Capitulo 4

7.8K 770 123
                                    

— ¿Seguro no quieres que te acompañemos?—le preguntó Ron por segunda vez, preocupado. Desde que oyeron a Snape decirle a Harry que quería verlo esa misma tarde, no habían podido dejar de hacer teorías sobre lo que el hombre estaba pensando. Incluso Draco parecía inquieto por ello. Luna, que se había reunido con ellos luego de eso, se mantuvo optimista.

—Vamos, no creo que pase nada—dijo con su típica voz dulce—. Lo peor que podría pasar es que el profesor Snape le haga destripar algo asqueroso, pero no creo que haga algo malo.

— ¿La palabra «destripar» no te dice ya algo malo?—preguntó Hermione, algo asqueada.

—Tú sí que eres... peculiar—soltó Draco.

— ¡Gracias! ¡Es bueno que alguien lo note!—sonrió ella, de forma genuina, como si le acabasen de hacer el mejor cumplido.

Los otros se encogieron levemente de hombros. Luna sí que era una chica muy peculiar.

—No deben preocuparse. Supongo que querrá hablar conmigo por las respuestas de hoy. Quizás hice algo mal—dijo Harry, pausadamente.

—Pero tus respuestas fueron correctas—aseguró Hermione—. Yo también había leído el libro y todo lo que dijiste estuvo bien.

Los chicos y Luna intercambiaron miradas. ¿Por qué Snape quería hablar con Harry si sus respuestas habían sido perfectas? ¿Estaría molesto porque fue un Gryffindor quien había contestado todo lo que él daba por perdido con sus alumnos?

Luna siguió sonriendo y aseguró que el hombre de negro no quería reprender a Harry, sino que quizás quería saber más a fondo lo que él entendía de pociones. Obviamente, eso los confundió más, pero ninguno le cuestionó nada a la rubia. Draco fue el próximo en hablar y dijo que, conociendo a Snape, jamás le pondría una mano encima a ningún estudiante, no por temor a quedar desempleado por azotar a uno, sino porque parecía odiar todo tipo de contacto físico; les contó que su padre una vez le había dado un abrazo para molestarlo y él hombre casi quedó petrificado, mientras su rostro se deformaba por el horror.

Eso los hizo reír suavemente, aunque rápidamente se pusieron serios.

—Ya debo ir a verlo. Nos vemos en la cena.

—Buena suerte, Harry—dijo Luna, gentilmente, mientras tomaba las manos de Ron y Hermione con toda la confianza del mundo. Ellos se incomodaron un poco, pero más se sorprendieron. De todas formas, no se apartaron.

Draco le hizo un gesto de apoyo con la mano y siguió a los otros hasta el patio. Querían salir un poco antes de la cena y el toque de queda.

Percy ya le había dicho que si se sentía intimidado con Snape, no debía tomarlo como algo personal; les pasaba a todos. Le indicó dónde estaban las mazmorras y le deseó suerte. Harry notó un toque extraño en el habla del pelirrojo al mencionar a su profesor, pero creyó que se debía, nuevamente, a la reticencia que le tenía. Quizás era algo típico en esa escuela.

Respiró hondo y, ni bien tocó la puerta, ésta se abrió sola. Un poco rígido, dio dos pasos hacia la habitación antes de detenerse. El profesor Snape estaba corrigiendo unos exámenes. O al menos eso creyó él. El hombre tenía el ceño fruncido con fiereza y estaba garabateando furiosamente lo que parecía ser una mala nota. Por un momento, creyó ver el rostro descompuesto de su tío cada vez que llevaba una mala nota a la casa. O una buena. Siempre hacía una mueca parecida cuando veía el boletín de notas de Harry.

—Puede entrar, señor Potter—exclamó Severus, sin levantar la vista de esos exámenes.

En silencio, Harry caminó hasta situarse delante del escritorio de su profesor. Se sentó y esperó pacientemente a que el hombre acabara con lo suyo. Miró a su alrededor y notó que el lugar estaba repleto de libros y frascos diferentes con ingredientes para pociones, todos ordenados alfabéticamente. El familiar olor de esos mismos ingredientes inundó sus fosas nasales y una vez más, Harry recordó haberlo sentido cuando era más pequeño. Pese a los años pasados y a que no era justamente el mismo aroma, podía recordarlo perfectamente.

Siempre contigoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang