían para verse dos veces en una semana por el día perdido. Harry sabía que su profesor estaba muy mal de ánimos y hasta podía decirlo por cómo escribía. Y se lo hizo saber a su amigo. Éste asintió y dijo que su padrino había estado algo decaído, pero que se estaba recomponiendo. El moreno sabía que le estaba ocultando información, pero decidió no presionarlo con ello y mejor hablaron de otras cosas.

— ¿Tienes alguna idea de lo que nos puede esperar este año?—preguntó Harry, cruzando las piernas sobre la cama y tirándose un poco hacia atrás para apoyarse en sus brazos.

—Teniendo en cuenta que cada año es más extraño que el otro, no podría hacerme una idea clara—contestó Draco—. Quizás por una vez podamos tener un año normal.

—Tú le dices normal porque creciste en el mundo mágico—señaló el moreno, rodando los ojos—. Para mí, cualquier año en Hogwarts no será muy normal.

—Serán cuatro años dentro de poco, ya deberías acostumbrarte—se burló Draco, empujándolo levemente.

—Sigue diciendo eso. Me gustaría verte a ti en el mundo Muggle durante un día.

— ¿Y no poder hacer magia y disponer de lo que ellos hagan? Paso. No creo poder acostumbrarme tan rápido.

—Yo lo hice.

—Es diferente—objetó el rubio, dejándose caer de espalda en la cama de su amigo.

Harry sonrió y sacudió la cabeza.

— ¿Has hablado con los demás?—preguntó Draco luego de un momento.

—Ah, sí. Nos escribimos casi todos los días. ¿Tú no lo has hecho?

—Sí, pero no tan seguido. Ahora paso mucho tiempo con mi madre y con mi tía Andrómeda, que nos visita con más frecuencia con mi prima—contestó, mirando el techo—. Aunque alcancé a hablar con Hermione sobre el viaje que tuvo con sus padres y con Ron sobre las visitas de sus hermanos mayores. No hablé demasiado con Ginny, Luna o Neville. Están algo desaparecidos, ¿no crees?

— ¿Tú crees? Me escribí con Luna hace unos días y dice que todo está bien en su casa—admitió Harry, sin mirarlo.

Draco se sentó y lo miró con una sonrisa socarrona.

— ¿Qué?—soltó Harry, un poco incómodo por esa mirada.

—Nada. Sólo que... debo admitir que tú y Luna se verían muy bien juntos

—Ay, no, tú también...—murmuró Harry con cierto fastidio. Ya tenía bastante con las burlas de Ron.

—A ella le gustas—exclamó con confianza el rubio.

Siempre contigoWhere stories live. Discover now