4. Capitulo 18

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Harry y Draco estaban esperando noticias de Luna. La rubiecita ya les había dicho que le escribiría a su padre para preguntarle por el tema de las visitas en San Mungo. Él parecía saber de eso, ya que solía frecuentar mucho al Ministerio y a San Mungo para tomar notas de muchas cosas y luego publicarlas en El Quisquilloso. La joven les dijo que su padre podía tardar dos o tres días en responder, teniendo en cuenta que casi nunca se quedaba quieto buscando noticias interesantes y algo extrañas. Harry hasta había considerado preguntarle a Neville, pero si lo hacía, podía dejar en evidencia que sabía lo de sus padres, a pesar de que él insistía en que sólo acompañaba a su abuela a ver a unos parientes que para él eran lejanos. Respetaba completamente su decisión de no hablar con nadie respecto a ese tema, así que no iba a ponerlo en un aprieto al preguntar por los temas de visitas. Tampoco lo hablaría con Sirius, porque sólo le daría motivos para tirar basura contra su profesor.

Draco dijo que estuvo tentado a preguntarle a su padre, pero cuando lo pensó mejor, llegó a la conclusión de que él y su madre le darían vueltas hasta que fuesen ellos los que estuviesen listos, incluso si se excusaban diciendo que lo hacían por él. No entendía por qué evitarían que viese a su padrino. Una parte de él quería creer que sólo estaban preocupados luego de su primera y única visita a Azkaban y otra le decía que no era comparable: en la cárcel vio a su tía desquiciada y sin chance de recuperar la cordura que en algún momento de su vida habría tenido y Severus estaba en rehabilitación porque, justamente, quería mejorar. Había una diferencia abismal. Sin embargo, no expresó esos pensamientos en sus cartas. En su lugar, decidió esperar noticias de parte de su amiga y luego ver qué haría.

Harry sólo podía pensar en que Luna debía darles buenas noticias. Si llegaba a decirles que no había chances de que fuesen a ver a su profesor, se iba a sentir muy mal. Quería verlo aunque fuese una vez y asegurarse de que realmente estaba bien, que no le pasaría nada malo mientras estuviese ahí ni nada. Pero si antes había podido ir a ver a Sirius, deberían poder hacer lo mismo con Snape. Además, si tenía en cuenta que muchos decían que su padrino no estaba del todo bien de la cabeza y aun así le permitieron verlo en San Mungo, entonces no debían molestar con cosas de su profesor sobre que no era seguro. Pensar en eso le molestó mucho y frunció el ceño sin darse cuenta. A veces quería que todos dejaran de hablar de lo que no sabían nada.

Ahora, mientras esperaban a que Luna llegara con noticias en el patio con los demás, lo más alejados posible para evitar que alguien pudiese oírlos, decidieron comentarles algunas cosas a los demás. No querían hacerlos sentir excluidos sólo porque no eran cercanos a Snape.

— ¿Y cómo piensan ir si alguien lo descubre?—preguntó Hermione, escéptica—. Incluso si le piden un permiso a Dumbledore, quizás se necesite una orden especial del Ministerio teniendo en cuenta que son menores de edad.

—O que un adulto responda por ustedes—acotó Neville, dejando las manos en su regazo mientras bajaba un poco la cabeza—. Bueno... Eso escuché.

—De todas formas—comenzó Ron rápidamente—, papá dice que dependiendo la razón por la que uno visita a un familiar o amigo puede presentarse solo si es menor de edad.

Harry agradeció que su amigo omitiera la pregunta sobre el motivo real por el que Snape estaba en San Mungo.

—Es cierto. Nunca hemos ido, de todas formas—comentó Ginny, encogiéndose de hombros—. Pero supongo que lo mejor que pueden hacer es esperar hasta estar completamente seguros de cómo son las cosas. De lo contrario, podrían pasar un mal momento por una simple visita.

—Sí, lo habíamos pensado—asintió Harry—. Luna dijo que su padre sabe de ese tema, así que sólo nos queda esperar.

—Draco, ¿tus padres no dijeron nada al respecto?—preguntó la pelirroja, curiosa.

Siempre contigoWhere stories live. Discover now