Todo sea por su felicidad

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/Distrito Tamana/Residencia Haruno/Mañana/

Trataba de mantener la calma después de conocer el secuestro de su sobrina, y aunque tenía la pequeña esperanza de que Madara no le haría nada a Sakura;Hiro podría complicarle la situación y echar todo por la borda.

— ¿Aló? —respondió cuando al celular llegó un número desconocido.

Iruka, cuanto tiempo... ¿Cómo está tu sobrina? —la voz del otro lado no la olvidaría nunca, su tono melódico y burlesco le causó un retortijón en el estómago.

— Madara... ¿Por qué me haces esto?

No, no, no. Eso debo preguntar yo, Iruka. —respondió con algo más de resentimiento en el fondo. Iruka se levantó de la silla y arrugó la frente.

— ¡Detén esto! Esta venganza es injustificada, Madara. Lo único que haces con todo esto es impedir que tu hijo descanse en paz. —Madara apretó al mandíbula y arrugó la frente perdiendo todo rastro de alegría en su voz.

Pagarás esto, Iruka. —su tono sádico podía sentirse del otro lado de la línea— Tú y toda tu familia...

Colgó sin darle tiempo a responder y la angustia por Sakura creció el doble. Volteó por el sonido de unas llantas derrapar en la entrada y al cruzar las puertas principales con una velocidad increíble contempló a la servidumbre y a Kakashi ayudando a su sobrina a entrar a casa. El aspecto de Sakura era deplorable: tenía la ropa rasgada, sucia, sangre en sus piernas y el rostro golpeado. Las señas del dolor psicológico se reflejaban en sus ojos y al pasar a su lado con ayuda de la cocinera, sonrió de manera fugaz antes de desaparecer en el interior siguiéndola de inmediato.

El conductor, así como el resto de la servidumbre, observaron como Hiro siguió a Kakashi rumbo al estudio. Todos sabían que no le irían bien al muchacho allí dentro y esperaban que antes de los regaños (y posibles golpes) al menos le permitiera curarse y cambiarse la ropa. Pero el pobre joven no era más que una herramienta.

/Despacho/

Con un dolor indescriptible en sus costillas realizó una reverencia sin ayuda ni soporte alguno. — Sakura... san está bien. No... No le pasó nada

— ¿Nada? —agregó con aire frío— El estado con que la traes a casa es deplorable y tú dices que no le pasó nada. —Mantuvo la cabeza agachada reprochándose sus propias palabras. Pues si bien en ese horrible momento que ambos vivieron no sucedió algo que podría dejar cicatrices de por vida, Sakura sí fue golpeada, humillada e incluso intimidada de una manera que dejó señas en la memoria perdurables quien sabe por cuanto tiempo. — Todo el entrenamiento, el campamento... ¿De qué sirvió? ¿Acaso debo repetir lo que te pasará si no cumples con tu deber? Dime cual es tu deber.

— Cu... Cuidar a Sakura-san de... de...

— ¡Más alto! No te escucho. —Hiro cerró los ojos y tragó pesado por el dolor en cada uno de sus huesos. — ¿Dónde quedó la firmeza y la insensibilidad que debes demostrar? —Kakashi suspiró. No quería ser tan fuerte, pero esa chica era la única barrera que tenía Sakura para tener un futuro normal y la frustración de no haber preparado un guardaespaldas decente lo había inmerso en la frustración. No importaba si era un adolescente, el muchacho sabía lo que debía hacer y necesitaba recordarlo.

Levanto la mano y las puertas tras Hiro atrajeron la atención de todos.

— ¡Sakura, debes descansar! —reclamó un preocupado Iruka.

— ¿Qué crees que haces, Kakashi-san? —interrogó molesta rumbo a Hiro y sin ayuda de alguien para caminar, aunque no lo necesitaba del todo. — ¿Qué pensabas hacerle a Hiro, eh?

Dulce GuardaespaldasWhere stories live. Discover now