El destino es raro últimamente.

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— ¿Qué? —dijo Rin desde atrás— Creí que íbamos a estar a solas los dos. —Kiba miró a la chica con una ceja alzada porque el comentario casi que daba entender que pasaría algo diferente a lo que un par de hermanos podían hacer, pero cuando la mirada de Rin se incrustó en su rostro ambos arrugaron la frente con decepción y volvieron a realizar una trompetilla. Kiba cerró la puerta y, seguido de Rin a su espalda, fue hasta la sala.

Tobi caminó por el pasillo y llegó a la puerta trasera para observar el jardín.

...conforme con dejarnos así, se atrevió a dejarle un mensaje! —continuó Deidara quejándose.

— ¿Mensaje? —dijo Tobi con una pequeña carcajada.

¡Sí! ¡Dijo que lo va a matar si le hace algo a ese par de imbéciles inútiles.

Tobi cortó la llamada y con una retorcida sonrisa marcó otro número en su celular. No tardaron en aceptar la llamada del otro lado.

—No sabía que amenazar iba contigo. —dijo jugueteando— Quiero ver si puedes decir lo mismo delante de mí, Hiro. Te estaré esperando. —Cortó la llamada cuando el muchacho contestó con un rápido: "Estoy en camino".

/Distrito Nagomi/Noche/30 min después/

La propia Rin le dijo que para estar aburrida con alguien, prefería estar sola, por lo que luego de un inmenso silencio perturbado por bostezos de Kiba, éste consiguió zafarse del trabajo por el resto del día y dejó la mansión. Al abrir la puerta de la cerca levantó la mirada y el bostezo se quedó a la mitad porque el rostro del muchacho que se acercaba en la oscuridad era alguien difícil de olvidar.

Kiba sonrió amistoso. —Nos volvemos a encontrar. —Hiro lo miró a los ojos, pero ese brillo acostumbrado se había perdido en la bruma. Él conocía muy bien esa mirada. Venganza. Cuando la silueta de Hiro se iluminó por completo descubrió que llevaba una barreta oxidada y con una mancha de sangre en un extremo.

La sonrisa amistosa desapareció y Hiro se detuvo delante de él en silencio.

—Es raro, no. El destino. —dijo Kiba para romper el hielo—Sólo últimamente, claro. —Kiba dio un paso hacia al lado.

Todo el tiempo. —contestó Hiro en un murmullo que Kiba igual escuchó, pero que decidió ignorar. Hiro abrió la puerta de la cerca.

—Eh, mocoso. Te estaré esperando. No tardes. —agregó con una sonrisa amistosa, como la de siempre. Hiro lo miró a los ojos en total silencio por un corto minuto, volteó por completo en dirección a Kiba.

—Mi nombre es Hiro Hatake. —dijo con una reverencia y luego desapareció detrás de los setos cortados de aquel lugar.

Conocía ese nombre desde hace mucho tiempo, pero era la primera vez que ese niño se presentaba con respeto. Kiba sonrió con un suspiró y tomó asiento en el bordillo de la acera para cumplir su palabra.

Hiro no tuvo que golpear la puerta para entrar porque estaba abierta. La casa estaba oscura, pero al final de pasillo una luz le decía que ese era el lugar. Un par de ojos lo observaron desde atrás del sofá de la sala. "Le he visto antes, pero dónde. ¿Dónde?" Hiro abrió la puerta del dojo y encontró a Tobi con una katana real haciendo movimientos suaves y certeros. Hiro caminó por el costado del dojo en silencio, pero él ya sabía que estaba allí sólo que lo estaba ignorando.

—Suelta esa porquería. —dijo sin dejar de estar enfocado en practicar con la katana. —Será mejor si lo hacemos como se debe. Toma la que está en el centro. —dijo señalando la katana en la pared de enfrente sin dejar de hacer movimientos suaves como el agua.

Dulce GuardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora